Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE AL BLOG., tratar del reptil más feroz, descendiente de los dinosaurios, desde hace 240 millones de años; escalofría el cuerpo, observar como tanta rapidez, después de haber atrapado su presa; empieza dándose la llamada :"vuelta de la muerte", arranca trozos grandes de sus presas y los traga sin masticar; los cocodrilos también llamados: Los crurotarsios por los paleontólogos, y ahora ellos mismos les llaman: crocodilios, lo cierto que los cocodrilos, caimanes, lagartos, aligátor y gaviales, siguen poblando La Tierra, y muchos de estos reptiles superviven exitosamente en: Ríos, pantanos, marismas, entre otros como: en el Río Nilo, en los cayos de Florida (EE.UU.), en Australia hay cocodrilos de agua salada, en la India, los valles y estuarios de todos los países asiáticos como las Filipinas, Indonesia, etc., y los lagartos en la cuenca amazónica.
El cocodrilo es un reptil depredador, temible, por que cuando atrapa con sus dientes a la presa, nunca la suelta hasta que empiece a devorarla, es común apreciar los reportajes de las grandes migraciones africanas de los Ñus, Cebras y Gacelas, que cuando cruzan el Río Mara, allí están esperándolos cientos de cocodrilos del Nilo, y también no necesitan cazar por que los animales asustados se atropellan entre ellos pisoteándose y ahogándose y mueren por millares.(comida gratis).
Gracias a la información científica de la Revista National Geographic, se ha elaborado este reportaje, que los invito a leerlo.
http://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/grandes-reportajes/cocodrilos-en-el-mundo-2_1778
http://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/grandes-reportajes/erase-una-vez-un-dragon-2_7856
http://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/grandes-reportajes/el-retorno-del-caiman-2_7387
Desde hace 240 millones de años, estos depredadores y sus congéneres dominan la zona de transición entre la tierra y las aguas profundas. Mira las fotografías de Bruno Calendini.
Crocodylus niloticus
Este vigilante ojo amarillo pertenece a un cocodrilo del Nilo, temible cazador perfeccionado por una larga historia de éxitos y fracasos evolutivos. Desde hace 240 millones de años, estos depredadores y sus congéneres dominan la zona de transición entre la tierra y las aguas profundas. Pero a medida que sus hábitats se reducen, muchas de sus especies se enfrentan a un futuro incierto.
Foto: Bruno Calendini / Biosphoto
Desmatosuchus
Antiguo precursor de los cocodrilos, Desmatosuchus vivió en las llanuras aluviales de Texas, Nuevo México y Arizona a finales del triásico. Sus placas óseas, llamadas osteodermos, también están presentes en los crocodilios actuales.
Réplica de un esqueleto de cinco metros fotografiado en el Parque Nacional del Bosque petrificado
Foto: Ira Block
Culto a los cocodrilos
La cola del cocodrilo del Nilo ayuda a dar impulso a su sorprendente salto, como se ve en una demostración en Bazoulé, Burkina Faso, donde la gente rinde culto a los cocodrilos desde hace siglos.
Foto: Olivier Born / Biosphoto
Unas mandíbulas muy potentes
Famoso por sus mandíbulas trituradoras de huesos, el cocodrilo del Nilo también se impone por la fuerza de sus potentes patas, que le permiten atacar con rapidez y derribar incluso ñúes adultos.
Foto: Olivier Born / Biosphoto
Cazadores de cocodrilos
En Luisiana, hombres armados atrapan un aligátor de 2,50 metros con un anzuelo cebado con carne de pollo. «Es como izar un tronco –dice uno de los cazadores–, hasta que el animal te ve. Entonces empieza la lucha.» El estado gestiona una producción anual de unos 34.000 aligátores salvajes y unos 240.000 criados en granjas. En 2008, la carne y las pieles generaron más de 40 millones de euros.
