domingo, 2 de octubre de 2022

La Casa de la Loma tiene un Fantasma: Capítulo DCLXXIX.- Melania Valverde Torres, llevó a su padre hasta Amaluza para recibir tratamiento curativo del reumatismo que él padecía; ella regresó y pensó si sentía algún amor por el caporal y lo invitó a almorzar...

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con la historia de La Casa de la Loma tiene un Fantasma, y como informamos en el capítulo anterior; el caporal Jacinto Pérez Maza, como responsable de la seguridad y marcha de la hacienda "La Encalada Vieja", se enfrentó a cuatreros y bandoleros que pretendieron adueñarse de los tesoros de la hacienda, él con la ayuda de los pastores macheteros los confrontaron y los mataron; parece, que algún otro asaltante que recibió la información desistió de asaltar a esa hacienda y difundió a los demás secuaces, quien pretendía hacerle un asalto con toda seguridad moriría en el intento; pero, no todo eran buenas noticias, por que don Miguel Valverde Torres, quien era el hacendado, empeoró de sus achaques del reumatismo que padecía como enfermedad crónica y tuvo que viajar al Ecuador, a Amaluza, para recibir asistencia y curación, quien fue acompañado por su hija Melania, le informaron que tendría que permanecer por un tiempo para lograr el alivio de sus males, que no será curación sino un paliativo... ..sigamos la historia.


Aquí en la imagen observamos una típica casa en la Comunidad Campesina de Socchabamba, Ayabaca, Piura, Perú; es una construcción de adobe con techo de tejas rojas y a dos aguas, sobre el techo distinguimos un fantasma que viene a ser el "El Rey de las Tinieblas" : Satanás, seguido de vampiros y una siniestra sombra negra que rodea al misterioso personaje satánico, para comprender la narrativa de la obra literaria: "LA CASA DE LA LOMA TIENE UN FANTASMA", esta imagen será nuestro símbolo de identificación y el logotipo en creación, impresión y distribución literaria. 
Con reconocimiento de derechos de autor, con Partida Registral Nº 00393-2010, Asiento 01, con fecha 27 de marzo de 2010 por INDECOPI.

Este es el símbolo de Marca Perú, que distingue para todos los productos elaborados por peruanos.

