Hans-Adam II von und zu Liechtenstein es el príncipe más rico de Europa, líder de una monarquía absoluta en un país con apenas 38.000 habitantes.
No solo heredó una fortuna de la época de las cruzadas que creció con la fama de Liechtenstein, un principado que está entre Suiza y Austria, como paraíso fiscal.
Es dueño de un exclusivo banco privado y tiene poderes como para disolver el parlamento, nombrar jueces o vetar decisiones populares.
Su patrimonio está valorado en US$4.400 millones según el Índice Bloomberg.
Posee tierras, castillos, dos palacios en Viena, inversiones desconocidas, una valiosa colección renacentista que incluye obras de Rembrandt y Rubens y, lo más importante, un banco privado cuyos clientes son empresas y billonarios llamado LGT Group.
El valor del banco subió 64% este año, sumando US$1.700 millones a su fortuna personal.
Hans-Adam II vive en un castillo construido en un acantilado en el país europeo que lleva su nombre. Desde que era muy joven estuvo involucrado en la conducción del país y, después de obtener una licenciatura en Economía y Negocios de la Universidad de San Gallen en Suiza, su padre le encomendó que reorganizara el imperio familiar, para mejorar la eficiencia de su gestión.
Cerró varas divisiones del banco que no estaban generando ganancias y focalizó su cartera de clientes hacia instituciones y personas con los más altos niveles de riqueza.
Conocido como "Su Alteza Serena", es el jefe de Estado y soberano de Liechtenstein, uno de los países más pequeños del mundo. No ostenta el título de rey porque Liechtenstein es un principado, al igual que el Principado de Mónaco.
Se casó con la condesa Marie Kinsky von Wchinitz und Tettau, con quien tuvo cuatro hijos, de los cuales el heredero es el príncipe Alois, quien desde 2004 recibió el poder de su padre para tomar decisiones gubernamentales en el día a día, como una forma de preparar la transición.
Monarquía absoluta por voto popular
En el país hay una Monarquía Constitucional, donde la soberanía del Estado es supuestamente compartida entre el príncipe y los ciudadanos.
Pero en el año 2003 un 64% de la población votó a favor de darle amplios poderes políticos a Hans-Adam II en un referendo constitucional.
Con ese resultado, Liechtenstein se convirtió en la única monarquía absoluta europea. En la práctica, le dio a Hans-Adam II el poder para nombrar y remover al gobierno, generando una ola de críticas y temores sobre el eventual nacimiento de una una dictadura monárquica.
Una década después se llevó a cabo otro referendo para limitar sus poderes -que incluyen vetar el resultado de votos populares, disolver el parlamento, designar jueces-, el cual fue rotundamente rechazado.
Una de las familias nobles más antiguas
El multimillonario príncipe pertenece a una de las familias nobles más antiguas de Europa. De hecho, uno de sus antepasados, Hugo Liechtenstein fue mencionado por primera vez en 1136.
En esa época las tierras familiares cubrían extensiones en lo que hoy son Alemania, Austria, Hungría y la República Checa.
Hoy, sin embargo, las tierras que posee Hans-Adam II están en Austria tienen un valor estimado en US$100 millones según el Índice Bloomberg, una fracción de la riqueza por concepto de tierras que tienen otras familias nobles que -aunque no son de la realeza- tienen propiedades adquiridas siglos atrás.
Por ejemplo Hugh Grosvenor, el séptimo duque de Westminster y Earl Cadogan, ambos dueños de gigantescos terrenos en Londres.
Paraíso fiscal
Por años Liechtenstein ha sido conocido como un paraíso fiscal, aunque en el último tiempo, el país ha hecho esfuerzos por cambiar esa imagen y reposicionarse como un centro financiero tradicional.
Las críticas públicas estallaron en 2000 cuando dos informes internacionales criticaron la permisividad de sus controles financieros y señalaron que el sistema bancario permitía que bandas de Rusia, Italia y Colombia lavaran dineroproveniente de actividades criminales.
Tanto así, que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) comenzó a observar las regulaciones financieras del país, particularmente después de la crisis de 2008.
Los países más afectados por la falta de ingresos decidieron hacer todo lo posible para traer de vuelta activos escondidos en paraísos fiscales. Bajo estas presiones, fue así como Liechtenstein reformó gradualmente sus leyes, llegando a acuerdos impositivos con varios países.
Comenzó entonces una nueva etapa para un pequeño país que guarda millonarios secretos de su historia y que ha sido gobernado durante siglos por la misma familia.
Entre montañas, ríos y castillos parece un reino de aquellos que existen en los cuentos, pero en la realidad, podría uno imaginárselo como un gigantesco banco que mueve gigantescos capitales y donde la palabra democracia no se escucha habitualmente en las conversaciones de los súbditos reales.
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Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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