sábado, 11 de noviembre de 2017

NATURALEZA : SIMIOS .- PRIMATES .- NATIONALGEOGRAPHIC .- CHIMPANCÉS .- Primate que más se asemeja al ser humano, casi un 99% de genoma exactamente igual......

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., uno de los grandes simios que comparte con 99% del ADN con nosotros es el Chimpancés; uno de los parientes, que por  efectos de la acción destructiva del hábitat de su familiar el hombre, quien  se ha vuelto su peor enemigo y lo ha condenado a la extinción.
National Geographic:  dice: "Los chimpancés y los humanos tenemos casi un  99% de genoma exactamente igual, según los datos del  Instituto Nacional para la Investigación del Genoma Humano. Visto así no es nada extraño que veamos reflejados en estos primates muchos de los comportamientos inherentes al ser humano, como la tristeza, la alegría, la capacidad de jugar, etcétera.
Normalmente caminan a cuatro patas, pero son capaces de caminar solo sobre sus extremidades traseras. Además sus pulgares oponibles les permiten agarrar todo tipo de objetos, tanto con las extremidades superiores, como con las inferiores......."
La investigación y estudio científico de los Chimpancés, ha sido posible gracias a la Dra.Valerie Jane Morris Goodall, más conocida como Jane Goodall;  primatóloga, etóloga y antropóloga, quien dedicó 55 años de estudio a los Chimpancés en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania.
Este artículo ha sido posible escribirlo; gracias a la Revista National Geographic, que invito a leer, cuenta con los principales asuntos de investigación de la etóloga Jane Goodall, que será un placer saber algo del primate que más se asemeja al ser humano.


http://www.nationalgeographic.com.es/buscador/?q=CHIMPANC%c3%89S
http://www.nationalgeographic.com.es/animales/chimpances/fotos
http://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/actualidad/quien-esta-lanzando-piedras-contra-los-arboles_10172
http://www.nationalgeographic.com.es/mundo-ng/grandes-reportajes/una-vida-dedicada-a-los-chimpances_3251/4
http://www.nationalgeographic.com.es/personajes/jane-goodall/fotos/3
http://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/grandes-reportajes/album-familiar-de-gombe-2_8344/10

Chimpancés
El hábitat natural de este primate se encuentra en las junglas, los bosques y las sabanas de África tropical, donde viven organizados en comunidades que pueden estar formadas por más de 100 miembros.    Viven aproximadamente unos 45 años, algunos pesan más de 50 kilos y miden entre 1,20 y 1,70 metros.  A pesar de que normalmente caminan a cuatro patas apoyándose sobre sus nudillos, los chimpancés también pueden permanecer estáticos y caminar en una posición vertical. Del mismo modo, estos primates se desenvuelven con tremenda eficacia sobre las copas de los árboles en los árboles, de donde obtienen la mayor parte de los alimentos de su dieta. Se alimentan principalmente de hierbas y plantas, pero ocasionalmente comen insectos y presas pequeñas.      El chimpancé es el ser vivo más próximo al ser humano, se calcula que nuestros linajes se separaron hace alrededor de 7 millones de años y actualmente compartimos casi un 98% de nuestro ADN con ellos. Se trata de una de las pocas especies animales que, al igual que el Homo sapiens, emplea herramientas: usan palos para capturar insectos en sus nidos o extraer las larvas de troncos de algunos árboles.   También usan piedras para romper las cáscaras de algunos frutos secos  y utilizar las hojas para recolectar agua potable. A los chimpancés se les puede enseñar a usar algún lenguaje de signos humano básico.Las hembras pueden dar a luz en cualquier época del año, por lo general a una sola cría que se aferra a su madre y más tarde monta en su espalda hasta la edad de dos años. Las hembras alcanzan la edad reproductiva a los 13 años, mientras que los machos no son considerados adultos hasta que tienen 16 años.Aunque los chimpancés y los seres humanos están estrechamente relacionados, estos simios han sufrido mucho a manos de los segundos encontrándose en la actualidad en peligro de extinción. 

Chimpancés amenazados
El patógeno Bacillus cereus biovar anthracis amenaza seriamente la vida salvaje del Parque Nacional de Taï, especialmente a los chimpancés.
Foto: MPI f. Evolutionary Anthropology / L. Samuni

La salud humana y la animal están estrechamente relacionadas. "Las infecciones en los grandes simios a menudo son indicadoras de enfermedades que también pueden afectar a los humanos", señala Fabian Leendertz, un científico veterinario del Instituto Robert Koch (Berlín) y el autor principal de un estudio que se publica hoy en Nature. El estudio demuestra que "casi un 40% de todas las muertes de animales que hemos investigado en el Parque Nacional de Taï [en el suroeste de Costa de Marfil] han sido causadas por el ántrax", subraya Emmanuel Couacy-Hymann, del Ivorian Animal Health Institute.
Los investigadores han detectado el patógeno en varias especies de monos y en duikers, mangostas y en un puercoespín, pero sobre todo ha perjudicado a los chimpancés: 31 de los 55 individuos cuyos cadáveres fueron examinados murieron por la enfermedad del ántrax, ocasionada por la bacteria Bacillus anthracis. "Con el tiempo, el ántrax podría contribuir a la extinción del chimpancé en el Parque Nacional de Taï", según Roman Wittig, el director del Taï Chimpanzee Project en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, y la bacteria específica que ha sido descubierta, denominada Bacillus cereus biovar anthracis, también podría constituir una amenaza para los humanos.
En 2001 se produjeron varios ataques con ántrax o carbunco en Estados Unidos
El ántrax en los humanos (conocido en 2001 por las cartas que contenían esporas de carbunco que fueron enviadas a varios medios de comunicación y senadores de Estados Unidos) puede causar la muerte, pero si se detecta a tiempo puede ser tratado con antibióticos. De momento, los investigadores están buscando la forma de proteger a los chimpancés, incluyendo la posibilidad de vacunación.
 