Don Miguel Valverde Torres, como dueño de la hacienda "La Encalada Vieja", era exitoso, logrando una excelente producción, que le permitía realizar una saca anual de muchas reses, logrando ganancias que incrementaban su riqueza, pero, sufría de su salud desde joven que le atacó dolor a las articulaciones y los huesos, eran achaques reumáticos, le aterraba el entumecimiento, que al principio no le dio importancia ni se curaba, estos males fueron minando su salud, ya que este hacendado era muy trabajador, para él, nada lo detenía si se trataba del trabajo, soportó muchos aguaceros mojándose todo su cuerpo y no se cambiaba de ropa, que se secaba con el calor de su cuerpo.
Además, don Miguel muchas veces dormía en condiciones pésimas que no le permitían un descanso placentero, y como era mujeriego, durmió en la chozas de las mozas(amantes).
Toda esta vida de trabajo, y disipada vida al mismo tiempo, le cobró precio que iba calando en su organismo y los achaques reumáticos avanzaban, hasta que tuvo un terrible ataque en su salud que ya no podía mover su cuerpo por el dolor de las articulaciones y los huesos y viajó a Amaluza en busca de curación, en aquellos tiempos no habían médicos, pero si, muchos curanderos, quienes a base del uso de las plantas medicinales sanaban de sus males a los enfermos.
Volviendo a la historia, don Miguel Valverde Torres, quien desde su juventud sufría de reumatismo, que era atendido por su esposa, quien con frotaciones y remedios caseros y sus cariñosos masajes que ella con ternura le frotaba su cuerpo, era un alivio para el hacendado; pero, lamentablemente la señora murió, y quedó muy niña su hija Melania, quien desconocía el tratamiento "médico" que su madre le aplicaba a su padre.
Don Miguel con tanto dolor, tuvo que viajar en compañía de su hija al Ecuador, dejando al caporal como responsable de la hacienda; ellos se dirigieron a Amaluza en busca de curanderos, el trayecto del viaje lo hicieron en tres días, cabalgando días completos que empeoraron la salud del enfermo.
Don Miguel, tenía familia en el Ecuador, pero no en Amaluza, si contaba con viejas amistades, quienes les dieron posada (alojamiento) y los condujeron a un curandero especialista en dolores reumáticos; éste "medico" con mucha experiencia le aplicó ungüentos y masajes en las partes afectadas por el dolor, que las frotaciones caseras dieron resultado y pasaron tres días y hubo alivio a las dolencias del enfermo.
Pero, el curandero le sugirió que tenía que recibir este tratamiento por 30 días seguidos, y que si no los recibía tendría graves dolores en su organismo; algo que no fue del agrado de don Miguel, acostumbrado a levantarse temprano y distribuir tareas a los trabajadores; él se sentía maniatado con la sugerencia del curandero, pensaba como si fuese un "lisiado" si hacer nada.
Por lo que, Melania, quien si conocía el manejo de la hacienda, y con la ayuda del caporal Jacinto Pérez Maza, quien quedó como responsable de la hacienda reemplazando a los dueños en viaje, ella lo acompañó por 10 días y allí conversó con su padre y lo convenció que tenía que quedarse para recibir el tratamiento y mejorar su salud, y que ella regresaría a la hacienda; el hacendado a regañadientes aceptó quedarse.
Melania, muy preocupada por la salud de su padre, le dijo:
--- Padre, regresaré a la hacienda y después de 30 días retorno por ti, mientras tanto iré de compras para llevar algunas cosas a la hacienda.
Melania, fascinada por muchas cosas que exhibían las tiendas en Amaluza, compró lo que necesitaba y también productos alimenticios e ingredientes básicos como la sal, dulce y condimentos, llenó una alforja, esta carga será transportada por el caballo que trajo a su padre.
Llegó el día del retorno, ella abrazó a su padre, por allí brotaron lágrimas de ambos, emocionados por la despedida; ella agradeció a la dueña de casa por las atenciones recibidas y le encargó el cuidado de su padre, y para que haya voluntad, ella sacó de su talega un fajo de billetes y le entregó a la dueña de casa, quien si opuso resistencia en principio en aceptar, aduciendo que la amistad no se compra con dinero; pero, Melania impuso su donación que la anfitriona aceptó el generoso regalo.
Melania, emprendió el retorno, que lo hizo en dos días y medio, llegó después de 15 días a la hacienda y todo lo encontró normal, el caporal hizo un excelente trabajo como si estuviese el hacendado, incluso firmó documentos que visitadores del gobierno en jornada de inspecciones, le exigían para conocer los límites de las propiedades de la hacienda.
Melania, muy agradecida por el trabajo del caporal, le había traído un regalo, que le compró algo especial, era una navaja suiza(un estuche normal con diversas funciones)que incluía la propia navaja y otras herramientas; él la aceptó muy gustoso, por que ya había tenido una similar y la perdió, y estaba en su mente adquirir otra, pero nunca la encontró, fue un regalo que le impactó a Jacinto, por el cariño de como se la entregó Melania.
Melania, esa noche completamente sola en su dormitorio, muy preocupada por la salud de su padre, a quien le avanzaba la vejez y los achaques que aumentarían, y ahora completamente sólo en Amaluza, ella se preguntó: 
"¿Por qué no intentar un romance con el caporal?"
