Nos vamos de viaje por algunas de las maravillas de la geografía sudamericana. ¡Te quedarás sin palabras!
Salar de Uyuni, Bolivia
Lo difícil de decidir con esta maravilla natural en Bolivia es cuándo visitarlo. No es lo mismo en época de lluvias que en época seca: mientras en la primera se forma un espejo perfecto en el que se refleja el cielo y el horizonte se confunde; en la época seca, admiramos un espacio de infinito blanco propicio para el juego de perspectivas. Es el mayor desierto de sal continuo y alto del mundo. Y en él no solo se puede extraer sal, también litio, el mineral del futuro, aunque en un proceso complicado. Desde la población de Uyuni salen tours para visitar toda la zona, que incluye la Laguna Colorada o el Desierto Siloli y Árbol de Piedra, verdaderas maravillas naturales.
Foto: José Alejandro Adamuz
Cataratas del Iguazú
“El asombroso espectáculo de un océano cayendo a raudales en un abismo es casi escalofriante”, así describió el espectáculo de las Cataratas del Iguazú, el botánico suizo Robert Chodat. Su topónimo, que proviene del guaraní, se refiere precisamente a estas dimensiones gigantescas: Iguazú significa “Agua Grande”. Se encuentra entre la provincia argentina de Misiones y el estado brasileño de Paraná, y sus saltos fueron elegidos como una de las “Siete maravillas naturales del mundo”.
Foto: Gtres
Desierto de Atacama, Chile
Un paisaje que parece salido de Marte. El desierto de Atacama, en el norte de Chile, es el desierto no-polar más árido de la Tierra. Es un espacio geográfico delimitado por un lado por el Pacíficio y por el otro por los Andes. Es una zona rica en minería; pero que atrae al turismo mundial por los paisajes, por cierto misticismo relacionado con las culturas ancestrales que lo habitaron, y, también, por el cielo: es el mejor sitio del planeta para observar el firmamento. Es la meca del turismo astronómico y lugar de ubicación de algunos de los complejos astronómicos más importantes del mundo.
Foto: Gtres
Monte Fitz Roy, Patagonia
Un monte que es uno de los símbolos de la Patagonia. Alcanza los 3.405 metros de altitud y está ubicado en el oriente del campo de hielo Patagónico Sur, en el límite entre la Argentina y Chile. Muchos montañeros salen de la población cercana de El Chaltén, provincia de Santa Cruz, Argentina, para alcanzar su cumbre siguiendo una de las caminatas más bellas del mundo. Desde el lado chileno, se alcanza partiendo de Villa O'Higgins. La senda es exigente a nivel físico; pero cuando se alcanza la cumbre, la maravilla de ver sus aristas rozando el cielo, junto al lago, sirve de pago a todo esfuerzo.
Foto: Gtres
Peñón de Guatape, Colombia
Cerca de la ciudad de Medellín, Colombia, se encuentra uno de los paisajes más extraños de América del Sur. Algunos dicen que forma parte de un meteorito; pero lo cierto es que se trata de una formación geológica muy singular. Una especie de piedra; pero gigante. Conforme se llega al pueblo de Guatape, se puede observar en el horizonte una protuberancia que sale de la tierra. Es la Piedra del Peñol, una roca gigantesca con más de 200 metros de altura que escaló por primera vez un lugareño, el señor Luis Eduardo Villegas López. Para alcanzar el mirador sobre el monolito formado por cuarzo, feldespato y mica hay que ascender cerca de 700 escalones. Las vistas lo valen, porque se puede ver el embalse de Guatape. a vuelo
Foto: José Alejandro Adamuz
Isla de Pascua, Chile
Uno de los lugares más bellos de América del Sur, y uno de los más misteriosos del planeta. En medio del Pacífico, a unos 3.700 km de la costa de Chile, se encuentra la isla de Pascua, que sigue despertando la fascinación por sus moais. El paisaje es espectacular y, a criterio de Jacques Cousteau, tiene uno de los mejores mares para bucear por su alta visibilidad. Ver un atardecer en Hanga Roa, con el Ahu Tahai, uno de los grupos de moais mejor conservados de la isla, como escenario sigue siendo uno de los espectáculos que todos deberíamos disfrutar al menos una vez en la vida.
