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domingo, 11 de febrero de 2018
Moisés : RELIGIÓN .- JUDÍOS .- NATIONAL GEOGRAPHIC .- ¿Tuvo lugar realmente el Éxodo de los judíos? .............. ¿Fue Moisés una figura histórica? ............. Los 10 mandamientos, ¿deriva la ley judía de la legislación egipcia? ............ El judío errante, el mito de la eterna culpabilidad
Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., Moisés, hablar de él, es recordar el Éxodo, acontecimiento maravilloso donde Dios, libra al pueblo de Israel de la esclavitud, ofreciéndoles la tierra prometida; la Santa Biblia, dice ...cuando Moisés vivía en Madián, se le apareció un ángel de Yavé... dice: Éxodo: 3:7-10... Yavé dijo: " He visto la humillación de mi pueblo en Egipto y escuchado sus gritos cuando los maltratan los mayordomos. Yo conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlos del poder de los egipcios y para hacerlo subir de aquí a un país grande y fértil, a una tierra que maná leche y miel. Ve, pues yo te envió al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel....
la Revista National Geographic, ha elaborado un reportaje sobre la huida de los Judíos desde el Egipto hacia Canaán, capitaneados por Moisés, según la nota no hay pruebas que demuestren tal éxodo, empezando por el número de 600,000 hombres de un total de 2 millones es absolutamente irreal. De hecho hay otro estudio que dice que fueron unos 20,000, que más se acerca a la realidad si efectivamente hubo el tal éxodo.
Pero, hay una pregunta : ¿Quién fue Moisés?
Analizamos la parte de realidad que compone el célebre episodio del éxodo de israelitas desde Egipto a Canaán explicado en la Biblia
El Moisés
La estatua de Moisés que ocupa la parte central del sepulcro del Papa Julio II es una de las más célebres del genio italiano. En ella se ha visto un retrato idealizado del propio Papa Julio II, aunque también contiene rasgos del artista. Se le representa en un momento de quietud previo a la acción, con el pie retrasado, el brazo que señala las tablas de la Ley, el movimiento ondulante de las barbas y la profundidad de la mirada. Se trata de una obra plenamente renacentista que también muestra algunos rasgos de la terribilitá con la que Miguel Ángel solía dotar a algunas de sus figuras: el gesto concentrado y el ceño fruncido y la tensión de los músculos con las venas hinchadas, anticipando un estallido dramático.
Moisés (en hebreo, מֹשֶׁה, pron. estándar: Moshé, pron. tiberiana: Mōšeh; en griego antiguo, Mωϋσῆς, Mōüsēs; en latín, Moyses; en árabe, موسىٰ, Mūsa), llamado en la tradición judía Moshe Rabbenu (מֹשֶׁה רַבֵּנוּ, Moisés nuestro maestro),5 es el profeta más importante para el judaísmo, liberador del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto y encargado por Dios de entregar la Ley escrita y, según los rabinos, la Ley oral, codificada más tarde en la Mishná.6
El cristianismo heredó esta imagen de Moisés, a quien venera como redentor y legislador y, por ello, anticipo de Cristo. En ambas tradiciones, Moisés es el autor del Pentateuco, en hebreo Torá, los cinco primeros libros de la Biblia, que contienen la Ley, llamada por ello Ley de Moisés. En el Islam, Moisés es uno de los profetas que más veces (ciento treinta y seis) se nombra en el Corán. En dichas referencias se dice que Moisés es el mensajero enviado al pueblo de Israel y el único en haber escuchado directamente a Dios, por lo cual se lo llama kalîm Allah. Los relatos del Corán retoman y a veces reelaboran las narraciones sobre Moisés contenidas en la Biblia y en la Hagadá, para remarcar el paralelismo entre Moisés y Mahoma, a quien el primero habría anunciado. En todas las religiones abrahámicas, Moisés es una figura central como profeta y legislador.
