Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la historia de la primera circunnavegación de La Tierra, efectuada por el navegante portugués Fernando de Magallanes, al servicio de la Corona Española del Rey Carlos I, al conseguir el apoyo del rey español, al convencerlo que él, encontraría la ruta comercial más corta para llegar a las Islas Molucas, productoras de las especies(Clavo de olor, canela y nuez moscada de amplia demanda en Europa); partió de puerto de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1,519.
La expedición tuvo muchas contratiempos, con ciertas imposiciones que se firmaron en la capitulaciones con el rey español y el clero, que les impuso a un segundo mando llamado Juan de Cartagena, era algo así como una bicefalia marítima y esa no funciona en el mar. Hubo motines.
La expedición que llegó a América, el 13 de diciembre de 1,519; hizo largas paradas desde Brasil hasta la actual Argentina, superó motines con pena de muerte para los sublevados y se desprendió de Juan de Cartagena y y el clérigo Sánchez Reina dejándolos abandonados en una isla a su suerte, por fin partió de nuevo la expedición y descubrió el famoso estrecho que le llamó: "Canal de Todos los Santos", que hoy se llama: Estrecho de Magallanes el 1° de noviembre de 1,520, tuvo la deserción de Esteban Gómez que se apoderó de la nave San Antonio y regresó a España; con solamente tres naves partió a navegar el océano pacífico que él desconocía que el era el más extenso del mundo.
Magallanes, llegó a las Islas de San Lázaro hoy Filipinas, después de tres meses de travesía con hambre, sed, fiebres, escorbuto y con 20 hombres muertos en la travesía.
Magallanes, en esas islas, tuvo la sugerencia de Humabón, Jefe de la Isla Cebú, que se enfrentara a un jefe rival llamado Lapu Lapu, Magallanes aceptó el reto y se fue a buscarlo en Mactán, quien lo esperó con 1,500 guerreros, tan desigual batalla la ganaron los naturales, con la muerte de Magallanes el 27 de abril de 1,521...............
Esta es la primera parte en síntesis del reportaje de National Geographic, de la expedición de Fernando de Magallanes..... esperaremos la segunda parte en próxima edición....
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/primera-vuelta-mundo-expedicion-magallanes-elcano_14660
Hace 500 años, la expedición Magallanes-Elcano completó por primera vez la circunnavegación del planeta. (PARTE 1: DE SEVILLA A FILIPINAS)
Mapa de la primera circunnavegación del mundo, por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, de 1519 a 1522
https://es.wikipedia.org/wiki/Expedici%C3%B3n_de_Magallanes-Elcano
WIKIPEDIA.
La única nave que regresó
La nao Victoria aparece en
un mapa del geógrafo y cartógrafo flamenco Abraham Ortelius (1527-1598).
De las cinco naves de la expedición de Magallanes, esta fue la única
que regresó a Sevilla tras dar la vuelta al mundo 3 años más tarde.
Foto: The Picture Art Collection/ Alamy / Cordon Press
Fernando de Magallanes
El expedicionario portugués estaba al
mando de unos 250 hombres que partieron junto a él en 5 naves el 20 de
septiembre de 1519 desde Sanlúcar de Barrameda. Aquí en un óleo sobre
tabla, anónimo, siglo XVI. Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando, Madrid.
Foto: Granger, NYC/Album
Juan Sebastián Elcano
Elcano capitaneó la expedición desde
la muerte de Magallanes. Aquí en un óleo a partir del grabado de L.
Fernández Noseret sobre dibujo de J. López Enguídanos, 1791-1814. Museo
Naval, Sevilla.
Foto: Oronoz/Album
Emma Lira
La primera vuelta al mundo
(Artículo publicado en el número de septiembre de 2019 de la edición impresa de National Geographic España)
En el verano del 20 de septiembre de 1519, hace ahora 500 años, partía de
Sevilla una flota al mando de Fernando de Magallanes, veterano
navegante portugués que le había vendido al rey de España su idea de
llegar a las islas de las Especias por el oeste. Ni él, ni el joven
soberano que confió en su intuición ni Juan Sebastián Elcano, el
experimentado marino vasco que acababa de enrolarse como maestre en una
de las naos, podían imaginar que aquella expedición acabaría por
circunnavegar por primera vez el planeta, haciendo historia.