Foto: Gtres
Huaraz, Perú
Este es el lugar de los grandes nevados de la Cordillera Blanca, en Perú, que forma parte de los Andes. Se extiende a lo largo de 200 km en dirección nordeste: todo un espectáculo de seismiles, glaciares, páramos, lagos y lagunas. Si lo tuyo es el senderismo y el montañismo, Huaraz es el centro. El Parque Nacional Huascarán, Reserva de Biosfera, es famoso por el gran macizo nevado que le da nombre. Algunos lugares asombrosos que se encuentran en la zona son: la laguna de Chinaconcha, la Laguna 69 (en la imagen), el Glaciar Pastoruri, el Alpamayo. Y no solo naturaleza, también la ruina de una civilización misteriosa: Chavín de Huántar, una de las ruinas preincaicas más importantes de Perú.
Foto: Gtres
Islas Galápagos, Ecuador
Las Islas Galápagos forman un archipiélago de origen volcánico perteneciente a Ecuador. Está declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1978. Se trata de un mundo en sí mismo, conocido por la gran variedad de especies endémicas que estudió Charles Darwin. De hecho, la figura del viajero y naturalista está estrechamente relacionada con las Islas Galápagos. Es tal la riqueza de fauna y flora que son conocidas como “Las Islas Encantadas”. Toda visita se centra de forma imprescindible en tres islas principales: Isabela, Santa Cruz, Fernandina. El turismo vive en un complicado equilibrio con la conservación del hábitat de sus especies. El Aeropuerto Seymur de Baltra, a corta distancia de Santa Cruz, es el primero ecológico y sostenible del mundo.
Foto: Gtres
Machu Picchu, Cusco Perú.
Uno de los lugares más mágicos del planeta. El atractivo de alcanzar la antigua ciudad de Machu Picchu, en el promontorio rocoso que une los cerros de Machu Picchu y Huayna Picchu, concentra a miles de viajeros que llegan a Perú atraídos por los misterios de esta maravilla, tanto arquitectónica como de ingeniería de los incas. Es Patrimonio de la Humanidad y una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno. Alcanzar la entrada de la antigua ciudad siguiendo el Camino del Inca es una experiencia única en la vida.
Foto: Gtres
Río Amazonas, a su paso por Iquitos
Uno de los ríos míticos del planeta. Su cuenca hidrográfica corresponde a cerca de una quinta parte del agua dulce líquida del planeta. Se trata de un universo maravilloso de fauna y flora. Es el río más largo del mundo, con 7.062 km de longitud desde su nacimiento hasta la desembocadura. Nace en Perú, atraviesa Colombia y desemboca en Brasil. A él llegan más de 1.000 ríos tributarios, algo que lo convierte en el río más caudaloso del mundo (contiene más agua que el Nilo, el Yangtsé y el Misisipi juntos). Su conservación es esencial para el planeta.
Foto: Gtres
Chimborazo, Ecuador
El Volcán Chimborazo está en Ecuador y es el “el punto más cercano al Sol”. No es que el Everest se haya encogido, sino que es un efecto debido a que el diámetro terrestre en la latitud ecuatorial es mayor que en la latitud del Everest. Así que, medido desde el centro de la tierra, es el punto más lejano del planeta al que puedes llegar sin volar.
Foto: Gtres
Glaciar Perito Moreno, Argentina
Una maravilla heladora. Y nunca mejor dicho… El Glaciar Perito Moreno tal vez no sea el más bello del mundo; pero sí lo es lo suficiente, y, además, eso sí es seguro, se trata del glaciar con más fácil acceso de todo el planeta. Basta descender unas escaleras y sus pasarelas para encontrarse directamente con la gran masa de hielo que procede del campo de hielo Patagónico Sur. Se ubica frente a la península de Magallanes, a unos 80 km de la población de El Calafate, Argentina. Alcanza el lago con una altura de 60 metros de media y con sorprendentes azules de un hielo muy antiguo. Sólo puede haber algo que mejore su contemplación: coincidir con el fenómeno de la ruptura, que ocurre cada cuatro o cinco años.
