Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG.,la Revista National Geographic, nos alcanza un reportaje de un país ubicado en la Península Arábica, llamado Omán, que teniendo las mismas riquezas petroleras de sus vecinos ha optado por la modernización pero sin la construcción de rascacielos, en este país solo se construyen edificios de hasta siete pisos.
Más allá de las murallas de su capital, la
portuaria Mascate, se extiende un país seguro y acogedor, de paisajes
cambiantes que transitan entre el desierto y el cálido Índic...
Omán, oficialmente el Sultanato de Omán345 (en árabe, سلطنة عُمان Sulṭanat ʻUmān), es un país localizado al occidente de Asia, en la costa oriental de la península arábiga. Limita con los Emiratos Árabes Unidos al noroeste, con Arabia Saudita al oeste y con Yemen al suroeste. La costa está formada por el mar Arábigo al sur y este, y con el golfo de Omán al noreste. Posee también dos exclaves, la península de Musandam, al norte de los Emiratos Árabes Unidos, y Madha, al este de ese mismo país.[cita requerida]
A partir del siglo XVII, Omán tiene un imperio propio, y disputa
con España y los Países Bajos ejercer dominio sobre el golfo Pérsico y
el océano Índico, la influencia o control omaní se extendía por el
estrecho de Ormuz hasta Irán, y lo que es actualmente Pakistán, llegando por el sur hasta Zanzíbar.6
Su poder declina durante el siglo XX, y el sultanato queda bajo una
fuerte influencia de Gran Bretaña, si bien Omán nunca formó parte
formalmente del Imperio británico, o fue un protectorado británico. Omán posee fuertes lazos militares y políticos con el Reino Unido y los Estados Unidos, aunque mantiene una política exterior independiente.7
Omán es una monarquía absoluta en la cual el sultán de Omán ejerce autoridad absoluta, pero su parlamento tiene algunos poderes legislativos y de supervisión.8
En noviembre de 2010, el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas
nombró a Omán, de entre 135 países en todo el mundo, como el país que
más había mejorado durante los 40 años precedentes.9 Según índices internacionales de 2010, Omán era uno de los países más desarrollados y estables del mundo árabe.10
WIKIPEDIA.
https://www.nationalgeographic.com.es/viajes/grandes-reportajes/oman-arabia-mas-fascinante_11552/2
Más allá de las murallas de su capital, la portuaria Mascate, se extiende un país seguro y acogedor, de paisajes cambiantes que transitan entre el desierto y el cálido Índico
Un vergel secreto
El Wadi Shab esconde entre los pliegues de las rocas rincones repletos de frescor, con palmeras y pozas de agua dulce.
Foto: Jürgen Feuerer / Age Fotostock
Mascate
La capital omaní, encajada entre el
mar y las montañas, reúne sus rincones con más encanto alrededor del
zoco de la Ciudad Vieja o Mutrah.
Foto: Christian HEEB / Gtres
La Gran Mezquita
Inaugurada en 2001 para conmemorar los 30 años de reinado del sultán Qabús, tiene 5 minaretes y unos cuidados jardines.
Foto: Ameer Aftab / Age Fotostock
Festival Eid Ul Fitr
La carrera de camellos es el acontecimiento más esperado de esta fiesta, que celebra el final del Ramadán.
Foto: Jonathan & Angela Scott/ AWL Images
Mascate
Situada en la costa este del país, Mascate se halla entre el golfo Pérsico y el mar de Arabia, frente a la costa de iraní.
Foto: Matteo Colombo / AWL Images
Fauna del desierto
Omán es uno de los últimos refugios de fauna salvaje de la península arábiga. Aquí habita el oryx blanco,
de pelaje mucho más claro que su pariente africano; extinguido en los
años 70, fue reintroducido con éxito durante la década siguiente en una
zona del sudeste declarada Santuario del Oryx. Otro mamífero que
sobrevive en Omán es el leopardo de Arabia, cuya mayor población habita
las montañas de la Reserva Jabal Samhan. Durante las rutas por el interior es posible avistar gacelas de las arenas, íbex de Nubia y media docena de reptiles curiosos, como cinco especies de camaleones. En cuanto a las aves,
Omán registra el paso de más de 400 aves migratorias y, además, es el
hogar del águila dorada, el buitre egipcio y el endémico búho omaní.
Foto: Shutterstock
Castillos omanís
El norte del país cuenta con una
decena de fuertes situados frente a la costa o en lugares elevados. El
de Nakl se localiza a 120 kilómetros de la ciudad de Mascate.