El hambre y la fatiga para todos, la muerte para muchos y la gloria para unos pocos elegidos fue el balance de la gesta
que conectó el mundo entero por primera vez. La historia de quienes
vivieron para contarlo y de quienes murieron en el intento ha llegado
hasta nosotros a través de varios de los hombres que la protagonizaron,
especialmente el piloto griego Francisco Albo, el marinero español Ginés
de Mafra y el cronista italiano Antonio de Pigafetta. Solo la de este
último, «un incondicional de Magallanes», apunta Lola Higueras,
historiadora naval y exdirectora del Museo Naval de Madrid, se
publicaría íntegramente tras el regreso de la expedición. Sería la
visión de este hombre con alma de reportero la que condicionaría en gran
manera la narrativa actual sobre una expedición que dio la vuelta al
globo sin haberlo pretendido.
El origen de una gesta histórica
Pero tratemos de entender cómo pudo llevarse a cabo una hazaña de
tales características sin proponérselo. Desde mediados del siglo XV
Europa hervía en la búsqueda de nuevos mundos, nuevos puertos y nuevas
rutas comerciales. La toma de Constantinopla en el año 1453 por parte
del sultán Mehmed I había supuesto el inicio de una nueva era. Y no solo
para el Imperio otomano, sino, paradójicamente, para la expansión de un
continente que, con la ruta terrestre hacia las especias en manos del
Turco, no tenía más salida que echarse a la mar y enfrentarse a los
monstruos que poblaban sus mapas. A finales de siglo, cuando el
descubrimiento de América demostró que aún quedaban tierras por
explorar, la mayoría ilustrada intuía ya que el mundo no acababa en un
salto abrupto al vacío y que la esfericidad de la Tierra era
algo más que una hipótesis. La expedición que en 1519 partiría desde
Sevilla estaba, sin saberlo, a punto de constatarlo.
Desde mediados del siglo XV Europa hervía en la búsqueda de nuevos mundos, nuevos puertos y nuevas rutas comerciales. La expedición que en 1519 partiría desde Sevilla estaba, sin saberlo, a punto de constatarlo.
Fueron varios los factores que coincidieron para que se dieran las
circunstancias y el momento idóneos: los avances tecnológicos en el
diseño de las naves, los instrumentos de navegación y la cartografía, el
desarrollo de un pensamiento más global con la irrupción del
Renacimiento y, por supuesto, un incentivo potente: la búsqueda de las
riquezas que aguardaban allende los mares.
Un mundo todavía desconocido
Fernando de Magallanes reunía los conocimientos, la experiencia y la
motivación obtenidos durante sus expediciones al servicio del rey de
Portugal. El Tratado de Tordesillas había dividido en 1494 un mundo no del todo conocido entre los dos vecinos peninsulares.
El reino luso ya había fundado colonias en África, al más puro estilo
fenicio, costeando el continente por el cabo de Buena Esperanza, y había
remontado la costa oriental africana hasta llegar a la India y
alcanzar, en lo que hoy es Indonesia, las míticas islas de las Especias,
las únicas del mundo productoras de clavo, canela o nuez moscada,
mercancías que en Europa tenían una altísima demanda. Magallanes, que ya
había navegado la zona y vislumbrado sus posibilidades, trató de
venderle al rey de Portugal la posibilidad de fletar una expedición para
alcanzar las islas por un camino más corto, el de occidente.
¿Una idea innovadora?
La idea no era nueva, como apunta el historiador José Luis Comellas.
Colón ya la había esgrimido ante los Reyes Católicos 30 años antes, con
unos resultados conocidos por todos. Es probable que ambos marinos
bebieran de las mismas fuentes: el mapa, hoy perdido, de Toscanelli, que
«demostraba» que la distancia por el oeste era sensiblemente inferior a
la de la «ruta portuguesa». El monarca Manuel I de Portugal rechazó la propuesta de Magallanes,
quizá porque no necesitara una ruta alternativa o quizás asesorado por
su Junta de Matemáticos, que de un modo intuitivo halló disonancias en
las distancias establecidas por Toscanelli. Las había, efectivamente:
basándose en los cálculos de Ptolomeo, Toscanelli pensaba que la
Tierra era una cuarta parte más pequeña de lo que en realidad es y
estimaba su circunferencia en 29.000 kilómetros en lugar de los 40.000
que ahora sabemos que mide. Un error de cálculo.
