Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., lo que el cine inmortalizó como el Conde Drácula, que bebía sangre de sus víctimas, tiene mucho de verdad, efectivamente existió : "...el príncipe Vlad III de Valaquia
nació en Sighisoara (Transilvania) en 1431, y fue uno de los tres hijos
legítimos de Vlad II, voivoda (gobernador) de Valaquia. Con apenas 13 años marchó a la corte otomana,.."
NATIONAL GEOGRAPHIC .- narra : "....... La fortuna del sobrenombre de Drácula se debe en
realidad a una confusión. Su padre, el príncipe o voivoda Vlad II de
Valaquia, había ingresado en 1428 en la Orden del Dragón (Drac, en
húngaro), de la mano del emperador Segismundo de Luxemburgo. Por ello
fue conocido en adelante como Vlad Dracul, mientras que a su hijo se le
llamó Vlad Draculea, esto es, hijo de Dracul. Sin embargo, en la mitología rumana
la figura del dragón no existía y el término dracul designaba al
diablo, con lo que Vlad III pasó a ser en rumano “el hijo del diablo”.
NATIONAL GEOGRAPHIC .- agrega : " Ello coincide con la leyenda sobre la crueldad y ánimo sanguinario
de Vlad, recogida ya por crónicas de su época. En ellas se le
presentaba como un príncipe aficionado a la tortura y entusiasta de la
muerte lenta, que solía cenar bebiendo la sangre de sus víctimas o
mojando pan en ella. Se calcula que en sus tres períodos de gobierno,
que suman apenas siete años, ejecutó a unas 100.000 personas, en la
mayoría de las ocasiones mediante la técnica del empalamiento. Por
esta razón se le conoce desde el siglo XVI como Vlad Tepes, esto es,
Vlad el Empalador....."
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/vlad-tepes-empalador-dracula-historico_11548
Príncipe de Valaquia durante el siglo XV, la inusitada crueldad de que hizo gala durante su gobierno dio pie a una leyenda diabólica que pasó a la literatura de la mano de Bram Stoker.
Perlas y piedras preciosas
Este retrato del señor de Valaquia es
copia de uno pintado durante su vida. El voivoda luce un bonete
principesco adornado con perlas y piedras preciosas. Se conserva en el
castillo de Ambras, en Innsbruck.
Foto: CC
Sighisoara, la cuna de Drácula
Según la tradición, Vlad III, llamado
Drácula, nació en la antigua ciudad alemana de Schässburg (Sighisoara
en rumano), fundada por colonos sajones.
Foto: Gtres
Vlad Tepes y los enviados turcos
Esta pintura de Theodor Aman muestra a
Tepes recibiendo a los enviados turcos. En 1448 ascendió al trono de
Valaquia por primera vez gracias al apoyo de los turcos, de quienes
había sido prisionero y a los que luego combatirá.
Foto: CC
Retrato de cuerpo entero de Vlad Tepes
Vlad nació a finales del año 1431 en la ciudad de Sighisoara, Transilvania, hijo legítimo del voivoda Vlad II de Valaquia.
Foto: CC
Un grabado publicado en 1488
Se dice que para librarse de
vagabundos y mendigos, Vlad los invitó a un banquete, cerró las puertas y
los quemó vivos. Aquí en un grabado en 1488.
Foto: CC
Pintura en acuarela, Alemania, S. XVI
Un delegado papal describió a Vlad como una persona con un cuerpo fornido y musculoso, rostro rojizo y delgado,
nariz aguileña, pómulos salientes, largas pestañas, ojos grises, cejas
tupidas, bigote y una cerviz de toro que le ceñía la cabeza, de la que
colgaba una ensortijada melena negra.
Foto: CC
El castillo de Drácula
EL castillo de Bran en el pasado
marcaba la frontera entre Valaquia y Transilvania. Sin embargo, a pesar
de vincularse habitualmente con Vlad III, parece ser que él jamás vivió
en este castillo y que su verdadera fortaleza fue el Castillo de
Poenari.
Foto: Gtres
Lago Snagov
Tras caer abatido en una emboscada
turca, su cabeza fue exhibida en Estambul y posteriormente su cuerpo fue
enterrado en el monasterio del lago Snagov.
Foto: AP
Covadonga Valdaliso,
historiadora
Vlad Tepes el Empalador, el Drácula histórico
A finales del siglo XIX, el escritor irlandés Bram Stoker
concibió una novela de terror relacionada con las leyendas
centroeuropeas sobre vampiros y no muertos que ya habían servido de
inspiración a otros autores decimonónicos como John Polidori, el
médico y compañero de viajes de Lord Byron. Indagando en este tipo de
historias, Stoker tuvo conocimiento de la existencia de un príncipe rumano llamadoVlad Draculea, que había vivido en el siglo XV y se había hecho célebre, entre otras cosas, por su gusto por lo sanguinario.
