lunes, 1 de abril de 2024

La Casa de la Loma tiene un Fantasma: Capítulo DCCXXXII.- Erasmo Huamán, completamente resentido por las expresiones de don Luciano Castillo, decidió irse de la hacienda en compañía de su amigo Irenio Campos; pero, el caporal Juan los siguió....

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con la historia de La Casa de la Loma tiene un Fantasma, y como informamos en el capítulo anterior; Erasmo Huamán, quien actuó como un gran líder y dirigió en forma valiente y arriesgada a los defensores, quienes eran los peones de la hacienda, que sin ningún entrenamiento enfrentaron a un grupo de siete jinetes quienes como cuatreros intentaban asaltar la hacienda de don Luciano Castillo; los defensores los vencieron y regresaron a la casa hacienda expresando su alegría desbordante, entonando canciones que eran fruto de su imaginación, que al estar cerca fue Erasmo Huamán, quien llamó al patrón advirtiéndole que eran ellos, los que regresaban victoriosos, incluso montaron los caballos que pertenecieron a los asaltantes, y cuando ya llegaban fue el líder Erasmo Huamán, quien montado en un caballo se acercó a la casa hacienda, para informar al patrón que lograron una victoria contundente, muriendo los siete asaltantes y tan sólo dos heridos de los defensores de la hacienda ,,,, sigamos la historia.....

Aquí en la imagen observamos una típica casa en la Comunidad Campesina de Socchabamba, Ayabaca, Piura, Perú; es una construcción de adobe con techo de tejas rojas y a dos aguas, sobre el techo distinguimos un fantasma que viene a ser el "El Rey de las Tinieblas" : Satanás, seguido de vampiros y una siniestra sombra negra que rodea al misterioso personaje satánico, para comprender la narrativa de la obra literaria: "LA CASA DE LA LOMA TIENE UN FANTASMA", esta imagen será nuestro símbolo de identificación y el logotipo en creación, impresión y distribución literaria. 
Con reconocimiento de derechos de autor, con Partida Registral Nº 00393-2010, Asiento 01, con fecha 27 de marzo de 2010 por INDECOPI



Este es el símbolo de Marca Perú, que distingue para todos los productos elaborados por peruanos.