Rechazado por el rey portugués, Magallanes arribó a España acompañado
de Rui de Faleiro, un prestigioso cosmógrafo que afirmaba ser capaz de
calcular la longitud geográfica, la codiciada variable que faltaba a la
hora de realizar las mediciones en el mar. Ambos diseñaron una
propuesta, contactaron con importantes valedores como Juan de Aranda,
factor de la Casa de Contratación; Diego Barbosa, alcaide de los Reales
Alcázares de Sevilla, y el comerciante burgalés Cristóbal de Haro,
representante de los banqueros centroeuropeos Fugger. Consiguieron así
que Carlos I, el jovencísimo soberano español, los escuchara.
Aseguraban conocer un «paso» a través de las Américas para
bordear el nuevo continente y llegar a ese mar del Sur que Vasco Núñez
de Balboa había avistado ya cinco años antes. Y eso no era
todo: podían demostrar que las Molucas se ubicaban en la parte española
del Tratado de Tordesillas. Una afirmación arriesgada sin conocer el
tamaño del mundo, pero tan atractiva –y lucrativa, en el caso de ser
cierta– que el monarca español no necesitó mucho más para ponerlos al
mando de una flota.
En marzo de 1518 se firmaban en Valladolid las capitulaciones entre el rey español y el navegante portugués. En ellas quedaban fijados los objetivos
(la búsqueda de un paso por el sur de las Indias que condujera a las
islas del Maluco y la constatación de que se hallaban en zona española),
las obligaciones (no entrar en conflicto con tribus locales, no
penetrar en la demarcación portuguesa e informar puntualmente de la
derrota al resto de los capitanes) y las recompensas
(el ingreso en la Orden de Santiago, una participación en los beneficios
y un sistema de señorío en función de las nuevas tierras descubiertas).
La expedición, con un coste de ocho millones de maravedíes (lo que
hoy serían 1,5 millones de euros), fue financiada por la Corona de
Castilla, los Haro y los Fugger. Pese a los rumores de que el
rey de Portugal intentaría por todos los medios sabotear la expedición,
mientras las naves se aprovisionaban en Sevilla el sueño de Magallanes
parecía a punto de materializarse. Solo hubo un cambio en la propuesta inicial: Rui de Faleiro se quedaba en tierra.
Financiada por la Corona de Castilla, los Haro y los Fugger, la expedición tuvo un coste de unos 8 millones de maravedíes, lo que sería unos 1,5 millones de euros en la actualidad
«Se argumentaron problemas de salud, pero yo creo que la asunción del
mando de la empresa por Magallanes le hizo dar una prudente marcha
atrás», opina el historiador Xabier Alberdi, director del Museo Marítimo
Vasco. Otros, como Luis Mollá, capitán de navío de la Armada española y
autor de la epopeya ficcionada La flota de las especias, creen
que Faleiro fue una pieza sacrificada por la Casa de Contratación, al
frente de la cual el obispo Rodríguez de Fonseca hizo, en el último
momento, una criba de portugueses. Juan de Cartagena –su sobrino o hijo
natural, depende de las fuentes– pasó a ocupar el lugar del cosmógrafo como persona conjunta a Magallanes, a cargo de la nao San Antonio. «Fonseca estableció una bicefalia en la expedición –dice Luis Mollá–. Y una bicefalia en el mar nunca funciona».
250 hombres, 5 naves y una gran aventura por delante
El 20 de septiembre de 1519, 40 días después de haber zarpado
de Sevilla, las naves iniciaron su travesía oceánica desde Sanlúcar de
Barrameda con víveres para dos años. Nadie imaginaba que la
expedición se prolongaría por más tiempo. A partir de este momento, al
margen de coronas, reyes o nacionalidades, solo habría hombres, unos 250
a bordo de cinco naves. Como tales, sus comportamientos, aciertos y
errores obedecerían sencillamente a emociones humanas.