Foto: Tyrone Turner
Cocodrilos en el mundo
Todos los crocodilios vivos, que engloban dos especies de aligátores, seis de caimanes, 14 de cocodrilos y una de gavial, viven a menos de 4.200 kilómetros del ecuador, aunque sus ancestros llegaron a extenderse casi de un polo a otro. Algunas especies, como el aligátor americano y el cocodrilo del Nilo, prosperaron, pero otras están en declive por la ocupación humana de sus hábitats. Algunos, como el cocodrilo enano (en la imagen), son codiciados por su carne. En una década, unas pocas especies, como el gavial, podrían extinguirse en su hábitat natural.
Frans Lemmens; Peter Arnold / INC
Mandíbula de cocodrilo
Cocojabalí
Este carnívoro de seis metros de largo, cuya dieta probablemente incluía dinosaurios, tenía un hocico acorazado con el que podía embestir, y tres juegos de colmillos para desgarrar la carne. La posición frontal de las cuencas de los ojos le ofrecía una visión estereoscópica, muy útil para la caza, y los músculos grandes y bien desarrollados conferían a la mandíbula una potencia extraordinaria.
Mike Hettwer
23 de diciembre de 2009
Se denomina comúnmente cocodrilo a cualquiera de las 14 especies pertenecientes a la familia de los saurópsidos arcosaurios Crocodylidae. Estos reptiles viven en África, América, Asia y Australia y los científicos estiman que aparecieron hace unos 55 millones de años, durante el Eoceno. Con un modo de vida semiacuático, y con una tendencia a vivir en congregaciones, los cocodrilos son depredadores y se alimentan principalmente de otros animales vertebrados, aunque no es raro encontrar algunas especies que se alimenten de moluscos y crustáceos.
Los cocodrilos están dotados de una piel escamosa, muy dura y seca. Sus fosas nasales y sus ojos se encuentran en la parte superior de la cabeza, lo que le permite ver y respirar mientras permanece en el agua. Suelen pasar la mayor parte del día parados, a la espera de que una presa se acerque lo suficiente como para lanzar un ataque súbito. Tienen además cuerpos pesados y metabolismos generalmente lentos, aunque pueden controlar la velocidad de su digestión según la abundancia de presas y de la temperatura ambiente.
Los cocodrilos del Nilo, por ejemplo, pueden llegar a medir 6 metros y pesar hasta 730 kilos. Sin embargo, su tamaño medio es de unos 5 metros y unos 250 kilos. Se pueden encontrar en el África subsahariana, la cuenca del Nilo y en Madagascar y pueden llegar a vivir entre 50 y 80 años, dependiendo de la especie.
Cocodrilo filipino
Foto: Joel Sartore
Caimán yacaré
Unos machos de caimán bailan y hacen piruetas para imponer su dominio en un elaborado ritual que tiene lugar bajo el calor sofocante previo a las fuertes lluvias tropicales del verano. Tras la danza se dirigen hacia las hembras, que con un poco de suerte estarán impresionadas por el espectáculo.
Foto: Luciano Candisani
Caimán yacaré
De apenas 20 centímetros de longitud –un pequeño bocado para cualquier jabirú que pase con ojo avizor por el lugar–, estos caimanes de dos semanas de vida flotan entre las hierbas acuáticas durante las tardes calurosas. Si surge algún problema, emiten una llamada de peligro y los adultos acuden en su ayuda.
Foto: Luciano Candisani
Caimán yacaré
Cuando al anochecer empezaron a aparecer los yacarés, el fotógrafo recordó una experiencia similar que tuvo a los 15 años. Había ido con su padre a buscar caimanes con linternas: «La imagen de sus ojos brillando como estrellas en la oscuridad de la noche es algo que no olvidaré jamás».
Foto: Luciano Candisani
A simple vista parecen poco más que diminutas semillas esparcidas por el viento, flotando entre los juncos en el borde de cualquier laguna del remoto interior de Brasil. Hay que esperar al anochecer, cuando la extrema quietud de los pantanos da paso a un coro de gorjeos y susurros, y esos minúsculos puntos empiezan a desaparecer en la oscuridad.