Don Luciano Castillo, al escuchar a Erasmo Huamán, el resultado del enfrentamiento contra los asaltantes; él, le respondió como todo un hacendado, tal vez no mostrando ese verdadero fervor de la lucha contra gente perversa que intentaban arruinar a la hacienda, seguramente por que nunca estuvo luchando de igual a igual contra cuatreros y casi lacónico, le respondió:
--- Muy hecho Erasmo, que todo se logró gracias a tu capacidad, que supiste anticiparte a a las tetras (artimañas) de los asaltantes y con gran habilidad los venciste; pues, los peones sólo obedecieron y ejecutaron tus órdenes, te agradezco por tu hazaña en bien de la hacienda y te compensaré.
Pero, para Erasmo Huamán, no eran las palabras que quería escuchar, él bajó la cabeza y no le contestó, dio vuelta a su caballo y regresó hasta donde venían caminando los entusiastas muchachos, quienes muy alegres, no sabían que su patrón, no les reconoció ningún mérito; ya que para él, sólo ejecutaron las órdenes del líder (Erasmo Huamán).
Era un terrible golpe emocional para Erasmo Huamán, que el patrón, haya subestimado el coraje y bravura que expusieron los peones luchando contra invasores, exponiendo su vida, ya que muchos de ellos podrían haber muerto, y el hacendado sólo les reconocían que ejecutaron órdenes, era la último que podía aguantar, y pensó que el mejor camino era abandonar la hacienda, pero, lo haría en silencio.
Al llegar al encuentro, uno de los peones, preguntó a Erasmo Huamán:
--- ¿Qué dijo el patrón de nuestra fuerza como luchadores?
Erasmo Huamán, no iba a destruir el entusiasmo y fervor de los muchachos y le respondió:
--- El patrón está feliz.
Mientras tanto en la casa hacienda, doña Catalina, captó en el aire, el descontento que sufrió Erasmo Huamán al escuchar la respuesta del patrón y dirigiéndose a su marido, le dijo:
--- Oye y escúchame Luciano: sigues siendo el ávaro y apegado a tu dinero, no te das cuenta que despreciaste a tu jinete, hablándole de esa manera tan menospreciaba y sin reconocer el mérito de los peones que pusieron el pecho defendiendo tu hacienda, él esperaba un abrazo tuyo, y que no fuiste capaz de bajar al patio y felicitarlo y gritar junto a él, el triunfo; pues claro, que ibas hacer eso junto a un peón, tus palabras fueron de ofrecerle una recompensa; tal vez, el peón, muy herido en su corazón sólo bajó la cabeza y no te contestó y se fue a unirse a los demás peones, si sigues así, vas a perder al mejor peón, que arriesgó su vida defendiendo tu hacienda, yo me voy a la cocina para ordenar que preparen comida para darlos a los victoriosos peones que se lo merecen.
Don Luciano Castillo, escuchando las esclarecedoras palabras de su esposa Catalina, que lo reprendió dándoles lecciones de humildad, él recién reaccionó y si recordó que era la segunda vez que trataba mal a su mejor peón; por lo que obedeciendo a su mujer, tomó la iniciativa de participar junto a sus peones celebrando la victoria, él bajó al patio y caminó para darles el encuentro a sus defensores y se unió a ellos y esta vez dándoles un abrazo a cada uno de ellos, incluso improvisó una canción compartiendo su fervor y entusiasmo.
Pero, cuando todos llegaron al patio y no estaban Erasmo Huamán ni Irenio Campos; ellos aprovechando los caballos que fueron de los cuatreros, se fueron en busca de un nuevo destino, por que no encontraron el abrazo de confianza de su patrón, que sólo los tenía como simples peones y no como héroes que arriesgando su vida lucharon para defender los intereses de la hacienda; ya que nada aseguraba que los cuatreros, regresen de nuevo, quienes eran gente experta en asaltos y con amplia experiencia, que se preparaban acumulando información para dar el golpe y contra esos invasores luchó Erasmo Huamán.
Los cuatreros; perdieron sin saber que uno de los suyos, que conocía todas sus tácticas y estrategias y que adivinó sus movimientos con tal precisión que los asaltantes fueron sorprendidos y derrotados, por Erasmo Huamán que ahora era un hombre de bien al servicio de una hacienda y que el hacendado no le reconocía esos méritos.
Entonces, don Luciano Castillo, al ver que no se encontraban los dos jinetes arrieros, le preguntó al cantante Arístides Paúcar: 
--- Oye cantante, dime: ¿Dónde están los nuevos peones?
Arístides Paúcar, quien interrumpió sus canciones para contestar al patrón y le respondió:
--- Patrón, los héroes de la victoria se fueron en dirección al camino real por donde llegaron los cuatreros, yo entendía que algo iban hacer por allí y regresarían; pero, como usted lo está viendo, ellos ya no están.....
Arístides Paúcar, quiera era un animador nato, siguió cantando con sus victoriosos compañeros, sin dar mucha importancia la ausencia de Erasmo Huamán y su amigo; tal vez por su mente alegre no se había dado cuenta que estaban perdiendo a los dos mejores compañeros.
Don Luciano Castillo, recién mostró su tristeza por la ausencia de sus dos jinetes arrieros y temiendo que los perdería por su comportamiento seco y mercantilista y que sí lo lamentaba; pero, él no era un individuo ajeno a las emociones humanas; sólo que su carácter era un poco áspero y casi no amigable y lo mantenía así, para infundir respeto a su persona como el hacendado; sin embargo, estaba arrepentido de no haber entendido de lo que deseaban sus peones que los acaba de perder.
Pero, ¿Qué fue lo pasó con Erasmo Huamán y su amigo Irenio Campos?, pues, al regresar Erasmo Huamán a unirse a su compañero, le dijo:
--- Irenio, nos vamos de regreso, ya que aquí en esta hacienda no encontré el propósito de nuestro cambio, el patrón sólo nos tiene como simples peones; pero, no nos quiere como seres humanos, que arriesgamos nuestras vidas en defensa de sus intereses, imagínate, que cuando le informé sobre la bravura de los muchachos, él me contestó que sólo obedecieron mis órdenes, yo quería un abrazo suyo, pero eso nunca lo hará el orgulloso patrón.
Pero, Irenio Campos, quien contagiado con las canciones de los peones, no entendió la razón del abandono del trabajo y le contestó:
--- Oye Erasmo, ¿Qué te pasa a ti?, si acabamos de lograr un triunfo contundente contra los cuatreros y seguro que el patrón estará muy feliz con nuestro trabajo......
Erasmo Huamán, le interrumpió y tomando la rienda del caballo de Irenio Campos, lo retó:
--- Amigo, me acompañas o te quedas con ellos....
Irenio Campos, jamás abandonaría a su mejor y único amigo, él logró el control de las riendas de su caballo y partieron los dos sin rumbo; pues, eran tierras extrañas y apenas conocían parte de ellas; ya amaneció y ellos llegaron al borde de una hoyada profunda; por que siendo ellos ex bandoleros, sabían exactamente los peligros de cruzar estos lugares sin tomar precauciones, por lo que Erasmo Huamán, quien iba adelante, frenó su caballo y volteándose, dijo a su amigo:
--- Irenio, esta hoyada es muy profunda y no la conocemos, Yo voy a entrar, tu espérame aquí, si no hay peligro te llamo, trotaré hasta el otro lado; los árboles están muy altos y no se ve, que hay más allá.
Irenio Campos, quien compartía los mismos temores por lugares desconocidos, aceptó la sugerencia y le respondió:
--- Muy bien Erasmo, te estaré esperando.
Erasmo Huamán, no ingresó montado, se apeó de su caballo y lo haló, desenvainó su machete y caminando lentamente ingresó a lo profundo de la quebrada que era caudalosa por la abundancia del agua que discurría cuesta abajo; él siempre mirando a todos los sitios seguía avanzando, cruzó la corriente de agua, ya en terreno normal, no escuchaba nada más, salvo el atronador ruido del agua que chocaba contra las piedras, él siguió avanzando por la orilla hasta que encontró el vado del otro lado, él tomó el trecho y salió al otro lado, que le asombró al observar las gigantescas pampas llenas de pastos y hacia el fondo cuesta abajo se observaba sembríos muy bien cultivados y las chacras se perdían en el horizonte y él pensó: "Creo que son haciendas y que bien ocultas estaban detrás de la hoyada". 
Él regresó a darle las buenas nuevas a su amigo Irenio Campos, quien al regresar lo encontró acompañado de otro jinete, cuyo caballo estaba muy cansado echando espuma por la boca; pues, ese era el caporal Juan, quien al enterarse, que ellos se fueron, tomó por iniciativa propia, seguirlos, no le fue difícil, ya que era un buen rastreador, tenía como intención convencerlos para que regresen a la hacienda, ya que él entendía las razones de por que ellos se fueron.........
Continuaremos..................
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui

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