Cádiz, 2 feb (EFE).- El veneno de las abejas es
una medicina natural que ellas mismas, cual expertas acupuntoras, saben
aplicar a sus pacientes, con una técnica que ha demostrado sus
beneficios para sanar enfermedades como la artitris, la artrosis o la
psoriasis y que es tan antigua como desconocida.
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Apis mellifera polinizando una flor de durazno. WikipediaAbeja doméstica acercándose a una flor
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Abejorro en Echinaceae.
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Wikipedia.
Los romanos ya utilizaban las picaduras de abejas para
combatir, por ejemplo, las migrañas, explica a EFE José David Versaci,
un apiterapeuta especializado en tratamientos con apitoxina, el veneno
de las abejas, una sustancia que es un estimulador natural de la producción de corticoides y que además contiene dopamina.
Pero la química de los componentes de su veneno no lo es todo, ya que las abejas, además, tienen una sabiduría especial para detectar el punto exacto en el que el cuerpo tiene un conflicto y en el que deben clavar su aguijón e inyectar su veneno.
"Hay escritos que narran que en China las abejas ayudaron a construir el mapa de la acupuntura", cuenta Versaci, mientras explica que ellas, posiblemente por el cambio de temperatura, identifican "zonas conflictivas, canales corporales, chacras o simplemente un golpe" en el cuerpo, lugares en los que "se sienten agredidas" y, en respuesta, "sacan el aguijón" e inyectan su veneno.
Cuando lo hacen, además, provocan una mancha enrojecida que funciona "como un parche natural" y que hace que el organismo vaya absorbiendo la apitoxina en la medida justa en que lo necesita.
Pero la química de los componentes de su veneno no lo es todo, ya que las abejas, además, tienen una sabiduría especial para detectar el punto exacto en el que el cuerpo tiene un conflicto y en el que deben clavar su aguijón e inyectar su veneno.
"Hay escritos que narran que en China las abejas ayudaron a construir el mapa de la acupuntura", cuenta Versaci, mientras explica que ellas, posiblemente por el cambio de temperatura, identifican "zonas conflictivas, canales corporales, chacras o simplemente un golpe" en el cuerpo, lugares en los que "se sienten agredidas" y, en respuesta, "sacan el aguijón" e inyectan su veneno.
Cuando lo hacen, además, provocan una mancha enrojecida que funciona "como un parche natural" y que hace que el organismo vaya absorbiendo la apitoxina en la medida justa en que lo necesita.
Una ciencia
"No es un experimento ni mucho menos, es una ciencia que en otros países se encuentra en las facultades de Medicina", asegura Versaci, que opina que la terapia no es más conocida en el mundo occidental porque "no es rentable ni viable para las compañías farmacéuticas" ya que al extraer el veneno de las abejas "se volatiliza más del ochenta por ciento".
Sí es más conocida en zonas, como en algunos lugares de Sudamérica o en los campamentos saharauis, donde "no hay una gran presión de las farmacéuticas por imponer sus medicamentos".
En España, lo practican pocas personas. Entre ellas este argentino afincado desde hace décadas en Cádiz y que descubrió en sus propias carnes los beneficios de esta técnica después de haber estado un año postrado en la cama a raíz de un grave accidente de tráfico.
"Vi un reportaje en televisión", recuerda ahora mientras cuenta que, nada más iniciar el tratamiento, sintió las mejoría hasta que, al poco, pudo sentarse en su coche y conducir hasta Madrid para visitar al apiterapeuta que, después, se convertiría en su maestro.
Las "abejas acupuntoras" deben de estar exentas de cualquier producto químico, por lo que no suelen ser las mismas que viven en colmenas productoras de miel y que a veces son tratadas con sustancias para evitar riesgos en la producción.
"No cura todo ni mucho menos", añade este apiterapueta que asegura que el veneno de las abejas tiene beneficios demostrados en tratamientos de artrosis, artritis, reúma, hernias discales, esguinces y fracturas, en problemas de la tensión arterial, de circulación o en afecciones como la psoriasis.
"No es un experimento ni mucho menos, es una ciencia que en otros países se encuentra en las facultades de Medicina", asegura Versaci, que opina que la terapia no es más conocida en el mundo occidental porque "no es rentable ni viable para las compañías farmacéuticas" ya que al extraer el veneno de las abejas "se volatiliza más del ochenta por ciento".
Sí es más conocida en zonas, como en algunos lugares de Sudamérica o en los campamentos saharauis, donde "no hay una gran presión de las farmacéuticas por imponer sus medicamentos".
En España, lo practican pocas personas. Entre ellas este argentino afincado desde hace décadas en Cádiz y que descubrió en sus propias carnes los beneficios de esta técnica después de haber estado un año postrado en la cama a raíz de un grave accidente de tráfico.
"Vi un reportaje en televisión", recuerda ahora mientras cuenta que, nada más iniciar el tratamiento, sintió las mejoría hasta que, al poco, pudo sentarse en su coche y conducir hasta Madrid para visitar al apiterapeuta que, después, se convertiría en su maestro.
Las "abejas acupuntoras" deben de estar exentas de cualquier producto químico, por lo que no suelen ser las mismas que viven en colmenas productoras de miel y que a veces son tratadas con sustancias para evitar riesgos en la producción.
"No cura todo ni mucho menos", añade este apiterapueta que asegura que el veneno de las abejas tiene beneficios demostrados en tratamientos de artrosis, artritis, reúma, hernias discales, esguinces y fracturas, en problemas de la tensión arterial, de circulación o en afecciones como la psoriasis.
