Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., hoy 27 de noviembre celebramos un aniversario más de la Batalla de Tarapacá, que tuvo lugar el 27 de noviembre del 1,879; que fue coronada con el triunfo peruano sobre las pertrechadas y bien equipadas fuerzas invasoras chilenas; para preparar este reportaje se ha tenido que recurrir a muchas fuentes, empezando por la Enciclopedia Wikipedia y se finaliza con la siempre documentada información de la Historia de la República del Perú por el historiador Jorge Basadre Grohmann, quien describe las penurias que sufrían las tropas peruanas en Tarapacá, sin municiones y sin caballería, sólo existía la infantería mal equipada, y en esas condiciones adversas y gracias al arrojo y patriotismo se logró un triunfo militar y el único en importancia en la desastrosa Guerra del Pacifico.
Lamentablemente este pírrico triunfo peruano no cambió en nada el plan de invasión preparada con mucha anticipación por Chile, que contó con el apoyo financiero y logístico de Inglaterra, que le obsequió armas, buques, y municiones a cambio de las minas salitreras peruanas que se conquistarían con la guerra.
El Perú, estuvo dividido e inmerso en guerras internas de políticos que luchaban por el poder; el invasor chileno nos encontró totalmente desprotegidos y con una galopante crisis económica, y sin amigos externos que pudiesen ayudarnos.
https://www.connuestroperu.com/especiales/historia/44489-jorge-basadre-y-la-batalla-de-tarapaca
https://www.grau.pe/campana-terrestre/27-de-noviembre-de-1879-batalla-de-tarapaca-triunfo-peruano-en-la-guerra-del-pacifico/
http://www.huaralenlinea.com/2012/11/26/27-de-noviembre-batalla-de-tarapaca-triunfo-peruano-en-la-guerra-del-pacifico/
http://www.icarito.cl/2009/12/93-832-9-4-guerra-del-pacifico-18791883.shtml/
https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Tarapac%C3%A1
Batalla de Tarapacá | ||||
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Guerra del Pacífico | ||||
Óleo de Aguirre Jaramillo que representa a la batalla de Tarapacá, del 27 de noviembre de 1879.
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Fecha | 27 de noviembre de 1879 | |||
Lugar | Tarapacá, Perú | |||
Resultado | Victoria Peruana | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Fuerzas en combate | ||||
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Bajas | ||||
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La batalla de Tarapacá fue una acción bélica que se desarrolló en la localidad homónima, el 27 de noviembre de 1879, durante la campaña terrestre de la Guerra del Pacífico. Se enfrentaron fuerzas chilenas y peruanas, saldándose la batalla con la victoria de estas últimas.
Tras el desembarco en Pisagua el 2 de noviembre de 1879, el ejército chileno de operaciones inició una serie de penetraciones al interior del departamento peruano de Tarapacá para consolidar sus posiciones y asegurar las vías de comunicación y suministros.
En este contexto, se produjeron dos acciones militares de distinta importancia: un encuentro de caballería muy limitado en Germania, el día 6 de noviembre, y una batalla en forma en Dolores (también llamada San Francisco), el día 19 del mismo mes. Otro evento de importancia fue la retirada de Camarones donde el ejército boliviano al mando del general Hilarión Daza, quien estaba en marcha para encontrarse con las fuerzas de Juan Buendía, retorna a Arica sin enfrentar batalla alguna. Producto de lo anterior, tanto por el resultado de Dolores, como la falta de refuerzos bolivianos, el ejército peruano inició un repliegue hacia Tiviliche para luego marchar hacia el puerto de Arica, con el fin de reunirse con las fuerzas aliadas que se encontraban en esa posición.
Antecedentes[editar]
Marcha a Tarapacá[editar]
Las fuerzas peruanas provenientes de Dolores se reúnen finalmente en Tarapacá, localidad al interior del desierto al SE de esa posición, con la división del coronel Ríos proveniente de Iquique. Si se observa el croquis adjunto, puede notarse que la cabeza de playa chilena en Pisagua impedía el repliegue directamente hacia el norte, por lo que la fuerza peruana se ve obligada a intentar un rodeo a través de Tarapacá y el desierto interior. Así, se agrupan en la aldea de San Lorenzo de Tarapacá, en la llamada quebrada de Tarapacá. La idea de estos cuerpos era reabastecerse de agua y víveres y descansar a la tropa del trayecto entre Dolores y esta posición, unos 55 km a través del desierto.
Al conocerse esta situación en el ejército chileno, el teniente coronel movilizado don José Francisco Vergara solicita autorización al general Erasmo Escala para hacer un reconocimiento hacia Tarapacá con un escuadrón de caballería y confirmar el número y estado de los efectivos peruanos. Ante este requerimiento y a causa de la información que tenía Escala sobre las fuerzas peruanas en Tarapacá, que se pensaban no superiores a 1.000 hombres mal armados y fatigados, es que el general ordena que a la expedición de Vergara se añadiesen 270 hombres del regimiento Zapadores al mando del teniente coronel Ricardo Santa Cruz Vargas y una columna de artillería con 27 hombres y dos piezas de artillería al mando del alférez José Manuel Ortúzar. Este grupo salió desde Dolores el día 24 de noviembre, por el camino de Negreiros, unos 400 hombres en total.
Hasta ese momento se pensaba en el mando chileno que la tropa peruana en Tarapacá no pasaba de 1.000 hombres mal armados. Al amanecer del día 25, los exploradores de la columna de Vergara apresan a un arriero argentino, que es tomado por un espía enviado por los peruanos. Al ser interrogado, afirma que en Tarapacá la fuerza es de 1.500 hombres, por lo que Vergara desistió de su plan inicial de atacarlos con una fuerza ahora tan inferior numéricamente. Envía un mensaje, entonces, al cuartel general solicitando una fuerza adicional de 500 hombres de tropa, pero el general Escala, cediendo a las presiones de los oficiales que pensaban que la guerra terminaría pronto, consiente en enviar a la división del coronel Luis Arteaga que, desconocedor de la guerra en el desierto, no toma los preparativos adecuados de munición (asigna sólo 150 tiros por hombre), agua, víveres o forraje y marcha hacia Tarapacá el día 25. La intención de estas fuerzas era encontrarse con Vergara en Negreiros, pero éste no esperó e incursionó por su cuenta hasta Isluga.
Decisión de Arteaga[editar]
Cuando la división Arteaga, al llegar a Negreiros se percata de que Vergara ya no se encuentra allí, sino en Isluga (ver mapa anterior), envía un mensaje a este último para proceder a la concentración de las tropas, para lo cual había dos opciones: o que Vergara deshiciera el camino hasta Negreiros y luego hacerlo nuevamente hacia Tarapacá, o esperar a Arteaga en Isluga. Se optó por esto último, por lo que la división de Artega no esperó la llegada de aprovisionamientos y salió de inmediato a Isluga, ya que se temía que por estar tan próxima esta posición al núcleo de las fuerzas peruanas, pudiera ser descubierta y destruida rápidamente a causa de su escaso número. Así, el día 26 de noviembre a las 15 h, se puso en marcha la división, con 1900 plazas, casi todas a pie, sin agua, víveres ni municiones. Estaba conformada por el regimiento 2º de Línea, el batallón Artillería de Marina con dos piezas de bronce de 4, el batallón Chacabuco, una batería de artillería con 4 piezas Krupp y un piquete de Cazadores a Caballo. Los regimientos contaban con dos batallones cada uno.
Acciones de Vergara[editar]
En el intertanto, el grupo al mando de José Francisco Vergara en Isluga ocupó el día 26 en realizar reconocimientos sobre Tarapacá. En ellos, se pudo apreciar la llegada a la quebrada de la división peruana al mando del coronel José Miguel Ríos, por quien los oficiales chilenos tenían gran reconocimiento de su capacidad, como asimismo por otro oficial peruano que también divisaron en la columna Ríos, el comandante del batallón Iquique, coronel Alfonso Ugarte. La columna de Ríos llegaba en ese momento fatigada y en orden precario. Las patrullas de reconocimiento de Vergara calcularon en unos 1000 los hombres que llegaban con Ríos, los que sumados a los que se creía en Tarapacá, concentraban, según el mando chileno, unos 2500 hombres, 1000 de ellos extremadamente fatigados.