El Éxodo constituye la fuente primaria y la más antigua sobre Moisés, el libro sagrado relata la vida y obra del profeta, así como sus parientes y legado. Su nacimiento se da en Egipto, hijo de Amram y de Jocabed, ambos de la tribu de Leví. En aquel tiempo, el Faraón (se desconoce el nombre) para controlar la población hebrea, emite que todo hijo varón sea echado al Nilo, la madre de Moisés lo coloca en una cesta al río de donde es recogido por la hija del Faraón (el midrash la llama Bitia), quien lo cría como propio. En su juventud, mata a un egipcio que maltrataba a un hebreo y huye al país de Madián en el desierto. Allí se casa y tiene una revelación divina en el Monte Sinaí.7 Regresa a Egipto por orden divina y junto a su hermano Aarón demandan al Faraón (se desconoce el nombre) la libertad de los hebreos; ante la negativa del soberano invocan sobre Egipto las diez plagas bíblicas. A causa de ellas, los hebreos son liberados y Moisés los conduce hacia el Sinaí. Allí, recibe la Ley, la entrega al pueblo de Israel y organiza sus instituciones y culto. Finalmente, después de pasar cuarenta años en el desierto, lleva al pueblo hasta la Tierra Prometida, pero muere en el monte Nebo (Transjordania) antes de poder ingresar en ella. La Biblia no menciona donde sepultaron a Moisés.
El judaísmo rabínico considera que la vida de Moisés se extiende desde el año 1391 a. C. hasta 1271 a. C.89, mientras que Jerónimo lo ubica en 1592 a. C.10 y James Ussher en 1571 a. C.11
A partir del siglo xvii, la atribución del Pentateuco a Moisés fue puesta en duda, entre otros, por Baruch Spinoza. En el siglo xviii, Jean Astruc reforzó esta noción con argumentos de crítica textual; en ambos casos no se negó la existencia de Moisés. A partir del siglo xix se intentó ubicar a Moisés en el Imperio Nuevo de Egipto, relacionándolo con figuras como Akenatón o Ramsés II.
El consenso actual es que se trata de un personaje legendario, aunque algún líder tribal tipo-Moisés pudo haber existido a finales de la Edad del Bronce.1213141516
La travesía por una serie de parajes inhóspitos de la gran masa de personas fue dura y muchos empezaron a dar rumores y a murmurar contra sus líderes (Moisés y Aarón), aduciendo que era mejor estar bajo el yugo egipcio que padecer las penurias de la travesía. Moisés realizó innumerables milagros para aplacar la dureza de la travesía y demostrar al pueblo de Israel que Yahveh los guiaba. Las manifestaciones divinas fueron pródigas.
Para alimentarlos, Yahveh hizo llover maná del cielo. Para beber, les dio múltiples fuentes de agua, como la fuente de agua amarga convertida en agua dulce. En tanto Yahveh ordenó a Moisés hablarlea la roca donde saldría gran cantidad de agua, pero, Moisés golpeó la roca dos veces con su bastón, pero él se enfureció por golpear la roca, asegurando que Moisés no entrará a la tierra prometida, por eso llamaron a ese lugar Meriba, es decir discusión.
En su travesía por los desiertos, Israel lucha por primera vez contra los amalecitas, que eran un pueblo principal y vencen solo por la pujanza de Moisés. (Éxodo 17:8). Israel además vence a Arad, a los amorreos liderados por Sehón (Números, 21) y rodean tierras por donde no se les permite combatir ni se les da el paso, como es el caso de las tierras de Edom.
En el monte Sinaí, el pueblo judío fue organizado doctrinalmente por el sacerdocio menor de Aarón. Se les inculca estatutos, mandamientos y por sobre todo el desarrollar fidelidad a los convenios con Yahveh. Esta historia es contada en el Levítico.
En el mismo monte, Yahveh entrega el Decálogo de los Diez Mandamientos, pero al bajar Moisés junto a Josué, encuentra a su pueblo adorando un becerro de oro. Esta perversión a los ojos de Yahveh fue castigada con la muerte, así en el Éxodo se cuenta: «Y él les dijo: Así ha dicho el Señor, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo: pasad y volved de puerta a puerta por el campo, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés: y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres».62 Situaciones como esta se sucederían varias veces en el trayecto hacia la tierra prometida.
