Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., las famosas familias italianas notables; siempre han estado envueltas de casos de traiciones, envenenamientos, asesinatos y otros complots, ciertamente la familia de los Médicis, tampoco escapa a estas a estas conjeturas.
Justamente la Revista National Geographic, ha elaborado un amplio reportaje que describe los entretelones del probable envenenamiento de los Duques de Toscana: Francisco de Médicis y su esposa Bianca Capello, por su repentino fallecimiento; que de acuerdo a una investigación efectuada por toxicólogos, encontraron altas dosis de arsénico, en las vísceras que fueron guardadas...
National Geographic: Dice .- "La villa de Poggio a Caiano era una de las mansiones favoritas de los señores de Florencia. Allí tuvo lugar, el 8 de octubre de 1587, lo que parecía una más de las jornadas cinegéticas a las que era aficionado el gran duque. Por la noche, la pareja y sus invitados se reunieron para la cena, que transcurrió de manera normal hasta que, casi en los postres, Francisco I se sintió indispuesto y decidió retirarse. No tardaría en pasarle lo mismo a su consorte. Fue el inicio de la agonía de los grandes duques. Durante los siguientes diez días ambos sufrieron sucesivos accesos de fiebre, vómitos y diarreas. Su estado fue agravándose. Según las crónicas, sus aullidos de dolor podían oírse en toda la mansión. Finalmente, Francisco y Bianca murieron, uno en pos del otro, entre el 19 y el 20 de ese mes..."
National Geographic : Agrega .- "...A falta de heredero directo, el trono de Toscana pasó a disposición del cardenal Fernando, hermano del difunto. Éste renunció rápidamente a su condición eclesiástica para ceñirse la corona granducal y empezar a gobernar, misión en la que descollaría como uno de los más eficaces gestores de la dinastía medicea. Antes, sin embargo, Fernando quiso disipar las sombras de culpabilidad que las muertes de su hermano y cuñada proyectaban sobre él y ordenó que se practicara una autopsia de ambos cadáveres. La conclusión de los médicos fue que el gran duque y su esposa habían muerto contagiados de paludismo, una enfermedad entre cuyos síntomas se cuentan ciertamente los descritos..."
National Geograohic : Finaliza :- " El análisis mostró que el relicario contenía fragmentos del hígado de una mujer y de un hombre que presentaban dosis significativas de arsénico. Contrastadas las muestras masculinas del relicario con las de ADN de los restos óseos de Francisco I, concluyeron que ambas pertenecían al mismo personaje. Así pues, el aficionado a jugar con venenos había facilitado la labor de un asesino en aquella jornada de ocio y bonanza fraternal. Por fin se había resuelto el enigma…"
http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/murieron-envenenados-duques-florencia_12800
https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_I_de_M%C3%A9dici
Su repentino fallecimiento en 1587 dio lugar a rumores de envenenamiento que un análisis de 2006 ha intentado verificar
La muerte de los grandes duques de Toscana, por Amos Cassioli, 1872
Un menú indigesto
El menú de la última cena de Francisco y Bianca estaba compuesto por distintos tipos de pasta caliente, y destacaba la presencia de las famosas polpe di capponi, una especie de albóndigas de capón con fama de haber causado algunas muertes en el Vaticano. Completaban el ágape diversas tartas condimentadas con ingredientes de sabor y efectos contundentes: jengibre, nuez moscada, pimienta y clavo. Todo regado con vinos de la tierra.
FOTO: AKG / Album
Donde todo empezó
La villa de la familia Médicis en Poggio a Caiano, representada en una témpera de 1599. Museo Firenze Com’era, Florencia. Aquí tuvo lugar, el 8 de octubre de 1587, lo que parecía una más de las jornadas cinegéticas a las que era aficionado el gran duque.
FOTO: Bridgeman / ACI
Crónica de los festejos por la boda de Francisco de Médicis y Bianca Cappello.
Después de la muerte de su anterior esposa, Francisco de Médicis ya tenía vía libre para mostrar su amor por Bianca Cappello, apodada la "bruja veneciana", quien se convirtió en su segunda esposa oficial.