Foto: José Alejandro Adamuz
Lençóis Maranhenses, Brasil
¿Puede estar un desierto inundado? Sí, si se trata del Parque Nacional de los Lençois Maranhenses, en Brasil, en la región nordeste del estado de Maranhão. Su belleza es de las que dejan sin palabras. Más en la época húmeda. Entonces es cuando se forman centenares de lagunas de todos los tamaños de color azulado o verdoso, cercadas por dunas de arena blanca. Aparecen y se desaparecen de forma cíclica cada año constituyendo un espectáculo de una belleza asombrosa.
Foto: Gtres
Los Roques, Venezuela
Un pequeño tesoro en forma de islas. Si piensas en un paraíso perfecto del mar Caribe, es esto: Los Roques, aguas turquesas y tranquilas, playas de arena blanca y fina, corales, sol. Se trata de un archipiélago de Venezuela, en el Mar Caribe, a 168 Km al norte de La Guaira. Su singularidad y belleza se debe en parte por la formación geológica pues poseen una estructura de atolón, más propia del Pacífico que del Mar Caribe.
Foto: Gtres
Desierto de Tatacoa, Colombia
Si cierras los ojos y te trasladan a este lugar, al abrirlos te parecerá imposible seguir en la tierra. En el departamento del Huila, Colombia, se encuentra una de las zonas áridas más espectaculares del mundo. El lugar constituye un horizonte de ocre y gris que parece un laberinto natural. Cuando Jiménez de Quesada llegó aquí, le pareció alcanzar un espacio deteriorado y por ello lo bautizó como Valle de las Tristezas. No le faltó razón, los científicos, más recientemente, revelaron que en el lugar una vez existió un jardín poblado de vegetación durante el Periodo Terciario. Solo las estrellas guardan el recuerdo de aquellos siglos pasados; pero el viajero puede mirar al cielo preguntándoles, porque se trata de una estupenda zona para la observación celeste.
Foto: Gtres
Ilha Grande, Brasil
Un auténtico paraíso de Brasil al que se llega por mar. Esta isla situada frente a la costa de Río de Janeiro forma parte del municipio de Angra dos Reis. Por sus paisajes y aunque no esté bañado por el Mar Caribe, a esta zona se la conoce como Caribe Brasilero. Antiguamente hubo un penal famoso; hoy llegan viajeros atraídos por sus fantásticas playas, rutas de senderismo; pero sobre todo, atraídos por la calma de un lugar al que no llegan automóviles.
Foto: Gtres
Laguna Colorada, Bolivia
Podría ser que el agua de esta laguna sea de un color tan especial porque a los miles de flamenco andinos que acuden allí a criar se les destiñe las plumas. Pero no, no se trata de eso. La explicación tiene más que ver con los sedimentos de un tipo de alga que hay en las agua de esta laguna de tipo alto andina-salina que se encuentra en la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Abaroa, Bolivia, en el altiplano potosino.
Foto: Gtres
Roraima, la Gran Sabana
El monte Roraima es una de las formaciones geológicas más antiguas de la tierra. Forma parte de la cadena de mesetas tepuyes (montañas tabulares) de la sierra de Pacaraima. Hasta su cumbre llegó Carl, el protagonista de la película Up, en su casa voladora. La cumbre es una meseta rodeada de paredes completamente verticales de las que suelen caer abundantes cascadas, lo cual dificulta algo su ascenso. Se da la particularidad que hay un punto denominado la triple frontera, compartida por Venezuela, Guyana y Brasil. Llegar arriba es encontrarse con un paisaje de otro tiempo; no obstante, Arthur Conan Doyle se inspiró en las descripciones de este lugar que hicieron las expediciones de la época para ambientar su novela El mundo perdido.