Jacinto, era diferente a la mayoría de sus peones de la hacienda, él era blanco, de talla más alta, se hizo respetar por su valentía y aún era tan joven como ella, requisitos que toda mujer observa en un hombre para ser su compañero, que él los cumplía a cabalidad.
Además, Melania admiraba el trabajo de Jacinto, pero no estaba segura, si eso era amor, o solamente aprecio por sus excelentes labores; además, su padre, era muy celoso y ella temía  que al enamorarse del caporal, su padre que estaría en desacuerdo sufriría tanto que podría ocasionarle la muerte; pero, ella tenía que pensar en su futuro, ya era tiempo de casarse y tener por lo menos un hijo.
Entonces, tomó la decisión de salir de sus dudas, con respecto a ese "algo" de admiración por Jacinto, por lo que ordenó a la cocinera preparar un almuerzo de la mejor comida, y como ella compró unas botellas de licor macerado en Amaluza, se abrirá una botella para asentar el almuerzo.
Melania, usaba pantalones por que era la ropa apropiada para trabajar en el campo, ella se cambió de ropa y se roció un perfume y salió al campo y rápido se encontró con el caporal, quien regresaba a la casa - hacienda, por unos remedios para curar una res que estaba herida, ella regresó con él, quienes conversaron y ella le preguntó:
--- Caporal : ¿Alguna vez has tenido una mujer a tu cargo?
Jacinto, sintió escalofríos en todo su cuerpo, ya que también él había pensado en declarar su amor a Melania, si era consciente de la distancia que los separaba, ella la hija del hacendado y él un peón de la hacienda; aún así él que al igual que ella no estaba seguro si la amaba o solamente sentía ternura y aprecio por ella; y como él, nunca tuvo una mujer estable, sólo aventuras pasajeras con mujeres al paso, por su vida errantes, le respondió:
--- No, señorita Melania, pero si estoy pensando que debo tener una compañera, por que al llegar a la vejez alguien tiene que alcanzarme un jarro de agua y atenderme y ver por mi.
Melania, sintió un remezón en todo su cuerpo, al escuchar la respuesta del caporal, que lo expresado coincidía, tal como ella lo había pensado y tratando de acercarse más a él, y sobretodo buscar una explicación: "si estaba enamorada", le dijo:
--- Caporal, hoy almorzaremos juntos y beberemos un trago; por que durante muchos tiempo no compartimos el almuerzo, debido al trabajo y las tareas del campo que nunca coinciden con la hora del almuerzo y siempre lo hago sola.
Jacinto Pérez Maza, sintió una luz divina que desde el Cielo, Dios le estaba dando una oportunidad de enamorarse de una mujer que si lo apreciaba por lo que él hacía y tal vez ella sienta amor por él, le respondió:
--- Señorita Melania, será un honor acompañarla almorzar, creo que tenemos tiempo, voy por los remedios al almacén para curar la vaca y le prometo que estaré a la hora del almuerzo.
Jacinto, sintió que todo su cuerpo apestaba por el sudor y no se había cambiado de ropa en días; él, aprovechó en sacar los remedios veterinarios y ropa limpia que le lavaba la cocinera Juana, para cambiarse, después de un baño que se dará en la hoyada.
Ellos al llegar a la casa - hacienda, se separaron, cada cual lo que tenía que hacer; Melania regresó a la sala y observó a la mesa que tenía el mantel de siempre; por lo que fue al dormitorio, abrió el baúl y sacó un mantel nuevo con ribetes bordados, que se lo obsequió una amiga del Ecuador, también sacó servilletas y cubiertos de alpaca (un material muy parecido a la plata), ella fue a la sala y tendió la mesa.
La cocinera, había tenido la misma idea de mejorar la mesa de comer, y como ella vio que mientras hervían las ollas salió a la sala y encontró a la señorita Melania que ya tenía mesa nueva y le preguntó:
--- Señorita Melania, disculpe mi curiosidad, veo que sacó mantel limpio y nuevo y cubiertos, dígame. ¿Ha invitado a algún caballero para almorzar?
Melania, quien sentía entusiasmo con la respuesta del caporal que ofreciéndole un almuerzo algo podría resultar bien, le contestó:
--- Si Juana, hoy almorzaré con Jacinto, quien para mi es un caballero; además, de ser un trabajador en esta hacienda y merece ser halagado con un almuerzo.
Juana, sintió desilusión, por que también ella estaba pensando en el caporal, reaccionó que no tenía que mezclarse con las decisiones de la patrona y le contestó:
--- Señorita Melania, es usted una hacendada que reconoce el trabajo de su gente y me parece muy bien que almuerce junto a Jacinto, quien es un valiente caporal, y usted lo hace ahora que no está don Miguel, por que tal vez él, no lo habría permitido.
Melania, al escuchar la respuesta de Juana, sintió un terrible disgusto y un complejo de inferioridad, que a ella se le seguía considerando como la "niña" de la casa y no podría tomar decisiones como una mujer hecha y derecha tal como lo era, y controlando su malestar, le dijo:
--- Juana, me parece que piensas muy mal de mis decisiones, yo ya soy una mujer con voluntad, sin importar si mi padre esté de acuerdo en lo que hago, y aún estando él presente, igual hubiese hecho la invitación para almorzar con el caporal..........
Continuaremos......................
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui

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