FOTO: Alamy / ACI
Fernando I. Moneda del Museo Arqueológico de Florencia
El cardenal Fernando
Tras la muerte de Francisco I, le sucedió en el trono su hermano Fernando. Nacido en 1549, fue ordenado cardenal a los 14 años y hasta su regreso a Florencia, con 38, se encargó de los asuntos de la familia en Roma, donde fue un asiduo comprador de obras de arte y construyó la Villa Médicis.
FOTO: Scala, Firenze
La jarra de Francisco I
Jarra de concha de nautilo decorada con piedras preciosas de la colección de Francisco I. Museo de la Plata, Florencia.
FOTO: Erich Lessing / Album
Xosé A. Neira Cruz
18 de junio de 2018
Francisco I de Médici | ||
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II Gran Duque de Toscana | ||
Francisco I de Médici, Gran Duque de Toscana por Bronzino.
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II Gran Duque de Toscana | ||
21 de abril de 1574 - 17 de octubre de 1587 | ||
Predecesor | Cosme I de Médici | |
Sucesor | Fernando I de Médici | |
Información personal | ||
Nacimiento | 25 de marzo de 1541 Florencia, Italia | |
Fallecimiento | 19 de octubre de 1587 (46 años) Toscana, Italia | |
Entierro | Capilla de los Medici, Florencia, Italia | |
Familia | ||
Casa real | Casa de Médici | |
Padre | Cosme I de Médici | |
Madre | Leonor Álvarez de Toledo | |
Consorte | Juana de Habsburgo-Jagellón Bianca Cappello | |
Descendencia | Leonor Ana María Felipe Juana | |
Escudo de Francisco I de Médici
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WIKIPEDIA
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¿Murieron envenenados los duques de Florencia?
Hijo y sucesor de Cosme I, primer gran duque de Toscana, y de la española Leonor Álvarez de Toledo, Francisco de Médicis no heredó la ambición política y el genio estratégico de su padre, ni tampoco la habilidad financiera y la elegancia de su madre. Desde su subida al trono en 1574, el nuevo gran duque prefería la tranquilidad de una corte alejada del gobierno, que había dejado en manos de funcionarios para dedicarse a sus aficiones preferidas: el estudio del arte y la experimentación con fórmulas alquímicas y venenos, de los que era gran conocedor.
Introvertido y físicamente endeble, Francisco es descrito por sus coetáneos con el adjetivo cupo, que se puede traducir por "moreno de piel", pero también como "sombrío" o "resentido". Muchos florentinos atribuían esos defectos a su larga estancia en la corte española, donde se formó en el entorno de Carlos V y su hijo Felipe II, verdaderos valedores de estos nuevos Médicis coronados por obra y gracia del Imperio. Francisco incluso había establecido lazos de parentesco con los Habsburgo, ya que su primera esposa, la archiduquesa Juana, era hija del emperador Fernando I y prima hermana del rey de España.
Después de 13 años de infeliz matrimonio, Juana murió en abril de 1578, tras caerse, embarazada, por la escalinata de la iglesia de la Anunciación de Florencia. El gran duque ya tenía vía libre para mostrarse al lado de su verdadero amor, Bianca Cappello, "la bruja veneciana", como la llamaban en los mentideros florentinos.
Un día de caza
Bruja o no, la veneciana consiguió finalmente su objetivo: convertirse en la segunda esposa oficial de Francisco en 1579, tras haberse librado previamente del estorbo de su primer marido, fallecido en una reyerta callejera unos años antes. Su imparable ascenso había llegado a cambiar incluso las tornas de su fama y ya era celebrada hasta en Venecia, otrora principal detractora de los turbios orígenes de su conciudadana, pues el gobierno del dux ya creía disponer de una aliada directa para entrometerse en los asuntos toscanos.
El gobierno del dux de Venecia ya creía disponer de una aliada directa para entrometerse en los asuntos toscanos
En 1587, los vientos soplaban a favor de Bianca hasta el punto de que uno de sus principales detractores, el cardenal Fernando de Médicis, hermano del gran duque, parecía haber dado por fin su aprobación a su hasta entonces odiada cuñada. Para celebrar la reconciliación, ¿qué mejor que organizar una cacería en Poggio a Caiano, disfrutando de la campiña toscana en pleno otoño, y culminar la avenencia familiar con un opíparo banquete digno de tal reencuentro?
