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Ocurrió el 10 de octubre de 1465, día de la muy esperada boda del Rey Alfonso II de Nápoles.
El monarca desposaría a la sofisticada Ippolita María Sforza, miembro de la nobleza de Milán.
Justo cuando la novia hizo su entrada a la ciudad, la multitud quedó sin aliento. Era una imagen impactante.
Sin embargo, no era ella quien los había dejado boquiabiertos. Los asistentes tenían los ojos clavados en el cielo.
Aun cuando era mediodía, el sol tenía una tonalidad azul oscuro. La ciudad estaba sumergida en una escalofriante oscuridad.
En seguida comenzaron a circular rumores. ¿Se trataba de un eclipse? ¿Ocurría algo con el clima?
Lluvia y frío
En la región habían tenido un otoño lluvioso y algunos señalaron que habían visto una niebla húmeda levantarse hasta el cielo.
En los meses que siguieron, el clima en Europa se tornó más caótico.
En Alemania llovió tanto que los cadáveres comenzaron a flotar en la superficie de los cementerios.
En Thorn, un pueblo de Polonia, sus habitantes tuvieron que desplazarse en bote.
Cuatro años más tarde, Europa fue azotada por una suerte de era del hielo en miniatura.
Los peces se congelaron en los pozos. Los árboles no florecieron y la hierba no creció.
A miles de kilómetros de allí, en el trópico, un gigantesco volcán estaba haciendo historia geológica.
Una gigantesca erupción
Fue una erupción tan grande, que produjo una nube de cenizas que envolvió la Tierra, provocando una de las décadas más frías en muchos siglos.
La explosión volcánica pudo haberse escuchado en un radio de 2.000 km, creando un tsunami que devastó regiones a miles de kilómetros de distancia.
Comparando escalas, esta erupción superó a la del Tambora en 1815, que liberó una descarga de energía equivalente a 2,2 millones de bombas atómicas, y mató a al menos 70.000 personas.
Rastros de esa erupción fueron descubiertos desde Antártica hasta Groenlandia.
El problema con esta explosión es que los científicos no podían encontrar al volcán que la produjo.
Se busca
La gran erupción evaporó vastas cantidades de roca rica en sulfuro, que descendió eventualmente en los polos, en forma de ácido sulfúrico.
Este elemento quedó atrapado en el hielo, formando un registro natural de esta actividad geológica preservada en el tiempo.
No existe otro evento capaz de hacer algo así, salvo el impacto de un asteroide.
La evidencia era clara, pero los científicos no sabían nada más.
En la década de los 50, unos arqueólogos que visitaban Tongoa, una isla en el Pacífico Sur, escucharon historias sobre un antiguo desplazamiento de tierra, relacionado con una isla cercana llamada Epi.
Era conocida como isla Kuwae y en el centro había un volcán gigante.
Un día, después de una serie de fuertes terremotos, una erupción gigante partió la isla en dos.
Muchas personas lograron escapar en bote, pero la mayoría de los que quedaron murieron.
Al día de hoy, todo lo que queda del volcán es un cráter de casi un kilómetro de profundidad, oculto bajo el océano -la caldera Kuwae- y una gruesa capa de cenizas en Epi y Tongoa, generadas por una corriente de gas sobrecalentado y rocas disparadas sobre las islas a cientos de kilómetros por hora.
Los científicos no supieron sobre la erupción del siglo XV hasta la década de 1980, cuando descubrieron un pico de acidez en una muestra de hielo polar.
Las primeras estimaciones que se hicieron sobre la fecha de la erupción se basaron en referencias dadas por jefes de las tribus locales, que la situaron entre 1540 y 1654.
Pronto comenzaron a surgir otras evidencias.
Cambio climático
En 1983, el doctor Kevin Pang, científico del laboratorio de Jet a Propulsión de la NASA, evaluó la información disponible.
El efecto de las erupciones para atenuar los cambios de temperatura puede ser tan poderoso, que algunos han sugerido 'volcanes artificiales' como un medio para combatir el cambio climático.
Por ello, Pang pensó que, al buscar un período de enfriamiento global, podría descubrir exactamente cuándo estalló Kuwae.
Luego de consultar muchos registros, Pang concluyó que la erupción se produjo en 1453, mucho antes de la boda de Alfonso, pero justo cuando ocurrieron otros eventos que hicieron de este periodo un año particularmente letal.