Cartagena y Magallanes chocaron desde el primer momento. El navegante
se negó a considerar un igual a la persona impuesta por el rey,
mientras el capitán de la San Antonio, consciente de su cargo,
se sintió ninguneado. Según algunos autores, en la primera escala en
Tenerife Magallanes recibió avisos acerca del descontento del resto de
los mandos, que podrían querer volverse contra él, y de las maniobras
que Portugal estaba llevando a cabo para sabotear la expedición. Podemos
imaginar la desazón del navegante: perseguido por sus
compatriotas, para quienes era un traidor, o vigilado por los mandos
españoles, para quienes podía ser un espía de los portugueses,
Magallanes, en contra de las capitulaciones firmadas con el rey, se negó
a dar informaciones ni compartir derrotas, lo que agudizó las malas
relaciones entre él y Juan de Cartagena. Este lo increpó, pidiéndole
explicaciones, y Magallanes aprovechó el enfrentamiento para prenderlo y
relevarlo en el gobierno de la nave. Una maniobra cuestionada
históricamente que, quizá pretendiendo evitar un motín, terminó por
provocarlo.
Durante la segunda y larga escala de la expedición, en la bahía de
Santa Lucía, cerca del actual Río de Janeiro, los ánimos de la
tripulación se calmaron por un tiempo, pero el malestar se reanudó
cuando casi un mes después se hicieron de nuevo a la mar. Durante
semanas Magallanes exploró la desembocadura de cada río, lo que llevó a
su tripulación a pensar que en realidad el capitán general desconocía el
lugar que supuestamente comunicaba ambos mares y que navegaban
erráticamente. Algo de eso debió de haber, porque nadie había llegado
más al sur del río de la Plata. Todos los mapas acababan ahí. En
previsión de que se echara encima el invierno, el 30 de marzo Magallanes
ordenó fondear en la bahía de San Julián, en la actual Patagonia
argentina, y proceder al racionamiento de víveres; los barcos no se
moverían hasta que llegara el buen tiempo. Y, como apunta Comellas, «no hay nada peor para un marino que estar parado y consumiendo víveres». El descontento, generalizado e imparable, tenía todos los ingredientes de un motín.
Un motín se castiga con la muerte
Y el motín se produjo. La noche del 1 de abril de 1520, los capitanes
de otras dos naves, Quesada y Mendoza, liberaron a Juan de Cartagena
con la intención de hacer un frente común que obligara a Magallanes a
cumplir sus requerimientos. El levantamiento fue repelido y el marino
portugués ordenó inmediatamente la pena capital para los implicados. «En
el mar un motín se castiga con la muerte –afirma Mollá–, pero habría
que cuestionar si a aquello se le puede llamar motín, o al menos si
Magallanes tenía autoridad para prender a Cartagena, su igual».
Algunos historiadores piensan que Magallanes actuó con un exceso de autoridad, lo que condicionó a posteriori la propia marcha de la expedición
Lola Higueras es más contundente al afirmar que Magallanes actuó con
un exceso de autoridad y que eso terminaría condicionando su relación
con la tripulación y, por tanto, la propia marcha de la expedición. «Mandó
descuartizar los cadáveres de Quesada y Mendoza y abandonó a Cartagena
–el hombre puesto por el rey y el obispo– y a Sánchez Reina –un clérigo
que se opuso a él– en una isla desierta. No se atrevió a ejecutarlos por sí mismo y los dejó al juicio de Dios».
En el último momento, el ya indiscutible capitán general se permitió
condonar la ejecución del resto de los 40 hombres implicados, entre
quienes se hallaba Juan Sebastián Elcano, maestre de la nao Concepción. «No se trató de generosidad –prosigue Higueras–. Es que no podía permitirse prescindir de toda una tripulación».
La invernada, con un breve intento de avance en el cual se perdió la nave Santiago,
aunque no sus tripulantes, que hubieron de repartirse en las otras
cuatro naves, se prolongó unos siete meses. Durante esa espera el frío,
el desánimo, la inactividad y el peso de los compañeros muertos o
abandonados a su suerte fueron pasando factura. Varados en lo
que denominaron Puerto de Santa Cruz, ninguno de ellos tenía manera de
saber que el ansiado paso les esperaba a solo unos días de distancia.
Cuando por fin, tras zarpar de nuevo, descubrieron en el laberinto de
canales y bahías que se abrían hacia el oeste que el agua seguía siendo
salada, Magallanes optó por primera vez por someter a juicio del resto
de los mandos la decisión que había que tomar. Allí podría estar el tan
deseado paso. ¿Qué debían hacer, atravesarlo en busca de las Molucas o
regresar a España para contarlo?