Yahveh le volvió a dictar sus diez mandamientos y para transportar las sagradas escrituras, se construyó el arca de la alianza. Para portar dicha arca, se construyó el Tabernáculo, que sería el transporte del arca hasta que se llegara a la tierra prometida, donde se construiría un templo donde albergarla................
Como ocurre con todos los demás elementos de la historia de Moisés, tampoco existe ninguna fuente histórica o arqueológica que confirme la existencia de un éxodo de israelitas desde Egipto a Canaán tal como lo describe la Biblia. En cualquier caso, de haberse producido, probablemente los egipcios no habrían dejado constancia de ello, pues los habitantes del País del Nilo no eran amigos de recordar sus derrotas y humillaciones. Además, el número de personas implicadas (600.000 contando sólo hombres, en total unos dos millones) es absolutamente irreal, ya que habría superado a la población de Canaán en una proporción, como mínimo de veinte a uno. De hecho, un estudio reciente sugiere una cifra de 20.000 para el grupo entero. También es problemática la datación del episodio. La Biblia dice que el éxodo se produjo 480 años antes de la fundación del templo de Salomón en Jerusalén, lo que supondría situar la emigración en torno a 1450 a.C. Pero en la misma fuente también se afirma que los judíos trabajaron en la construcción de una ciudad llamada Rameses, probablemente Pi Ramsés, la capital construida por Ramsés II en el delta del Nilo en el siglo XIII a.C. Pese a ello, existen algunos indicios de veracidad. Por ejemplo, la ruta que, según la Biblia, tomaron los israelitas es la misma que siguieron dos esclavos que habían escapado de Egipto en el siglo XIII a.C. y cuyas andanzas quedaron consignadas en el Papiro Anastasi V.
Cabe pensar asimismo que el éxodo desde Egipto podría reflejar otros episodios históricos en los que los israelitas se habrían visto fuera de su país
Cabe pensar asimismo que el éxodo desde Egipto podría reflejar otros episodios históricos en los que los israelitas se habrían visto fuera de su país, esclavizados y anhelando el regreso a su patria. En el siglo VIII a.C., el reino de Israel sufrió su ruina y la deportación de su población a manos de los asirios, dando lugar al mito de las tribus perdidas de Israel. Por su parte, el reino de Judá fue conquistado por el monarca babilonio Nabucodonosor II en el año 586 a.C., y la élite judía fue deportada a Babilonia. Si tenemos en cuenta que el relato bíblico del éxodo se elaboró, probablemente, en el siglo V a.C., destacan aún más los paralelismos entre los dos episodios mencionados y la historia de Moisés, a quien se presenta en la Biblia como modelo de fidelidad a Yahvé y obediencia a la Ley.
La toma de Jerusalén por el rey Nabucodonosor significaría para los israelitas un largo exilio en tierras de Mesopotamia, donde darían forma a una nueva idea de Dios.
Jardines colgantes de Babilonia, Irak
Después de alcanzar la cúspide de su grandeza durante los reinados de David y Salomón, en el siglo X a.C., el antiguo reino de Israel se vio cada vez más a merced de sus poderosos vecinos y de las rencillas internas.
Dividida su dinastía real en dos ramas, la del norte y la del sur, los asirios aprovecharon la situación para conquistar el reino septentrional. El del sur, con capital en Jerusalén, trató de mantener su independencia haciendo equilibrios entre Egipto y Babilonia, imperio este último que a finales del siglo VII a.C. parecía decidido a poner bajo su órbita al pequeño estado judío. Finalmente, en el año 597 las tropas del soberano babilonio Nabucodonosor entraban en Jerusalén en castigo por el comportamiento de sus reyes. Unas tres mil personas, pertenecientes a las familias más poderosas del país, fueron deportadas a Babilonia, junto con el mismo rey. Aun así, los babilonios respetaron el trono de Judea, en el que pusieron a un pariente del rey depuesto. Fue en 587 cuando, después de una nueva rebelión hebrea, Jerusalén fue conquistado y el Templo de Salomón incendiado, a lo que siguió una nueva deportación de judíos influyentes a Babilonia.
