Vostochny fue una vez un lugar de alto secreto con una división de misiles nucleares soviéticos oculto en el desierto bosque de Taiga, en Rusia.
Su distante ubicación lo convirtió en el escenario perfecto para el nuevo puerto espacial Vostochny de Rusia.
Fue idea personal del presidente Vladimir Putin construir un nuevo puerto espacial para evitar los posibles riesgos políticos de utilizar el viejo centro de lanzamiento soviético en Baikonur, en Kazajstán.
Pero el camino para disparar el primer cohete en Vostochny no ha sido fácil, y el mes pasado el lanzamiento inicial tuvo que ser pospuesto.
Para llegar aquí desde Moscú hay que volar durante siete horas a la ciudad grande más cercana de Blagoveshchensk y luego otros 90 minutos en helicóptero sobre un vasto paisaje arbolado.
Vostochny es en muchos sentidos ideal: no hay peligro aquí de que un cohete descartado caiga en territorio poblado o extranjero.
Pero el cosmódromo no sólo está lejos de centros políticos y financieros de Rusia, también a cierta distancia de sus plantas y fábricas espaciales. Cada cohete tiene que ser transportado en tren desde Samara, a 6.000 kilometros de distancia.
A diferencia de Baikonur, este puerto espacial es compacto. Incluso cuando se termine de construir otra plataforma de lanzamiento para el cohete portador ruso de clase pesada Angara, el cosmódromo seguirá siendo relativamente pequeño, en parte porque la tecnología moderna es mucho más eficiente que en la era soviética.
La operación de lanzamiento será controlada por ordenador y por una sola persona, muy diferente de la tripulación grande de lanzamiento en Baikonur.
Este avance en la infraestructura, los sistemas digitales y la tecnología son un gran paso para la industria espacial rusa, aunque en lo que se refiere al cohete todavía se basará en una versión modernizada del viejo caballo de batalla espacial, la nave Soyuz.
La nueva familia del cohete portador ruso de clase pesada Angara está aún por venir y necesitará una nueva plataforma de lanzamiento en Vostochny.
El cohete Angara reemplazará a otro veterano espacial soviético, Proton, que es ecológicamente peligroso debido a su combustible tóxico.
Recortes presupuestarios
La idea de un nuevo cosmódromo parecía una buena idea hace una década, pero se ha convertido en un dolor de cabeza presupuestario importante para un gobierno de Rusia en una economía en contracción.
El presupuesto espacial para los siguientes 10 años (desde 2016 hasta 2025) se ha reducido casi a la mitad.
La Agencia Federal Espacial de Rusia pidió 2.850 millones de rublos en su proyecto de presentación 2014, pero ahora sólo recibirá 1.406 millones. Pero, a causa de la caída del rublo, la diferencia en dólares es más dramática.
El proyecto de solicitud inicial en 2014 ascendió a US$57.800 millones. Roscosmos ahora tendrá que conformarse con US$14.000 millones.
Roscosmos paga sus facturas en rublos, por lo que igual no es un desastre. Pero sí muestra lo complicado que se ha hecho la tarea de reformar la infraestructura espacial de Rusia.
La agencia espacial ha tenido que apretarse el cinturón.
Abril
Algunos programas espaciales se han acortado, algunos pospuesto o incluso desechado. Y ahora Vostochny tendrá una plataforma de lanzamiento en lugar de dos para el cohete Angara.
La construcción en el sitio también se ha convertido en el foco de los escándalos financieros que han provocado la apertura de un proceso penal por el Comité de Investigación de Rusia.
Y las cuestiones financieras han afectado el pago de los salarios de los trabajadores, lo que ha provocado huelgas.
En medio de un remolino de dificultades presupuestarias y técnicas, el primer lanzamiento de un cohete, programado para diciembre, tuvo que ser pospuesto.
El nuevo jefe de Roscosmos, Igor Komarov, culpó a problemas técnicos.
El lanzamiento se ha retrasado hasta abril pero los preparativos ya están en marcha. Partes del cohete Soyuz han llegado a Vostochny este mes.
Putin: "Rusia desarrolla un equipo espacial radicalmente nuevo"
Según la idea de los especialistas, será una plataforma independiente de la Estación Espacial Internacional (EEI) para realizar experimentos en condiciones de ingravidez. La independencia del satélite de la EEI permitirá asegurar la pureza del experimento, ya que la vida cotidiana de los astronautas no incidirá en los resultados de las pruebas. En la EEI generalmente hay mucho ruido: funcionan compresores y diferentes dispositivos de limpieza que garantizan una vida normal a sus habitantes. Además, los propios astronautas están obligados a andar horas enteras con botas especiales, para sobrevivir en medio de la ingravidez. Todo esto produce vibraciones, “altera” la ingravidez, que para algunos trabajos debe ser ideal, dijo a La Voz de Rusia el jefe de la cátedra de Física General de la Universidad de Perm, Guennadi Putin:
–Pruebe a beber en un coche en marcha champán o un vaso de agua. El automóvil vibra, gira, frena. Usted se verterá el contenido del vaso sobre sí y sin placer alguno. Precisamente tales sacudidas en la EEI, por los cambios de orientación, “perturban” la ingravidez. Y el satélite en cuestión no estará tripulado, no llevará compresores, ni agua ni aire purificadores, por lo cual la ingravidez allí será mucho mejor.
Se tiene previsto instalar estufas para el cultivo de cristales, explicó el científico. En la Tierra, debido a la gravedad, es imposible crear cristales, que son un componente imprescindible en las computadoras y láseres superpotentes. La calidad de la ingravidez en el satélite será controlada por un dispositivo elaborado en Perm, dice el profesor Putin:
–Se colocará junto a la estufa para los cristales. Si al cabo de un mes sacan de la estufa un cristal no muy bueno, entonces se fijarán en la grabación del dispositivo para ver si no se produjeron sacudidas o ciertas perturbaciones de la gravitación.
El satélite no solo abre grandes posibilidades para los experimentos espaciales, sino que además los abarata. Llevar algo al espacio extraterrestre sale muy caro: treinta mil dólares por kilo de carga. Hasta ahora para cada tarea científica se construía un aparato, lo lanzaban al espacio y después lo hundían. Los gastos resultaban inconmensurables, se lamenta el científico:
–En este caso se trata de lanzar el aparato una vez, engancharlo a la EEI y después desengancharlo por medio año. El aparato volará de forma autónoma y al cabo de medio año se vuelve a acoplar, se recargan los acumuladores, se sacan todos los datos científicos, dispositivos, se colocan nuevos y nuevamente lo dejan en vuelo autónomo. Es muy ventajoso, ya que no se necesita crear un aparato nuevo para cada experimento.
La Universidad de Perm no ha sido escogida por casualidad para participar en la creación del aparato universal para las investigaciones espaciales. Posee una excelente base científica. Hace ya más de treinta años que se realiza investigaciones en hidromecánica y física de los líquidos y gases en estado de ingravidez. La cátedra de Física General tiene licencia para crear aparatos, materiales y tecnologías espaciales.
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Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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