En Suecia, las cosechas fracasaron y los almacenes de granos quedaron vacíos.
A lo largo de Europa, los árboles dejaron de crecer. En China, decenas de miles se congelaron hasta morir.
En el otro lado del mundo, los aztecas enfrentaban la hambruna más grande que se haya vivido en la prehistoria.
Pang estaba tan seguro de su investigación, que incluso sugirió la fecha exacta de la erupción: 22 de mayo, lo que también coincidió con una feroz batalla en la ciudad de Constantinopla, que habría quedado interrumpida por el evento.
El momento clave de la investigación de produjo cuando un equipo de geólogos franceses visitó la isla.
El tamaño importa
Teniendo en cuenta el tamaño del cráter, los franceses estimaron que la erupción de Kuwae liberó enormes cantidades de magma, suficientes para llenar el edificio Empire State 37 millones de veces, y disparó escombros hasta 48 kilómetros de altura.
Más que suficiente para provocar un impacto global en el clima.
Como un elemento crucial, el radiocarbono de los árboles que perecieron durante la erupción ayudó a fijar como fecha entre 1420 y 1430.
Aunque esto no coincide exactamente con los rastros encontrados en los núcleos de hielo, se consideró lo suficientemente cerca.
Los científicos comenzaron a referirse a la erupción del siglo XV como el "evento Kuwae".
Sin embargo, esta certeza fue desafiada en poco tiempo.
Casi una década después que el equipo francés estudiara la erupción, otro grupo de científicos regresó al cráter.
Liderado por Karoly Nemeth, un científico ambiental de la Universidad de Massey, en Nueva Zelanda, el equipo buscó señales de una erupción explosiva capaz de alterar el clima global, pero no encontró ninguna.
Las erupciones que son realmente gigantescas producen columnas de al menos 25 km de altura, por lo que pueden inyectar sulfuro directamente sobre la atmósfera y esparcir escombros sobre una amplia zona.
Sin embargo, las evidencias encontradas señalan que se trató de un volcán pequeño, de menos de 1.000 metros de altura.
Nemeth concluyó que, en vez de reventar en un estallido masivo, el volcán hizo varias erupciones.
La comunidad científica no le prestó atención.
Sorpresa ártica
Tiempo después, en 2012, un bloque de hielo trajo una sorpresa de Antártica.
Un equipo de científicos evaluó minuciosamente una muestra, para determinar con precisión toda actividad volcánica importante en los últimos 2.000 años.
Descubrieron que el pico registrado en el siglo XV no fue originado por una sola erupción, sino por dos.
Además, establecieron que la fecha de la primera fue en 1458, mucho después de la erupción en Kuwae.
Pero ¿cómo pudieron equivocarse tanto los otros científicos?
Al parecer, todo tiene que ver con la forma en que fueron evaluadas las primeras muestras de hielo y con que no se pueden establecer fechas con precisión.
Para estimar cuándo ocurrió un evento -como la "erupción desconocida"- los registros congelados son comparados con información histórica, como la registrada durante el caos climático de 1453.
Al final, la única evidencia existente es circunstancial.
Cuando le evidencia de la "erupción desconocida" fue descubierta en los bloques de hielo, la gente esperaba encontrar el sitio, de modo que cuando la erupción fue confirmada en Kuwae, los que buscaban por una ubicación simplemente unieron los puntos.
No obstante, si la erupción no ocurrió en Kuwae, ¿dónde fue?
Sin respuestas
Para que se registre un verdadero impacto global, lo más probable es que la erupción se haya dado en el trópico.
Esto se debe a que sobre esta zona el aire puede halar la nube volcánica más alto en la atmósfera y puede mantenerse ahí por muchos años.
De esta forma, los escombros pueden cubrir una zona más grande, dado que los vientos altos tienden a llevar el aire del ecuador hacia los polos.
"Si miras en el mapa, se trata de un área enorme, con cientos de volcanes", dice Nemeth. Otros han sugerido mirar a los arcos de islas, incluidas áreas remotas de Indonesia, Polinesia y Micronesia.
Tambora (responsable de una erupción similar) medía unos 4.300 metros de altura antes hacer erupción, así que probablemente el o los volcanes responsables tendrían que haber sido grandes.
Por obvias razones, es probable que los culpables se hayan desvanecido bajo el agua.
El misterio de la erupción del siglo XV se mantiene.
Lee la historia original en inglés en BBC FutureContenido relacionado
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