El exilio babilónico se recuerda en la historia judía como un tiempo de tribulación y nostalgia por la patria perdida. Pero en realidad el episodio tuvo consecuencias decisivas en la configuración de la religión y de la identidad nacional judía. Si anteriormente a la conquista de Jerusalén el pueblo hebreo había tendido al politeísmo, los sacerdotes del exilio elaboraron un pensamiento rigurosamente monoteísta, muy influido por la ciencia mesopotámica. Igualmente, fue en esos años cuando se pusieron por escrito muchos de los textos que constituyen la actual Biblia. De este modo, a su vuelta a Jerusalén a partir del año 521, los exiliados establecieron un nuevo modelo religioso y político que ha marcado todo el devenir del pueblo judío hasta nuestros días.
Lo que sabemos sobre Moisés procede tan sólo de testimonios literarios. En el libro del Éxodo de la Biblia, redactado definitivamente en el siglo V a.C., se narran los episodios más conocidos de su vida, empezando por su salvación milagrosa cuando era un bebé y sus padres, para burlar la orden del faraón de exterminar a todos los varones judíos, lo lanzaron al Nilo en un cesto que recogería la hija del faraón.
Otras fuentes ofrecen un relato distinto. Por ejemplo, el sacerdote egipcio Manetón (siglo III a.C.) cuenta que en tiempos de Amenofis Egipto sufrió una plaga y que un grupo de personas contagiadas decidieron marchar a Palestina. En el camino se refugiaron en Avaris, antigua capital de los hicsos, y allí eligieron como líder a Osarsef, un sacerdote egipcio de Heliópolis. Osarsef dictó una ley absolutamente opuesta a la de los egipcios, y tras aliarse con los hicsos conquistó el país del Nilo y adoptó el nombre de Moisés (el cual, en efecto, procede del egipcio mose, "he nacido", del mismo modo que en el caso del faraón Tutmosis: "[el dios] Toth ha nacido").
En la década de 1930, Sigmund Freud señaló la semejanza entre el culto de Atón y el de Yahvé, y consideró que Moisés era en realidad un egipcio
Tanto la biblia como los cronistas posteriores mencionan siempre a propósito de Moisés su papel de líder religioso, las relaciones con la población asiática y la enfermedad (plaga). Algunos estudiosos han encontrado estos tres elementos en una fase concreta de la historia del antiguo Egipto: la dinastía XVIII (1552-1305 a.C.). En este lapso de tiempo Egipto sufrió tres experiencias que le afectaron profundamente: la dominación de los hicsos, la revolución religiosa llevada a cabo por el faraón Akhenatón –quien suprimió los cultos tradicionales e impuso el culto a Atón, el disco solar– y una plaga de peste que asoló Oriente Medio.
En la década de 1930, Sigmund Freud señaló la semejanza entre el culto de Atón y el de Yahvé, y consideró que Moisés era en realidad un egipcio que transmitió a los judíos el monoteísmo de Akhenatón. Autores posteriores han desarrollado explicaciones más elaboradas. Jan Assmann considera que los sucesos traumáticos que vivieron los egipcios en la dinastía XVIII originaron un relato mítico en el que aparecían invasores asiáticos, un líder religioso y una plaga. Como el recuerdo de Akhenatón, el faraón hereje, quedó borrado, su puesto lo ocupó un nuevo protagonista, Moisés. La tradición oral egipcia sería luego adoptada por los cronistas judíos que redactaron la Biblia.
Los 10 mandamientos, ¿deriva la ley judía de la legislación egipcia?
A pesar de los grandes diferencias entre el judaísmo y la religión egipcia, hay ciertos parecidos entre los diez mandamientos y algunas leyes del Antiguo Egipto
Moises y los 10 mandamientos
Redacción
18 de julio de 2018
Según el relato bíblico, mientras conducía a los judíos en el éxodo a Tierra Santa, Moisés llegó ante el monte Sinaí, ascendió a su cima y allí Dios se le manifestó y le ordenó que proclamara ante el pueblo el decálogo, los diez mandamientos. Moisés dictaría asimismo el conjunto de leyes rituales que se recogen en los cinco primeros libros de la Biblia.