Concentración chilena y plan de batalla[editar]
A las 00 h del 26 de noviembre, la división de Arteaga llega a Isluga a reunirse con la avanzada de Vergara juntando 2281 hombres, y quedando el primero como jefe de todas las fuerzas y Vergara como su segundo. La decepción del encuentro fue mutua entre ambas fuerzas, ya que cada una esperaba que la otra tuviera suministros de agua, víveres y parque, pero nada de eso había, siendo que sólo estaba disponible en Tarapacá, bajo control peruano. Esta situación forzó a ambos comandantes a iniciar de inmediato las acciones, antes que la falta de agua y alimentos se hiciera crítica. De este modo, y tal como se observa en la figura adjunta, se ideó un plan que consistía en dividir la fuerza en tres divisiones, de la siguiente manera:
Primera División (Izquierda): teniente coronel Ricardo Santa Cruz Vargas con 548 hombres y 4 cañones.
- Compañía de Granaderos a Caballo (86 hombres).
- 4ª Compañía del 2º de Línea (116 hombres).
- 2 Compañías de Zapadores (289 hombres).
- Columna del Regimiento N°2 de Artillería (27 hombres con 2 cañones Krupp de montaña).
- Columna del Regimiento de Artillería de Marina (30 hombres con 2 cañones de bronce La Hitte de montaña).
Segunda División (Derecha): teniente coronel Eleuterio Ramírez con 886 soldados y 2 cañones.
- Piquete de Cazadores a Caballo (26 hombres).
- 7 Compañías del 2º de Línea (820 hombres).
- Columna del Regimiento N°2 de Artillería (40 hombres con 2 cañones Krupp de montaña).
Tercera División (Centro): coronel Luis Arteaga con 847 soldados y 2 cañones.
- Batallón Chacabuco (450 hombres).
- Batallón de Artillería de Marina (358 hombres).
- Columna del Regimiento N°2 de Artillería (39 hombres con 2 cañones Krupp de montaña).
La primera, al mando de Santa Cruz daría un rodeo por las alturas de la quebrada para tomar posición en una aldea llamada Quillaguasa, al norte de Tarapacá, con la idea de cortar la retirada peruana hacia esa zona en tanto su fuerza se sintiera atacada por el sur. Una segunda división al mando de Eleuterio Ramírez avanzaría por el centro de la quebrada, atacando a las tropas peruanas frontalmente en la aldea. Una tercera división al mando del propio Arteaga atacaría de flanco, desde los bordes superiores de la quebrada para encerrar y destruir la fuerza peruana.5
Fuerzas peruanas en Tarapacá[editar]
Todo el plan de ataque chileno se basaba en la presunción de que en Tarapacá habría en el peor de los casos una fuerza de número similar o ligeramente superior a la chilena. Se contaba con el factor sorpresa como una ventaja decisiva al momento de empeñar el combate. El número de efectivos peruanos, era sin embargo superior al que se creía, puesto que desde Dolores se produjo un repliegue peruano más organizado de lo que el mando chileno pensaba. El grueso de la fuerza peruana había arribado el día 22 de noviembre, uniéndosele la división de Ríos el día 26, como ya se ha dicho. El día 25 habían salido de Tarapacá con destino a Arica dos divisiones peruanas, que en ese momento estaban en Pachica, a unos 19 km al norte de Tarapacá. En la noche del 26, el ejército peruano tenía la siguiente constitución:
En Pachica: 1440
- 1.ª División, Jefe: coronel Luis Herrera Zaconetta. Cuerpos: Cazadores del Cuzco N°5 (410 hombres) y Cazadores de la Guardia N°7: (380 hombres).
- División Vanguardia (4.ª), Jefe: coronel Justo Pastor Dávila. Cuerpos: Puno N°6 (300 hombres) y Lima N°8 (350 hombres).
En Tarapacá: 3046
- 2.ª División, (Derecha), Jefe: coronel Andrés Avelino Cáceres. Cuerpos: Zepita N°2 (450 hombres), 2 de Mayo (380 hombres) y la columna de artilleros (100 hombres).
- División Exploradora (6.ª), (Centro Derecho), Jefe: coronel Melchor Federico Bedoya. Cuerpos: Ayacucho N°3 (300 hombres) y Provisionales de Lima N°3 (240 hombres).
- 5.ª División, (Centro Izquierdo), Jefe: coronel José Miguel de los Ríos. Cuerpos: Iquique (300 hombres), columna Tarapacá (150 hombres), columna Navales (140 hombres), columna Gendarmes (80 hombres) y columna Loa (formada por bolivianos residentes en Iquique, 226 hombres).
- 3.ª División, (Izquierda), Jefe: coronel Francisco Bolognesi. Cuerpos: Ayacucho N°2 (300 hombres), Guardias de Arequipa (380 hombres).
No se contaba con caballería ni piezas de artillería. En total eran 4486 hombres. Los oficiales peruanos eran de reconocida capacidad, entre los que se destacaban Dávila, Cáceres, Ríos, Belisario Suárez (jefe del Estado Mayor), Alfonso Ugarte, Bolognesi y Roque Sáenz Peña, todos bajo el mando de Juan Buendía, general en jefe de los ejércitos del Sur. La percepción chilena de la fuerza contraria, era pues, totalmente equivocada.
La batalla[editar]
Para que el plan de ataque resultara como estaba previsto, era necesario que las tres divisiones chilenas salieran a distintas horas para llegar a las posiciones prefijadas de manera sincronizada. Así, la columna de Santa Cruz salió a las 3.30 del día 27, una hora antes que las otras dos divisiones. Esta división, sin embargo, se encontró con una densa neblina que la hizo extraviar el rumbo totalmente, de modo que cuando comenzó a amanecer esta fuerza se encontraba a muy corta distancia de la división de Ramírez, virtualmente en el punto de partida. Siguiendo las órdenes que tenía, Santa Cruz en ese momento emprendió a paso veloz su marcha hacia Quillaguasa enviando como avanzada a la compañía de Granaderos al mando de su comandante el capitán Rodolfo Villagrán, aunque a esa hora ya debería estar situándose en ese punto toda su división. La segunda ventaja del plan chileno, la sorpresa, empezaba también a desvanecerse, puesto que la tropa de Santa Cruz quedó a la vista de los peruanos que notaron su presencia de inmediato. Los oficiales peruanos captaron al momento el peligro que corrían y lograron comprender en pocos minutos el plan de los atacantes. Rápidamente se impartieron las órdenes respectivas para sacar a sus tropas del fondo de la quebrada y llevarlas a lo alto; dándose las siguientes instrucciones:
- Coronel Cáceres, con la 2.ª División debía escalar con prontitud para desalojar a las fuerzas adversas que estaban a la vista, para cortar a Santa Cruz por retaguardia.
- Coronel Castañón con la 1.ª compañía del Arequipa y la Columna de Artillería, en la cuesta Visagra, para cerrar el paso a los que intentaran ingresar a la quebrada por el sur.
- Coronel Bolognesi con la 3.ª División, pendientes del cerro Tarapacá.
- Coronel Ríos con la 5.ª División, pendientes del cerro Redondo.
- Coronel Bedoya con la División Exploradora, en la población, donde también quedaba el General Buendía, que despachó un propio para llamar a las divisiones que estaban en Pachica.
El combate comenzó cerca de las 10.00 horas, y durante el desarrollo de la acción se pueden distinguir tres fases.