Un chimpancé con sus crías
Un chimpancé con sus crías en el Parque Nacional de Taï, en el suroeste de Costa de Marfil.
Foto: MPI f. Evolutionary Anthropology / L. Samuni

Una amenaza para los humanos
"Las infecciones en los grandes simios a menudo son indicadoras de enfermedades que también pueden afectar a los humanos", señala el científico veterinario Fabian Leendertz.
Foto: MPI f. Evolutionary Anthropology / L. Samuni
 
Un menú del día mejorable
En esta foto del un chimpancé observa cómo un trabajador arroja puñados de grano a su recinto. 
16 de mayo de 2017.
Foto: AP / Natacha Pisarenko
 
A ninguna parte
Claudio Bertonatti, ex-director del zoológico de Buenos Aires: "Todo está listo para que el arca de Noé naufrague."
Foto: AP / Natacha Pisarenko

Buenos Aires pide aires de cambio
"Queremos que el zoológico sea una herramienta de conservación, no un parque para perros caminando porque ya lo tenemos".
Foto: AP / Natacha Pisarenko
 
Anuma II y Ada
Foto: AP / Ramon Espinosa

Chimpancés
Un grupo de chimpancés durante una sesión de acicalamiento.
Foto: Roman Wittig (Taï Chimpanzee Project)
Los chimpancés y los bonobos son nuestros parientes vivos más cercanos y, genéticamente, ambas especies están estrechamente relacionadas. Sin embargo difieren en algunas características importantes de su comportamiento: entre los chimpancés existe una fuerte competencia grupal, algo similar a la guerra en los humanos, mientras que estos conflictos violentos no se producen entre los bonobos. "Los chimpancés machos son altamente territoriales, con encuentros intergrupales hostiles y a veces letales, mientras que los grupos de bonobos mantienen unas relaciones bastante pacíficas y durante los encuentros no hay violencia letal", afirma Martin Surbeck, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig. Surbeck y otros investigadores sugieren en un artículo científico publicado en Royal Society Open Science que "la guerra podría tener un impacto fundamental en la estructura de una sociedad determinada".
Surbeck y su equipo han comparado datos obtenidos a largo plazo en cinco comunidades salvajes de chimpancés y dos de bonobos, en países africanos como Costa de Marfil, Uganda y la República del Congo. ¿Con qué sexos se asocian preferentemente los individuos de ambas especies? "Todas las comunidades de chimpancés estaban segregadas por sexos, lo que significa que los machos y las hembras se asociaban más con compañeros del mismo sexo", dice Surbeck. "En cambio, los machos bonobos no se asociaban preferiblemente con otros machos y ambos sexos se asociaban preferentemente con las hembras", añade. Los resultados obedecen a las diferentes formas de cooperación en chimpancés y en bonobos: los chimpancés machos necesitan cooperar con otros machos en tareas como la vigilancia fronteriza, la defensa del territorio y la caza colectiva; y los bonobos, que son menos territoriales, se asocian principalmente con las hembras, a menudo con sus madres, con las que cooperan y a las que ayudan en favorecer el éxito en el apareamiento de los hijos. Por último, las hembras de ambas especies cooperan entre ellas cuando se trata de criar a sus pequeños.
Alec Forssmann
5 de mayo de 2017
¡Una pareja de cine!
En esta foto del 21 de julio de 1966, Susie, una chimpancé, corre por los jardines de Castle Combe en compañía de su amigo, un loro de la Polinesia. Ambos aparecieron en la película Doctor Dolittle rodada en un pequeño pueblo de Wiltshire Valley.
Foto: AP


El choque entre Goodall y el mundo académico: una larga historia
Cuando Goodall llegó a Cambridge en 1962 para explicar su descubrimientos, no fue bien recibida por los académicos. Entre otras cosas, criticaban que diera nombre a los chimpancés. «En realidad lo que hago es describir sus distintas personalidades», afirmó.
Ektachrome © NGS

¿Son peligrosos los chimpancés?
Los chimpancés no son siempre inofensivos. Según Jane Goodall (en la imagen) "son más fuertes que los humanos, y, cuando están alterados, pueden ser peligrosos. Siempre hay una pequeña probabilidad de que ataquen".
Foto: Gtres

Morir de pena
Un chimpancé puede deprimirse y morir de pena ante la pérdida de un ser querido, como por ejemplo, la madre. Es el caso del joven Flint y su madre Flo, en Gombe.

Crías de chimpancé
Las crías de chimpancé tienen un mechón blanco en la parte trasera, que desaparece en la edad juvenil.
Foto: Gtres
 
Una cama para dormir más cómodo
Los chimpancés son muy comodones, cada noche fabrican "nidos" para dormir. A veces incluso preparan una almohada con las hojas más tiernas. No suelen dormir en el mismo nido dos veces.
Foto: Gtres

Pulgares oponibles incluso en los pies
Los chimpancés, como todos los primates, cuentan con pulgares oponibles (incluso en los pies), lo que les permite agarrar con precisión casi cualquier cosa. Los humanos no disponemos de pulgares oponibles en los pies, de ahí que no podamos agarrar un limón con ellos, algo que sí podrían hacer los chimpancés.
Foto: Gtres

¡Todos a jugar!
Al igual que los humanos, los chimpancés a veces se aburren e idean juegos para divertirse.
Foto: Gtres
 
¿Quién es el padre de este chimpancé?
 Es difícil determinar la paternidad de los chimpancés. Recientemente es posible hacerlo gracias al análisis de ADN en muestras de excrementos.
Foto: Gtres
 
Comunicación por signos
La comunicación es muy importante en todas las especies. Gracias al estudio de los chimpancés los investigadores han comprobado que son capaces de aprender el lenguaje de signos.

Un beso entre chimpancés
Los chimpancés, al igual que los humanos, se dan besos, abrazos y palmadas en la espalda, se tocan las manos, se hacen cosquillas…  ¡Y hasta se ríen cuando juegan!
 
Jane Goodall durante una producción audiovisual en Gombe
A lo largo de su carrera Jane Goodall ha realizado más de 20 producciones para cine o televisión. En la imagen podemos ver a una jovencísima Jane en pleno rodaje en lo que sería una de sus primeras producciones en enero de 1974.
Foto: AP

Un cariño especial a los chimpancés
Jane Goodall pasó más de tres décadas estudiando los chimpancés y sus interacciones sociales. Ahora lucha diariamente por los derechos de los animales y especialmente por los de los simios de todo el mundo. 
Foto: AP

Jane Goodall y su marido Hugo van Lawick
Hugo van Lawick estuvo casado con Jane Goodall durante 10 años. En la imagen podemos verles trabajando en un documental sobre chimpancés mientras uno de ellos intenta descubrir para qué sirve ese aparato voluminoso anclado a un trípode. 
Foto: AP

Jane goodall chimpancés
Jane Goodall es Doctora en Etología por la Universidad de Cambridge y  Doctora honoris causa por más de 45 universidades de todo el mundo. Se trata de una mujer tranquila con una capacidad comunicativa excepcional y a la cual no es complicado ver derrochando gestos de cariño hacia los animales, en este caso a un chimpancé. 
Foto: AP

Jane goodall chimpances 3
Jane Goodall observa como comen Tess, de 5 o 6 años de edad, Sophie, de 7 años y Bahati, de 3, en el Santuario de Chimpancés de Sweetwaters cerca de Nanyuki, 170 kilómetros al norte de Nairobi. La foto fue tomada en junio de 1994, cuando Jane tenía poco más de 60 años.  
Foto: AP

