Hace muchos años que un presidente estadounidense no concentra tanto poder como Donald Trump. Su partido domina, además de la rama ejecutiva, ambas cámaras del Congreso y está a punto de extender su control a la Corte Suprema de Justicia.
Por lo que muchos anticipan que el principal bastión de oposición a Trump dentro del aparato estatal puede estar en la Reserva Federal, el banco central estadounidense.
La institución, dirigida por Janet Yellen, es independiente del gobierno. Trump fue muy crítico de la institución durante su campaña presidencial, mientras que la funcionaria ha guardado discreción, buscando proteger la naturaleza no partidista de la Reserva Federal.
Pero con su control de la política monetaria, el banco central podría convertirse en un solitario foco de oposición a las estrategias económicas del nuevo mandatario.
10 días no es nada
También en el área económica, los observadores están atento a las volátiles relaciones entre la Casa Blanca y la dirigencia empresarial del país.
En un lapso extraordinariamente corto, de apenas dos semanas, estas relaciones se han agriado de una manera sustancial con sectores importantes del gran empresariado.
Hace apenas días que Wall Street parecía lista a recibir con alborozo la llegada de la era Trump.
La bolsa de Nueva York alcanzaba niveles récord. Se presagiaban nuevos recortes de impuestos y de regulaciones.
Y una buena relación entre el jefe del gobierno proveniente de los negocios y sus pares, los otros dirigentes empresariales.
Pero los primeros días del gobierno han resultado distinto.
La reacción de la comunidad empresarial ante las restricciones migratorias anunciadas por el gobierno ha abierto una brecha entre la Casa Blanca y los dirigentes de muchas de las mayores firmas.
Talento humano
En particular, Silicon Valley, el núcleo de creatividad y dinamismo de la economía estadounidense, siente que las medidas antiinmigrante cerrarán puertas al talento humano que viene de todas partes hacia Estados Unidos.
Directivos del sector tecnológico, desde Google hasta Amazon, se han unido a las críticas a la orden ejecutiva sobre la inmigración.
"El impacto de la medida migratoria de Trump en las empresas de tecnología fue inmediato", dice el editor de tecnología de la BBC, Dave Lee.
"Uno por uno, las empresas principales en esa parte del mundo se expresaron en contra con un fervor que algunos piensan se había demorado demasiado en llegar".
Y los que no fueron claros en su oposición a la medida, han venido sufriendo consecuencias en sus bolsillos.
Tal vez el ejemplo mas claro de lo anterior fue la reacción de los consumidores contra Uber.
El presidente de la empresa, Travis Talanick, había aceptado ser parte de un consejo de asesores empresariales de Trump, decisión que ya le había granjeado críticas.
Pero estos reproches estallaron el pasado fin de semana, durante las protestas que surgieron en aeropuertos estadounidenses contra las restricciones migratorias. En Nueva York, la asociación local de taxistas había ordenado una huelga de rechazo a la medida de Trump, rehusándose a prestar servicios en los aeropuertos de la ciudad.
Pero Uber respondió ofreciendo el servicio de transporte a los aeropuertos a precios reducidos, en una medida que fue interpretada por muchos como un sabotaje a la huelga.
Ante lo cual, en días siguientes cerca de 200.000 usuarios de Uber emprendieron un boicot de la firma, borrando la aplicación de sus teléfonos móviles, según informó The New York Times.
Talanick recapacitó y en el transcurso de la semana, aclaró que Uber no apoyaba las medidas migratorias y renunció al panel de asesores del presidente, indicando que su participación en esa entidad había sido malinterpretado como una demostración de apoyo a Trump.
Empresarios divididos
Los titanes empresariales de Silicon Valley pueden ser enemigos peligrosos para tener, si es que se confirma su paso a la oposición a Trump, más allá de sus reproches a la política migratoria.
Pero en cualquier caso, resulta probable que grandes sectores del empresariado privado estadounidense seguirán alineados con el jefe de Estado.
Resulta difícil imaginar a muchos grandes contratistas del sector defensa entrando en oposición frontal contra el gobierno que es la fuente crucial de sus negocios.
Otros temerán las ofensivas de Twitter que Trump ha desencadenado contra algunos empresarios que de un modo u otro lo molestan.
Y, del otro lado de la moneda, con Trump tomando un papel personalizado e informal en el manejo de la economía, está la esperanza, por parte de muchos empresarios, de obtener incentivos como rebajas de impuestos para los que se alíen firmemente con el magnate en la Casa Blanca.
En ese sentido, puede resultar más poderosa la oposición que se origine en el Banco Central, si éste no se pliega a la estrategia económica del mandatario.
Trump ha basado su legitimidad política en dos promesas: la de ofrecer seguridad frente al terrorismo y devolverle los empleos a los estadounidenses de clase trabajadora.
Para el segundo objetivo, Trump necesita de la Reserva Federal. El mandatario ha dicho que parte de su plan de generación de empleo radica en un ambicioso programa de obras públicas.
Esto, combinado con el anunciado aumento en el gasto militar y la reducción de impuestos que propone, hace casi inevitable un aumento del déficit fiscal.
Y eso, aseguran expertos, empezará a causar un aumento en la inflación más temprano que tarde.
La última palabra
Si el banco central decide que ese aumento de inflación es peligroso para la estabilidad de la economía y eleva las tasas de interés, como puede hacerlo en cualquier momento, podría frenar en seco el auge empresarial que promete Trump a sus seguidores.
Tal vez esto ayude a explicar la agresividad verbal que ha demostrado el mandatario contra la gerente del banco central, Janet Yellen.
Trump tiene por táctica "ablandar" a sus adversarios reales y potenciales con fuertes ataques en sus discursos y comentarios en redes sociales.
Tal vez el tiempo que dedicó a criticar a Yellen es una medida de la importancia que el presidente sabe que esta funcionaria tiene para dejarlo cumplir sus promesas de grandeza.
Trump prometió que la llegada de un empresario a la Casa Blanca cambiaría todas las relaciones de poder en Washington.
Si al final es la élite económica la que encabeza la oposición contra él, se habrá cumplido su vaticinio, pero de una manera muy distinta a la que él esperaba.
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Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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