Volver o continuar adelante
«Esteban Gómez, el piloto de la San Antonio, defendió la
segunda opción –explica Higueras–. Viajaba en la nave despensa. Sabía
mejor que nadie que solo les quedaban alimentos para tres meses y
aconsejó volver, reaprovisionarse y partir de nuevo. Pero como la suya
fue la única objeción, Magallanes no atendió su propuesta». Esteban Gómez aprovechará un momento en que las naves se separan para derrocar al capitán de la San Antonio, Álvaro de Mesquita (primo de Magallanes), dar media vuelta y volver a España.
«Tiene claro lo que quiere –añade Higueras–, y es contarle todo al rey.
Vuelve a por Cartagena y Sánchez Reina, por humanidad o por la validez
de su testimonio, pero ni siquiera encuentra sus restos».
Xabier Alberdi argumenta al hilo de la deserción del también
portugués Esteban Gómez que el proverbial enfrentamiento entre oficiales
no tuvo que ver con rencillas hispanoportuguesas, sino con desacuerdos
entre personas. «Siempre estuvo celoso de Magallanes, pues él también
había propuesto su propia expedición al rey de España», dice.
Paradójicamente terminaría por llevarla a cabo. «Ante el rey
afirmará que se ha perdido del resto de las naves, a las que sin duda la
“locura” de Magallanes ha empujado a la muerte», reseña Luis Mollá. El rey terminará por crear en 1525 una filial de la Casa de Contratación en La Coruña para buscar otro paso, el del Noroeste,
y al mando de esa expedición enviará al piloto portugués. ¿Lo
consiguió? Obviamente, no, pero avistó otros lugares nuevos. De hecho,
en los mapas de mediados del siglo XVI gran parte de los actuales
Estados Unidos llevan su nombre: Tierra de Esteban Gómez.
Pero esta es otra historia, una historia que Magallanes jamás llegará a conocer. Consciente de que la San Antonio había
desertado, el portugués no tenía muchas más opciones: solo podía huir
hacia delante, llegar hasta las Molucas y culminar la misión encomendada
por el rey. «Solo así podrá contrarrestar las críticas que sabe que
Esteban Gómez está vertiendo sobre él», dice Mollá. A finales de noviembre se atravesó por vez primera el paso que hoy conocemos como estrecho de Magallanes.
Pigafetta da cuenta de nebulosas identificadas en el cielo que
bautizaron con el nombre del navegante y de la estrella que se
denominaría Cruz del Sur. En tierra, las lejanas hogueras avistadas
dieron nombre al mundo que dejaban atrás: Tierra del Fuego. Felices al
encontrarse por fin en un océano engañosamente pacífico, pusieron rumbo a
la línea del ecuador y a las ansiadas islas. Ni siquiera se pararon a aprovisionarse. No tenían modo de saber que estaban ante el mar más grande que se había navegado nunca. Tampoco que, desde allí, estaban a la misma distancia de las Molucas que del continente europeo.
En tierra, las lejanas hogueras avistadas dieron nombre al mundo que dejaban atrás: Tierra del Fuego. Felices al encontrarse por fin en un océano engañosamente pacífico, pusieron rumbo a la línea del ecuador y a las ansiadas islas.
¿Hubiera actuado de otra forma Magallanes de saber el vastísimo océano que les aguardaba? Es difícil de evaluar. Durante tres meses de desesperación navegaron rumbo noroeste, en busca del ecuador y las Molucas,
sin tierra a la vista, víctimas del calor, la quietud, el hambre, la
sed y el escorbuto, pasando junto a islas que jamás llegaron a ver.
Había muerto una veintena de hombres y habían recorrido más de 13.000
millas cuando lograron aprovisionarse de fruta fresca en la actual isla
de Guam, en las Marianas. Para cuando las tres naos restantes alcanzaron
las islas de San Lázaro, hoy Filipinas, era evidente que las Molucas, en la línea del ecuador, habían quedado bastante más al sur.
«Sus hombres empezaron a sospechar que se había perdido –señala
Mollá–, pero eso era imposible». Juan Sebastián Elcano señalaría más
tarde que el capitán general «nunca tuvo intención de alcanzar esa
derrota». Los historiadores opinan que, efectivamente, Magallanes ya no
tenía tanta prisa por llegar a la especiería. «No olvidemos que
obtendría el señorío de al menos dos de las islas que encontrara
–recuerda Higueras–. Es posible que los nuevos territorios que fue
encontrando lo desviaran de su misión». Para Mollá, no es la ambición lo
que guía al navegante portugués: «Ya ha conseguido el paso que
buscaba, ahora quiere algo más que las especias. Necesita establecer
nuevas alianzas y hacer méritos ante el rey».