Jane Goodall
Foto: Gtres

Después de pasar largas horas observando al chimpancé David Greybeard, Jane Goodall llegó a la conclusión de que estos animales emplean herramientas, una cualidad hasta entonces reservada a los humanos. En la foto, Greybeard hace un alto en su cena de campamento para escuchar las voces de los chimpancés de las inmediaciones. Los bigotes canos como el suyo no son indicativos de la edad; a menudo se ven en chimpancés jóvenes.
EKTACHROME DEL BARÓN HUGO VAN LAWICK © NGS

David Greybeard recibe un racimo de plátanos de la mano de Jane Goodall. Esta escena ocurrida cerca de su campamento representa un triunfo para la primatóloga; al principio los animales huían cuando se acercaba a medio kilómetro. El morral contiene la cámara y un cuaderno. La investigadora lleva un silbato en el bolsillo para pedir auxilio en caso de sufrir algún percance en los escarpados montes de Tanganyika (actual Tanzania).
KODACHROME DEL BARÓN HUGO VAN LAWICK © NGS

A 460 metros de altitud, en una impresionante escarpa, una joven Jane Goodall de 29 años de edad localiza a los chimpancés en la lontananza y acto seguido se integra entre ellos. Equipada con una manta y una linterna, alubias enlatadas y café, la primatóloga solía hacer noche al raso sin compañía alguna para observar los hábitos de sueño de los primates. Jane se fotografió a sí misma valiéndose de una exposición retardada.
EKTACHROME DE JANE GOODALL © NGS
 
Por las buenas, David Greybeard anima a Goodall a retirar el brazo que bloquea el acceso a los plátanos de esta caja abisagrada, el único almacén a prueba de chimpancés de todo el campamento. Los chimpancés salvajes suelen ser afables, en contraste con la peligrosa hosquedad que muchos desarrollan en cautividad.
KODACHROME DE VANNE MORRIS-GOODALL © NGS

Una visión perturbadora: Jane Goodall, en cuclillas, ahuyenta a un gran macho durante una de sus primeras investigaciones. Cuando se sobresaltan, los chimpancés descienden apresuradamente de los árboles y huyen a la carrera por el suelo.
KODACHROME DEL BARÓN HUGO VAN LAWICK © NGS

Rey del aplomo, un macho dominante llamado Cole holgazanea al aire libre en el Triángulo de Goualougo, en la República del Congo, hábitat natural de unos chimpancés que jamás habían tenido contacto con seres humanos. La primera vez que vio a un grupo de personas giró la cabeza hacia atrás para echar un vistazo y siguió comiendo, en lugar de buscar cobijo entre los árboles. Esta serena aceptación indujo a otros chimpancés a relajarse en presencia de los investigadores.
MICHAEL NICHOLS/NATIONAL GEOGRAPHIC

Pendientes de las copas de los árboles, el explorador residente de National Geographic Mike Fay, el investigador Dave Morgan, Jane Goodall y el rastreador pigmeo Djokin observan a los chimpancés. En el Triángulo de Goualougo viven unos 380, cuyas reacciones frente al hombre van desde la curiosidad hasta la indiferencia.
MICHAEL NICHOLS/NATIONAL GEOGRAPHIC

Jane Goodall saborea la paz en Goualougo. «Era la primera vez que estaba en un bosque que nunca había sido habitado ni talado –dijo–. Fue algo mágico», recuerda.
MICHAEL NICHOLS/NATIONAL GEOGRAPHIC

Los ojos de aspecto humano distinguen a Mr. Worzle, uno de los chimpancés más inusuales con los que se encontró Jane Goodall en sus primeros trabajos de campo. Sus ojos parecen humanos. En otros chimpancés, la parte del ojo que rodea el iris está muy pigmentada y es de color marrón; en Mr. Worzle, sin embargo, es blanca, como en nuestra especie. «Excepto una hembra, que ya ha muerto –comentaba la primatóloga–, este es el único chimpancé que conocemos con los ojos blancos en torno al iris.»
EKTACHROME © NGS

A diferencia de Mr. Worzle, los demás chimpancés, como Hugo, quien en la imagen aparece lanzando un grito para dar la bienvenida a otro primate que se acerca, tienen los ojos muy pigmentados.
EKTACHROME © NGS

Los chimpancés necesitan el contacto físico. Cuando están nerviosos o inquietos, se buscan unos a otros, y cuando se encuentran, a menudo se abrazan para saludarse. Mejilla contra mejilla, la joven Fifi, que cuando se tomó esta fotografía contaba con cuatro años de edad, se cuelga de una rama con su compañera de juegos Gilka, de dos años.
EKTACHROME © NGS
 
«¡Por favor, deja de hacerme cosquillas!» Fifi aparta la mano de su compañera de juegos humana. El pequeño Flint, hermano de Fifi, contempla la escena. La joven científica británica se convirtió en la principal autoridad sobre la vida de estos primates en libertad.
EKTACHROME © NGS

Flint, de once meses de edad, busca a su enorme amiga Jane Goodall. Como un niño dando sus primeros pasos, el pequeño chimpancé abandona los brazos de su madre para hacer breves paseos exploratorios.
EKTACHROME DEL BARÓN HUGO VAN LAWICK © NGS

Por recomendación del doctor Leakey, el prestigioso fotógrafo de naturaleza neerlandés Hugo van Lawick empezó a filmar el trabajo de Jane Goodall con los chimpancés en 1962. Una colaboración que finalizaría en matrimonio y que lograría un estudio sin precedentes de los chimpancés en libertad.
EKTACHROME DE VANNE MORRIS-GOODALL © NGS

Jane Goodall y su objeto de estudio retozan a las puertas de la tienda de la primatóloga. Jane sonríe mientras Figan, un chimpancé de siete años de edad, le da palmaditas y le hace cosquillas en la nuca.
EKTACHROME DEL BARÓN HUGO VAN LAWICK © NGS

Jane Goodal empieza a hacer cosquillas a Figan bajo la barbilla. Cuando ya no puede soportarlo más, el joven chimpancé aparta el brazo de Jane con el pie.
EKTACHROME DEL BARÓN HUGO VAN LAWICK © NGS

Poco agraciada, pero buena madre, Flo sostiene a Flint sentado en su regazo. El pequeño, que entonces contaba con tres meses de edad, aún no comía alimentos sólidos, de modo que no hacía caso del plátano y prefería mordisquearle el dedo a su madre. Flo y las otras madres se desplazaban menos que los machos y los chimpancés jóvenes, lo cual facilitó a Jane la tarea de seguir el desarrollo de Flint.
EKTACHROME © NGS

Jane Goodall sostiene la bandera de la Sociedad para que David Greybeard la examine. David decidió no masticarla: ¡estaba demasiado limpia!
EKTACHROME © NGS