La fortuna del sobrenombre de Drácula se debe en
realidad a una confusión. Su padre, el príncipe o voivoda Vlad II de
Valaquia, había ingresado en 1428 en la Orden del Dragón (Drac, en
húngaro), de la mano del emperador Segismundo de Luxemburgo. Por ello
fue conocido en adelante como Vlad Dracul, mientras que a su hijo se le
llamó Vlad Draculea, esto es, hijo de Dracul. Sin embargo, en la mitología rumana
la figura del dragón no existía y el término dracul designaba al
diablo, con lo que Vlad III pasó a ser en rumano “el hijo del diablo”.
Ello coincide con la leyenda sobre la crueldad y ánimo sanguinario
de Vlad, recogida ya por crónicas de su época. En ellas se le
presentaba como un príncipe aficionado a la tortura y entusiasta de la
muerte lenta, que solía cenar bebiendo la sangre de sus víctimas o
mojando pan en ella. Se calcula que en sus tres períodos de gobierno,
que suman apenas siete años, ejecutó a unas 100.000 personas, en la
mayoría de las ocasiones mediante la técnica del empalamiento. Por
esta razón se le conoce desde el siglo XVI como Vlad Tepes, esto es,
Vlad el Empalador.
Historia de los Balcanes
Para comprender esta fama hay que situarse en el contexto de los
Balcanes en las décadas centrales del siglo XV. En aquel entonces el
Imperio otomano se hallaba en plena fase de expansión por el suroeste
de Europa: Grecia quedó sometida desde la década de 1360, Serbia desde
1389 y Bulgaria en 1396. Frente a los otomanos se encontraban el reino
de Hungría y los principados en los que entonces se dividía la actual
Rumanía: Valaquia y Moldavia, junto a Transilvania, territorio
autónomo perteneciente a Hungría.
Frente a los otomanos se encontraban el reino de Hungría y los principados de la actual Rumanía
Las guerras de frontera se convirtieron en una constante, guerras de
extraordinaria violencia, en las que las ejecuciones y represalias
masivas estaban a la orden del día.Vlad deValaquia fue un producto de
este ambiente, y su vida fue una lucha constante por la supervivencia y
por el poder.
Un príncipe de frontera
Según la mayoría de los autores, el príncipe Vlad III de Valaquia
nació en Sighisoara (Transilvania) en 1431, y fue uno de los tres hijos
legítimos de Vlad II, voivoda (gobernador) de Valaquia. Con apenas 13 años marchó a la corte otomana,
junto con su hermano Radu, como rehén o garantía de sumisión. Vlad
II, en efecto, había establecido con los turcos una alianza que le
valió la enemistad del regente de Hungría, Juan Hunyadi, de origen
valaco. En 1447 éste preparó una ofensiva contra Vlad, apoyándose en
los boyardos valacos, nobles pro húngaros. El resultado fue la muerte
del voivoda y de su hijo Mircea.
Irritado por la pérdida de su aliado en Valaquia, el sultán otomano
Murat declaró a su hijo Vlad Draculea pretendiente al trono. Al año
siguiente lanzó a sus tropas contra Hunyadi, derrotándolo totalmente
en Kosovo. Vlad aprovechó la circunstancia para apoderarse del trono de
Valaquia, pero su primer período de gobierno duró poco, pues en el
mismo año 1448 fue expulsado a instigación de Hunyadi.
En 7 años ejecutó a unas 100.000 personas mediante la técnica del empalamiento en la mayoría de los casos
Vlad se refugió inicialmente en la corte del sultán otomano, con la
esperanza de que lo ayudara a volver a Valaquia. Pero, defraudado en
sus aspiraciones, en 1449 marchó a Moldavia, donde tenía parientes. En
los años siguientes intervino en las luchas intestinas moldavas, hasta
que en 1451 marchó a Transilvania. Instalado en ciudades alemanas del
país, como Kronstadt, trató de reunir apoyos con vistas a recuperar el
trono de Valaquia. La oportunidad le llegó tras la conquista de
Constantinopla por Mehmet II en 1453. Viendo a Hungría cada vez más
amenazada por los otomanos, Hunyadi se lanzó a buscar aliados para un
enfrentamiento directo con los turcos. El noble que entonces era voivoda
de Valaquia se mostraba cada vez más entregado a los otomanos, y
Hunyadi pensó en sustituirlo llamando a Vlad. Éste olvidó todo rencor
por la muerte de sus familiares y se lanzó al combate.