Fase 1: reacción inicial peruana[editar]
Como ya se dijo, los peruanos al percibir que iban a ser rodeados, reaccionaron con rapidez evitando la progresión de las columnas chilenas, que no pudieron completar las etapas de despliegue acordadas la noche anterior. Así el combate se generaliza con la iniciativa de los peruanos. Los chilenos sólo pueden reaccionar ante el nuevo curso de los acontecimientos. Los primeros cuerpos peruanos en entrar al combate, a las 08.00 hrs, fueron el batallón Zepita, con Cáceres, seguido del batallón Dos de Mayo bajo las órdenes del coronel Manuel Suárez. Estas tropas rompieron el fuego por la retaguardia de Santa Cruz a menos de 200 m, 462 chilenos (se restan los Granaderos) con 4 cañones contra 830 peruanos. Santa Cruz dio frente a la retaguardia formando su línea en arco, teniendo a la derecha s los Zapadores, al centro la 4ª compañía del 2º de Línea y a su izquierda la artillería que quedó al borde del barranco. Establecida de esa forma la defensa de los ahora sorprendidos chilenos, las bajas comenzaron a producirse en ambos bandos dada la corta distancia en que estaban rotos los fuegos. Las tropas del Zepita lograron tomar los 4 cañones Krupp a la izquierda de los chilenos.6 Santa Cruz reorganiza a su fuerza sobreviviente perpendicularmente a la quebrada habiendo perdido cerca de un tercio de su tropa entre muertos y heridos, pero logrando rechazar el empuje de lo peruanos.
A eso de las 11.00, los peruanos redoblan el ataque y la tropa chilena de la división Santa Cruz empieza a tambalearse. Mientras se desarrollaban estas acciones, la división Arteaga que se encontraba rezagada, al escuchar que se había entablado batalla redobla el paso y llega al lugar del combate en el momento en que se dispersaba la tropa de Santa Cruz, con lo que los chilenos reorganizan sus filas y vuelven a establecer posiciones defensivas. Entonces Cáceres, detenido ante el número, pidió refuerzos, formados por el batallón Iquique y las columnas Loa y Navales de la 5.ª División, que ya habían cooperado en la quebrada a rechazar a las fuerzas de Ramírez, como veremos en seguida. En el momento que este refuerzo llegaba, se presentó la compañía de Granaderos, que al oír los tiros había regresado de Quillaguasa.
División de Ramírez y acciones en el fondo de la quebrada[editar]
Mientras todo lo anterior acontecía en lo alto de la quebrada, la división chilena del teniente coronel Eleuterio Ramírez avanzaba por el fondo de la quebrada según el plan. Al igual que Santa Cruz, no se salió de las órdenes que tenía y siguió avanzando por donde tenía previsto, pese a que la estrategia planeada ya no tenía sentido. Destacó dos compañías del 2º de Línea para cubrir el flanco derecho de su ataque de las tropas de Castañón, que ocupaban las pendientes este de la cuesta Visagra, y luego, continuando su progresión en la quebrada, tuvo que empeñar otras dos frente al cerro Tarapacá para realizar la misma operación contra parte de la 5.ª División y el batallón Ayacucho N°2, de Bolognesi, que hacían vivo fuego contra él. Las restantes cinco compañías del 2º de Línea llegaron al caserío y recibieron un fuego nutrido. Los atacantes eran el batallón Arequipa y la División Exploradora. De acuerdo a las versiones que se conservan de esta parte del combate, los primeros soldados chilenos en entrar en el pueblo fueron los portaestandartes, cuya insignia se convirtió en un objetivo de guerra para ambos bandos. Debido a la posibilidad de perder el pabellón, la tropa chilena cargó contra el pueblo en lugar de buscar posiciones más ventajosas, cuestión que causó una cantidad de bajas catastrófica para las compañías del regimiento 2º de Línea, cuerpo al que pertenecía el disputado estandarte. Simultáneamente, las compañías enviadas a contener a Bolognesi eran rechazadas con enormes pérdidas. Así las cosas, y perdido definitivamente el estandarte en una lucha en que ni peruanos ni chilenos dieron cuartel, los restos de la división Ramírez se retiran hacia el sur, buscando el poblado de Huarasiña. El estandarte del 2º de Línea fue tomado por el Guardia Civil Mariano Santos Mateo del batallón Guardias de Arequipa.
Al comenzar el retroceso de Ramírez, quedó libre el resto de la 5.ª División peruana, que fue despachada en refuerzo de Cáceres como hemos visto. Ramírez sólo había empleado su regimiento, dejando en la entrada de la quebrada sus 2 cañones Krupp y el escuadrón Cazadores, sin darles misión de combate.
La destrucción de esa columna chilena era inminente, cuando los acontecimientos en lo alto dieron un giro inesperado.
Nuevos acontecimientos en lo alto[editar]
Tal como se ha reseñado, en lo alto la situación era crítica para los chilenos tras la llegada de la división de Ríos, cuando el arribo de los granaderos chilenos que regresaron al galope desde Quillaguasa cambió la faz del combate. Dando un rodeo, los granaderos de Villagrán llegaron al sitio del combate. Se formaron en posición de ataque y cargaron contra los peruanos de Cáceres que en ese momento empezaban a quedarse sin municiones. Ante la carga de la caballería y con pocos medios para contrarrestarla, la fuerza peruana retrocede, lo que da un nuevo ímpetu a los chilenos que contraatacan. Lo difícil y estrecho del terreno no hizo posible que los granaderos atacaran la retirada peruana, y la misma presencia de ese cuerpo impedía también una carga de la infantería. La figura adjunta ilustra el estado de cosas tras la carga de Villagrán, que haciendo un gran rodeo, cargó sobre la derecha peruana, formada por el Loa y el Navales, que acababan de ingresar a la lucha. Pero el batallón Iquique, que seguía de cerca a los anteriores, a órdenes de Alfonso Ugarte, contuvo la carga con su fuego en escalón retrasado. El batallón 2 de Mayo avanzó y tomó otros dos cañones más, los cuales fueron utilizados contra los chilenos.
Toda esta situación causó una enorme confusión en ambos bandos, que fatigados suspendieron la lucha, retirándose los peruanos para reorganizarse y aprovisionarse de munición, en tanto que los chilenos se abalanzaban al fondo del valle, ya sin presencia peruana, para beber y descansar. En este momento, la batalla entraba en una segunda fase. Eran las 13.00 del 27 de noviembre de 1879.
Fase 2: la tregua del agua[editar]
Producto del cansancio y la tensión de la jornada, y sin proponérselo ninguno de los dos bandos, se produjo una tregua. Las ambulancias de ambos lados recogían a los heridos y se contabilizaban las bajas. En el lado peruano, sin embargo, las cosas eran distintas. Ninguno de los oficiales había pensado en dejar escapar una victoria que ya tenían por cierta, y su retirada había sido un repliegue estratégico necesario para rearmarse, ya que la intensidad del combate había vaciado las cartucheras de los soldados. En todo este trajín transcurrieron unas 4 horas. Fue imposible hacer la reorganización de las tropas peruanas en menor tiempo, debido a que las pérdidas de oficiales en la batalla de la mañana había sido considerable y se necesitaba reorganizar el mando casi completamente. Para fortuna de los peruanos, los chilenos estaban totalmente desorientados respecto a lo que estaba sucediendo en realidad y no tomaron medidas especiales de defensa ni de repliegue, lo que significó que la demora en la reorganización peruana no impidiera la reanudación del combate en una postura ampliamente favorable para ellos. La División de Bolognesi (batallones Ayacucho y Arequipa, menos una compañía con Castañón) y la columna de Gendarmes de la 5.ª División se detuvo por falta de fuerzas. La División Exploradora, que rechazara a Ramírez en la población, ascendía a las pendientes oeste para reforzar a las unidades que combatían en el llano superior bajo el mando del coronel Suárez, quien se había encaminado al punto más peligroso e importante para dirigir el combate. Los chilenos pensando que se habían adjudicado la victoria, descuidaron las guardias y dejaron pastar a los caballos libremente.
Tanto las fuerzas peruanas como las chilenas habían realizado ataques inconexos y cada agrupación estaba separada por una gran distancia.
Las fuerzas chilenas estaban en:
- Al sur de Huarasiña: 2 compañías del 2º de línea, que atacaron la cuesta de Visagra y fueron fácilmente rechazadas, adelantándose al grueso de su regimiento en el repliegue general.
- Entre San Lorenzo y Huarasiña: las demás 6 compañías del 2.º de línea.
- Al sudoeste de Huarasiña: las fuerzas de Arteaga y Santa Cruz, en desorden y mezcladas.