Jane Goodall trepa a los árboles para ver por encima de las altas hierbas de la reserva de Gombe, las cuales llegan a superar los cuatro metros de altura.
EKTACHROME © NGS
 
Un remanso de paz
De regreso en el bosque para «reconfortar el espíritu», Jane disfruta de la compañía de Pax, que levanta el brazo para que su hermano Prof lo acicale. «Cuando ahora estoy sola en Gombe, me resulta fácil revivir lo que sentía a los 26 años, cuando todo era nuevo –asegura–. Aquí todavía hay una fuerza espiritual. Puedo respirarla.»
Michael Nichols / NGM

El Parque Nacional Gombe
2010: Jane con el personal de Gombe
Robert O’Malley

Zeus
2008: Methodi Vyampi observa a Zeus
Michael L. Wilson

En los alrededores de Gombe
2006: Observación de la periferia del hábitat
Elizabeth Lonsdorf / Parque Zoológico Lincoln

Gremlin
2003: Los investigadores observan a Gremlin y su familia
Robert O’Malley

Hilali Matama
1995: Jane con el investigador Hilali Matama
Michael Nichols / NGM

Figan
1974: Juma Mkukwe y Yassini Selemani con Figan
Emilie Van Zinnicq Bergmann

Buenas noticias
1973: La noticia de una subvención hace bailar a Jane y sus colegas.
Emilie Van Zinnicq Bergmann-Riss

Mustard
1971: Anne Shouldice juega con Mustard
David Bygott


La hora de comer
1971: El personal del parque fotografía a chimpancés devorando a una presa
David Bygott

Reflejos simiescos
1970: Unos chimpancés se miran en un espejo
David Bygott
 
Atlas
1970: Atlas devuelve un bolígrafo a Lori Baldwin
David Bygott

Jugando con chimpancés
1962: Jane y compañía enseñan la bandera
Hugo Van Lawick

David Greybeard
1962: David Greybeard se gana un plátano
Hugo Van Lawick

Negociaciones con plátanos
El suministro continuado de plátanos atrajo a los chimpancés y permitió a Jane ganarse su confianza. David Greybeard (derecha), que en una ocasión engulló 50 plátanos de una sentada, fue el primer chimpancé de Gombe en perder el miedo al contacto humano. Cuando dejó que Jane lo acicalara, para ella fue «un momento de orgullo», escribió la primatóloga. Ahora se sabe que los chimpancés pueden contraer algunas enfermedades humanas, por eso los investigadores de Gombe deben mantener una distancia de al menos 7,50 metros.
Hugo Van Lawick

Primates con ingenio
En una nota, Leakey (mentor de Jane) atribuyó a la investigadora un descubrimiento que obligó a redefinir el concepto de «humano»: la capacidad de los chimpancés de fabricar herramientas. Tres años antes, Jane había observado que se servían de tallos para «pescar» termitas. Este chimpancé fue fotografiado en 2005 mientras buscaba termitas, con una concentración que parece humana.
Ingo Arndt / Minden Pictures
 
Melissa
La estrecha relación con sus hijos permitió a Melissa conservar su estatus social.
Fotografía por gentileza del Instituto Jane Goodall

Passion
La inusual conducta de Passion, madre insensible e indiferente, dio un giro radical.
Fotografía por gentileza del Instituto Jane Goodall

Flo
La hembra de alto rango Flo fue una madre atenta y juguetona. Se calcula que vivió 53 años, una de las vidas más largas registradas en Gombe.
Fotografía por gentileza del Instituto Jane Goodall

El cuaderno de Jane
Anotaciones de Jane en un cuaderno de campo de 1961
Cuaderno por gentileza de Jane Goodall

Jane y Fifi
¿Quién mira a quién? Jane cruza la mirada con Fifi, uno de sus objetos de estudio iniciales. La valla de madera impedía que los chimpancés cargaran contra el campamento y esparcieran las provisiones. Con los años, Fifi llegó a ser la principal matriarca de su grupo, con más hijos supervivientes que cualquier otra hembra: siete de un total de nueve. Desapareció con su última cría en 2004. «Un momento muy triste», recuerda Jane.
Hugo Van Lawick

El peluche viajero de Jane, todo un símbolo de superación
Mr. H, el mono de peluche que viaja desde hace 60 años a todas partes con la primatóloga Jane Goodall, fue un regalo de un marino estadounidense llamado Gary Haun. Tras perder la vista en un accidente, Haun se convirtió en un gran mago llamado Mr. H.. Goodall es una de las personas que mejor conocen el comportamiento de los chimpancés.
 
Jane Goodall
En 1960, una entusiasta de los animales sin formación científica alguna acampó en la Reserva de Caza del Río Gombe, en Tanganyika (actual Tanzania), para observar a los chimpancés. Hoy el nombre de Jane Goodall es sinónimo de protección de esa apreciada especie. En uno de los estudios más largos y detallados sobre un animal en libertad, los chimpancés de Gombe siguen revelando sus secretos.
Martin Schoeller

Valerie Jane Morris Goodall, nació en Londres, en 1934. Hija de un hombre de negocios y una novelista recibió de niña el regalo de un chimpancé de peluche al que su padre nombró Jubilee. Por increíble que pueda parecer, este pequeño gesto fue el fuego que encendió la mecha para que  algunos años después Jane se convirtiera en una de las primatólogas, etólogas y antropólogas mas reconocidas de todos los tiempos.
Goodall ha dedicado su vida a una pasión que ya mostró desde joven: la naturaleza. Ahora, a sus más de 80 años, Jane Goodall cuenta con más de 55 años de trabajo a sus espaldas que han hecho que nos replanteemos la naturaleza de los chimpancés, de los primates e incluso de los propios seres humanos. Te acercamos con esta galería de fotografías a la vida de esta gran mujer, dedicada enteramente a la protección de los animales.


 
http://www.nationalgeographic.com.es/buscador/?q=chimpancés

La siesta de un chimpancé .- chimpancésfondo3
Un chimpancé se instala en lo alto de un árbol para echarse una siesta. Los investigadores del Goualougo Triangle Ape Project estiman que más de 400 chimpancés ocupan los 380 kilómetros cuadrados del área de estudio.
27 de enero de 2010

Chimpancé bajo la lluvia, Parque Nacional de Nouabalé-Ndoki, Congo.- chimpancésfondo1
Cae la lluvia en el Parque Nacional de Nouabalé-Ndoki, y un chimpancé se suma al coro de entusiastas vocalizaciones que resuena en todo el bosque.
27 de enero de 2010