Fue así como en 1456 logró hacerse de nuevo con el gobierno de
Valaquia. Inició entonces su fase de gobierno más larga, hasta 1462,
aquella que le ganaría ante los contemporáneos y la historia la
reputación siniestra que desde entonces lo acompaña.
Esta fama se debe en primer lugar a los métodos que Vlad empleó en
la guerra. Desde que en 1460 decidió negarse a pagar tributo a los
turcos, el enfrentamiento armado se hizo inevitable, y este revistió
los tintes de una cruzada, tan brutal y sanguinaria como las que se
habían librado en Tierra Santa en siglos anteriores.
Los métodos de un cruzado
La campaña de 1462 nos da un ejemplo de sus métodos. En respuesta a
una ofensiva turca, Vlad atravesó el Danubio para saquear el país
búlgaro, entonces parte del Imperio otomano. Al término de la campaña
envió al rey húngaro Matías Corvino dos sacos llenos de orejas,
narices y cabezas, acompañados de una carta en la que le decía: “He
matado a hombres y mujeres, a viejos y jóvenes, desde Oblucitza y
Novoselo hasta Samvit y Ghigen. Hemos matado a 23.884 turcos y
búlgaros, sin contar aquellos a los que quemamos en sus casas, o cuyas
cabezas no fueron cortadas por nuestros soldados... Terminemos juntos lo
que juntos hemos iniciado, y aprovechemos esta situación, puesto que,
si Dios Todopoderoso escucha las oraciones y los ruegos de la
Cristiandad, si favorece los ruegos de sus piadosos servidores, nos
concederá la victoria sobre los infieles, enemigos de la Cruz”. Vlad,
pues, se veía a sí mismo como un cruzado.
Al mismo tiempo, el voivoda aplicó las mismas tácticas violentas contra sus súbditos, a fin de asegurar su autoridad.
No le faltaban motivos para temer por su posición. La nobleza
boyarda se mostró desafecta, absteniéndose de participar en la guerra
contra los turcos. Los colonos alemanes, por su parte, protagonizaron
diversas revueltas. De ahí que, como brazo ejecutivo de la justicia, el
voivoda la impusiera con crudeza, castigando duramente a los
delincuentes y sofocando rebeliones. Las sádicas ejecuciones de sus
víctimas resultaban ejemplares, y contribuían a imponer el orden. De
algún modo podría decirse que su máxima era que el temor traía
consigo la obediencia.
Su severidad dio lugar a historias como la de la jarra de oro que dejó frente a su residencia en Tirgoviste,
para que los viajeros pudiesen beber agua en ella; tal era el temor que
inspiraba el gobernante que nadie osó nunca robarla. Pero el método
de castigo con el que se asocia la figura de Vlad es, claro está, el
del empalamiento. No fue una invención de Vlad, sino que su historia se
remontaba al menos a la antigua Asiria y se utilizaría durante largo
tiempo.
Las fuentes apuntan, en todo caso, que Vlad llegaba a extremos de
macabro refinamiento, prolongando la agonía de los condenados y
utilizando los cuerpos de los empalados como terrorífica advertencia.
El ejemplo más conocido de su ensañamiento lo constituye el conocido
como Bosque de los Empalados, lugar en el que se dice que Tepes hizo
talar todos los árboles para empalar a más de 20.000 prisioneros. El
cronista Calcondilo asegura que Mehmet II, al visitarlo en 1461,
retrocedió horrorizado, aunque al mismo tiempo elogió a un príncipe
que demostraba ser un experto en el arte de gobernar mediante el terror.
El Bosque de los Empalados es el lugar en el que se dice que Tepes hizo talar todos los árboles para empalar a más de 20.000 prisioneros
¿Hasta qué punto son ciertos estos relatos sobre la crueldad de
Vlad? No hay duda de que algunos de ellos son tendenciosos, como sucede
con las crónicas alemanas, surgidas del testimonio de los colonos
germanos de Transilvania hostigados por el voivoda. Otras crónicas, en
cambio, lejos de censurar al sanguinario príncipe, elogian sus métodos
implacables; es el caso de los testimonios rusos. En la época y lugar
en que vivió Vlad, su crueldad no fue en modo alguno excepcional,
aunque no cabe duda de que pocos llevaron tan lejos sus métodos
terroristas.
En 1462 Vlad fue derrotado por los turcos. Pasó doce años
prisionero en Hungría, hasta que en 1476 recobró su utilidad como
candidato al trono de Valaquia. Su tercera etapa como voivoda terminó al caer abatido en una emboscada turca. Su cabeza fue exhibida en Estambul, y su cuerpo fue enterrado en el monasterio del lago Snagov.
NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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