Las fuerzas peruanas estaban en:
- En la pampa oeste, frente al grueso chileno: Divisiones de Cáceres, Ríos, Bedoya; más una compañía del Arequipa y la columna de artilleros confiadas al Coronel Castañón.
- Entre Visagra y San Lorenzo, frente a Ramírez: Batallón Arequipa (menos una compañía) y columna Gendarmes de Iquique.
- Al sudoeste de San Lorenzo (en las alturas): Batallón Ayacucho.
Fase 3: Conclusión[editar]
Las tropas peruanas que en la mañana del 27 se encontraban en Pachica, llegaron durante la tregua recién referida. Eran unos 1440 hombres en 4 batallones uno de los cuales, el Nº 8 estaba al mando del coronel tarapaqueño Remigio Morales Bermúdez, futuro Presidente del Perú. Con este refuerzo, la intención peruana fue intentar rodear y tomar prisionera a la fuerza chilena sobreviviente, utilizando una estrategia similar a la que los chilenos quisieron emplear contra ellos, pero curiosamente, el resultado fue el mismo. Los chilenos alcanzan a advertir la situación y comienzan a ascender por las laderas de la quebrada para no quedar atrapados en el fondo. La División Vanguardia reforzó las tropas de la pampa oeste y la 1era División hizo lo mismo con las del valle, para lo que se dispuso que enviara uno de sus batallones a las alturas del sudoeste en refuerzo del Ayacucho y el otro al fondo de la quebrada, para secundar al Arequipa y al Gendarmes.
Al llegar a lo alto, se entabla un nuevo combate con las mismas características e intensidad que el de la mañana. Las dos piezas de artillería que quedaban disponibles a las tropas chilenas de Arteaga son capturadas por los peruanos, que las emplean contra sus antiguos dueños, en tanto la infantería atacaba incesantemente con el fin de evitar la retirada chilena hacia el desierto. En el fondo del valle, perdía la vida el comandante del 2º de Línea y jefe de la segunda división, coronel Eleuterio Ramírez, transformándose en el oficial chileno de mayor graduación muerto hasta el momento en la campaña. Sin dejar de combatir, los chilenos dan definitivamente por perdido el campo y se retiran hostigados en todo momento por los peruanos. En el repliegue chileno, se comisionó al regimiento Artillería de Marina el cuidado de la retaguardia, por lo que este cuerpo sufrió las mayores bajas en la última etapa de la batalla. La figura ilustra esta última fase, con una fuerza chilena muy reducida producto del combate y una fuerza peruana tenaz en la persecución. Los peruanos no contaban con caballería, por lo que la persecución no se pudo mantener; el ataque peruano habría sido más efectivo si las tropas frescas hubieran atacado la planicie oeste, para envolver la izquierda de los chilenos y cortarles su dirección general de retirada. El triunfo de los peruanos en este combate era, sin embargo, definitivo.
Consecuencias[editar]
Las bajas en ambos lados fueron enormes. Los chilenos contabilizaron 516 muertos y 179 heridos, más que en las batallas de Pisagua, Germania y Doloresjuntas. Los peruanos dieron en sus partes un total de 236 muertos y 261 heridos. Las pérdidas de oficiales en ambos bandos fue enorme. Distinguidos oficiales dejaron la vida en esta acción. Por los chilenos puede mencionarse al teniente coronel Eleuterio Ramírez, comandante del 2º de Línea y a su segundo comandante, Bartolomé Vivar, que no sobrevive a sus heridas. Del mismo cuerpo, perdieron la vida los capitanes Diego Garfias, Ignacio Silva y José Antonio Garretón Silva, además de un teniente y siete subtenientes. El Zapadores perdió cinco subtenientes, el Chacabuco a su segundo comandante, mayor Valdivieso y su ayudante Ríos y dos tenientes. Los peruanos, por su parte, lamentaron la pérdida del comandante del 2 de mayo, coronel Manuel Suárez y de los tenientes del mismo cuerpo Torrico y Osorio. El Zepita perdió a su segundo jefe, el teniente coronel Zubiaga, el capitán Figueroa y los subtenientes Cáceres (hermano del coronel Andrés Cáceres) y Meneses. La 2º División a los capitanes Odiaga, Chávez, Vargas y Rivera y tres subtenientes. El 2º Ayacucho un teniente y dos subtenientes; la columna Tarapacá al mayor Perla; el 3º Ayacucho el mayor Escobar, un teniente y dos subtenientes; los Cazadores del Cuzco y el batallón Iquique un subteniente cada uno; la columna Naval al capitán Meléndez, y la 5º División al coronel Miguel Ríos, que al igual que Vivar no sobrevivió a sus heridas.
Las tropas de Arteaga se replegaron a Negreiros al día siguiente. Ese mismo día las tropas peruanas marchaban a Arica.
Días después de la batalla, el Ministro de Guerra chileno, Rafael Sotomayor, ordenó el envío de tropas ligeras a cortar la retirada de los peruanos hacia Arica y hostigarlos durante la marcha. El General Baquedanodispuso que unos 300 jinetes de Cazadores y Granaderos, que se hallaban en Tiviliche, marcharon al este a cumplir esta orden, pero el Teniente Coronel Yábar que los mandaba fue informado en Suca de que los peruanos habían ya pasado al norte, cuando en realidad se hallaban todavía en Camiña (6 de diciembre de 1879), a 204 km de Arica. Yábar regresó a Tana engañado por este falso dato.
La derrota chilena de Tarapacá no cambió sus planes de campaña, y sólo ocasionó la renuncia de Vergara a su comisión al ser culpado del desastre, siendo de todos, el que menos responsabilidad tenía. Para el coronel Arteaga fue el fin de su carrera militar.
Para los peruanos, en tanto, la victoria de Tarapacá no cambió su situación, ya que luego de la batalla el ejército abandonó el lugar con destino a Arica, junto con toda la población que, huyendo de las represalias, dejó sus hogares. Al llegar a Arica el general Buendía y el Coronel Suárez fueron puestos bajo arresto por el Contraalmirante Montero culpándolos de las derrotas y por haber dejado Tarapacá en manos chilenas. La historiografía tradicional peruana, a pesar de reinvindicar el desempeño del coronel Suárez,7 negará sistemáticamente cualquier mérito del general Juan Buendía en la acción de Tarapacá y se lo asignará a Cáceres, Bolognesi, Ugarte y demás oficiales subalternos. Las derrotas sin embargo, en especial la de San Francisco, serán atribuidas por completo al general en jefe.
Tanto en Chile como en Perú (Día de la Infantería, en este último) se conmemora esta batalla en virtud de las acciones de valor y heroísmo que cada país destaca entre los suyos.
WIKIPEDIA
VERSIÓN CHILENA
La Campaña de Tarapacá (1879)
El 2 de noviembre de 1879, 16 buques y transportes de guerra con diez mil hombres desembarcaron en Pisagua. Al mando del general Erasmo Escala y acompañado por el ministro de guerra en Campaña, Rafael Sotomayor.
El desembarco en Pisagua fue solo el inicio del avance de las tropas chilenas en territorio enemigo. Inmediatamente, los soldados se internaron en la pampa, produciéndose el 6 de noviembre un enfrentamiento en pampa Germania, donde la caballería chilena resultó triunfadora.
Batalla de Dolores
Aproximadamente unos seis mil hombres, bajo las órdenes del coronel Emilio Sotomayor, partieron de Pisagua internándose en las pampas de Tarapacá. Ante esto, las fuerzas aliadas de Perú y Bolivia, al mando del general Juan Buendía, avanzaron hacia el norte. Sotomayor ocupó el cerro de San Francisco en la pampa de Dolores, dando inicio a la batalla en la tarde del 19 de noviembre de 1879. Tras el combate, Buendía abandonó el campo y Sotomayor quedó con 62 muertos y 187 heridos.