Centro de Recuperación de Chimpancés Sanaga-Yong, Senegal .- visionesnov2
Noviembre 2009
Camerún—En el Centro de Recuperación de Chimpancés Sanaga-Yong, un nutrido grupo de estos animales observa con atención cómo se llevan a Dorothy, una hembra de casi 50 años fallecida de un ataque al corazón.
29 de octubre de 2009

Los chimpancés muestran un sentido de justicia ancestral

A diferencia de los humanos, no comparan sus recompensas con las recompensas de otros, pero sí que les importa cómo son tratados por un determinado individuo social

Decepción social
Cuando los chimpancés recibieron una recompensa de baja calidad de un experimentador humano protestaron lanzando el instrumento al experimentador, tirándolo al suelo o apartándose a una de las esquinas de la habitación.
Foto: Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology
Alec Forssmann
25 de agosto de 2017
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Los humanos responden negativamente ante la injusticia: un trabajador que ha recibido 20 euros protesta si un compañero ha recibido 100 euros por el mismo trabajo. En cambio, los chimpancés, que son algunos de nuestros parientes vivos más cercanos, "no muestran el mismo sentido de justicia que los humanos, basado en la comparación social", indica en un comunicado el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania). El estudio fue publicado el miércoles en Proceedings of the Royal Society B.
Los investigadores, dirigidos por Jan Engelmann, han realizado el siguiente experimento: un chimpancé recibió una recompensa de alta calidad (comida) de un experimentador humano después de introducir un instrumento en un aparato, mientras que otro chimpancé sólo recibió una recompensa de baja calidad por la misma acción. El experimento se realizó con dos variables: por un lado, la recompensa fue distribuida por un experimentador humano o por una simple máquina; por otro lado, con el primer chimpancé presente y recibiendo este la recompensa de alta calidad o con el segundo chimpancé solo y recibiendo la recompensa de baja calidad (en vez de una de alta calidad).
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La guerra: el factor decisivo que diferencia a los chimpancés de los bonobos

El hecho de que otro chimpancé recibiera una recompensa de alta calidad no influenció en su comportamiento. Lo que sí que tuvo una influencia decisiva en el experimento fue el medio de distribución de la recompensa: si se trataba de un humano o de una máquina. Los chimpancés rechazaron la recompensa de baja calidad cuando la recibieron de un experimentador humano, pero no cuando la recibieron automáticamente de una máquina. Así reaccionaron los chimpancés cuando recibieron la recompensa de baja calidad de un humano: protestas enérgicas como lanzar el instrumento al experimentador u otras no tan impetuosas como tirar el instrumento al suelo o apartarse a una de las esquinas de la habitación.
"El estudio sugiere que los chimpancés no comparan sus recompensas con las recompensas de otros", dice Engelmann. "Y sobre todo sugiere que los chimpancés comparan cómo son tratados con cómo podrían ser tratados por otro individuo. Se crean expectativas con respecto a un individuo social y esto representa un paso importante hacia un sentido moral como el que han desarrollado los humanos", concluye.
 
Los chimpancés utilizan herramientas para pescar algas durante la estación seca

Las cámaras trampa instaladas en la selva de Bakoun, en Guinea, han revelado un comportamiento insólito en chimpancés de cualquier edad o sexo

Un chimpancé pescando
Fotograma de un vídeo de abril de 2015 que muestra a un chimpancé pescando algas en un estanque de la selva de Bakoun, en Guinea, donde la presencia humana no es habitual.
Foto: MPI-EVA, PanAf
Un chimpancé salvaje ejecuta unos movimientos casi humanos: sobre unas rocas observa detenidamente un depósito de agua, toma precipitadamente una rama delgada, la limpia arrancando las ramas laterales y luego la maneja para pescar las algas que hay en el fondo.
¿Quién está lanzando piedras contra los árboles?
Más información

¿Quién está lanzando piedras contra los árboles?

Unos investigadores del Departamento de Primatología del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig, detectaron varias de estas varas en ríos y estanques de la selva de Bakoun, en Guinea, donde la presencia humana no es habitual. Las cámaras trampa revelaron un comportamiento insólito: los chimpancés (Pan troglodytes verus), de cualquier edad o sexo, utilizan ramas o ramitas, desde los nueve centímetros hasta los cuatro metros de longitud, para extraer algas verdes de agua dulce, del género Spirogyra, y alimentarse durante la estación seca.
"Estas algas tienen un alto contenido de proteínas, carbohidratos y minerales, y suponemos que los chimpancés obtienen un beneficio nutricional de este recurso de disponibilidad estacional", declaran los científicos en un estudio publicado en noviembre en American Journal of Primatology.

Alec Forssmann
7 de noviembre de 2016


¿Quién está lanzando piedras contra los árboles?

Una cámara trampa instalada en la selva de Guinea-Bisáu ha confirmado las sospechas de los investigadores...

 
Acumulación de piedras
Piedras acumuladas en el interior de un árbol.
Foto: MPI-EVA PanAf / Chimbo Foundation


Acumulación de piedras
Acumulación de piedras en el interior de un árbol, en la selva de Guinea-Bisáu.
Foto: MPI-EVA PanAf / Chimbo Foundation

Lanzamiento de piedras
Una cámara trampa registra a un chimpancé lanzando una piedra contra un árbol.
Foto: MPI-EVA PanAf / Chimbo Foundation

Comportamiento ritual
El lanzamiento de piedras por parte de chimpancés tiene que ver con algún ritual aún desconocido.
Foto: MPI-EVA PanAf / Chimbo Foundation
1 de marzo de 2016

Un equipo del Programa Pan Africano (PanAf), desarrollado por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, descubrió unos insólitos montones de piedras en varios árboles situados en cuatro centros de investigación en el oeste de África. En la Fundación Chimbo, en Guinea-Bisáu, se instaló una cámara trampa junto a un árbol lleno de piedras. Las imágenes que registró confirmaron las sospechas de los investigadores: los chimpancés eran los responsables de estos montones de piedras. "Las cámaras del proyecto PanAf filmaron a chimpancés individuales recogiendo piedras de al lado o de dentro de los árboles que después lanzaron contra los mismos mientras emitían un alarido de largo alcance", expresa Ammie Kalan, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, según recoge un comunicado reciente.

Un comportamiento que se desconocía

Los chimpancés han sido estudiados durante más de sesenta años en algunas zonas del este y oeste de África. Sobre nuestros parientes vivos más próximos sabemos, por ejemplo, que son hábiles con determinadas herramientas: utilizan palos para hurgar en los termiteros y hormigueros, para obtener miel de una colmena e incluso usan piedras o martillos de madera para cascar nueces. Y, en un contexto diferente a la caza y la recolección, los machos a veces lanzan ramas y piedras para cortejar a las hembras. Sin embargo, en este caso de acumulación de piedras en árboles se han observado principalmente adultos, ejerciendo una suerte de ritual, pero también hembras y jóvenes. "Este estudio revela un comportamiento desconocido hasta entonces en los chimpancés, que no parece estar relacionado con la abundancia de piedras o disponibilidad de árboles adecuados en una zona, sino con algún tipo de elemento cultural", sostiene Christophe Boesch, director del Departamento de Primatología del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva. Este hallazgo podría arrojar luz sobre la práctica ancestral de crear túmulos o montones de piedras, muy frecuente en la arqueología, y también sobre el origen de los sitios rituales en la evolución de los homininis.