Tanto el decálogo como las demás leyes del Pentateuco se caracterizan por la oposición a lo egipcio. El decálogo empieza: "Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, donde eras esclavo. No tengas otros dioses aparte de mí". El judaísmo se define así por su carácter monoteísta, en contraste con el politeísmo de los egipcios. Asimismo, los ritos judíos se caracterizan por despreciar las cosas sagradas para los egipcios; por ejemplo, algún autor ha interpretado que el sacrificio del cordero pascual fue un modo de diferenciarse del culto egipcio al carnero de Amón.
Moisés dictaría asimismo el conjunto de leyes rituales que se recogen en los cinco primeros libros de la Biblia
Pese a esta contraposición, cabe señalar las evidentes similitudes entre el judaísmo y un episodio particular de la religión egipcia: el culto a Atón impulsado por el faraón Akhenatón. El Himno a Atón tiene un curioso parecido con el salmo 104 del Antiguo Testamento. Uno de sus capítulos reza: "Todos los rebaños pacen en sus pastos; los árboles y las hierbas florecen, los pájaros echan a volar de sus nidos, sus alas saludan a tu ka. Todo rebaño brinca sobre sus patas. Todo lo que vuela y se posa, vive cuando amaneces para ellos".
Si ahora leemos el salmo 104, los paralelismos saltan a la vista: "Todas las bestias del campo beben de ellos, y los asnos salvajes mitigan su sed. Junto a ellos las aves del aire hacen sus nidos, y cantan entre las ramas. Desde tu morada en las alturas riegas los montes; del fruto de tus obras se sacia la tierra. Haces brotar hierba para los rebaños, y plantas para el uso de la humanidad".
¿Simple coincidencia? ¿Conocía el autor del salmo 104 (posterior al poema egipcio) el himno de Akhenatón y lo adaptó a sus necesidades?
El judío errante, el mito de la eterna culpabilidad
En el siglo XVI se difundió la leyenda de un judío que vagaba desde hacía siglos para expiar su participación en la Pasión de Cristo
El judío errante
El punto de partida de la historia se encuentra en el Evangelio de Juan, en el que se menciona a ciertos personajes que al presenciar el suplicio de Jesús le negaron la ayuda o le mostraron desprecio. Esta litografía ilustra el episodio dedicado a este personaje en la obra de José Coroleu Las supersticiones de la humanidad, editada en 1881.
Foto: Bridgeman / Aci
"Tengo 1.800 años"
En el siglo XIX aún se publicaban coplas y hojas volantes con grabados del judío errante que contaban su historia. En esta de la izquierda, el judío explicaba: "Tengo 1.800 años; tenía doce cuando nació Jesucristo [...] Cielos, qué penosa es mi ronda. Doy la vuelta al mundo por quinta vez; todos van muriendo, y yo sigo con vida". Luego confiesa el pecado que cometió al maltratar a Cristo en la Cruz.
Foto: Jean-Gilles Berizzi / Rmn-Grand Palais
Fuente bíblica
Un pasaje del evangelio de Mateo pudo servir también de inspiración para la leyenda. En él Cristo declara: "Hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino". Sobre estas líneas, ilustración del poema Ahasvérus, de Edgar Quinet (1833).
Foto: René-Gabriel Ojéda / Rmn-Grand Palais
Vista de Hamburgo. Grabado de Civitates Orbis Terrarum. Frans Hogenberg. Siglo XVI. Biblioteca Nacional, Madrid.
La aparición más resonante y multitudinaria del judío errante se produjo en Hamburgo en 1542, si damos crédito al testimonio de Paul von Eitzen (1521-1598), obispo de Schleswig. En su relato sobre la aparición de 1542, destacó que Ahasvero fue visto por centenares de personas y comunicó sombríos detalles sobre los padecimientos de Jesús.
Foto: Oronoz / Album
Un jesuita muestra un mapa del mundo. Edición de El judío errante, de E. Sue.
