miércoles, 13 de marzo de 2019

MAYAS : NATIONAL GEOGRAPHIC .- Redescubierta una cueva sagrada de los mayas en Chichén Itzá (México)

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la Revista National Geographic, nos reporta sobre redescubrimiento de la Cueva de Balamkú(la cueva del dios jaguar), que constituye un santuario subterráneo de Chichén Itzá, de los Mayas.
 Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en Ciudad de México, dijo: "Especialistas del proyecto Gran Acuífero Maya (GAM), a través de su línea de estudio Chichén Itzá Subterráneo, han documentado uno de los hallazgos más importantes en la historia de la investigación de esta antigua ciudad maya. Se trata de Balamkú, “la cueva del dios jaguar”, en cuyo interior se han registrado cientos de objetos arqueológicos, indicativo de su uso ritual hace más un milenio. En conferencia de prensa, realizada en la sede del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en Ciudad de México, Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología, y Guillermo de Anda, director del GAM, detallaron que este espacio se ubica a 2.7 kilómetros al este de la Pirámide de El Castillo o Templo de Kukulcán, y fue descubierto fortuitamente en 1966 por ejidatarios de la comunidad San Felipe: Eleuterio, Mariano y Esteban Mazón; Ermilo, Jacinto y Pascual Un Noh..."

Proyecto GAM redescubre Balamkú, santuario subterráneo de Chichén Itzá

https://inah.gob.mx/boletines/7974-proyecto-gam-redescubre-balamku-santuario-subterraneo-de-chichen-itza

Interior Cueva Balamkú. Foto: Karla Ortega, Proyecto Gran Acuífero Maya.

*** Investigadores accedieron a la cueva descubierta fortuitamente hace más de 50 años, y documentaron cientos de artefactos arqueológicos

*** El proyecto del INAH, Gran Acuífero Maya, iniciará un minucioso registro del sitio a través de la creación de modelos en tercera dimensión, sin modificar el contexto

*** Este espacio ritual ayudará a reescribir la historia de Chichén Itzá, por tratarse de un lugar sellado por siglos


Especialistas del proyecto Gran Acuífero Maya (GAM), a través de su línea de estudio Chichén Itzá Subterráneo, han documentado uno de los hallazgos más importantes en la historia de la investigación de esta antigua ciudad maya. Se trata de Balamkú, “la cueva del dios jaguar”, en cuyo interior se han registrado cientos de objetos arqueológicos, indicativo de su uso ritual hace más un milenio.

En conferencia de prensa, realizada en la sede del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en Ciudad de México, Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología, y Guillermo de Anda, director del GAM, detallaron que este espacio se ubica a 2.7 kilómetros al este de la Pirámide de El Castillo o Templo de Kukulcán, y fue descubierto fortuitamente en 1966 por ejidatarios de la comunidad San Felipe: Eleuterio, Mariano y Esteban Mazón; Ermilo, Jacinto y Pascual Un Noh.

No obstante, la cueva permaneció inalterada por más de cinco décadas, dado que el arqueólogo Víctor Segovia Pinto —quien recibió el reporte del sitio— consideró tapiar la entrada de la cueva poco después de su hallazgo. El año pasado, Luis Un, el niño que acompañó a los ejidatarios y que ahora es un adulto de 68 años, condujo al equipo del GAM hacia este santuario subterráneo, brindando una gran oportunidad para su exploración bajo una metodología que evitará alterar los contextos rituales que alberga.

Guillermo de Anda, investigador del INAH, y James Brady, profesor de la Universidad Estatal de California y codirector de la iniciativa, coinciden en que este es el mayor descubrimiento en la zona desde el hallazgo de la cueva de Balamkanché, en la década de los 50, de donde se extrajeron alrededor de 70 incensarios, entre otros materiales, sin llevar a cabo su análisis. Eso derivó en la pérdida de información invaluable, de ahí que Balamkú representa una ocasión imperdible para la arqueología en cavidades profundas.