¿Copulan los chimpancés por alimento?

Existen diversas teorías al respecto y los científicos no acaban de ponerse de acuerdo

Comida y sexo, es primordial en los chimpancés, exactamente como en los seres humanos.

Insectos que copulan a destajo sin importar con quién
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Comida. Sexo. Dos intereses primordiales tanto para nosotros como para nuestros primos hermanos, los chimpancés. Los científicos de la especie Homo sapiens llevan años observando la gestión de esos dos apetitos entre los miembros de la especie Pan troglodytes con resultados diversos.

La hembra de chimpancé espacia la gestación una media de cinco o seis años, uno de los intervalos más largos registrados entre los mamíferos. Para maximizar las probabilidades de reproducirse, ellas se aparean «con casi todos o con todos los machos que conocen», afirma la primatóloga Melissa Emery Thompson, mientras que ellos compiten o pelean con otros candidatos a padre. Algunos estudios informan de chimpancés machos que intentan conquistar por el estómago, compartiendo sus botines de caza o los frutos recolectados con las hembras con las que se han apareado. En 2007 un estudio sobre el chimpancé del África occidental reveló que una hembra se apareaba más veces con el macho que la agasajaba con papayas robadas, dando a la investigadora Kimberley Hockings indicios para suponer que el macho estaba ofreciendo «fruta prohibida» a cambio de «especies».
Un pulpo distinto a los demás cuando copula
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Un pulpo distinto a los demás cuando copula

Según Emery Thompson, en muchos otros estudios la teoría de sexo por alimento no se sostiene: «Hay quien se aferra a ella porque la encuentra estimulante». Sus investigaciones revelan una realidad distinta: rodeadas de machos ávidos por montarlas, las hembras tienen menos ocasiones de buscar e ingerir alimento, lo que va en detrimento de su fertilidad y de su capacidad de aumentar las poblaciones de su amenazada especie.

Álbum familiar de Gombe

En su 80 cumpleaños, Jane Goodall reflexiona sobre su carrera profesional, cuyo objetivo ha sido llegar a conocer en profundidad a unos chimpancés inolvidables

Álbum familiar de Gombe
Frodo, a los 36 años (1976-2013), su descendencia incluye a Zeus, Titán y Tarzán
Macho alfa típico, Frodo dominaba a base de tamaño, fuerza y agresividad. Intimidaba a chimpancés y a humanos; una vez aporreó a Jane. Destronado tras un lustro en el poder, Frodo se hizo más afable cuando dejó de ser líder. Murió el año pasado a consecuencia de una herida infectada.
Foto: Anup Shah y Fiona Rogers

Álbum familiar de Gombe
Samwise, hembra, 13 años, engendrada por Frodo, hija de Sandi
Al igual que varios chimpancés de Gombe, Samwise debe su nombre a un personaje de J. R. R. Tolkien. Todavía apegada a su madre, está entrando en la edad adulta, un período delicado para las hembras de chimpancé, y pronto atraerá el interés de los machos. La mayoría de las hembras abandonan su comunidad natal para evitar la endogamia, pero muchas chimpancés de la comunidad de Kasekela han decidido quedarse. Los investigadores no pueden predecir qué hará Samwise. «Está emparentada con la mayoría de los machos adultos de su grupo, y si es lista, dará el paso y se marchará», dice Kara Schroepfer Walker, quien estudia a las hembras adolescentes.
Foto: Anup Shah y Fiona Rogers

Álbum familiar de Gombe
Gaia, hembra, 21 años, hija de Gremlin, madre de Google
«Arquetipo de hermana mayor, increíblemente solícita y maternal.» Así describe a Gaia la investigadora Elizabeth Lonsdorf. Los científicos creen que ha ayudado a criar a sus hermanas gemelas, Golden y Glitter. Ella se concentraba en Glitter, a la que cargaba, acicalaba y cuidaba, mientras su madre, Gremlin, atendía a Golden. En 2009 Gaia parió y logró conservar consigo a su bebé Google, al que defiende como una fiera tras haber sufrido el robo de tres crías anteriores; todas murieron. Gaia también es una de las «pescadoras» de termitas más prodigiosas de Gombe; es frecuente verla extrayendo esta exquisitez durante horas con un palo bien escogido.
Foto: Anup Shah y Fiona Rogers

Álbum familiar de Gombe
Sparrow, hembra, 56 años (segunda por la derecha, mirando hacia arriba) con hijos y nietos
Decana de Gombe y matriarca indiscutida de la familia S, Sparrow y dos generaciones de descendientes disfrutan de una íntima sesión de acicalado. «Sparrow es una veterana curtida –observa Carson Murray, quien ha hecho un seguimiento de esta chimpancé durante varias campañas de investigación–. Cría hijas fuertes y competentes, pero sus hijos son niñitos de su mamá.»
Foto: Anup Shah y Fiona Rogers
 
Álbum familiar de Gombe
Gremlin, hembra, 44 años, madre de Gizmo, Gaia, Glitter, Golden y Gimli
Estudiada desde que nació, Gremlin es una de las favoritas de Goodall. Ha criado a las gemelas Golden y Glitter, la primera pareja conocida de chimpancés nacidos en estado salvaje que han llegado a la edad adulta (hoy tienen16 años). «Los bebés de chimpancé dan mucho trabajo –dice Elizabeth Lonsdorf, quien estudia el desarrollo infantil–. Gremlin demostró una fortaleza y una paciencia infinitas con ellas.» También es una ladrona de crías: arrebató tres recién nacidos a su hija Gaia. «Es un enigma –prosigue Lonsdorf–. Algo despierta en ella un ansia protectora extrema cuando hay bebés.» Ya de mediana edad, Gaia sigue siendo el vínculo que une a la gran familia G.
Foto: Anup Shah y Fiona Rogers

Álbum familiar de Gombe
Gizmo, macho, 5 años, hijo de Gremlin, hermano de Gaia
Gizmo, que tenía dos años cuando se le tomó esta foto, es un pequeño juguetón al que es habitual ver pululando alrededor de su hermano y hermanas mayores, buscando un abrazo o un revolcón. Hace muy poco que su madre, Gremlin, ha dejado de cargarlo a la espalda en los trayectos largos. Obligado a hacerse independiente a los dos años, cuando Gremlin empezó a criar a una nieta, Gizmo ha crecido falto de atención. Es fácil encontrarlo en el valle del Kakombe, en el centro de Gombe, jugando o acicalando en medio de una reunión de la familia G. «Cuesta imaginar que Gizmo pueda llegar algún día a ser un macho alfa», observa Carson Murray.
Foto: Anup Shah y Fiona Rogers
 