En una novela, los descendientes del judío luchan contra los jesuitas que quieren robarles sus riquezas.
Foto: Thierry Ollivier / Rmn-Grand Palais
El mito visto por Doré
En 1856, Gustave Doré realizó doce magníficos grabados que ilustraban la leyenda del judío errante. En el que se muestra sobre estas líneas, el judío, vestido con harapos, con un bastón en una mano y una bolsa en la otra, atraviesa un cementerio cristiano. Sobre el cielo crepuscular el artista ha representado el ascenso de Cristo al Gólgota, con la Cruz a cuestas. La sombra del judío proyecta la misma escena, como manifestación del pecado que cometió durante la Pasión de Cristo y de la culpa que lo persigue desde entonces.
Foto: Bridgeman / Aci
Bernat Hernández
25 de mayo de 2018
El judío errante, el mito de la eterna culpabilidad
La figura del eterno caminante aparece en numerosas leyendas. En las grandes religiones se trata de individuos condenados a un perpetuo vagar por haber cometido una blasfemia o haber desobedecido a Dios, como es el caso en el judaísmo de Caín, de Pindola en el budismo o de al-Sameri en el Islam. El cristianismo, por su parte, creó la leyenda del "judío errante".
El punto de partida de la historia se encuentra en el Evangelio de Juan, en el que se menciona a ciertos personajes que al presenciar el suplicio de Jesús le negaron la ayuda o le mostraron desprecio. En otro pasaje también se alude a Malco, criado del sumo sacerdote de Jerusalén, que participó en la detención del Mesías en el huerto de los Olivos.
A partir de estas referencias, en torno a 1228 el benedictino inglés Mateo París escribió una primera versión de la leyenda. Su protagonista era Cartáfilo, un portero del pretorio romano que debía encargarse de ejecutar la sentencia de muerte de Jesús. Cuando éste cayó en su camino al Gólgota, Cartáfilo lo golpeó, conminándole cruelmente a levantarse y seguir. Jesús le miró severamente y le advirtió que él caminaría a la crucifixión, pero que Cartáfilo caminaría sin descanso hasta el día del Juicio Final. Tras la muerte de Jesús, Cartáfilo, conmovido, se convirtió al cristianismo, tomó el nombre de José y se lanzó a un eterno vagar.
Mensaje antisemita
Desde el siglo XIII, otros relatos semejantes se propagaron por Italia, aunque cambiando el nombre del condenado, que a veces se llamaba Buttadeus, otras Juan de Espera en Dios o bien Giovanni Servo di Dio. Eran personajes de gran diversidad social y no se caracterizaban por su condición hebrea.
En cambio, a partir del siglo XVI la leyenda insistió en presentar al personaje errante como un judío. Sin duda, esta nueva identidad estuvo vinculada al surgimiento del antijudaísmo de masas. Los judíos fueron considerados como causantes de las desgracias sin fin durante las crisis de hambre y epidemias del siglo XIV. La desconfianza y sospecha condujeron a la aparición sucesiva de los guetos en las grandes ciudades italianas de Venecia y Roma, mientras que los judíos eran expulsados u obligados a la conversión forzosa en la mayoría de reinos europeos, entre ellos España, en 1492.
Paralelamente, se desarrolló la práctica de los viacrucis o caminos de la Cruz, en la que los fieles revivían con máximo patetismo la muerte de Cristo, de la que se culpaba justamente a los judíos. Fue así como tomó forma una leyenda del judío errante de carácter abiertamente antisemita. El mismo adjetivo de "errante", usual desde finales del siglo XVII, subrayaba el paralelismo entre el protagonista de la leyenda y la experiencia de los judíos de la época, condenados a trasladarse de un país a otro.
Apariciones
Durante el siglo XVI empezó a hablarse de un personaje llamado Ahasvero que podía aparecer en cualquier lugar y momento, y que era en realidad un judío que había sobrevivido desde la época de Jesucristo. Los escasos viajeros europeos que se aventuraban por esos años en Palestina y Jerusalén hallaban siempre de un modo u otro al misterioso testigo de la Pasión.
