https://es.wikipedia.org/wiki/Dugong_dugon
Estos herbívoros de movimientos lentos están repuntando en Australia gracias a la abundancia de algas. Jueves, 1 Junio
Un dugongo se alimenta de algas en Vanuatu. La especie se está recuperando en sus hábitats en Australia.
Últimamente resulta extraño escuchar buenas noticias sobre la Gran Barrera de coral australiana, que corre más peligro que nunca debido al calentamiento global. Sin embargo, unos de los animales más grandes que viven en ella están sobreviviendo contra todo pronóstico.
La población de dugongos —parientes de los manatíes— ha resurgido en toda la región meridional del arrecife de coral, según los últimos resultados de las prospecciones aéreas llevadas a cabo en noviembre de 2016.
Es más, estos corpulentos mamíferos marinos parecen estar viviendo una explosión de natalidad. De los 5.500 animales que se han contado, el 10 por ciento eran crías según el informe de la autoridad del Parque Marino de la Gran Barrera de Coral.
En el último estudio, en 2011, no se había encontrado ninguna cría tras un poderoso ciclón que arrancó las algas, la comida favorita de los herbívoros.
Desde entonces, los pastos marinos han vuelto a crecer y han recubierto las costas, una recuperación igual a la de los dugongos. Las hembras necesitan una gran cantidad de estas nutritivas plantas para poder tener a sus bebés.
Son «noticias excelentes para esta especie, que estaba clasificada como vulnerable a la extinción en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza», según informó en un email la coautora Susan Sobtzick, ecóloga de costas y estuarios en la Universidad James Cook.
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Históricamente, estos animales de movimiento lento eran objetivos fáciles para los cazadores, pero sus mayores amenazas en la actualidad son el desarrollo humano en la costa y la pérdida de los pastos marinos, así como los riesgos de quedarse atrapadas en las redes de pesca y las redes para tiburones, que protegen algunas de las playas de Australia en las que está permitido el baño.
Nueve meses después de que el ciclón Yasi arrasara la zona en 2011, «la proporción estimada de la población de dugongos era la más baja registrada desde el inicio de los estudios en 1986», afirma Sobtzick. Los científicos encontraron menos de 600 ejemplares, 187 de los cuales yacían varados en las costas, al borde de la muerte o sin vida.
Las extensas inundaciones provocadas por Yasi empujaron sedimentos hacia el océano, lo que probablemente acabó con las algas.
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La población de dugongos —parientes de los manatíes— ha resurgido en toda la región meridional del arrecife de coral, según los últimos resultados de las prospecciones aéreas llevadas a cabo en noviembre de 2016.
Es más, estos corpulentos mamíferos marinos parecen estar viviendo una explosión de natalidad. De los 5.500 animales que se han contado, el 10 por ciento eran crías según el informe de la autoridad del Parque Marino de la Gran Barrera de Coral.
En el último estudio, en 2011, no se había encontrado ninguna cría tras un poderoso ciclón que arrancó las algas, la comida favorita de los herbívoros.
Desde entonces, los pastos marinos han vuelto a crecer y han recubierto las costas, una recuperación igual a la de los dugongos. Las hembras necesitan una gran cantidad de estas nutritivas plantas para poder tener a sus bebés.
Son «noticias excelentes para esta especie, que estaba clasificada como vulnerable a la extinción en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza», según informó en un email la coautora Susan Sobtzick, ecóloga de costas y estuarios en la Universidad James Cook.
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Tormentas mortales para las algas
El dugongo, una de las cuatro especies de vacas marinas del orden Sirenia, viven en aguas poco profundas en el Indo-Pacífico. La mayor población del planeta reside en el norte de Australia, desde la bahía Shark, al oeste, hasta la bahía Morton, al este.Históricamente, estos animales de movimiento lento eran objetivos fáciles para los cazadores, pero sus mayores amenazas en la actualidad son el desarrollo humano en la costa y la pérdida de los pastos marinos, así como los riesgos de quedarse atrapadas en las redes de pesca y las redes para tiburones, que protegen algunas de las playas de Australia en las que está permitido el baño.