“Balamkú ayudará a reescribir la historia de Chichen Itzá, en Yucatán. Los cientos de artefactos arqueológicos, pertenecientes a siete ofrendas documentadas hasta ahora, se encuentran en un extraordinario estado de preservación. Debido a que el contexto se mantuvo sellado por siglos, contiene información invaluable relacionada con la formación y caída de la antigua Ciudad de los Brujos del Agua, y acerca de quiénes fueron los fundadores de este icónico sitio”, expresó Guillermo de Anda.

            El difícil acceso y la morfología de la cueva exacerban las cualidades sagradas de la misma, lo que hace inferir se trata de un contexto netamente ritual, refirió el arqueólogo Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología del INAH, en la reunión con los medios de comunicación, que fue presidida también por Roberto Junco, titular de la Subdirección de Arqueología Subacuática.

La hipótesis de la que parte el equipo del GAM, es que hacia los periodos Clásico Tardío (700-800 d.C.) y Clásico Terminal (800-1000 d.C.), el norte de la Península de Yucatán experimentó una inusitada sequía que obligó a sus pobladores a realizar peticiones de lluvia, yendo a las entrañadas de la tierra, al inframundo, donde residían las deidades de la fertilidad.

Eso explica el enorme esfuerzo que hicieron los antiguos mayas para depositar las ofrendas en las galerías recónditas y restringidas de la cueva Balamkú, “uno de los espacios más sagrados de Chichén Itzá”: cajetes, piedras de molienda, malacates y metates en miniatura, y tapas de incensarios con representaciones de jaguar.

Entre los incontables restos cerámicos que se vislumbran en las siete ofrendas registradas, destacan, por lo menos, 200 incensarios, muchos de ellos con la representación del dios del agua, Tláloc (característico por sus bigoteras y anteojeras), una divinidad cuyo culto, en algún momento aún no precisado, “viajó” del centro de México a la península de Yucatán.

Los incensarios y vasijas que aparecen concrecionados con estalagmitas, conservan aún restos carbonizados, alimentos, semillas, jade, concha y huesos, entre otros elementos ofrendados que servirán para datar no sólo con mayor exactitud estos depósitos —dado que no se descarta la presencia de contextos más antiguos al periodo Clásico Tardío-Terminal—, sino la actividad ritual de los itzáes por medio de la pelobotánica.

De Anda comentó que la cueva Balamkú es una especie de “gusano” por su morfología serpenteante, y es partir de los 400 metros, tras andar pecho tierra, cuando se empiezan a abrir algunas galerías y cámaras, la mayor de ellas con 3.80 m de altura, que es justo donde se encuentran las grandes ofrendas.

En virtud de que muchos de los incensarios parecen haber sido destruidos intencionalmente, una segunda hipótesis apunta a que fueron “matados ritualmente”, o bien, parte de una acción de desacralización del espacio, quizá en el ocaso de Chichén Itzá.

Hasta el momento, dijo el titular del GAM, sólo se ha llevado a cabo una exploración preliminar y aún no se efectúa ningún tipo de excavación, por lo que no se descarta la posible presencia de una amplia variedad de materiales, entre ellos restos óseos humanos, debajo de los lodos y sedimentos.

La cueva Balamkú representa un proyecto de investigación de largo aliento, que sentará las bases para crear un nuevo estándar en el estudio de cuevas arqueológicas en México. Será un trabajo sumamente delicado y que se hará poco a poco, dado que el lugar representa un caudal de información científica irrepetible.

La primera fase de la exploración incluye la creación de un modelo en 3D de la cueva, y no se modificará en forma alguna el contexto, dada la minuciosidad con que se hará el registro digital y el mapeo de todo el sistema cavernario. Cabe mencionar que este santuario subterráneo ha sido recorrido en alrededor de 450 metros, lo que equivaldría a una tercera parte de su extensión.

Recientemente, los investigadores del GAM accedieron al manto freático, desde donde se iniciará la exploración subacuática de la cueva. Llegar a ese punto resultó complejo por lo estrecho de algunos pasajes —que en algunos casos se trata de grietas de no más de 40 centímetros— que obligaron ir a rastras el 90 por ciento del tiempo. 

La línea de investigación Chichen Itzá Subterráneo del proyecto Gran Acuífero Maya, consiste en una gran expedición multidisciplinaria a las entrañas de Chichén Itzá, y tiene como propósito principal investigar esta antigua ciudad a través de su extensa y escasamente estudiada geografía subterránea.