En realidad son los ojos vigilantes de las crías de caimán yacaré, miembros de la familia de los crocodilios, de apenas dos semanas de vida y solo un poco más largas que un lápiz. De día se esconden entre las plantas acuáticas para ocultarse de las garzas o las cigüeñas, que pueden abalanzarse sobre ellas en busca de un bocado. De noche salen para alimentarse de insectos y caracoles, y conforme crecen, de presas mayores. Con el tiempo pueden alcanzar dos metros y medio de longitud y tener la fuerza suficiente como para apresar una capibara, uno de los roedores gigantes de la zona. Pero de momento, esas crías se encuentran en la base de la cadena alimentaria, tratando de pasar desapercibidas.
Cientos, quizá miles, de estos caimanes recién nacidos merodean por esta laguna. Y hay muchas más como esta en el Pantanal. Este enorme humedal del sudoeste de Brasil no solo alberga la que probablemente sea la mayor población de crocodilios del mundo, sino que además es el escenario de uno de los episodios de recuperación de una especie de mayor éxito.
Hace 30 años parecía que el caimán yacaré estaba abocado a la extinción, ya que era objeto de una caza despiadada para abastecer el lucrativo mercado de piel de cocodrilo. Su población disminuyó de manera alarmante.
«Nadie sabe con seguridad cuántos yacarés fueron masacrados, pero podrían ser millones», afirma Cleber Alho, biólogo conservacionista de la Universidad Anhanguera-Uniderp, en Mato Grosso do Sul, quien realizó gran parte de su trabajo de campo en el Pantanal durante la década de 1980, la época álgida de la caza furtiva.
Bandas armadas invadían la zona durante la estación seca y disparaban a los yacarés que se congregaban alrededor de las pocas charcas que aún quedan en esos meses. «Los desollaban allí mismo y dejaban los restos para los buitres –dice Alho–. Me encontraba pilas de yacarés muertos pudriéndose en los diques. El trabajo de campo en aquella época era deprimente, y peligroso, pues los coureiros (los hombres del cuero) podían ser extremadamente agresivos.» Las severas medidas adoptadas por el Gobierno brasileño contra la caza furtiva y la prohibición mundial de 1992 sobre el comercio de piel de crocodilios salvajes aliviaron la presión sobre la acosada población de yacarés. Los propios reptiles hicieron el resto de la labor de recuperación. Tras una serie de intensas estaciones lluviosas –idóneas para la reproducción– el número de caimanes ha repuntado radicalmente. Se calcula que hoy viven en los humedales hasta diez millones de yacarés.
En realidad son los ojos vigilantes de las crías de caimán yacaré, miembros de la familia de los crocodilios, de apenas dos semanas de vida y solo un poco más largas que un lápiz. De día se esconden entre las plantas acuáticas para ocultarse de las garzas o las cigüeñas, que pueden abalanzarse sobre ellas en busca de un bocado. De noche salen para alimentarse de insectos y caracoles, y conforme crecen, de presas mayores. Con el tiempo pueden alcanzar dos metros y medio de longitud y tener la fuerza suficiente como para apresar una capibara, uno de los roedores gigantes de la zona. Pero de momento, esas crías se encuentran en la base de la cadena alimentaria, tratando de pasar desapercibidas.
Cientos, quizá miles, de estos caimanes recién nacidos merodean por esta laguna. Y hay muchas más como esta en el Pantanal. Este enorme humedal del sudoeste de Brasil no solo alberga la que probablemente sea la mayor población de crocodilios del mundo, sino que además es el escenario de uno de los episodios de recuperación de una especie de mayor éxito.
Hace 30 años parecía que el caimán yacaré estaba abocado a la extinción, ya que era objeto de una caza despiadada para abastecer el lucrativo mercado de piel de cocodrilo. Su población disminuyó de manera alarmante.
«Nadie sabe con seguridad cuántos yacarés fueron masacrados, pero podrían ser millones», afirma Cleber Alho, biólogo conservacionista de la Universidad Anhanguera-Uniderp, en Mato Grosso do Sul, quien realizó gran parte de su trabajo de campo en el Pantanal durante la década de 1980, la época álgida de la caza furtiva.