Combate de Tarapacá
El general Buendía, a pesar de su reciente derrota, logró reunir a unos cinco mil hombres, más los 1.500 que se encontraban en la guarnición de Iquique. El cuartel general chileno se equivocó en cuanto al número de la tropa enemiga, por lo que solo mandó al enfrentamiento a unos dos mil hombres. El 27 de noviembre de 1879 se desarrolló el combate de Tarapacá, donde las fuerzas chilenas fueron derrotadas. Sin embargo, esto no significó un retroceso en los planes chilenos, ya que los peruanos y bolivianos se replegaron hasta la ciudad de tacna, dejando el camino libre para la ocupación efectiva de Tarapacá.
Entre tanto, en Perú se produjeron desórdenes al saberse la noticia, y el Presidente Prado entregó el mando del ejército de Tacna al contralmirante Lizardo Montero. Sin embargo, la revolución del pueblo lo obligó a dejar su cargo en manos del vicepresidente. Más tarde, el 23 de diciembre, una revolución le confirió el poder a Nicolás de Piérola.
Lo mismo ocurrió en Bolivia, donde el coronel Eleodoro Camacho le arrebató el cargo al general Daza. El pueblo eligió finalmente al general Narciso Campero.
27 de noviembre – Batalla de Tarapacá: triunfo peruano en la Guerra del Pacífico
Destruido nuestro poderío marítimo tras el Combate de Angamos, en el que se inmoló el almirante Miguel Grau, el ejército chileno procedió a invadir territorio nacional. Sin embargo, a pesar del poderío enemigo, los peruanos lucharon con gran coraje y valentía, logrando la victoria en la Batalla de Tarapacá.
La campaña terrestre se inició por Tarapacá, donde se hallaba el ejército aliado peruano-boliviano. La fuerza chilena contaba con 10 mil hombres bien equipados, quienes partieron del puerto de Antofagasta protegidos por su escuadra. El 2 de noviembre invadieron Pisagua, defendida valientemente por una guarnición de 1000 hombres al mando del coronel Isaac Recavarren. Lamentablemente, la victoria fue para los invasores chilenos.
Una vez ocupado el puerto de Pisagua, se libraron dos conflictos: la Batalla de San Francisco y la Batalla de Tarapacá. La primera tuvo lugar el 19 de noviembre de 1879 y resultó un desastre para los ejércitos aliados, indefensos ante un enemigo numéricamente superior y que puso en acción los poderosos y modernos cañones Krupp. En esta batalla alcanzó la gloria el comandante Ladislao Espinar, quien murió en la lucha mostrando su extraordinario valor.
Después de la derrota de San Francisco, el fatigado ejército peruano compuesto por 3000 hombres se movilizó rumbo a Arica. No contaban con artillería ni con caballería. Tras una penosa marcha por los desiertos, descansó cerca de Tarapacá. Mientras tanto, los chilenos ocupaban las alturas que dominan dicho pueblo
El 27 de noviembre de 1879 se libró la Batalla de Tarapacá. El encuentro fue encarnizado y los peruanos lucharon en forma arrojada hasta que consiguieron la victoria, tras casi nueve horas de sangrienta lucha. Las bajas chilenas arrojaron 576 muertos, 176 heridos, 100 prisioneros y 8 cañones capturados. Sin embargo, este triunfo nacional no pudo ser aprovechado por los peruanos pues carecían de caballería, lo que les impidió perseguir y diezmar al enemigo.
En tales circunstancias, el ejército peruano tuvo que abandonar la ciudad y seguir su marcha hacia Arica. Los chilenos, a pesar de la derrota, se adueñaron de Tarapacá, un rico departamento que fue blanco primordial en la guerra.
Varios peruanos hicieron posible la victoria de Tarapacá, pero resaltan por méritos propios los nombres de Andrés Avelino Cáceres, Francisco Bolognesi y Belisario Suárez. Por su parte, el presidente Mariano Ignacio Prado se trasladó a la capital y luego abandonó el Perú. Se dijo que viajó a Europa para comprar armamento. Don Nicolás de Piérola fue el encargado de asumir el gobierno.
Dos días después de la Batalla de Tarapacá, el Estado Mayor publicó una orden general que dice lo siguiente:
“Su Señoría, el General de División y Jefe del Ejército, aprovecha este día en que le permite el descanso para tributar a las fuerzas de su mando el aplauso y la acción de gracias que la Nación y él mismo les deben por su brillante comportamiento en la batalla del 27 noviembre, y no puede menos que recordar, para que quede consignada entre las más honrosas páginas de nuestra historia militar, que después de un movimiento penosísimo, faltos de todo recurso, sólo con columnas de infantería, los valientes que componen las seis divisiones han arrojado un ejército de las tres armas de inexpugnables posiciones, quitándole su artillería, dispersando sus escuadrones y obligándole a emprender una fuga desastrosa. Espera Su Señoría que este acto de justicia sirva al Ejército, no de estímulo, porque no ha de menester otro que su honor, su patriotismo y su valor probado, sino de testimonio de que el país y los jefes superiores no son indiferentes a sus méritos”.
En efecto, el gran héroe de Tarapacá fue el soldado peruano anónimo. En los nichos y placas murales de la cripta erigida en el Cementerio de Lima, lo representa el corneta Mariano Mamani y el soldado Manuel Condori. (Historia de la República, Dr. Jorge Basadre).
Cuatro días después de la batalla de San Francisco y destruido nuestro poderío marítimo tras el Combate de Angamos, los chilenos alcanzan al ejército peruano en Tarapacá, esperan refuerzos, los contingentes respectivos de los ejércitos. El ejército peruano estaba desorganizado.
Sin embargo, a pesar del poderío enemigo, los peruanos lucharon con gran coraje y valentía, logrando la victoria en la Batalla de Tarapacá.
La campaña terrestre se inició por Tarapacá, donde se hallaba el ejército aliado peruano-boliviano. La fuerza chilena contaba con 10 mil hombres bien equipados, quienes partieron del puerto de Antofagasta protegidos por su escuadra.
El 2 de noviembre invadieron Pisagua, defendida valientemente por una guarnición de 1,000 hombres al mando del coronel Isaac Recavarren. Lamentablemente, la victoria fue para los invasores chilenos.
Una vez ocupado el puerto de Pisagua, se libraron dos conflictos: la Batalla de San Francisco y la Batalla de Tarapacá.
La primera tuvo lugar el 19 de noviembre de 1,879 y resultó un desastre para los ejércitos aliados, indefensos ante un enemigo numéricamente superior y que puso en acción los poderosos y modernos cañones Krupp. En esta batalla alcanzó la gloria el comandante Ladislao Espinar, quien murió en la lucha mostrando su extraordinario valor.
Después de la derrota de San Francisco, el fatigado ejército peruano compuesto por 3,000 hombres se movilizó rumbo a Arica. No contaban con artillería ni con caballería. Tras una penosa marcha por los desiertos, descansó cerca de Tarapacá. Mientras tanto, los chilenos ocupaban las alturas que dominan dicho pueblo.
El 27 de noviembre de 1879 se libró la Batalla de Tarapacá:
El encuentro fue encarnizado y los peruanos lucharon en forma arrojada hasta que consiguieron la victoria, tras casi nueve horas de sangrienta lucha.
Las bajas chilenas arrojaron 576 muertos, 176 heridos, 100 prisioneros y 8 cañones capturados. Sin embargo, este triunfo nacional no pudo ser aprovechado por los peruanos pues carecían de caballería, lo que les impidió perseguir y diezmar al enemigo.
En tales circunstancias, el ejército peruano tuvo que abandonar la ciudad y seguir su marcha hacia Arica. Los chilenos, a pesar de la derrota, se adueñaron de Tarapacá, un rico departamento que fue blanco primordial en la guerra.
Varios peruanos hicieron posible la victoria de Tarapacá, pero resaltan por méritos propios los nombres de Andrés Avelino Cáceres, Francisco Bolognesi y Belisario Suárez. Por su parte, el presidente Mariano Ignacio Prado se trasladó a la capital y luego abandonó el Perú. Se dijo que viajó a Europa para comprar armamento. Don Nicolás de Piérola fue el encargado de asumir el gobierno.