Nueve meses después de que el ciclón Yasi arrasara la zona en 2011, «la proporción estimada de la población de dugongos era la más baja registrada desde el inicio de los estudios en 1986», afirma Sobtzick. Los científicos encontraron menos de 600 ejemplares, 187 de los cuales yacían varados en las costas, al borde de la muerte o sin vida.
Las extensas inundaciones provocadas por Yasi empujaron sedimentos hacia el océano, lo que probablemente acabó con las algas.
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Janet Lanyon, experta en dugongos en la Universidad de Queensland que no participó en el último informe, añade que «las algas son bajas en nutrientes y energía, y los dugongos necesitan comer muchas para mantener su condición física».
«El futuro no será positivo para los dugongos si seguimos registrando estas lluvias tan fuertes y estas inundaciones costeras», afirma Lanyon. «Si el cambio climático tiene como resultado fenómenos meteorológicos cada vez más graves, sin duda las poblaciones de dugongos sufrirán sus consecuencias».
Se desconoce si la rápida elevación de la temperatura del mar —que ha provocado el blanqueamiento y la muerte de enormes franjas de corales en la Gran Barrera— tiene un efecto dañino sobre los dugongos, según informan los expertos.
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Sin embargo, también instó a celebrarlo con prudencia.
«La población de dugongos registrada es solo entre un 3 y un 5 por ciento de los recuentos históricos», explica Mahto, que no ha participado en el último informe.
El desarrollo humano ha tenido un gran impacto sobre los dugongos en el sur de Queensland. Por ejemplo, las redes a prueba de tiburones instaladas en torno a las playas han hecho que muchos dugongos se queden atrapados en ellas y que terminen ahogándose, dice Mahto.
«Debido a que los dugongos tienen un ritmo de recuperación lento —no producen muchas crías— parte del aumento en la población meridional podría deberse a la migración desde las zonas del norte», añade la activista.
«Así que no creo que los resultados signifiquen que la población de dugongos se haya multiplicado en la zona sur, sino que ha aumentado en comparación a una época previa de estudios con resultados desastrosos».
Los autores del informe están de acuerdo en que las poblaciones de dugongo cambian a medida que los animales migran en busca de algas más abundantes, pero esto también significa que la recuperación de las plantas ha provocado el aumento de los ejemplares.
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«El futuro no será positivo para los dugongos si seguimos registrando estas lluvias tan fuertes y estas inundaciones costeras», afirma Lanyon. «Si el cambio climático tiene como resultado fenómenos meteorológicos cada vez más graves, sin duda las poblaciones de dugongos sufrirán sus consecuencias».
Se desconoce si la rápida elevación de la temperatura del mar —que ha provocado el blanqueamiento y la muerte de enormes franjas de corales en la Gran Barrera— tiene un efecto dañino sobre los dugongos, según informan los expertos.
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Un dato celebrado con precaución
El repunte de crías de dugongo es un «gran acontecimiento que celebrar», dice Tooni Mahto, una de las principales activistas en la organización sin ánimo de lucro Australian Marine Conservation Society, en Brisbane.Sin embargo, también instó a celebrarlo con prudencia.
«La población de dugongos registrada es solo entre un 3 y un 5 por ciento de los recuentos históricos», explica Mahto, que no ha participado en el último informe.
El desarrollo humano ha tenido un gran impacto sobre los dugongos en el sur de Queensland. Por ejemplo, las redes a prueba de tiburones instaladas en torno a las playas han hecho que muchos dugongos se queden atrapados en ellas y que terminen ahogándose, dice Mahto.
«Debido a que los dugongos tienen un ritmo de recuperación lento —no producen muchas crías— parte del aumento en la población meridional podría deberse a la migración desde las zonas del norte», añade la activista.