Pagar un precio muy alto
Esas alianzas le costaron muy caras. Humabón, el cacique de Cebú, le
sugirió reducir a un jefe rival, Lapu Lapu, de forma que él terminara
gobernando sobre todas las islas, que por supuesto pondría al servicio
del lejano rey de España. Magallanes debió de considerar que la pequeña
escaramuza valía la pena, aceptó la propuesta y se dirigió a Mactán con
49 de sus hombres. Todos subestimaron a Lapu Lapu, quien esperó
con 1.500 guerreros agazapados en la playa a que los españoles, con el
agua por los muslos y las pesadas armaduras, llegaran hasta la orilla dispuestos
a entablar una batalla desigual. En contra de lo que Magallanes
pensaba, la victoria no la obtendrá la artillería, sino el mayor número
de combatientes. Mollá atribuye el resultado a la capacidad estratégica
de Lapu Lapu. Higueras, a la prepotencia de Magallanes, de quien afirma
que «fue incapaz de valorar el riesgo».
Un afectadísimo Pigafetta narró la muerte de Magallanes como la del
héroe que siempre vio en él, acribillado por los nativos, mientras
defendía la retirada de los suyos. «Acabaron con él, con nuestro espejo, nuestra luz, nuestro consuelo, nuestro guía verdadero»,
entonó el italiano. El capitán de la expedición ni siquiera había
arribado a las ansiadas Molucas, que le aguardaban unas 1.500 millas más
al sur. Aquel 27 de abril de 1521, la tripulación de las tres únicas
naos que quedaban, acababa de perder a su guía.
La segunda parte del reportaje aparecerá en el número de
octubre de National Geographic España que estará a la venta a partir del
24 de septiembre.
NATIONAL GEOGRAPHIC
https://www.bbc.com/mundo/noticias-49693043
La primera vuelta al mundo: el brutal viaje de Magallanes y Elcano hace 500 años en el que solo sobrevivieron 18 de los 250 tripulantes
El 20 de septiembre de 1519, una flota compuesta por cinco naves y 250 hombres partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda, en el sur de España, hacia el Atlántico. Al mando del buque insignia, la nao Trinidad, estaba el capitán portugués Fernando de Magallanes.
Ni Magallanes ni sus hombres eran conscientes entonces de que su expedición cambiaría el curso de la historia: sin saberlo, se convertirían en los primeros en dar la vuelta al mundo, hito del que se celebra su quinto centenario.
Pero también fue una auténtica hazaña de resistencia humana: la primera circunnavegación al globo fue un auténtico infierno de enfermedades, hambre y violencia, apunta el historiador Jerry Brotton en BBC History Magazine.
De hecho, solo 18 de esos 250 tripulantes regresaron a Sanlúcar, tres años después de haber salido de ese puerto.
Y aunque muchos le atribuyen a Magallanes el crédito de ser la primera persona en circunnavegar la Tierra, el portugués no está entre los 18 que sobrevivieron.
Pero eso no le quita el mérito de ser el explorador que ideó y emprendió esta histórica -y dura- travesía.
- Los lugares, animales y plantas que Magallanes y los europeos desconocían antes de la primera vuelta al mundo (y cómo cambiaron su visión del planeta)
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La idea de Magallanes
El destino principal de este gran viaje no era dar la vuelta al mundo, sino llegar a las Islas de las Especias -o islas Molucas, en Indonesia- y sus riquezas por la ruta oeste, que era lo que había pretendido Cristóbal Colón cuando se encontró con el continente americano.
Portugal controlaba la ruta conocida hacia el oriente a través del cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur de África.
Después de examinar mapas y globos, Magallanes llegó a una conclusión sorprendente.
Creía que podría llegar a la región mucho más rápido viajando en la dirección opuesta, alrededor de la punta de América del Sur, a través del recién descubierto Océano Pacífico y hasta las islas productoras de especias, en el archipiélago indonesio.
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Pero Manuel I, el rey de Portugal, rechazó la idea de Magallanes.