La villa de Poggio a Caiano era una de las mansiones favoritas de los señores de Florencia. Allí tuvo lugar, el 8 de octubre de 1587, lo que parecía una más de las jornadas cinegéticas a las que era aficionado el gran duque. Por la noche, la pareja y sus invitados se reunieron para la cena, que transcurrió de manera normal hasta que, casi en los postres, Francisco I se sintió indispuesto y decidió retirarse. No tardaría en pasarle lo mismo a su consorte. Fue el inicio de la agonía de los grandes duques. Durante los siguientes diez días ambos sufrieron sucesivos accesos de fiebre, vómitos y diarreas. Su estado fue agravándose. Según las crónicas, sus aullidos de dolor podían oírse en toda la mansión. Finalmente, Francisco y Bianca murieron, uno en pos del otro, entre el 19 y el 20 de ese mes.
Pese a esta autopsia, las sospechas de envenenamiento siempre planearon sobre el inesperado final del matrimonio
A falta de heredero directo, el trono de Toscana pasó a disposición del cardenal Fernando, hermano del difunto. Éste renunció rápidamente a su condición eclesiástica para ceñirse la corona granducal y empezar a gobernar, misión en la que descollaría como uno de los más eficaces gestores de la dinastía medicea. Antes, sin embargo, Fernando quiso disipar las sombras de culpabilidad que las muertes de su hermano y cuñada proyectaban sobre él y ordenó que se practicara una autopsia de ambos cadáveres. La conclusión de los médicos fue que el gran duque y su esposa habían muerto contagiados de paludismo, una enfermedad entre cuyos síntomas se cuentan ciertamente los descritos.
Pese a esta autopsia, las sospechas de envenenamiento siempre planearon sobre el inesperado final del matrimonio. Pero no fue hasta 2006 cuando cobraron visos de realidad, al publicarse en el British Medical Journal las conclusiones de un análisis toxicológico de los restos de la pareja ducal.
Rastro de arsénico
Se sabía que, después de la autopsia, las vísceras de Francisco de Médicis y Bianca Cappello habían sido extraídas y conservadas aparte de sus cuerpos, en la iglesia de Santa Maria en Bonistallo, cerca de Poggio a Caiano. En 2004 se localizaron, depositadas en un relicario, lo que permitió que las estudiaran los toxicólogos Francesco Mari, Elisabetta Bertol y Aldo Polettini, y la historiadora de la medicina Donatella Lippi, todos ellos profesores de la Universidad de Florencia.
El análisis mostró que el relicario contenía fragmentos del hígado de una mujer y de un hombre que presentaban dosis significativas de arsénico
El análisis mostró que el relicario contenía fragmentos del hígado de una mujer y de un hombre que presentaban dosis significativas de arsénico. Contrastadas las muestras masculinas del relicario con las de ADN de los restos óseos de Francisco I, concluyeron que ambas pertenecían al mismo personaje. Así pues, el aficionado a jugar con venenos había facilitado la labor de un asesino en aquella jornada de ocio y bonanza fraternal. Por fin se había resuelto el enigma…
Debate inconcluso
Sin embargo, no tardaron en surgir detractores de las conclusiones del equipo coordinado por Mari. Gino Fornacini, miembro del Proyecto Medici, explicó la concentración de arsénico como una consecuencia de los métodos de conservación de vísceras usados por los médicos de la época. Fornacini denunció asimismo la metodología de obtención del ADN de Francisco I por parte de los toxicólogos, que consideraba errónea al no tener en cuenta, entre otras cosas, contaminaciones del cadáver del gran duque debidas a manipulaciones realizadas por antropólogos a mediados del siglo XX.
Por último, los análisis de los restos de Francisco llevados a cabo en las universidades de Pisa y Turín en 2009 detectaron la presencia de proteínas del parásito plasmodium falciparum, causante del paludismo, lo cual confirmaría, a su vez, la explicación de la muerte del gran duque que había ofrecido su sucesor.
Quedaría, de todos modos, otra vía de investigación por explorar: la localización y análisis del cuerpo de Bianca Cappello, inhumado por orden de Fernando I en un lugar todavía desconocido (se especula sobre una misteriosa tumba situada en la basílica florentina de San Lorenzo), que podría aportar luz sobre este enigma todavía abierto.
NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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