Bandas armadas invadían la zona durante la estación seca y disparaban a los yacarés que se congregaban alrededor de las pocas charcas que aún quedan en esos meses. «Los desollaban allí mismo y dejaban los restos para los buitres –dice Alho–. Me encontraba pilas de yacarés muertos pudriéndose en los diques. El trabajo de campo en aquella época era deprimente, y peligroso, pues los coureiros (los hombres del cuero) podían ser extremadamente agresivos.» Las severas medidas adoptadas por el Gobierno brasileño contra la caza furtiva y la prohibición mundial de 1992 sobre el comercio de piel de crocodilios salvajes aliviaron la presión sobre la acosada población de yacarés. Los propios reptiles hicieron el resto de la labor de recuperación. Tras una serie de intensas estaciones lluviosas –idóneas para la reproducción– el número de caimanes ha repuntado radicalmente. Se calcula que hoy viven en los humedales hasta diez millones de yacarés.
Así y todo, el caimán yacaré todavía no puede cantar victoria, advierte Alho. «La floreciente población del Pantanal no debe hacernos olvidar que la especie tiene problemas en otros lugares de América del Sur, donde la caza furtiva persiste y muchas de sus poblaciones están desapareciendo.» Incluso en el Pantanal se ciernen amenazas: deforestación, presas, turismo, minería, desarrollo portuario. Pero de momento, tras otra generosa temporada de lluvias, el rey del Pantanal parece seguro en su trono.
En el verano de 2008, un ejemplar de cocodrilo americano dejó atrás la bahía Biscayne, en Florida, remontó el canal flanqueado de yates de lujo que atraviesa el selecto distrito de Coral Gables y estableció su residencia en el campus de la Universidad de Miami, donde de vez en cuando interrumpía sus baños de sol a orillas del lago Osceola para devorar una tortuga. Ése no era el primer cocodrilo que aparecía en el campus, pero sí el más famoso. Le pusieron de nombre Donna, por Donna Shalala, la rectora de la universidad y ex miembro del gabinete de Clinton, aunque el animal resultó ser un macho. A veces Donna salía a tomar el sol en la hierba, a pocos metros del bar de la universidad, lo que ocasionó el traslado de algunas mesas de la terraza pero no causó ningún trastorno mayor.
El 1 de octubre de aquel año alguien mató a Donna, una acción que indignó a estudiantes y profesores, además de quebrantar las leyes estatales y federales. El cocodrilo americano está catalogado como especie en peligro por las leyes de Florida y como especie amenazada por la legislación federal. Un mes después del delito, la policía detuvo a un hombre y a un adolescente, que supuestamente querían el cráneo como trofeo.
Resulta muy tentador utilizar a Donna como metáfora de la difícil situación que atraviesan las 23 especies reconocidas de cocodrilos, o crocodilios, como se denomina al grupo de reptiles que engloba los cocodrilos propiamente dichos, aligátores, caimanes y gaviales. Tras sobrevivir a millones de años de cambios climáticos planetarios, movimientos de placas tectónicas y otras vicisitudes ecológicas, hoy tienen que superar otra amenaza para su supervivencia: nosotros.
En la década de 1970 la población de cocodrilos de Florida pudo haber caído por debajo de los 400 individuos. El rápido crecimiento demográfico del estado los había expulsado de la mayoría de las bahías de agua salada protegidas donde antes vivían. Muchos cayeron víctimas de los cazadores furtivos, que ansiaban su piel; otros fueron disecados para las salas de los museos o capturados vivos para los zoológicos.
Desde entonces, las medidas conservacionistas han hecho posible una recuperación de los cocodrilos de Florida, que hoy suman unos 2.000. «La gestión de los cocodrilos no es ningún misterio –dice Steve Klett, director del Refugio Nacional de Vida Salvaje de Crocodile Lake, en Florida–. Si protegemos su hábitat e impedimos la caza, se recuperarán. El mayor problema es lo restringido de su área de distribución. Cuando hayan ocupado todo el hábitat disponible, ¿adónde irán?»
En el caso de Donna, a un área urbana donde no debería haber ido, si hubiese dispuesto de una alternativa mejor.
A menudo se oye decir que los crocodilios actuales son supervivientes de la era de los dinosaurios. Es cierto, pero no es toda la verdad. Los crocodilios modernos existen desde hace unos 80 millones de años, pero son sólo una pequeña muestra de todos los que en algún momento habitaron el planeta, e incluso lo dominaron.