Andrés Avelino Cáceres, Francisco Bolognesi y Belisario Suárez
Dos días después de la Batalla de Tarapacá, el Estado Mayor publicó una orden general que dice lo siguiente:
“Su Señoría, el General de División y Jefe del Ejército, aprovecha este día en que le permite el descanso para tributar a las fuerzas de su mando el aplauso y la acción de gracias que la Nación y él mismo les deben por su brillante comportamiento en la batalla del 27 noviembre, y no puede menos que recordar, para que quede consignada entre las más honrosas páginas de nuestra historia militar, que después de un movimiento penosísimo, faltos de todo recurso, sólo con columnas de infantería, los valientes que componen las seis divisiones han arrojado un ejército de las tres armas de inexpugnables posiciones, quitándole su artillería, dispersando sus escuadrones y obligándole a emprender una fuga desastrosa. Espera Su Señoría que este acto de justicia sirva al Ejército, no de estímulo, porque no ha de menester otro que su honor, su patriotismo y su valor probado, sino de testimonio de que el país y los jefes superiores no son indiferentes a sus méritos”.
En efecto, el gran héroe de Tarapacá fue el soldado peruano anónimo. En los nichos y placas murales de la cripta erigida en el Cementerio de Lima, lo representa el corneta Mariano Mamani y el soldado Manuel Condori. (Historia de la República, Dr. Jorge Basadre).
Historia
Coronel Andrés Avelino Cáceres, serrano ayacuchano que comandó el batallón Zepitaen la Batalla de Tarapacá, escuadrón de combate conformad0 casi en su integridad por peruanos indígenas
Entrevista al doctor Jorge Basadre realizada por Arturo Cruz Salazar, redactor de la Revista Variedades, autor de la monumental obra Historia de la República del Perú (Basadre 1978, 311-313).
– ¿Cuál es a su juicio, doctor Basadre, el más importante significado de la batalla de Tarapacá?
– La batalla de Tarapacá es parte de todo un proceso, dentro del conjunto de la campaña terrestre. Para fines de mis investigaciones, yo he dividido la guerra en varias etapas. Primero, la campaña naval, de abril a octubre de 1879, una fase muy honrosa para el Perú, en que con un solo buque, el Huáscar, el Perú detiene la invasión chilena. Si se hubiese producido el milagro de que esa etapa se prolongase, habría sido posible que se produjese la mediación de potencias extranjeras. Seguidamente viene el segundo acto del drama, o sea la campaña terrestre. Esta campaña creo que puede dividirse en la siguiente forma. Primeramente, la parte en la que actúa el ejército de línea, el ejército profesional. Ésta es la campaña de Tarapacá que incluye diversas acciones, asimismo la batalla de San Francisco que pudo haberse convertido en la catástrofe máxima, que acaso habría ocasionado la dispersión del ejército peruano del mismo modo que se produjo la retirada de las tropas bolivianas. Derrotados los peruanos en esta batalla de San Francisco, al dirigirse hacia un cerro en donde estaba el ejército chileno con su artillería moderna y poderosa, se produce la retirada del ejército peruano. Ésta se realiza por tierra, porque ya no teníamos armada. Esa gente marcha hacia Tarapacá. Se trataba de un ejército que había pasado por una serie de sufrimientos, que tenía inmensas dificultades en alimentación, elementos militares, mapas, y en las condiciones más adversas, inclusive en el aspecto de municiones. Habíamos perdido también la poca importante artillería que tuvimos.
– Si éste fue el ejército que llegó a Tarapacá, tan desprovisto de todo, entonces, ¿cómo se explica la victoria peruana?
– Hubo una razón poderosa, pero déjeme agregar algo antes. Este desplazamiento tenía por meta buscar contacto con Arica. Dijimos que no tenían mapas. Usaban guías conocedores de cada zona. Este ejército formado en su mayoría por militares de carrera y por algunos civiles armados, pasa por el pequeño pueblo de Tarapacá, tierra del Mariscal Ramón Castilla, Los chilenos, convencidos de que estas tropas estaban moralmente liquidadas y físicamente en pésimas condiciones así como carentes de las armas necesarias, mandaron en su persecución fuerzas compuestas por soldados de las tres armas: infantería, artillería y caballería. Estas tropas encontraron a los peruanos cuando descansaban en el pueblo de Tarapacá, y se desata el combate. Entonces se produce lo que pareciera el gran milagro. Las fuerzas peruanas, integradas en su mayor parte por soldados indígenas, escalan determinadas posiciones dominadas por los chilenos. Al mismo tiempo se combate en el pueblo de Tarapacá, casa por casa. Se producen casos extraordinarios como por ejemplo la captura de cañones chilenos que son luego utilizados por soldados peruanos contra las mismas fuerzas chilenas, al tiempo que soldados peruanos van cogiendo fusiles y municiones de los soldados adversarios. En esas condiciones, gracias al arrojo de los soldados indígenas, se gana la batalla, en un episodio que enorgullecería a cualquier ejército de cualquier parte del mundo. La derrota del ejército chileno se completa en los instantes más cruciales de la batalla con el retorno de una avanzada peruana que había marchado hacia Arica pero a la que se le había enviado un mensajero con la orden de regresar de inmediato.
Así se gana la batalla, haciendo presente que además de la insuficiencia de armamento, nuestras fuerzas no tenían ni caballos ni cañones, o sea que los soldados de estas armas pelearon como infantes. Determinar si la ausencia de estas deficiencias en esta campaña podía haber cambiado el curso de la guerra sería entrar en el terreno de la fantasía. Este ejército mal comido, desprovisto de tantas cosas, sigue caminando. Victoriosos en Tarapacá, conscientes de que su presencia hacía falta en otros lugares, siguieron su caminata hacia Arica. Así pues, a la victoria de Tarapacá sigue la heroicidad de la marcha por el desierto, buscando las rutas más difíciles y peligrosas en previsión de nuevos enfrentamientos con las fuerzas chilenas que eran más numerosas por esos lugares. La marcha empieza el 28 de noviembre en Tarapacá, y llegan el 18 de diciembre a Arica. Este ejército, a pesar de las dificultades en alimentos y transportes, en su carencia de armamentos y pertrechos llega entero a Arica. Esto constituye pues un verdadero himno a las grandes condiciones que tiene el soldado peruano, el soldado indígena. Estaba entre ellos, por ejemplo, el batallón Zepita conformado casi únicamente por soldados indígenas, cuyo jefe era Cáceres, serrano. Y esto responde a la primera pregunta que me hizo sobre el significado que tiene este episodio: demostró la gran capacidad combativa del soldado peruano, el soldado indígena, capacidad que ya había evidenciado desde la época de la guerra de la independencia, protagonizando titánicas y veloces marchas a través de la sierra y combatiendo encarnizadamente.
Fuente
Revista Variedades
Reportaje de Arturo Cruz Salazar
Lima, 27 de noviembre de 1977
Basadre, Jorge. 1978. Apertura: Textos sobre temas de historia, educación, cultura y política, escritos entre 1924 y 1977. Lima: Ediciones Taller.
Diciembre 9, 2012
JORGE BASADRE
HISTORIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
1822 - 1923
OCTAVA EDICIÓN(1998)
TOMO 7
BATALLA DE TARAPACÁ
La vanguardia al mando del Coronel Justo Pastor Dávila y la primera división con el Coronel Alejandro Herrera(formada por los batallones de Cazadores del Cusco y Cazadores de la Guardia),marcharon el 26 de noviembre de Tarapacá al punto llamado Pachica durante tres leguas, en vista de las estrecheces encontradas en la aldea.
Quedaron allí la división mandada por Andrés A, Cáceres compuesta de dos batallones llamados Dos de Mayo y Zepita, cuya tropa era oriunda del Cusco y Ayacucho; la división de Francisco Bolognesi con los batallones Guardias de Arequipa y 4° Ayacucho, los restos de la división de exploradores y la división llegada de Iquique de la que formaba parte la columna Loa, compuesta por obreros bolivianos de las salitreras, más de lo que quedaba de los artilleros con su comandante general, coronel Emilio Castañón, desprovistos de sus armas.
