lunes, 17 de julio de 2023

Alejandro Magno: Soy Alejandro Magno y acabo de ser proclamado rey de Macedonia

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la revista National Geographic, nos entrega una historia ficticia de los pensamientos de Alejandro Magno, que al asumir el reino de Macedonia como legítimo heredero de su padre Felipo II, quien fue asesinado; tejiéndose versiones inverosímiles, que incluso el mismo Alejandro y su madre Olimpíade fueron parte del complot.
Invito a leer esta historia ficticia que nos alegrará saber lo que fue o quien realmente Alejandro Magno .....................




El mosaico de Issos
El mosaico de Issos, también conocido como mosaico de Alejandro Magno, es una copia romana de una pintura helenística conservada en la Casa del Fauno, en Pompeya. Representa la batalla de Issos, en especial la carga de los hetairoi de Alejandro guiados por su líder mientras los soldados de Darío III Codomano intentan proteger a su rey. Forma parte de la colección actual del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.


En el año 336 a.C., Filipo II es asesinado y su hijo Alejandro hereda el trono de Macedonia. Ese es un relato ficticio de sus pensamientos acerca de la relación entre ambos y el reto de mantener el trono y extender los dominios macedonios más allá de las conquistas de su padre. Texto: Àlex Sala.

Busto en mármol de Filipo II del período helenístico. Se encuentra en la Gliptoteca Ny Carlsberg
Filipo II (en griego: Φίλιππος Βʹ ὁ Μακεδών [Phílippos II ho Makedṓn], 382 - 336 a. C.) fue rey de Macedonia desde 359 a. C. —si bien no desposeyó a su sobrino Amintas IV, legítimo rey, hasta el 355 a. C.— hasta su muerte. Fue el padre de Alejandro Magno, y es posible que también de Ptolomeo I Sóter,1​ fundador de la dinastía ptolemaica.


La traumática muerte de mi padre, Filipo II, me ha puesto al fin en el lugar que el destino me había reservado. Sin duda la fortuna me ha sonreído especialmente a mí, su hijo varón, disponiendo su muerte –en el atentado que tuvo lugar ante centenares de personas durante las celebraciones matrimoniales de mi hermana Cleopatra– antes de que pudiera tener descendencia con su nueva esposa, la bella y joven Cleopatra Eurídice. Mi madre, Olimpíade, y yo somos los más beneficiados por el magnicidio, ya que de haber tenido el rey descendencia de una noble macedonia, seguramente me hubiera desplazado a mí, hijo de una extranjera de Epiro, de la sucesión.

Olimpia (griego: Ολυμπιάδα, griego antiguo: Ὀλυμπιάς) (375 a. C. - 316 a. C.) fue la esposa principal del rey Filipo II de Macedonia y madre de Alejandro Magno. Era hija de Neoptólemo I de Epiro, rey de Molosia, en la región de Epiro al noroeste de la actual Grecia.

No se conservan muchos escritos sobre la vida de Olimpia. Los historiadores han tenido que entresacar de los pocos fragmentos que han llegado a sus manos. Pero sí hay una leyenda difundida por sus enemigos, sobre todo por el mayor de todos, que fue Casandro. Olimpia hizo lo que otros reyes de su momento, es decir, llevar una política de eliminación de posibles rivales.

https://es.wikipedia.org/wiki/Olimpia_de_Epiro


A partir de ahora he de mostrarme tan implacable como ese tuerto bastardo si quiero conservar su reino en mi poder y la cabeza sobre mis hombros. Filipo y yo hemos mantenido grandes diferencias, pero no tengo duda de que nunca pensó en otra persona sucesor. Arrideo, mi medio hermano sufre de una enfermedad que lo inhabilita para ser rey y nunca ha sido una alternativa.

Mi padre siempre me procuró la mejor educación para convertirme en su heredero y me puso en manos de los mejores tutores, entre ellos, mi estimado Aristóteles, quien me ha transmitido su interés por la literatura y la filosofía.

El pupilo de Aristóteles
Escogido por su padre como futuro heredero, fue educado como tal desde su nacimiento y su formación intelectual se encomendó a Aristóteles. El filósofo despertó en el joven una gran admiración por la cultura griega y por las antiguas epopeyas, particularmente por La Ilíada de Homero, que se convirtió en su libro de cabecera.
Foto: CC

Pude demostrar así mismo mi capacidad militar en varias ocasiones, dirigiendo una exitosa campaña militar en Tracia a los 16 años, o dos años más tarde en la victoria de Queronea, contra las ciudades más poderosas de Grecia, dirigidas por Tebas y Atenas,. Al mando del ala izquierda del ejército macedonio aplasté la formación más poderosa del enemigo, el Batallón Sagrado tebano.