Los crurotarsios (término que usan los paleontólogos para referirse a todos los parientes de los crocodilios) aparecieron hace unos 240 millones de años, más o menos al mismo tiempo que los dinosaurios. Durante el triásico, los antepasados de los cocodrilos se diversificaron en una amplia variedad de criaturas terrestres, desde animales esbeltos con patas largas hasta depredadores temibles situados en lo alto de la cadena alimentaria. Algunos, como Effigia, eran bípedos al menos parte del tiempo y, probablemente, herbívoros. Era tal el dominio de los crurotarsios en el ámbito terrestre, que los dinosaurios tenían pocos nichos ecológicos disponibles, por lo que en su mayoría continuaron siendo pequeños, y pocos.
Al final del triásico, hace unos 200 millones de años, un cataclismo desconocido acabó con la mayoría de los crurotarsios. Con el terreno libre de competidores, los dinosaurios se hicieron los amos. Paralelamente, en los océanos habían evolucionado enormes depredadores acuáticos, como los plesiosaurios, lo que dejaba muy poco espacio a los intrusos. Los cocodrilos supervivientes adoptaron una nueva diversidad de formas, pero al final se establecieron, igual que sus descendientes en la actualidad, en los únicos lugares que pudieron: ríos, pantanos y marismas.
La escasez de nichos ecológicos (había pocos hábitats que no hubieran sido tomados por dinosaurios o plesiosaurios) tal vez limitó las oportunidades evolutivas de estos animales, pero quizá fue también su salvación. Muchas especies de cocodrilos sobrevivieron a la extinción masiva del límite K/T (entre el cretácico y el terciario) acaecida hace 65 millones de años, cuando un asteroide asestó un golpe mortal a los dinosaurios (a excepción de las aves, hoy consideradas como dinosaurios modernos) y a otras muchas criaturas, tanto en la tierra como en el mar. No se sabe por qué resistieron los cocodrilos, pero su hábitat de agua dulce podría ser una explicación: en general, las especies de agua dulce salieron mejor paradas que los animales marinos, que perdieron gran cantidad de hábitat de aguas someras al descender el nivel del mar. Su dieta variada y su capacidad de pasar mucho tiempo sin comer, propia de animales de sangre fría, también pudieron contribuir a su supervivencia.
Sin dinosaurios terrestres ni monstruos marinos, ¿por qué los cocodrilos no volvieron a dominar el planeta? Los mamíferos habían iniciado para entonces su marcha evolutiva hacia el dominio del mundo. Con el tiempo, las líneas más divergentes de crocodilios se extinguieron y sólo persistieron las formas de patas cortas y cuerpo rechoncho que hoy conocemos.
«El principal cambio reciente en las actividades de conservación de los crocodilios ha sido el descenso de la caza furtiva por la piel», dice John Thorbjarnarson, de la Wildlife Conservation Society, destacado experto en este grupo de animales. La caza ilegal ha sido sustituida por la cría y la matanza selectiva, lo que ha hecho posible la recuperación de algunas especies. «Mientras que hace 20 años había 15 o 20 especies en peligro de extinción –dice Thorbjarnarson–, ahora sólo son siete, y todas ellas a causa de la pérdida de la mayor parte de su hábitat.»
Especies como el aligátor chino y el cocodrilo filipino apenas tienen un hábitat natural disponible, al haber sido expulsados de sus antiguos territorios por la expansión agrícola y urbana. Incluso las especies que han respondido bien a las medidas de conservación tienen ante sí un problema como el de Donna, pero a gran escala: el contacto, y a menudo el conflicto, con humanos.
El gavial del Ganges, una especie que antes estaba extendida desde Pakistán hasta Myanmar, sufrió un grave declive a mediados del siglo XX. La recuperación registrada en las décadas de 1980 y 1990, gracias al descenso de la caza furtiva y al establecimiento de áreas protegidas, dio a los conservacionistas razones para creer que estaba fuera de peligro. Pero según los últimos estudios, su número ha vuelto a caer en picado, esta vez hasta el nivel de peligro crítico de extinción.