Cabe mencionar que la cueva está siendo debidamente resguardada por el INAH, en colaboración con los ejidatarios de la zona.

El proyecto de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH cuenta además con el acompañamiento financiero de la National Geographic Society y la Universidad Estatal de California, en Los Ángeles.

El cosmograma de Chichén Itzá

Guillermo de Anda, quien además dirige el proyecto Culto al cenote, señaló que se ha conceptualizado un cosmograma para la antigua Chichén Itzá, el centro de éste —a manera de axis mundi— es El Castillo, donde un equipo liderado por el doctor René Chávez Segura, de la UNAM, ha determinado la existencia de un cuerpo de agua bajo el mismo, el cual también podría contener restos de una ofrenda ritual de “fundación” o “sacralización”, especuló el especialista. 

Los cuatro rumbos restantes están marcados por los cenotes Holtún, Sagrado, Xtoloc y Kanjuyum, a una distancia de dos mil 600 m; 400 m; 500 m y mil 700 m, formando una cruz con respecto a la pirámide. Sin embargo, duda que exista una conexión directa entre la recién redescubierta cueva Balamkú, con la Pirámide de Kukulcán, dada la distancia que los separa.

 De Anda Alanís indicó que hasta el momento el proyecto Gran Acuífero Maya ha registrado alrededor de 20 cenotes con evidencia de actividad ritual prehispánica en el área próxima a Chichén Itzá: “Es un proyecto que, entre otros aspectos, está buscando flujos del agua que nos lleven a entender el patrón de asentamiento de esa ciudad como un paisaje sagrado”, finalizó.
Archivos adjuntos:
Descargar este archivo (20190304_boletin_51.pdf)Boletín 51[Descarga]





























https://www.nationalgeographic.com.es/historia/redescubierta-cueva-sagrada-mayas-chichen-itza-mexico_13966

Este santuario subterráneo de los mayas, frecuentado hace más de un milenio, ha permanecido inalterado durante más de cinco décadas; ¿por qué depositaron los antiguos mayas sus ofrendas en galerías tan recónditas y restringidas de la cueva Balamkú?

Santuario subterráneo
El arqueólogo Guillermo de Anda observa los restos cerámicos hallados en la cueva Balamkú, cerca de las ruinas mayas de Chichén Itzá, en una fotografía del pasado 19 de febrero. Hasta el momento se han recorrido alrededor de 450 metros, lo que equivaldría a una tercera parte de su extensión.
Foto: Karla Ortega / Mexico's National Institute of Anthropology and History via AP / Gtres

Estalagmita e incensario
Entre los incontables restos cerámicos de las siete ofrendas registradas destacan más de 200 incensarios, muchos de ellos con la representación de Tláloc, el dios del agua, característico por sus bigoteras y anteojeras. Algunos incensarios y vasijas aparecen concrecionados con estalagmitas.
Foto: Karla Ortega / Mexico's National Institute of Anthropology and History via AP / Gtres

Contexto inalterado
La cueva ha permanecido inalterada durante más de cinco décadas gracias al arqueólogo Víctor Segovia, quien consideró tapiar la entrada de la cueva poco después de su hallazgo en 1966. El Gran Acuífero Maya, un proyecto del INAH, incluye la creación de un modelo en 3D de la cueva, sin modificar el contexto.
Foto: Karla Ortega / Mexico's National Institute of Anthropology and History via AP / Gtres

Objeto prehispánico
Guillermo de Anda, el director del proyecto Gran Acuífero Maya (GAM), junto a una pieza prehispánica hallada en el interior de la cueva. El arqueólogo ha descrito la cueva como una especie de "gusano" por su morfología serpenteante.
Foto: Karla Ortega / Mexico's National Institute of Anthropology and History via AP / Gtres

¿Destrucción intencionada?
Hasta ahora se han documentado siete ofrendas, compuestas por cientos de artefactos arqueológicos. Muchos de los incensarios parecen haber sido destruidos intencionalmente.
Foto: Karla Ortega / Mexico's National Institute of Anthropology and History via AP / Gtres