Pero los celos de mi padre por mis tempranos éxitos y su matrimonio con una noble Macedonia truncaron esta relación. Los matrimonios de Filipo II con distintas princesas de reinos vecinos, entre ellas mi propia madre, Olimpíade, han procurado a Macedonia tantas alianzas y riquezas como la guerra, pero esta poligamia ha convertido la corte en un nido de víboras y en una fuente de disputas entre distintas facciones. Todos quieren ganarse el favor real y no dudan en conspirar para ello.

Todas estas intrigas sin duda van a aflorar ahora después de su muerte y si quiero mantenerme en el trono debo actuar con rapidez y mostrarme firme. Filipo era un excelente jinete y aunque sus modales eran afables y su conversación animada, en el campo de batalla se transformaba en un soldado despiadado, cuyo cuerpo atravesaban las cicatrices de cien guerras, que se había ganado el respeto y el temor de todos. A su lado yo parezco un efebo imberbe de cabello rubio y piel blanca que cada noche lee unos versos de la Ilíada antes devolver a guardarla bajo la almohada.

Debo demostrar que soy mucho más que un pretencioso aficionado a la literatura y a la filosofía de apenas 20 años sin el ardor guerrero de mi padre. Las habladurías que comienzan a oírse sobre su asesinato (que nos implican a mi madre y a mí como urdidores), lejos de perjudicarme, pueden servir en mi favor. Que piensen que no solo he heredado de él su reino, sino también su carácter pragmático y despiadado, y que no me detendré ante nada en pos de mis objetivos.

Yo también puedo mostrarme cruel e implacable con mis enemigos y lo primero que debo hacer es eliminar a cualquiera que pueda poner en duda mi derecho al trono y eso incluye, especialmente, a mi propia familia.

Átalo será el primero en caer y su ejecución servirá de ejemplo. Este miserable siempre me ha despreciado y se ha creído intocable por ser uno de los generales de confianza de mi padre. Ya veía su sangre corriendo por las venas del futuro rey de Macedonia en el hijo que su jovencísima sobrina Cleopatra Eurídice daría sin duda a Filipo. Un niño macedonio por los cuatro costados que me apartaría a mí del trono, extranjero por parte de madre. Su insolencia llegó a un límite insoportable durante el mismo banquete de bodas entre Eurídice y mi padre, cuando profirió un estruendoso brindis por el nacimiento de un heredero legítimo al trono, llamándome bastardo delante de mi cara y de toda la corte. Ese día logró poner al rey en mi contra, llegando a alzar su espada contra mí, aunque no pudo usarla al tropezar y caer de bruces patéticamente borracho como estaba.

Átalo, tu suerte ha cambiado. Tu estás lejos, regresando con tu ejército desde Asia. Ya me encargaré de hacer llegar el mensaje de que el nuevo rey no verá tu muerte con malos ojos. Después de tu ejecución ya me encargaré de que recaiga sobre ti el oprobio del delito de traición contra mi padre y contra mí. Tu muerte servirá de ejemplo y para afianzarme en el poder.

Aquellos que puedan ensombrecer mi figura seguirán el camino de Átalo hacia el Hades. Toda fuerza que pueda acumular es poca para acometer la difícil misión que tengo por delante: engrandecer y superar los logros que consiguió mi padre al frente de Macedonia. Él heredó un reino de pastores analfabetos, acosado por sus vecinos y al borde mismo de la desaparición y lo convirtió en una poderosa potencia que ahora mismo es la gran dominadora de todos los territorios griegos.

Los soberbios griegos del sur no nos reconocen como sus iguales y creen que, una vez muerto Filipo, es el momento de desembarazarse de la tutela de Macedonia. Seguro que Atenas y Esparta, aún estando lejos de los tiempos en que dominaban el Levante mediterráneo, tratarán de enredar a las demás polis para formar un frente común contra mí, pensando que con Filipo muere la hegemonía macedonia. Pero nada más lejos de lo que me propongo: yo mismo me pondré al frente de un imponente ejército y acamparé en el corazón del territorio griego. Espero que el terror que infunden mis tropas sea suficiente para que el Ática y el Peloponeso cesen en su resistencia sin presentar batalla, pero si fuera necesario aplastaré cualquier ciudad que se oponga en mi camino, sea Tebas, Esparta o Atenas.

Toda Grecia debe ver que unidos bajo el mandato Macedonio podemos lograr lo que nunca antes se ha conseguido: derrotar al imperio persa. Yo completaré el sueño de mi padre, que él no ha podido cumplir a causa de su repentina muerte. Así para la historia el nombre de Filipo quedará grabado como el hombre que convirtió un pueblo de pastores de ovejas vestidos sólo con pieles en una nación más grande que cualquiera de las que han dominado Grecia a lo largo de su historia. Y recordará a su hijo Alejandro como el conquistador que amplió las fronteras de ese reino hasta convertirlo en el dueño del mayor imperio que jamás haya existido.

NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui

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