Algunos cocodrilos que viven en parajes remotos del planeta no corren un peligro inmediato, y otros, como el aligátor americano, han protagonizado una recuperación espectacular. Pero queda por ver cuántos sobrevivirán en un mundo donde los humedales que habitan son codiciados por mucha gente, desde agricultores de subsistencia hasta diseñadores de campos de golf, y donde algunas especies no son bienvenidas porque devoran mascotas e incluso personas.
Considerados como uno de los orígenes de los antiguos mitos de dragones, los cocodrilos y sus ancestros han conocido cambios planetarios casi inimaginables y siempre han encontrado el modo de adaptarse. Sin embargo, a medida que el ritmo de los cambios ambientales se acelera, sus mayores retos aún están por venir.
Noticias relacionadas:
Foto de un cocodrilo en las zonas pantanosas de Africa . Imagen de FotoNostra
Un cocodrilo de agua salada ataca a dos niños en Australia:
Cocodrilo de agua salada e el Parque Nacional de Kakadu (Australia)
31 de enero de 2014
Dos niños han sido atacados por un cocodrilo de agua salada mientras nadaban en el Parque Nacional de Kakadu, al sureste de Darwin, capital del Territorio del Norte.
«Uno de ellos se resistió y entonces el cocodrilo se llevó a otro», ha afirmado el sargento de policía Stephen Constable en la radio.
En los últimos doce años trece personas, seis de ellas niños, han muerto por ataque de cocodrilos en la zona, que son la gran atracción para los turistas pero pueden resultar muy peligrosos.
El chico que consiguió escapar tiene heridas profundas en ambos brazos; el cuerpo del otro, que vivía en el pequeño asentamiento aborigen de Mudginberri, sigue desaparecido. Los equipos de búsqueda están peinando la zona con la ayuda de barcos y un helicóptero.
Según Constable, el cocodrilo medía aproximadamente tres metros y es poco probable que el chico pudiera escapar con vida.
En los últimos cinco años se han registrado 700 muertes por ataque de cocodrilos, mientras que la media anual en el caso de los tiburones es de 5 muertes, casi 3.000 en el de hipopótamos, 500 en el de elefantes y entre 50 y 100 en el de abejas.
Estos cocodrilos (Crocodylus porosus) son como «fósiles en vida», apenas han cambiado en 100 millones de años. Sus mandíbulas son muy fuertes y son los cocodrilos más grandes del mundo: los machos miden de media cinco metros y pesan unos 450 kilogramos, aunque también pueden verse ejemplares de 7 metros y 1.000 kilogramos.
Los cocodrilos marinos son pacientes depredadores: esperan bajo la superficie a que una víctima potencial se acerque lo suficiente. Se alimentan de cualquier cosa que caiga en sus manos, incluidos búfalos de agua, monos, jabalíes e incluso tiburones.
Suelen vivir de media 70 años y se calcula que hay entre 200.000 y 300.000 en el mundo. Aunque no están en peligro, se enfrentan a algunas amenazas como la caza ilegal o la pérdida de hábitat.
Los más peligrosos del mundo
Sin duda, su fama les precede: son los más temidos del mundo. Algunas de sus «hazañas» son muy conocidas, como la que ocurrió en 2007, cuando un cocodrilo marino parcialmente sedado en un zoo de Taiwán le arrancó el brazo a un veterinario. Tras varias horas de cirugía, los médicos consiguieron reimplantárselo con éxito.
Tras el seguimiento y análisis de su comportamiento con cámaras infrarrojas, un estudio del pasado año demostró que estos cocodrilos son más agresivos que otras seis especies de cocodrilos que se encuentran en el planeta.
Algunos expertos afirman que están programados así para acabar con la competencia y sacar partido a su gran tamaño.
Para evitar este tipo de ataques, se han lanzado varias campañas que, entre otras cosas, recomiendan hacer caso de la señalización, evitar dejar comida en las zonas en las que suele haber cocodrilos, mantenerse alejado del agua durante actividades de pesca y no limpiar pescado en la orilla.
Igualmente, indican que no se debe nadar en aguas en las que podría haber cocodrilos, aunque no haya ninguna señalización que lo prohíba.