Foto: Malcolm MacGregor / AWL Images
Fiordos de Musandam
Foto: Getty images
Un mar de dunas
El desierto de Rub al-Jali, de 650.000 km2, abarca un sector del norte de Omán. Las travesías por las dunas de Wahiba incluyen paseos en dromedario.
Foto: Frantisek Staud / Shutterstock
Oasis de Wadi Shab
A unas dos horas de la capital omaní,
las piscinas naturales de Wadi Shab son un verdadero oasis encajado en
un enorme cañón de arena.
Foto: Fototeca 9x12
Bosque lluvioso de Salalah
Este frondoso bosque se beneficia de
las precipitaciones monzónicas tres meses al año, de finales de julio a
inicios de septiembre.
Foto: Age Fotostock
Playa de Al-Sharqiyah
Foto: Fototeca 9x12
Jebel Akhdar
A mil metros de altitud, el pueblo de
Misfat Al Abriyeen conserva viejos edificios de barro y varias plantas.
Alrededor se extienden campos de palmeras y frutales.
Foto: Michele Falzone / AWL Images
El puerto de sur
Los constructores de dhows, el barco tradicional omaní, trabajan en la playa de esta ciudad
Foto: Nigel Pavitt / Awl images
Montes Hajar
Un pastor de cabras en la cordillera que se alarga tras las bellas ciudades de Nizwa y Bahla.
Foto: Waseem Sayegh / Age fotostock
Omán, un viaje mítico al sur de la península de Arabia
Situado en un lugar privilegiado, Omán ofrece un mosaico de paisajes repleto de riquezas naturales y culturales.
Ricard González
1 de junio de 2017
Omán, la Arabia más fascinante
Durante el siglo pasado, cuando el país era gobernado por un
déspota oscurantista, la capital cerraba las puertas de su muralla cada
noche y algunos aparatos básicos de la vida moderna como la radio
estaban prohibidos. El descubrimiento de ingentes yacimientos de
petróleo y la llegada al poder del actual sultán, Qabús Bin Saïd, en
1970 abrió el país al mundo. Sin embargo, ignorado por el turismo de masas, ¿conserva Omán aquel halo de misterio que cubría una identidad y paisajes únicos?
La primera impresión de Mascate tras bajar del avión es la de una
urbe próspera y tecnológicamente desarrollada, a la vez que austera. Por
cuestión de infraestructuras y ubicación, la capital es una buena base
desde donde descubrir magníficas playas, desiertos de dunas gigantes,
escarpadas montañas y ciudades históricas, vestigios de un viejo
imperio.
La ciudad nueva, de grandes avenidas y pulcros edificios blancos, convive con la antigua capital. Allí, abrigada
por unas abruptas colinas que protegían de invasiones y razias, se
halla el colorido palacio presidencial del sultán Qabús.
Mientras el sol se esconde tras las montañas, coronadas por dos
fortalezas medievales, media docena de turistas posa para una foto ante
la valla del majestuoso recinto. La presencia policial es mínima y los
pocos agentes desplegados muestran una actitud distendida. Esta postal
es inédita en cualquier otro país árabe, región martirizada por guerras
intestinas y el yihadismo.
Con cuatro millones de habitantes y un territorio del tamaño de Italia, Omán es una isla de calma en un mar de conflictos sectarios, lo que le ha valido el sobrenombre de la Suiza de Oriente Medio. Además destaca por su tolerancia religiosa, incluso para doctrinas politeístas prohibidas en otros países musulmanes.
Y en una subregión, la del Golfo Pérsico, caracterizada por el lujo y
la ostentación, exhibe una actitud más bien modesta y recatada.
Conservación del patrimonio
"No somos como los Emiratos Árabes, que han construido
ciudades de rascacielos y han destruido su patrimonio histórico.
Queremos preservar nuestra identidad", explica Hassan Riyami, un joven empresario. "Por eso, el sultán ha prohibido los edificios con más de siete plantas en todo el país",
añade orgulloso en un perfecto inglés, la lengua de los negocios. Este
interés en preservar la cultura local frente a la globalización se ha
plasmado en el museo Bait Zabaid, que recoge preciosas puertas, cofres,
joyas, instrumentos musicales y vestidos. Una excelente introducción al
país.
Ahora bien, esta idiosincrasia no evita que Omán se asemeje a las petromonarquías del Golfo,
prósperos estados construidos gracias a una mano de obra muy barata, a
menudo explotada. Casi la mitad de los habitantes del país son
inmigrantes, la mayoría de naciones cercanas, como Pakistán, India o Bangladesh. Ellos son quienes construyen las autopistas y sirven cafés en los bares y restaurantes.
A pesar de la fascinación que sienten los omaníes por las grandes superficies a la americana, el zoco de Mascate, cuya boca está emplazada frente a un agradable paseo marítimo, no ha perdido su encanto.