Salud envidiable
No hay más que ver, dice, que los apicultores que desempeñan su trabajo de forma tradicional "gozan de una salud envidiable" y en la profesión históricamente no se dan casos ni de artrosis ni de artritis.
Daniel Robles, de 30 años, confirma la efectividad del tratamiento después de recibir una sesión en la que dos abejas le han picado en la espalda, algo que hace una vez a la semana desde hace unos seis meses y que complementa con la práctica de deporte.
"Duele diez segundos, pero nada comparado a los dolores que yo he tenido antes", explica este joven con escoliosis y que durante nueve años, en los que en algunos momentos no podía "ni pelar una patata", ha intentado diversos tratamientos.
"Me he echado miles de inyecciones y pastillas y todo era para estar peor", dice mientras asegura que lo que a él le están curando son las abejas.
La técnica forma parte de los múltiples beneficios medicinales naturales, como la miel, el polen, la jalea real o el propóleo, que ofrecen las abejas. EFE
No hay más que ver, dice, que los apicultores que desempeñan su trabajo de forma tradicional "gozan de una salud envidiable" y en la profesión históricamente no se dan casos ni de artrosis ni de artritis.
Daniel Robles, de 30 años, confirma la efectividad del tratamiento después de recibir una sesión en la que dos abejas le han picado en la espalda, algo que hace una vez a la semana desde hace unos seis meses y que complementa con la práctica de deporte.
"Duele diez segundos, pero nada comparado a los dolores que yo he tenido antes", explica este joven con escoliosis y que durante nueve años, en los que en algunos momentos no podía "ni pelar una patata", ha intentado diversos tratamientos.
"Me he echado miles de inyecciones y pastillas y todo era para estar peor", dice mientras asegura que lo que a él le están curando son las abejas.
La técnica forma parte de los múltiples beneficios medicinales naturales, como la miel, el polen, la jalea real o el propóleo, que ofrecen las abejas. EFE
"Si la abeja
desapareciera de la superficie del globo, al hombre solo le quedarían 4 años de vida :
sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres ..."
Abeja Reina.-
Las abejas melíferas son unos animales muy interesantes en muchos aspectos, sobreviven y se perpetúan como una unidad que denominamos colonia. La abeja reina, dependiendo de las condiciones climáticas, suele comenzar a poner huevos en primavera. Esta actividad está condicionada por la información que recibe desde el exterior (ej. flujo de néctar, recolección de polen, duración del día, temperatura, etc.). La reina es la única hembra fértil y deposita los huevos de los cuales nacerán todas las demás abejas. La abeja reina no abandona la colmena, salvo durante los vuelos de fecundación, o cuando se produce un enjambre para dar lugar a una nueva colonia. La reina deposita sus huevos en panales de cera que las obreras construyen con celdas hexagonales. El huevo después del tercer día se transforma en una pequeña larva que es alimentada por las abejas nodrizas (abejas obreras jóvenes). Luego de aproximadamente una semana, la larva es sellada en su celda por las abejas nodrizas, produciéndose el estadio de pupa. En aproximadamente otra semana, emerge la abeja adulta.
Las reinas no son criadas en las típicas celdas horizontales del panal, sino que sus celdas son construidas para ser de mayor tamaño y en posición vertical. Además, no son alimentadas con polen como las larvas de las obreras, sino con jalea real. Se ha demostrado que es esta alimentación especial lo que hace que una hembra se desarrolle como reina y no como obrera. Cuando la reina termina su etapa de alimentación larval y se convierte en pupa, se desplaza a una posición cabeza abajo. Durante la etapa de pupa, las abejas obreras tapan o sellan la celda real. Justo después de emerger de sus celdas, a menudo las abejas reinas producen un sonido el cual se cree que es un reto a otras reinas a batallar.
Las abejas reinas viven un promedio de tres años. Las obreras viven períodos mucho más breves, de menos de tres meses en promedio. Las abejas reinas liberan feromonas para regular las actividades de la colmena. Las feromonas de la reina, entre otras funciones, modifican el comportamiento de las obreras de modo que éstas alimentan las nuevas larvas como obreras y no como reinas en condiciones normales. Muchas abejas obreras también producen feromonas para comunicarse con otras abejas.Wikipedia.
Abeja obrera recolectando polen.
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Las abejas obreras son hembras infértiles. Ellas segregan la cera utilizada para construir los panales y son también las encargadas de limpiar y mantener la colmena, criar a las larvas, vigilar el panal y recolectar el néctar y el polen.
En las abejas obreras el ovopositor ha sido modificado en un aguijón que sirve para inyectar veneno producido por glándulas abdominales; pueden clavarlo en un enemigo para defenderse, pero las abejas mueren poco después de clavar su aguijón, con forma acerada, que impide retirarlo, ya que la glándula está unida a él y es arrancada al tratar de retirarlo. Wikipedia.
Zángano.
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Los zángano son las abejas macho de la colonia. Los huevos que luego producirán zánganos no han sido previamente fecundados, por lo tanto tienen la mitad de la dotación genética
de la especie. Los zánganos no recolectan néctar ni polen. El principal
propósito de los zánganos es fertilizar a la nueva reina. Éstos copulan
con la reina en pleno vuelo. Tras finalizar la cópula, el zángano
muere. La abeja reina copula con varios zánganos (más de 15) en los
diversos vuelos de fecundación. Los zánganos no poseen aguijón, ya que
el aguijón es en realidad un ovopositor modificado. Wikipedia.Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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