Santuario de los mayas
El arqueólogo explora la cueva de Balamkú, frecuentada por los mayas hace más de 1.000 años.
Foto: Karla Ortega / Mexico's National Institute of Anthropology and History via AP / Gtres

Vista exterior del templo de Kukulcán
Balamkú está situada a 2,7 kilómetros al este de El Castillo o templo de Kukulcán, que aparece aquí en una fotografía del 19 de diciembre de 2014. Guillermo de Anda ha explicado que se ha creado un cosmograma de la antigua Chichén Itzá, cuyo centro, a modo de axis mundi (eje del mundo), es El Castillo, donde un equipo liderado por el doctor René Chávez Segura, de la UNAM, ha determinado la existencia de un cuerpo de agua bajo el mismo, el cual también podría contener restos de una ofrenda ritual de fundación o sacralización. Sin embargo se duda de que haya una conexión directa entre la recién redescubierta cueva Balamkú y la pirámide de Kukulcán, dada la distancia que separa ambos lugares.
Foto: Denis Düttmann / picture-alliance / dpa / AP Images / Gtres
Alec Forssmann

Redescubierta una cueva sagrada de los mayas en Chichén Itzá (México)

Balamkú, "la cueva del dios jaguar", situada a 2,7 kilómetros al este de El Castillo o templo de Kukulcán, en la antigua ciudad maya de Chichén Itzá (península de Yucatán, México), ha sido redescubierta por especialistas del proyecto Gran Acuífero Maya (GAM) más de 50 años después de su descubrimiento fortuito, en 1966, según informó ayer el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México en un comunicado. Este santuario subterráneo de los mayas, frecuentado hace más de un milenio, ha permanecido inalterado durante más de cinco décadas gracias al arqueólogo Víctor Segovia, quien consideró tapiar la entrada de la cueva poco después de su hallazgo.
"Balamkú ayudará a reescribir la historia de Chichen Itzá, en Yucatán. Los cientos de artefactos arqueológicos, pertenecientes a siete ofrendas documentadas hasta ahora, se encuentran en un estado de preservación extraordinario. El contexto se mantuvo sellado por siglos y por eso contiene información inestimable sobre la formación y la caída de la antigua ciudad de los brujos del agua y sobre quiénes fueron los fundadores de este sitio icónico", ha expresado Guillermo de Anda, el director del GAM.
El año pasado, Luis Un, un niño que acompañó a los descubridores de la cueva y que hoy tiene 68 años de edad, condujo al equipo del GAM al santuario subterráneo, de difícil acceso y que, según Guillermo de Anda, es una especie de "gusano" por su morfología serpenteante; a partir de los 400 metros, y tras avanzar a rastras, se empiezan a abrir algunas galerías y cámaras, la mayor de ellas de 3,8 metros de altura, que es justo donde se encuentran las grandes ofrendas.
Sequía en la península de Yucatán



¿Por qué depositaron los antiguos mayas las ofrendas en galerías tan recónditas y restringidas de la cueva Balamkú? "La hipótesis de la que parte el equipo del GAM es que, hacia los periodos Clásico Tardío (700-800 d.C.) y Clásico Terminal (800-1000 d.C.), el norte de la península de Yucatán experimentó una inusitada sequía que obligó a sus pobladores a realizar peticiones de lluvia, yendo a las entrañas de la tierra, al inframundo, donde residían las deidades de la fertilidad", señala el comunicado del INAH.
"Balamkú ayudará a reescribir la historia de Chichen Itzá", asegura Guillermo de Anda, director del proyecto Gran Acuífero Maya
Entre los incontables restos cerámicos de las siete ofrendas registradas destacan más de 200 incensarios, muchos de ellos con la representación de Tláloc, el dios del agua, característico por sus bigoteras y anteojeras; también hay tapas de incensarios con representaciones del jaguar. Muchos de los incensarios parecen haber sido destruidos intencionalmente y, una segunda hipótesis, apunta a que fueron "matados ritualmente" o bien como parte de una acción de desacralización del espacio, quizá en el ocaso de Chichén Itzá, corazón del imperio maya.
NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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