Álbum familiar de Gombe
Nasa, hembra, 26 años, padres desconocidos, sin descendencia
Nasa apareció en 2000, probablemente después de haber abandonado una comunidad del sur. Su nombre deriva de la palabra que en swahili significa «asir», una alusión a su necesidad de encajar en su nueva comunidad. Es buena cazadora, y lo bastante grande como para ahuyentar a los machos que le disputan las presas. Típico de las hembras sin crías, Nasa se desplaza grandes distancias dentro de su territorio protegido.
Foto: Anup Shah y Fiona Rogers
 
Escenas de los archivos de Gombe
La combinación de observación cercana y sensibilidad afectiva caracterizaron la labor pionera de Jane Goodall. En esta foto, tomada a principios de los años sesenta, establece relación con Figan.
Foto: Hugo Van Lawick, National Geographic Creative

Escenas de los archivos de Gombe
Fifi (a la derecha), de cuatro años de edad, juega con Gilka, que toma su nombre de Robert Gilka, quien se convirtió en director de fotografía de National Geographic en 1963.
Foto: Hugo Van Lawick, National Geographic Creative
 
Escenas de los archivos de Gombe
Jane Goodall cruza la mirada con Fifi, que con nueve hijos, llegó a ser la principal matriarca de Gombe.
Foto: Hugo Van Lawick, National Geographic Creative
http://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/grandes-reportajes/album-familiar-de-gombe-2_8344/10

Escenas de los archivos de Gombe
Flint, un macho de 11 meses, acerca su mano a la de Jane. Años más tarde la primatóloga escribiría que a los cuatro años de edad Flint «era como un niño malcriado». Los chimpancés suelen establecer fuertes lazos familiares, pero con esa edad Flint era más dependiente de lo habitual. Siempre quería ir a lomos de su madre, Flo, y dormir en su mismo nido. Si ella no lo dejaba, montaba una pataleta.
Foto: Hugo Van Lawick, National Geographic Creative
 
Escenas de los archivos de Gombe
Jane observa a Figan (segundo por la derecha) mientras su madre, Flo, lo acicala. Mientras tanto Baby Flint (en el centro) se acerca a su hermana, Fifi (izquierda). En 1964, mientras estaba de luna de miel en Inglaterra, Jane recibió un mensaje del cocinero del campamento que le informaba del nacimiento de Flint. Jane regresó de inmediato a Gombe para poder estudiar el desarrollo infantil del chimpancé en la naturaleza.
Foto: Hugo Van Lawick, National Geographic Creative
18 de septiembre de 2014
 
El 3 de abril de 2014 Jane Goodall cumplió 80 años. Su emblemática coleta rubia ha encanecido, pero en sus ojos castaños continúa brillando la inteligencia, un humor travieso y la pasión por su trabajo. Mi conversación con Jane comenzó con motivo del 50 aniversario del estudio de los chimpancés de Gombe, en Tanzania (ver «Jane: cincuenta años en Gombe», octubre de 2010), y se reanudó este año en la sede central de National Geographic, donde repasamos sus recuerdos y las fotografías de Anup Shah. El trabajo de Goodall con los chimpancés empezó en julio de 1960, y al cabo de meses ya se había familiarizado con varios individuos.
Pronto descubrió tres cosas fundamentales: los chimpancés usan herramientas, las fabrican, y pueden ser depredadores y comer carne. También empezó a reconocer el grado de diferenciación individual –rasgos únicos de personalidad– entre un chimpancé y otro. Más tarde, en 1962, hizo un paréntesis para doctorarse en etología por la Universidad de Cambridge.
Jane Goodall En aquellos años, todo el afán de la etología era demostrar que se trataba de una ciencia exacta. Lo cual por supuesto es imposible. A menos que seas muy invasivo.
Así pues, aunque las diferencias entre individuos se admitían a regañadientes, no se hablaba de ellas.
David Quammen A la etología académica no le gustaba hablar de las diferencias entre individuos. Prefería las pautas generales.
 