Foto: José Alejandro Adamuz
Torres del Paine
El Parque Nacional Torres del Paine es uno de los más importantes de Chile y símbolo de la Patagonia chilena. Los circuitos O y W en Torres del Paine son uno de los más bellos en el mundo del senderismo, ya que presentan una gran variedad de entornos naturales que suman montañas, ríos, valles, lagos y glaciares. A esta belleza que parece sacada de otro mundo, o de otra época, se accede desde la población de Puerto Natales. Su acceso se puede realizar durante todo el año; pero en temporada baja, de mayo a septiembre, con la llega del invierno, cierran las instalaciones para acampar y algunas zonas del circuito O se convierten en muy exigentes para la práctica del senderismo.
Foto: José Alejandro Adamuz
Lago Titicaca
Uno de los lugares más bellos y misteriosos de América del Sur. El lago Titicaca, en el altiplano andino, entre Bolivia y Perú, es el lugar del origen del imperio Inca; al menos, para el Inca Garcilaso de la Vega, que así lo describe. Todavía en las tradiciones orales se considera la isla del Sol, en la parte boliviana del lago, como el lugar del que los legendarios Manco Capac y Mama Ocllo partieron para fundar el Tahuantinsuyo, nombre que recibió el territorio de los inca. Navegar el lago y visitar algunas de sus islas sigue siendo todavía un viaje al pasado y un escenario de una belleza impresionante. Un imprescindible: ver las puestas de sol.
Foto: Gtres
Nos vamos de viaje por algunas de las maravillas de la geografía sudamericana. ¡Te quedarás sin palabras!
América del Sur fue estudiada, medida y mostrada por dos de los más grandes viajeros de todos los tiempos: Alexander Humboldt y Charles Darwin. Si el primero recorrió Latinoamérica durante tres años, el segundo pasó por las costas de Brasil, Argentina, Chile y las Islas Galápagos en su recorrido de vuelta al mundo con el Beagle. Los dos observaron algunos de los paisajes más asombrosos de América del Sur.
“La naturaleza es el espacio de la libertad”, diría tiempo después Humboldt en su obra Cosmos. En la cima del Chimborazo, en Ecuador, el techo del mundo por entonces, exhausto por el esfuerzo y casi congelado por no llevar ropa adecuada, pudo observar la naturaleza desde el punto más distante posible del planeta: alcanzó los 5.400 metros de altitud, apenas 300 metros de la cima según sus cálculos (en realidad, hoy sabemos que mide 6.263 metros sobre el nivel del mar). Era junio de 1802 y su viaje había empezado tres años antes. Darwin llegó a América del Sur unas décadas más tarde que Humboldt. En una nota tomada durante una de sus expediciones a los Andes describió así el sentimiento que le causaba contemplar la naturaleza: “Me siento feliz de estar solo; experimento lo que se siente cuando se presencia una tempestad tremenda o cuando se oye un coro del Mesías ejecutado por una gran orquesta”.
Basta un recorrido por algunos de los paisajes más asombrosos de América del Sur para soñar, para imaginar horizontes, para vernos en el encuadre como en una postal, para sentir que algún secreto está apunto de desvelarse. Basta admirar algunos de estos paisajes para sentir aquella libertad de espíritu que describieron Humboldt y Darwin.
Ambos se maravillaron con el espectáculo de los paisajes que les brindó la naturaleza. Hoy, a pesar de que el mapa ya no guarda espacios vacíos como en su época, seguimos teniendo la oportunidad de disfrutar de algunos escenarios sublimes. Solo hace falta la voluntad de conservarlos con admiración tal como hicieron ellos. Como dijo Humboldt, la naturaleza ejerce un poder positivo en todas aquellas almas que se sienten agitadas y preocupadas. Así pues, vale la pena el esfuerzo, ¿verdad?
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