Hola amigos. A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con la historia de La Casa de la Loma tiene un Fantasma, y como informamos en el capítulo anterior; Horacio Manchay, en Pacainio, hizo dos brillantes tumbadas y doblegación de toretes, con tanta destreza como si fuese un especialista en toros bravos; cosa que no era así, ya que recién se iniciaba en el difícil y peligroso juego; Adelaida, quien fue testigo presencial quedó anonadada por la agilidad y astucia que tuvo su primo Horacio laceando a los toretes, y cuando todo estaba en calma aparente; un torete de color negro con patas blancas, muy embravecido y las narices resoplando con mucha violencia, la emprendió para atacar al jinete Horacio......
Aquí en la imagen observamos una típica casa en la Comunidad Campesina de Socchabamba, Ayabaca, Piura, Perú; es una construcción de adobe con techo de tejas rojas y a dos aguas, sobre el techo distinguimos un fantasma que viene a ser el "El Rey de las Tinieblas" : Satanás, seguido de vampiros y una siniestra sombra negra que rodea al misterioso personaje satánico, para comprender la narrativa de la obra literaria: "LA CASA DE LA LOMA TIENE UN FANTASMA" , esta imagen será nuestro símbolo de identificación y el logotipo en creación, impresión y distribución literaria. Con reconocimiento de derechos de autor, con Partida Registral Nº 00393-2010, Asiento 01, con fecha 27 de marzo de 2010 por INDICOPI.
Este es el símbolo de Marca Perú, que distingue para todos los productos elaborados por peruanos.
El torete de color negro con patas blancas, era muy agresivo y lo hizo notar a mugir en forma desafiante y con las patas delanteras (manos) levantaba la tierra del suelo, rascándola con extrema violencia; nadie sabe: "El ¿Porqué de tan repentina reacción agresiva de la bestia?"
Adelaida, quien era una experimentada ganadera, adivinaba las reacciones violentas de los toretes y cuando captó que el torete embravecido se dirigía atacar a Horacio, ella le previno gritándole para que se ponga en defensa o huya a un lugar de buen recaudo.
Sin embargo, Horacio no era el jinete que huye del peligro, sino todo lo contrario se enfrentaba en forma temeraria para vencer a los obstáculos peligrosos que se crucen en el camino, y justamente éste torete, era su objetivo para probar su capacidad de lacear en condiciones desventajosas.
Entonces, hizo el intento de huir al picar a su caballo negro, justamente era lo que quería el torete para emprender su ataque a la velocidad de su carrera; pero el jinete tenía otros planes, por que repentinamente giró hacia la derecha las riendas de su caballo, desviándolo del sendero que venía su atacante; subió ligeramente el relieve en pendiente del terreo y esperó a su presa que viniendo a toda velocidad no pudo controlar sus impulsos y siguió de largo sin poder tocar con sus afiladas astas.
Justamente, al pasar junto al jinete, éste se aprovechó de la incontrolable carrera del vacuno, tirándole el lazo que estaba listo en un extremo de la veta, y acertó por que la lazada pasó por la cabeza hasta el cuello; el jinete soltó la veta y picó de nuevo a su caballo y siguió al torete y cuando lo tuvo a su alcance saltó sobre él, cayendo montado a la altura de los entrebrazos y cogiéndole las astas se prendió como un tábano en la cabeza de su víctima que dio un pare brusco y no pudiendo controlar el impulso del pesado cuerpo, cayó de narices con Horacio en su encima, se dio media vuelta y patas arriba en esa posición era imposible lograr que el torete se incline a algunos de los costados.
Horacio se dejó "abrazar" por las dos patas delanteras; y con sus manos le apretó el cuello a la altura de la garganta, aprisionándolo con tanta fuerza como si fuese una fiera cazando a su presa, produciéndole sofocación momentánea, cuya reacción del torete fue levantarse impulsando por los aires el cuerpo de Horacio y justo para poder levantarse el torete inclinó su cuerpo a un costado, posesión que esperaba Horacio, quien seguía agarrado del cuerpo del torete, cogiéndole el asta derecha y con el impulso de su cuerpo; la otra asta se clavó en el suelo e inmovilizándolo al torete por breves instantes, más que suficientes para lograr con éxito su tercer entrenamiento.
Esta vez, Horacio se incorporó parándose muy exhausto por el enorme esfuerzo para dominar toretes semi salvajes y con fuerza descomunal y superior comparándola con la defensa, quien aplicando la inteligencia y ayudado por la astucia que eran sus únicas armas defensivas contra las bestias.
Los tres toretes doblegados se transformaron en animales casi mansos, por que nadie en su corta vida, los había sometido a tan humillante dominio, incluso terminaron por echarse sobre el suelo; quedando únicamente dos toretes que seguían embravecidos, intentado tomar el camino de regreso al potrero, que justamente Adelaida con veta en mano se los impedía.
Desde la distancia que los separaba; Adelaida seguía asombrada, observando tanta habilidad y talento de su primo Horacio y casi gritándole, le dijo:
--- Primo Horacio, ya dominaste a tres toretes y los haz doblegado con tanta capacidad y domino de la fuerza bruta con tu inteligencia que sin temor a equivocarme eres uno de los mejores dominadores; pero tengo mucha curiosidad en saber : ¿Dónde aprendiste a dominar toretes?