«Así que no creo que los resultados signifiquen que la población de dugongos se haya multiplicado en la zona sur, sino que ha aumentado en comparación a una época previa de estudios con resultados desastrosos».
Los autores del informe están de acuerdo en que las poblaciones de dugongo cambian a medida que los animales migran en busca de algas más abundantes, pero esto también significa que la recuperación de las plantas ha provocado el aumento de los ejemplares.
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Dugongo
Domingo, 5 September
5 de septiembre de 2010
Este enorme animal marino vegetariano se encuentra en aguas costeras cálidas desde África Oriental hasta Australia, entre ellas las del Mar Rojo, el Océano Índico y el Pacífico.
Está emparentado con el manatí y se parece a él, tanto en aspecto físico como en comportamiento, con la diferencia de que la cola del dugongo tiene forma de aleta, como la de la ballena. Ambos animales guardan parentesco con el elefante, aunque éste no se parece en absoluto a ellos, ni en aspecto físico ni en comportamiento.
El dugongo pasa día y noche pastando hierbas subacuáticas, hozando entre ellas con su hocico lleno de cerdas sensibles y masticándolas con sus duros labios.
Este mamífero puede permanecer bajo el agua durante seis minutos antes de salir a respirar a la superficie. En ocasiones respira «poniéndose de pie» sobre su cola y asomando la cabeza por encima del agua.
Los dugongos pasan la mayor parte del tiempo solos o en parejas, aunque a veces se reúnen en grandes manadas de un centenar de animales.
Las hembras paren una cría tras un embarazo de un año y ayudan al recién nacido a alcanzar la superficie y dar su primera bocanada de aire. El joven dugongo permanece junto a su madre durante unos 18 meses, montándose a veces sobre su ancho lomo.
Estos animales melancólicos son presa fácil para los cazadores costeros y han sido perseguidos durante mucho tiempo por su carne, su grasa, su piel, sus huesos y sus dientes. En la actualidad, el dugongo está protegido en todo su territorio, pero su población continúa en un estado delicado.
Se cree que los dugongos sirvieron de inspiración para las antiguas leyendas marineras sobre sirenas y nereidas.
Este enorme animal marino vegetariano se encuentra en aguas costeras cálidas desde África Oriental hasta Australia, entre ellas las del Mar Rojo, el Océano Índico y el Pacífico.
Está emparentado con el manatí y se parece a él, tanto en aspecto físico como en comportamiento, con la diferencia de que la cola del dugongo tiene forma de aleta, como la de la ballena. Ambos animales guardan parentesco con el elefante, aunque éste no se parece en absoluto a ellos, ni en aspecto físico ni en comportamiento.
El dugongo pasa día y noche pastando hierbas subacuáticas, hozando entre ellas con su hocico lleno de cerdas sensibles y masticándolas con sus duros labios.
Este mamífero puede permanecer bajo el agua durante seis minutos antes de salir a respirar a la superficie. En ocasiones respira «poniéndose de pie» sobre su cola y asomando la cabeza por encima del agua.
Los dugongos pasan la mayor parte del tiempo solos o en parejas, aunque a veces se reúnen en grandes manadas de un centenar de animales.
Las hembras paren una cría tras un embarazo de un año y ayudan al recién nacido a alcanzar la superficie y dar su primera bocanada de aire. El joven dugongo permanece junto a su madre durante unos 18 meses, montándose a veces sobre su ancho lomo.
Estos animales melancólicos son presa fácil para los cazadores costeros y han sido perseguidos durante mucho tiempo por su carne, su grasa, su piel, sus huesos y sus dientes. En la actualidad, el dugongo está protegido en todo su territorio, pero su población continúa en un estado delicado.
Se cree que los dugongos sirvieron de inspiración para las antiguas leyendas marineras sobre sirenas y nereidas.
National Geographic
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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