En Australia es ilegal acercarse a un cocodrilo marino a menos de 10 metros, salvo que se trate de una visita turística para observarlos.
Encontrado el cocodrilo más grande del mundo
Edwin Cox Elorde, alcalde de Bunawan municipio en las Filipinas, extiende los brazos sobre el enorme cocodrilo de agua salada.
3 de Julio de 2012
Según el Ginness de los records ya tenemos el cocodrilo de agua salada más grande del mundo en cautividad, y mide más de 6 metros de longitud (20.24 pies) y pesa 1.076 kilos (2370 libras).
Sospechoso de haber atacado a varias personas y matado a dos, el reptil gigante ha sido capturado vivo en la ciudad Filipina de Bunawan el pasado mes de septiembre.
El cocodrilo que ostentaba el record actualmente medía 5,48 metros (17,97 pies), con lo que el salto ha sido notable.
“No me esperaba ver un cocodrilo que superase los 20 pies en mi vida” ha asegurado Britton, miembro veterano del grupo Big Gecko, encargado del estudio y conservación de cocodrilos en Australia.
En torno a este tema, el senado de Filipinas ha introducido recientemente una resolución para aumentar la protección de los cocodrilos de agua salada y filipino, pues estas especies cada vez son más escasas según la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza.
Como Britton ha publicado en su blog “Este es un excelente progreso”.
Hallan decenas de crías de cocodrilo momificadas dentro de una momia
Los egiptólogos del Museo Nacional de Antigüedades de los Países Bajos creían que una de las momias, con forma de cocodrilo, sólo contenía dos cocodrilos en su interior
Escaneado de la momia
La momia con forma de cocodrilo, de tres metros de longitud, se somete a un escáner en 2015.
Foto: Mike Bink / Rijksmuseum van Oudheden
Crías de cocodrilo momificadas
Tomografía computarizada que muestra algunas de las crías de cocodrilo momificadas.
Imagen: Interspectral / Rijksmuseum van Oudheden
Cocodrilo adulto
Uno de los cocodrilos adultos (en rojo) junto a las crías de cocodrilo (en azul).
Imagen: Interspectral / Rijksmuseum van Oudheden
Crías de cocodrilo momificadas
Un fondo negro destaca los esqueletos de las crías de cocodrilo momificadas.
Imagen: Interspectral / Rijksmuseum van Oudheden
Cocodrilos adultos
Los dos cocodrilos adultos que fueron detectados en 1996.
Imagen: Interspectral / Rijksmuseum van Oudheden
Alec Forssmann
21 de noviembre de 2016
Hallan decenas de crías de cocodrilo momificadas dentro de una momia
El Museo Nacional de Antigüedades de los Países Bajos, en Leiden, conserva desde 1828 una momia de un cocodrilo gigante, que los antiguos egipcios probablemente ofrendaron a Sobek, el dios cocodrilo. En realidad no contiene un cocodrilo gigante, pues al ser escaneada la momia en 1996 aparecieron dos cocodrilos jóvenes en su interior. Recientemente ha sido analizada de nuevo en un escáner 3D, por parte del Centro Médico Académico de Ámsterdam, y la revelación ha sido asombrosa: junto a los dos cocodrilos hay decenas de crías de cocodrilo, individualmente momificadas.
El hallazgo ha sido realizado durante la preparación de la muestra Reinas del Nilo, que entre otras cosas incluye objetos únicos de la tumba de Nefertari y que se puede visitar en Leiden del 18 de noviembre de 2016 al 17 de abril de 2017. Los egiptólogos del museo barajan dos posibilidades para explicar el contenido de la momia: los antiguos egipcios momificaron numerosos cocodrilos de diferentes edades debido a sus creencias en el rejuvenecimiento y en la vida después de la muerte; o en aquel momento simplemente no había grandes cocodrilos disponibles para ofrendarlos a los dioses. La momia con forma de cocodrilo, de tres metros de longitud, también contiene amuletos, trozos de madera, restos vegetales, lino y cuerdas. Una aplicación en 3D, creada para la muestra por la compañía sueca Interspectral, permite realizar una autopsia virtual de la momia.
NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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