Al atardecer, cuando bajan las tórridas temperaturas veraniegas, se
torna un lugar bullicioso en el que es posible comprar, siempre previo
regateo, incienso, jabones artesanales o una khanjar, la daga curvada
que forma parte del elegante traje tradicional y constituye el emblema
nacional.
Es más fácil divisar un delfín frente a las costas que un autocar en sus carreteras
Para realizar una ruta por el Omán profundo es aconsejable alquilar
un coche, pues el transporte público es prácticamente inexistente. Es
más fácil divisar un delfín frente a las costas que un autocar en sus
carreteras. La alternativa pasa por utilizar la misma red de transportes que los inmigrantes: los abundantes taxis compartidos.
En el corazón del país se localiza su segunda ciudad más poblada, Nizwa, capital de un antiguo imperio marítimo que extendió sus posesiones hasta la isla de Zanzíbar.
De aquella época, el siglo XVII, data su fortaleza de color ocre, un
prodigio arquitectónico que ha sido reproducido en billetes y monedas.
Nizwa es aún el centro espiritual de la confesión ibadita, la tercera
rama del islam, mayoritaria entre los omaníes, aunque mucho menos
conocida que la suní o la chií.
Con más de 1.300 años de historia, el ibadismo, presente solo
en Omán, Zanzíbar y de forma marginal en el Magreb, se caracteriza por
escoger a sus imanes a través del consenso de la comunidad y por buscar
una solución pacífica de los conflictos. La existencia de esta
escuela de pensamiento explica que, a pesar de ser un país de moral
conservadora, las minorías disfruten de una plena libertad de culto.
La tolerancia de Omán, un país abocado al mar y de legendarios
navegantes –los locales aseguran que el mítico Simbad no era iraquí,
sino omaní–, se explica asimismo por su historia de intercambios
comerciales con otras culturas. No en vano, la deliciosa gastronomía
tradicional es una fusión de platos árabes e indios, y su lengua incluye
una profusión de palabras persas, indias, suahilis y baluchis.
A unos 50 kilómetros de Nizwa se halla la urbe de Bahla, declarada
Patrimonio Mundial gracias también a su castillo medieval, con su
sorprendente laberinto de galerías secretas. Las dos ciudades están
envueltas por la alargada cordillera de al Hajar, la más importante de
la península arábiga, y cuyo pico más alto se eleva por encima de los
3.000 metros de altitud.
La deliciosa gastronomía tradicional es una fusión de platos árabes e indios, y su lengua incluye una profusión de palabras persas, indias, suahilis y baluchis
Desde Nizwa se puede hacer una travesía a pie por la cercana región de Jebel
Akhdar (significa "montaña verde"), que ofrece excelentes panorámicas
de montañas tapizadas de terrazas con hileras de olivos, albaricoqueros y
granados. La región es muy fértil y, gracias a la estación de
lluvias y a la tupida red de canalizaciones que demarca los valles, sus
campesinos realizan diversas cosechas al año.
Paisajes de bosque y desierto
En el corazón de Jebel Akhdar se conservan vestigios de las casas
tradicionales de la región, hechas de barro y de notable altura,
parecidas a los edificios de varias plantas del vecino Yemen. Más difíciles de encontrar son las joyas del mundo animal que esconde esta sierra: la
cabra o tar árabe y el oryx. Ambas especies se encuentran en peligro y
cuentan con apenas unas decenas de ejemplares, así que para divisarlos
es necesario adentrarse en las zonas más recónditas y escarpadas
además, claro, de tener mucha suerte. En cambio y aunque parezca
increíble, resulta más fácil encontrar un íbice de Nubia o un lince.
La ciudad de Sur, a 150 kilómetros de Mascate, es un destino famoso
pues su región ofrece algunos de los paisajes más bellos y variados del
país. En unas paradisíacas playas de aguas turquesas, arena blanca y cielos límpidos, desovan cada año miles de tortugas verdes, en riesgo de extinción.
Hacia el interior se extiende el desierto de dunas de Wahiba, cuyo
tamaño nada tienen que envidiar a las del Sáhara. Los beduinos de la
zona reciben en sus jaimas a los viajeros y permiten conocer su
ancestral cultura. Gozar de una noche de verano al raso, bajo el cielo
estrellado, después de un paseo en dromedario por las dunas de Wahiba
constituye un privilegio.
En este mismo trayecto vale la pena acercarse al Hawiyat Najm, una piscina natural creada tras el impacto de un meteorito
Más impresionantes aún son los cursos de los wadis,
auténticos oasis entre montañas que jalonan el camino de Sur a Mascate.