En su peregrinaje a la ciudad santa, el noble veneciano Carlo Soranzo explicaba cómo fue abordado por un turco en las callejuelas de Jerusalén. El turco, por una módica suma, se ofreció a conducirle en secreto ante un prisionero extravagante. Se trataba de un individuo alto, con armadura, confinado en una habitación tras gruesas puertas de hierro. Había sido condenado a estar allí, sin comida ni bebida, hasta el Juicio Final. Pasaba los días caminando sin tregua de un cabo a otro del recinto, gimiendo y golpeándose el pecho. Era el judío errante.
En Europa se sucedieron las apariciones de este personaje. En 1604 fue reconocido en Francia por dos jóvenes gascones. Se trataba de un zapatero, cuya leyenda se acompañó de un cuarteto célebre que presuntamente recitaba el viajero: "Cuando yo contemplo el universo, / creo que Dios me hace servir de ejemplo, / para testimoniar su muerte y pasión, / en la espera de la Resurrección". En 1774 hubo una nueva aparición ante dos burgueses de Brabante, a los que se presentó como Isaac Laquedem.
El judío en la ficción
La aparición más resonante y multitudinaria se produjo en Hamburgo en 1542, si damos crédito al testimonio de Paul von Eitzen (1521-1598), obispo de Schleswig. Von Eitzen ya se había mostrado interesado por estos fenómenos escatológicos; por ejemplo, había compuesto una obra sobre el viaje de Cristo a los infiernos durante los tres días de su muerte. En su relato sobre la aparición de 1542, destacó que Ahasvero fue visto por centenares de personas y comunicó sombríos detalles sobre los padecimientos de Jesús y las iniquidades cometidas por Judas Iscariote.
Un texto lo presentaba así: "Escuchaba el sermón con una devoción extraordinaria, con una atención insólita que sólo interrumpía cuando el predicador nombraba a Jesucristo. Entonces este personaje se inclinaba, se golpeaba el pecho y suspiraba con fuerza [...] Era un hombre taciturno y reservado, de conversación piadosa, pero que no hablaba si no se le dirigía la palabra. Empleaba siempre la lengua del país en el que se encontraba, comía y bebía poco y jamás se le vio reír. Si se le ofrecía dinero, no tomaba sino dos o tres sueldos que entregaba de inmediato a los pobres. Mucha gente de diversos países fue a Hamburgo para verlo, y se expresaron diversas opiniones. La más común era que a todos les parecía tener un aire familiar, como de un conocido de antaño".
En el siglo XIX, el mito cobró nueva vida gracias al éxito alcanzado en Francia por la novela de Eugène Sue El judío errante (1845), que imaginaba que este personaje vivía condenado a transmitir el cólera durante sus interminables viajes a lo largo de los siglos. Añadía una intriga de su cosecha: una familia francesa descendiente de la hermana del judío errante se vio obligada a emigrar de Francia a finales del siglo XVII a causa de su religión protestante. Antes, confiaron su riqueza a un judío y se dieron cita para recuperarla 150 años después, pero debían enfrentarse a una conspiración de los jesuitas que ansiaban hacerse con las riquezas.
Este folletín ofrecía una imagen favorable de los judíos, pero fue plagiado y adaptado en muchos relatos y monografías posteriores que en cambio tomaron un sesgo antisemita. Partes del libro se incorporaron al libelo Los protocolos de los sabios de Sión (1902), en el que el discurso anticlerical se transformaba en un alegato racista contra los judíos y alentaba los pogromos en la Europa oriental.
No siempre me han gustado los reportajes de National Geographic, pero esta vez lo acepto como historia sobre la vida de Moisés, que según la Biblia fue salvado por una princesa egipcia, que cosas del relato bíblico, gracias Chema por permitirnos ilustrarnos un rato
Son historias que muchos no conocemos Y de mucho valor
ResponderEliminarNo siempre me han gustado los reportajes de National Geographic, pero esta vez lo acepto como historia sobre la vida de Moisés, que según la Biblia fue salvado por una princesa egipcia, que cosas del relato bíblico, gracias Chema por permitirnos ilustrarnos un rato
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