El general Escala, después de vacilar algunos días, despachó fuerzas cuidadosamente seleccionadas contra el enemigo en retirada, con el propósito de interceptarlo y dispersarlo. Las mandaba el general Luis Arteaga, a quien acompañaba el teniente coronel José Francisco Vergara. Eran más de 2,500 hombres de infantería seleccionados, 150 de caballería y 150 de artillería con diez cañones de campaña de largo alcance entre lo que había seis piezas Krupp de montaña. La infantería estaba bajo las ordenes del comandante Eleuterio Ramírez. Los soldados llevaban sus morrales repletos de municiones tanto en ellos como en sus jefes bullía un ánimo ansioso y alegre como se dirigieran a una fiesta.
Situado en las alturas que dominan al pueblo, el ejército chileno intentó copar y exterminar a los peruanos allí reunidos. Contaba no solo con su propia fuerza, sino además con la sorpresa de su embestida, con los efectos de la batalla de San Francisco sobre los peruanos y con la desfavorable situación de ellos sumidos como estaban en "ataúd de piedra".
Para atacar se agrupó en tres divisiones. A la derecha a cargo de Eleuterio Ramírez, correspondió atacar de frente; a la izquierda, teniendo como jefe al teniente coronel Ricardo Santa Cruz, debía cortar la retirada; al centro cuya responsabilidad asumió el mismo Arteaga, se le encomendó la misión de descender a Tarapacá y atacar el flanco. Un espía, antiguo minero había informes detallados sobre la situación del adversario.
A eso de las 8.00 de la mañana del 27 de noviembre, llegó al campamento peruano la noticia del avance de los chilenos en considerable número. Se tocó llamada y aún no estaba formada la tropa cuando aparecieron por las alturas algunos jinetes haciendo señas para fueron a su encuentro. El Zepita y el Dos de Mayo, bajo las ordenes de Cáceres, comenzaron a las 8 y media de la mañana a trepar en dirección a la cumbre de la quebrada y se enfrentaron a la división de Santa Cruz.
Otra división, encomendada a Francisco Bolognesi, fue destinada a proteger el lado contrario. Buendía y Suárez, quedaron para resistir el ataque sobre la aldea de Tarapacá. Los cuzqueños y ayacuchanos del Zepita y Dos de Mayo llegaron a la cumbre en media hora y allí prosiguieron la lucha en la que murieron el teniente coronel Juan Bautista Zubiaga, pariente de la Mariscala y el coronel Manuel Suárez, también cuzqueño, relacionado con el famoso hombre de Estado Juan Manuel del Mar. En vano Santa Cruz resistió cuando pudo y en vano acudió e su auxilio la división del centro con Arteaga. Tuvieron que retirarse, a pesar de haber contado con cuatro cañones Krupp y cuatro ametralladoras que fueron capturadas por los peruanos.
No sólo escaló la cima la división de Cáceres. No sólo combatió en al cima, que presentaba la extensión de una pampa ocupada en sus diferentes puntos por el adversario favorecido por la artillería. Resistió cuando éste llegó a ser reforzado por la caballería y dos columnas de infantería y cuando se le agotaron las municiones. Se proveyó de armas y pertrechos enemigos. Emprendió otro ataque y consiguió hacerlos retroceder a gran distancia. En este empuje Cáceres estuvo acompañado por la guardia nacional de Iquique encabezada por el coronel Alfonso Ugarte y por la columna naval.compuesta por marinos. Con nuevos refuerzos comandados por Belisario Suárez la victoria se hizo completa. Los dos últimos cañones tomados fueron puesto sen condición de disparar y llegaron a lanzar varios tiros.
Bolognesi(que estaba en cama enfermo se levantó de ella para combatir), había recibido la orden de tomar, con su decisión, las alturas a las que ocupaba el enemigo la emprende la lucha. Trabó lucha con tropas que avanzaban por ese sector y se posesionaron de casas, tapias y matorrales. Cuando se prendió fuego a unas habitaciones. Salieron los enemigos de sus atrincheramientos en fuga. Fue allí cuando el soldado Mariano de los Santos, oriundo de Urcos, arrancó con sus manos la bandera del 2° de línea. Pertenecía Santos a la primera compañía de Guardias de Arequipa. A las 3 y 30 de la tarde Bolognesi contramarchaba hasta la población y recibía la orden de ir a las alturas que la dominan. En ella también se combatió sin tregua.
Cuando la lucha todavía proseguía llegaron las tropas de la vanguardia peruana y la primera división que eran unos 1,400 hombres que estaban en Pachica, a la que se había mandado avisar. Entre ellos estaban los batallones de cabitos. Este refuerzo ratificó la victoria. Arteaga ordenó la retirada general.
El fuego cesó más o menos 5 y media de la tarde.
Se había peleado durante cerca de 9 horas. Los peruanos reconocieron en su documentos oficiales haber tenido 236 muertos, 261 heridos y 76 dispersos y orgullosos contaron cuatro cañones y cuatro obuses capturados, un estandarte, varias banderas y alrededor de 60 prisioneros, entre ellos una cantinera. Habían combatido a base del esfuerzo personal y habían hecho fuego en la etapa final de la batalla con armas y municiones de los muertos y heridos enemigos. Entre las bajas chilenas (calculadas en 516 muertos y 176 heridos según las fuentes de ese origen) estaban los dos primeros jefes del 2° de línea Eleuterio Ramírez y Bartolomé Vivar. A raíz de la derrota Vergara se retiró del ejército y de la guerra.
Salvó a los heridos la falta de caballería y la escasez de municiones de los peruanos.
EL SIGNIFICADO DE TARAPACÁ.
Acerca del significado, que tuvo la batalla, habla con elocuencia la orden general que dos días después se publicó el estado Mayor. Dice así: Art° 1° su señoría el general de división y jefe del ejército aprovecha este día en que lo permite el descanso, para tributar a las fuerzas de su mando el aplauso y la acción de gradas que la nación y él mismo les deben por su brillante comportamiento en la batalla del 27 próximo pasado noviembre y no puede menos que recordar, para que quede consignada entre las más honrosas páginas de nuestra historia militar, que después de un movimiento penosísimo, faltos de todo recurso, solo con columnas de infantería, los valientes que componen las seis divisiones han arrojado a un ejército de las tres armas de inexpugnables posiciones, quitándole su artillería, dispersando sus escuadrones y obligándole emprender una fuga desastrosa. Espera su Señoría que este acto de justicia sirva al ejército, no de estículo por que no ha demester otro que su honor, su patriotismo y valor probado, sino de testimonio de que el país y los jefes superiores no son indiferentes a sus méritos.
En efecto el gran héroe de Tarapacá fue el soldado peruano anónimo.En los nichos y placas murales de la cripta erigida en el cementerio de Lima lo representa la corneta Mariano Mamani y el soldado Manuel Condori. Dice una relación de la época: "Sorprendido por el enemigo cuando menos lo esperaba, casi encerrado en un foso sin salida y cuando por excepcionales circunstancias del momento, así materiales como morales, debía encontrarse tan débil de ánimo como de cuerpo, supo(el soldado) no solamente de salir del foso para ponerse frente al enemigo que lo dominaba y fusilaba a discreción, sino combatir valerosamente durante largas horas y conseguir una victoria tan espléndida como inesperada. Para obtener todo aquello no pudo contar más que con su valor personal sostenido apenas por el ejemplo y la voz de un pequeño número de buenos oficiales. Sin artillería y sin caballería de la que el enemigo estaba abundantemente provisto, sin plan de batalla y sin hallarse confortado por alimentos buenos y suficientes, habiendo sido sorprendido mientras se estaba preparando el mezquino rancho al cual estaba reducido desde algún tiempo el soldado peruano se adelantó intrépido y resuelto contra el enemigo, lo fue a buscar hasta dentro de sus mismas posiciones que estaban defendidas por diez buenos cañones y por las bien aprovechadas asperezas del suelo; y luchando cuerpo a cuerpo en un encarnizado combate varias veces suspendido para tomar aliento y volver empeñar cada vez con vigor siempre creciente, le tomó sus cañones y sus banderas, lo desalojó de sus posiciones y lo hizo retroceder varias millas en completa derrota"
Muchos fueron los que se distinguieron en esta batalla.empezando por el Jefe de Estado Mayor.Coronel Belisario Suárez. La Segunda División, al mando de Cáceres, inició el ataque. el batallón Zepita tomó varios cañones y otros el Dos de Mayo, murieron como queda dicho, el primer jefe del Zepita coronel Manuel Suárez y el segundo del Dos de Mayo, teniente coronel Juan Bautista Zubiaga. Otro de los muertos fue José Miguel de los Ríos, natural de Lampa, que había tenido a su orden a la división que se retiró desde Iquique a Tarapacá y llegó a ese pueblo el 26 de noviembre; Ríos fue herido varias veces y siguió en combate y murió. Mandaba la tercera división el coronel Francisco Bolognesi; de esta división formaba parte el batallón Guardia de Arequipa, uno de cuyos soldados, Mariano de los Santos, capturó como se ha referido el estandarte enemigo del 2° de línea. Así como el Zepita y el Dos de Mayo lucharon contra la artillería los guaridas nacionales de Iquique y los bolivianos de la columna Loa, dispersaron la caballería. Cuando ayudaba a la división de Cáceres fue herido en la cabeza, el jefe de batallón N°1, el acaudalado joven tarapaqueño Alfonso Ugarte; y continuó no obstante, alentando a su tropa. En brazos de su hermano Andrés murió el capitán Juan Cáceres. El teniente coronel Isaac Recavarren, el defensor de Pisagua, jefe de Estado Mayor de la 2a División estuvo en muchas partes del combate y quedó herido en una mano.