El más conocido es Wadi Beni Khaled, que nace en los montes agrestes y
va descendiendo hacia la llanura formando pequeñas piscinas naturales de
agua transparente y suave corriente. En ellas viven unos traviesos pececitos cuya dieta incluye las pieles muertas de los pies de quien supere el recelo inicial.
Recorrer a nado una parte del arroyo, entre rocas y desfiladeros ofrece
una experiencia simplemente mágica. En este mismo trayecto vale la pena
acercarse al Hawiyat Najm, una piscina natural creada tras el impacto
de un meteorito. Su agua cristalina refleja las láminas de la roca y
crea un espectacular efecto visual.
Sur es también célebre por poseer la última dársena que construye dhows, las embarcaciones típicas del Golfo Pérsico, de forma tradicional. "Hace veinte años, funcionaban siete compañías. La competencia de las fábricas modernas de Dubai
y el desinterés de los jóvenes por un trabajo arduo y mal remunerado
nos ha dejado solos", lamenta Jumaa Bin Jassim, propietario de uno de
los talleres más veteranos. Una docena de trabajadores, todos
extranjeros, trajinan alrededor de un gran esqueleto náutico. En función del tamaño, su construcción dura entre nueve meses y dos años.
No hay manera de arrancarle el precio aproximado al astuto anciano, en
cambio no tiene inconveniente en mostrar a los visitantes el pequeño
museo que ha abierto en su taller.
Para trasladarse a la península de Musandam, conectada por tierra con
los Emiratos Árabes Unidos, hay que reservar un vuelo desde Mascate.
Esta región del norte es la más mestiza de Omán. Hasta hace unos pocos
años, a este rocoso y aislado territorio, situado en el cabo del
estrecho de Ormuz, solo se podía llegar en barco. Su carácter
multicultural ha quedado registrado en el habla de sus habitantes, una
mezcla de tantas lenguas diversas que incluso un árabe lo encuentra casi
incomprensible.
Los fiordos omaníes
La península, punto más septentrional del sultanato, es un lugar
especial gracias a sus espectaculares fiordos, una cadena de montañas
infiltrada por las aguas marinas, en las que resulta habitual avistar
delfines –nariz de botella, común, spiner y de Rissos–, tortugas e
incluso ballenas. Bajo la superficie marina, una serie de
arrecifes de coral regalan inmersiones de ensueño. Musandam y las islas
Daymaniat, emplazadas a una hora de Mascate, se consideran los mejores
lugares de Omán para practicar el submarinismo o el buceo con
gafas, tubo y aletas, pues no es necesario descender a grandes
profundidades para apreciar su belleza. La costa omaní atesora una rica
fauna marina gracias a la calidez de sus aguas y a la abundante pesca.
Entre las especies más frecuentes, destacan el pez linterna, la tortuga
verde, la tortuga carey, el dugongo o dugón, la barracuda, el pez
damisela, el rorcual aliblanco, el rorcual común, el cachalote, la orca y varias especies de langostas, cangrejos, además de 21 tipos de delfines.
Omán posee en el sur otra de sus regiones más singulares: Dhofar, pegada a la frontera con Yemen. Esta
zona, cuya capital es Salalah, constituye la única franja de la
desértica península arábiga atravesada cada año por las lluvias
monzónicas, y por lo tanto, un exuberante manto verde cubre cada año sus campos y sus montañas en otoño.
En Dhofar se encuentran algunas de las playas más impresionantes del
país. Las hay kilométricas y lisas cerca de Salalah, pero también
existen otras pequeñas y rocosas, al abrigo de acantilados. Como en
otras regiones, los turistas también pueden gozar en Dhofar observando
tortugas y delfines a escasos kilómetros de la costa, pero solo en el extremo sur de Omán es posible contemplar ballenas jorobadas así como numerosas aves zancudas y migratorias que vuelan rumbo a la India, África o el frío norte de Europa.
A pesar de haber entrado en la modernidad, Omán no ha perdido del
todo el aire misterioso que cautivó a los primeros exploradores
occidentales. Y para muestra, su sistema de elección del sucesor del
sultán Qabús, enfermo de cáncer y sin descendencia. Según la ley de
1996, tres días después de la muerte del septuagenario monarca, se
deberá reunir un consejo formado por varios miembros de su familia con
el fin de consensuar el nombre del heredero, siempre de la misma
dinastía. En caso de no alcanzar un acuerdo, se abrirá un sobre sellado
por el propio Qabús que contiene la elección del sucesor que ha
designado. Un toque stendhaliano para un país de estructura medieval hasta el boom del oro negro.
NATIONAL GEOGRAPHICGuillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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