Horacio que aún estaba muy agotado de tanto esfuerzo en dominar a las bestias, le contestó:
--- Adelaida, me haz repetido constantemente que ganadero que precia como tal, debe dominar a sus propios animales para conducirlos de un potrero a otro, pero en este caso, solo es un ejercicio de Dominio del hombre contra la bestia; no sabemos de quien son esos animales, pero lo que estamos viendo pertenecen a una hacienda vecina llena de potreros con pasto (forraje), por que estos animales son ariscos y agresivos; por azar de la vida llegaron para dominarlos....
Adelaida, le interrumpió, replicando:
--- No te desvíes de mi pregunta: ¿Quién te enseñó a dominar toretes ariscos ?
Pero, Horacio no tenía una respuesta precisa; es más, él estaba apunto de enojarse con su Prima Adelaida, quien no reconocía algún mérito a su propia iniciativa y le contestó:
--- Por favor no insistas en otras personas, no me reconoce de algún mérito; todo lo que haz visto es fruto de mi imaginación; a mi nadie me enseñó nada, alguna vez observé algo parecido en el campo ferial de la Ciudad y te repito, todo esto es mi talento, que actúa dándome el sendero correcto de dominio sobre la bestia. Lo dominé solo con un poco de habilidad.
Mientras tanto el resto de los toretes, seguían embravecidos, por que Adelaida les impedía el camino de regreso al potrero, y de repente uno de los toretes de color cenizo claro con manchas blancas, dio media vuelta, levantó la cola y emprendió la carrera de ataque contra donde se encontraba Horacio....
Continuará...............
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
ayabaca@gmail.com
ayabaca@hotmail.com
ayabaca@yahoo.com
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Horacio se dejó "abrazar" por las dos patas delanteras; y con sus manos le apretó el cuello a la altura de la garganta, aprisionándolo con tanta fuerza como si fuese una fiera cazando a su presa, produciéndole sofocación momentánea, cuya reacción del torete fue levantarse impulsando por los aires el cuerpo de Horacio y justo para poder levantarse el torete inclinó su cuerpo a un costado, posesión que esperaba Horacio, quien seguía agarrado del cuerpo del torete, cogiéndole el asta derecha y con el impulso de su cuerpo; la otra asta se clavó en el suelo e inmovilizándolo al torete por breves instantes, más que suficientes para lograr con éxito su tercer entrenamiento.
Esta vez, Horacio se incorporó parándose muy exhausto por el enorme esfuerzo para dominar toretes semi salvajes y con fuerza descomunal y superior comparándola con la defensa, quien aplicando la inteligencia y ayudado por la astucia que eran sus únicas armas defensivas contra las bestias.
Los tres toretes doblegados se transformaron en animales casi mansos, por que nadie en su corta vida, los había sometido a tan humillante dominio, incluso terminaron por echarse sobre el suelo; quedando únicamente dos toretes que seguían embravecidos, intentado tomar el camino de regreso al potrero, que justamente Adelaida con veta en mano se los impedía.
Desde la distancia que los separaba; Adelaida seguía asombrada, observando tanta habilidad y talento de su primo Horacio y casi gritándole, le dijo:
--- Primo Horacio, ya dominaste a tres toretes y los haz doblegado con tanta capacidad y domino de la fuerza bruta con tu inteligencia que sin temor a equivocarme eres uno de los mejores dominadores; pero tengo mucha curiosidad en saber : ¿Dónde aprendiste a dominar toretes?
Horacio que aún estaba muy agotado de tanto esfuerzo en dominar a las bestias, le contestó:
--- Adelaida, me haz repetido constantemente que ganadero que precia como tal, debe dominar a sus propios animales para conducirlos de un potrero a otro, pero en este caso, solo es un ejercicio de Dominio del hombre contra la bestia; no sabemos de quien son esos animales, pero lo que estamos viendo pertenecen a una hacienda vecina llena de potreros con pasto (forraje), por que estos animales son ariscos y agresivos; por azar de la vida llegaron para dominarlos....
Adelaida, le interrumpió, replicando:
--- No te desvíes de mi pregunta: ¿Quién te enseñó a dominar toretes ariscos ?
Pero, Horacio no tenía una respuesta precisa; es más, él estaba apunto de enojarse con su Prima Adelaida, quien no reconocía algún mérito a su propia iniciativa y le contestó:
--- Por favor no insistas en otras personas, no me reconoce de algún mérito; todo lo que haz visto es fruto de mi imaginación; a mi nadie me enseñó nada, alguna vez observé algo parecido en el campo ferial de la Ciudad y te repito, todo esto es mi talento, que actúa dándome el sendero correcto de dominio sobre la bestia. Lo dominé solo con un poco de habilidad.
Mientras tanto el resto de los toretes, seguían embravecidos, por que Adelaida les impedía el camino de regreso al potrero, y de repente uno de los toretes de color cenizo claro con manchas blancas, dio media vuelta, levantó la cola y emprendió la carrera de ataque contra donde se encontraba Horacio....
Continuará...............
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