Las tropas peruanas hicieron uso.como ya se anotó, de las armas y de las municiones tomadas al enemigo sobre su propio campo y muchas veces la lucha fue cuerpo a cuerpo y en ella también fue la victoria.
LA RETIRADA HACIA ARICA .
Pero, la victoria táctica no cambió los resultados estratégicos de la campaña de Tarapacá. El aislamiento y las penurias, en que los soldados peruanos se debatían y la superioridad en el número y el equipo de las fuerzas descansadas que podían marchar contra ellos, impusieron fatalmente la realización del plan de dirigirse a Arica. Los vencedores del 27 de noviembre emprendieron su retirada hacia Pachica., aquella misma noche sin haber probado alimentos ni tenido descanso y dejando numerosas armas y municiones. Los ocho cañones y obuses fueron enterrados bajo la arena. También quedaron abandonados numerosos heridos. Otros de ellos acompañaron a sus camaradas yendo a pie.
Agotadores habían sido las caminatas de Iquique a San Francisco y de San Francisco a Tarapacá. Estas nuevas jornadas fueron, sin embargo peores. Veintidós pavorosos días duró la marcha sin descanso, en busca de las rutas más alejadas de la costa y más inaccesibles al enemigo, empeñado al principio en una tarea de persecución. Cuestas arriba cuestas abajo, sobre arena y riscos, durante el día bajo el calor implacable de El Sol que incendiaba la atmósfera y durante noche en medio de un intenso frío, en la que hasta las estrellas parecían tiritar, casi sin comida con poquísimas municiones, pues no hubieron podidos sostener más de cinco minutos de fuego, casi descalzos los soldados, oficiales y jefes, vestidos algunos con los andrajos de los uniformes que salieron de Lima y otros con calzado y uniformes chilenos, el cuadro que ofrecía aquel ejército resultaba todavía más impresionante ante el espectáculo de las mujeres, los niños y los viejos de las familias que con él, iba y de los prisioneros incorporados al mismo cortejo. Las aldeas a donde llegaron estaban desiertas y los dispersos dé San Francisco se habían de ellas lo que pudieron.
Para muchos; solo era posible, que hubiese llegado a Arica un puñado de fugitivos. El 17 de diciembre acamparon; sin embargo, a tres leguas de ese puerto, 3,416 hombres con solo 72 bajas. Al día siguiente, en la mañana, desfilaron ante las tropas allí acantonadas, agrupados por batallones y ordenados éstos en al división exploradora, la división vanguardia y cuatro divisiones más. Habían demostrado a lo largo de su recorrido de más de 100 leguas, en dieciséis jornadas, m´s valor y espíritu de sacrificio que los necesarios para una encarnizada batalla. Dejaban la rica región de Tarapacá íntegra en poder de Chile.
Al entrar en Arica, se puso a la cabeza de ese ejército el general Juan Buendía con sus edecanes y el jefe del estado Mayor, coronel Belisario Suárez. El contralmirante Lizardo Montero, con su jefe de Estado Mayor y sus ayudantes se adelantó e hizo que se mostrase a Buendía el oficio por cual constaba su sometimiento a juicio y, por consiguiente, su separación del cargo que había ocupado. Buendía intentó negarse al cumplimiento de tan severa disposición hasta después que hubiesen desfilado sus soldados en el puerto; pero Montero tomó una actitud enérgica y le hizo entregar el mando y su espada. El ejército de Tarapacá, recorrió las calles bajo las ordenes del coronel José de la Torre.
Además de estas fuerzas se presentaron en Arica, de los dispersos, 634 hombres.
Además de estas fuerzas se presentaron en Arica, de los dispersos, 634 hombres.
LA ACUSACIÓN CONTRA BUENDÍA Y SUÁREZ.
En el juicio entonces iniciado, el coronel Pedro P. Nieto, que ejerció las funciones de juez fiscal, acusó a Buendía como causante de la pérdida de la batalla de San Francisco, por las siguientes razones:
1°.- No haber acordado en junta de guerra el modo y la manera de atacar al enemigo;
2°.- No haber practicado un reconocimiento previo;
3°- Haber tenido en esos momentos a la tropa sin comer, descansar ni dormir y haber omitido el estudio militar de la localidad;
4°.- No haber acordado un punto de reconcentración para el caso de retirada;
5°.- Haber abandonado el campo de batalla.
A Suárez lo hizo responsable de las mismas faltas y de haber emprendido la retirada en desorden con pérdida de gran parte del equipo
La acusación comprendió también a los comandantes generales y otros jefes cuyos nombres especificó. El proceso no llegó a ser terminado.
1°.- No haber acordado en junta de guerra el modo y la manera de atacar al enemigo;
2°.- No haber practicado un reconocimiento previo;
3°- Haber tenido en esos momentos a la tropa sin comer, descansar ni dormir y haber omitido el estudio militar de la localidad;
4°.- No haber acordado un punto de reconcentración para el caso de retirada;
5°.- Haber abandonado el campo de batalla.
A Suárez lo hizo responsable de las mismas faltas y de haber emprendido la retirada en desorden con pérdida de gran parte del equipo
La acusación comprendió también a los comandantes generales y otros jefes cuyos nombres especificó. El proceso no llegó a ser terminado.
EL ASCENSO DE MARIANO DE LOS SANTOS.
En una ceremonia celebrada en la puerta de la Iglesia de San Marcos de Arica, el contralmirante Lizardo Montero ascendió el 31 de enero de 1,880 al guardia Mariano de los Santos, por su hazaña al apoderarse del estandarte del regimiento chileno 2° de línea, en la batalla de Tarapacá. El estandarte quedó en dicha Iglesia; pero luego fue llevado a la de Tacna. Allí lo encontraron los chilenos. Fue devuelto a su regimiento en una ceremonia que se efectuó en Lurín el 21 de enero de 1,881.
Transcripción tomada de la página web:
https://es.scribd.com/doc/157028802/BASADRE-HISTORIA-DE-LA-REPUBLICA-DEL-PERU-TOMO-7
https://es.scribd.com/doc/157028802/BASADRE-HISTORIA-DE-LA-REPUBLICA-DEL-PERU-TOMO-7
Pero sigue siendo glorioso , mi amado PERÚ.
ResponderEliminarLamentable hecho que no sirvió para nada 😕😕
ResponderEliminarLos chilenos aún perdiendo en la batalla de Tarapacá, ganaron el terreno, por el abandono de los peruanos que se retiraron a Arica, triste historia del ejército peruano que sin pertrechos ganando una batalla tuvo que abandonar..
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