JG Era muy reduccionista.
DQ Reducía los individuos y su conducta a meros datos y a los patrones generalizables
a partir de ellos.
JG Exacto. Y reparar en las anécdotas era el peor de los pecados.
DQ Y entonces llegaste tú queriendo hablar de individuos, y de personalidades, y de caracteres.
JG De lo que yo quería hablar era de emociones. Quería hablar de la mente, y de pensamientos.
DQ ¿Y cómo reaccionó Cambridge?
La respuesta no fue muy buena. Sus profesores desaprobaban aquel enfoque.
JG Fue algo traumático oír que lo había hecho todo mal. Todo. Ponerles nombres, hablar de la personalidad de cada uno de ellos, de sus mentes y de sus sentimientos. Porque aquellas eran realidades exclusivas de los humanos. Recordé a mi primer profesor, cuando era niña, que me enseñó que aquello no era cierto.
Aquel profesor fue mi perro, Rusty. Es imposible
compartir la vida con cualquier animal de cerebro relativamente desarrollado y no darte
cuenta de que los animales tienen personalidad.
Así que Jane y yo no hablamos ni de pautas ni de ideas, sino del carácter individual de
ciertos chimpancés de Gombe, entre ellos algunos de los que aquí aparecen fotografiados.
DQ ¿Cómo describirías a David Greybeard?
JG Tenía una personalidad muy calmada. Muy resoluta. Cuando estaba empeñado en algo, sacaba el labio inferior. Así.
Hace una mueca, reproduciendo el gesto.
Le pregunto por Goliath, el macho alfa de la
comunidad durante sus primeros años en Gombe.
JG Goliath era apasionado. Muy valiente.
Y lo digo con conocimiento de causa, porque se enfrentaba a cualquiera que lo retase, aunque lo superase en tamaño o en número. No era calmado en absoluto, nada que ver con David.
DQ ¿Qué relación tenían entre sí?
JG Creo que debían de ser hermanos. Pasaban mucho tiempo juntos. Y David era un gran apoyo para Goliath cuando lo retaban. Fue una tragedia que los otros machos matasen
a Goliath cuando se escindió el grupo.
En 1964 un macho llamado Mike se valió
de la inteligencia, y no de la fuerza, para llegar a lo más alto.
DQ Mike encontró un nuevo método para convertirse en macho alfa, ¿correcto?
JG Ajá.
DQ Cuéntame.
JG Pues bien, estaba muy motivado. Otro tema del que no me dejaban hablar, por cierto.
DQ De la motivación.
JG Estaba motivado a ascender en la jerarquía, pero al principio tenía otros 11 machos por encima. Y había perdido dos caninos. No era un jovenzuelo. Supongo que sería algo mayor que David. El caso es que un día cogió una lata de queroseno vacía –de 4 galones– para usarla como atrezo en su representación
de poder, y descubrió que hacía un ruido
fantástico. Los chimpancés a los que dirigía
el espectáculo se largaron corriendo. Entonces Mike cayó en la cuenta de que podía sacarle provecho al tema. Aprendió a tener siempre
a mano tres de aquellas latas [vacías], para propinarles patadas y golpes. Recuerdo que
le daba mucho miedo el grupo de Goliath,
formado por cinco machos –Goliath el número uno–. Pero cargó directamente contra ellos con aquellas tres latas y todos huyeron a la carrera. Luego se sentó [Jane reproduce el sonido de un resuello] y todos acudieron a acicalarlo.
DQ Y así se estrenó como macho alfa.
JG Sí. Le bastaron unos cuatro meses para
llegar a lo más alto.
Le muestro una foto antigua de sus inicios, donde aparece con un cuaderno y un chimpancé asiéndole la mano derecha con las dos suyas.
JG Este es el chimpancé más inteligente que hemos tenido nunca, este de aquí. Figan.
DQ ¿De qué manera se manifestaba esa
inteligencia?
JG De muchas maneras.
Hace un minucioso relato de cómo Figan aprendió a quitar el seguro de la caja en la que ella guardaba los plátanos. Tanto Figan como su compañero Evered le cogieron el tranquillo, pero solo Figan entendía que abrir esa caja en presencia de machos más dominantes significaba que tendría que ceder el botín al instante.
JG Lo tenía muy observado. Se sentaba
tranquilamente, mirando a su alrededor como si tal cosa, y… de repente ponía un pie en
el seguro, y enseguida aquello se llenaba de machos. Él se quedaba allí sentado como una estatua –una vez estuvo así más de media hora– hasta que todos se marchaban. Entonces iba
y se comía los plátanos.
A continuación miramos el gran desplegable
de Frodo.
JG Era un matón. Un verdadero matón. A mí también intentaba intimidarme, no te creas.
A mí y a todo el mundo, pero es que ya de pequeño era un bravucón con los jóvenes. Muchas veces, si había dos chimpancés jugando y veían que se acercaba Frodo, dejaban de jugar, porque ya sabían que en cuanto él se incorporase, uno de los dos acabaría lastimado.
De adulto Frodo arrebató a su propio hermano
el puesto de macho alfa, demostrando que allí mandaba él. Con los humanos se mostraba a
veces agresivo pero también contenido, tal y como
la propia Jane y el cámara Bill Wallauer tuvieron ocasión de comprobar en primera persona.
JG Los dos sabíamos que Frodo no quería matarnos ni herirnos de verdad. Solo trataba de demostrar su fuerza. Yo siempre le decía: «Frodo, ya sé que eres dominante. No tienes que demostrarlo. ¿No ves que solo soy una hembra débil?». Un discurso de ese estilo. «Por favor.» En tres ocasiones conmigo y en otras dos con Bill, si llega a comportarse como era habitual en él, es decir, dándote empujones, no lo habríamos contado. Porque aquello
era una pendiente que acababa en roca pura. Pero no nos empujó.
dq Se contuvo.
JG Sí, se contuvo. Y también es cierto que tenía una faceta muy dulce con los bebés.
Era entrañable verlo jugar con las crías.
Así pues, Frodo era complejo. Pero todos los chimpancés lo eran. Saco, como si de otra carta del tarot se tratase, una imagen de Gremlin.
JG Gremlin es mi favorita desde hace muchos años. Es una madre buenísima. Y no te
imaginas cuánto se esforzó por ayudar a
su madre, Melissa, cuando tuvo gemelos.
Es raro que entre los chimpancés nazcan gemelos, y para las madres es muy difícil
alimentarlos. Melissa perdió a uno de los suyos. También Gremlin pariría gemelas, y ella sí pudo criarlas, toda una hazaña. Más tarde, cuando su siguiente cría aún era lactante, Gremlin
se apropió del bebé de su primogénita, Gaia.
JG Es algo extrañísimo, tanto, que seguimos sin entenderlo. Era casi como si, al haber tenido gemelas, se hubiese acostumbrado a criar
a dos bebés. Ya tenía una cría de dos años
y medio pero, en fin, no le parecía suficiente. Así que mejor tener otro. Y fue horrible.
Lo cuidaba, le daba de mamar, hacía todo
lo necesario. Lo trataba de maravilla.
Pero Gremlin no tenía leche suficiente para
alimentar a dos crías. El bebé de Gaia languideció
al cuidado de su abuela y finalmente murió.
DQ Háblame de Sparrow.
JG Una superviviente. Ella es otra gran matriarca, rodeada de hijos.
DQ ¿Aún vive?
JG Sí, es asombroso.
Sparrow tiene siete hijos, además de varios nietos y bisnietos. En los 54 años que Jane
ha estado vinculada a Gombe, primero como investigadora y luego como protectora y
defensora, ha habido muchos más momentos
de júbilo que de tristeza, pero con el tiempo todo lo bueno se termina, y la vida de Sparrow también llegará a su fin. David Greybeard, Goliath y Mike murieron hace mucho tiempo; Frodo hace algo menos. Casi al final de nuestra charla Jane recuerda la muerte de Flo, madre de al menos cinco hijos, abuela de muchos
nietos, la matriarca más importante y más
querida de la historia de Gombe.
DQ ¿Cómo murió Flo?
JG Cruzando un río. Muy viejecita. Iba con Flint. Por entonces Flint tenía ocho años,
pero seguía dependiendo mucho de ella.
¿Lloré? Sí.
DQ ¿La encontraste tú?
JG No, no fui yo quien la encontró, pero
llegué a verla. Y vi… eso fue lo más triste…
vi a Flint junto al cadáver. No lo entendía.
Le tiraba sin cesar de la mano, igual que hacía cuando estaba viva. Como diciéndole: «Por favor, despiójame, mami». En un momento dado se alejó y fue a un árbol en el que habían dormido juntos un par de noches antes. Trepó muy, muy lentamente, recorrió la rama despacio hasta el nido, se detuvo para mirarlo, dio media vuelta y regresó. Me partió el corazón.
Flint murió unas tres semanas después, huérfano a sus ocho años, llorando por su madre, llorado por la doctora Goodall, la etóloga que reconoció que los chimpancés tienen personalidad y experimentan emociones. Tanzania
 
NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui

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