Eso no detuvo al explorador portugués, que fue entonces a ofrecerle sus servicios al gran rival de Manuel I: Carlos I de España y V del Sacro Imperio romano.
"Portugal dominaba completamente la ruta al oriente, pero no le interesaba montar una expedición hacia el oeste, porque ya controlaba la otra, y el proyecto de Magallanes allí tenía poco sentido. Pero España lo acogió estupendamente", le explica a BBC Mundo Braulio Vázquez, archivero del Archivo General de Indias, en Sevilla.
Aunque muchos nobles españoles recelaban de una expedición bajo el mando de un comandante portugués, el emperador Carlos V aceptó la propuesta de Magallanes.
Esta consistía en navegar alrededor del Cabo de Hornos, cruzar hasta las Molucas, embarcar un cargamento de especias y regresar por la misma ruta, reclamando las islas para España.
Poco después del descubrimiento de Colón, en 1494, España y Portugal, las grandes potencias de la época, llegaron a un acuerdo para repartirse las zonas de navegación del océano Atlántico y los territorios del "nuevo mundo" en el llamado Tratado de Tordesillas.
Magallanes estaba convencido de que las Molucas estaban dentro de la esfera de influencia castellana, y por tanto podrían traer las especias sin problemas desde allí.
Pero detrás de esa creencia del portugués estaba un error de cálculo que tuvo funestas consecuencias para su expedición.
Los primeros obstáculos
La flota partió desde Sanlúcar hasta las islas Canarias, después se dirigió hacia las islas de Cabo Verde antes de cruzar el Atlántico hasta la costa sudamericana, llegando a la actual bahía de Río de Janeiro en diciembre de 1519.
Es a partir de ese momento, relató el historiador Brotton, cuando las condiciones empiezan a deteriorarse.
Después de meses de búsqueda en la costa este de América del Sur, Magallanes no podía encontrar un pasaje al oeste.
La tripulación tuvo que soportar un invierno brutal -y los marineros tenían que dormir en cubierta en condiciones casi de congelamiento-, mientras las raciones se reducían y aumentaba el hambre, dando lugar a motines en las naves.
"Los ánimos empeoraron aún más cuando uno de los barcos naufragó debido al empeoramiento del tiempo, y la búsqueda del prometido estrecho al Pacífico se extendió durante semanas, luego a meses", escribió el historiador.
En la dura travesía en esas aguas desconocidas otro de los barcos desertó y se escapó de regreso a España.
Fue una enorme pérdida, explica Vázquez, pues se trataba de la nao San Antonio, la más grande y la que llevaba más alimentos.
"Fue una expedición que entre motines, rebeliones, hambre, sed… Fue perdiendo a muchos de sus componentes en la primera mitad", señala el archivero.
Pero después de sobrevivir al invierno y a los muchos meses de búsqueda infructuosa, Magallanes y sus hombres finalmente encontraron el paso al otro lado de América del Sur.
El 28 de noviembre de 1520 entraron en lo que Magallanes bautizó como mare Pacificum (mar Pacífico).
El navegante portugués, sin embargo, no sabía la magnitud de la amenaza que aún le esperaba
El Pacífico
Magallanes pensaba que la parte más difícil del viaje ya había pasado y solo restaba un breve crucero hasta las ricas Islas de las Especias.
"Pero la combinación de malos mapas, malos cálculos y el hecho de que fue el primer europeo en estar en estas aguas, convirtió este 'breve crucero' en una pesadilla de 100 días de hambre, escorbuto y muerte".
Así se lo relató a la BBC Paul Rose, experto en navegación y quien fue comandante de la estación de investigación británica Rothera en la Antártida durante 10 años.
Magallanes había utilizado mapas y globos terráqueos que subestimaban la circunferencia de la Tierra.
No podía ni imaginar la escala del Pacífico, un océano que tiene el doble del tamaño del Atlántico y que abarca un tercio de la superficie de la Tierra.
"Así pasaron los siguientes tres meses cruzando el Pacífico en busca de tierra. Las condiciones eran horribles y el escorbuto comenzó a devastar a la tripulación", escribió Brotton en la BBC History Magazine.
Y así lo relató Antonio Pigaffeta, uno de los tripulantes cuyas crónicas a bordo se convirtieron en uno de los relatos más conocidos de la travesía:
Durante tres meses y veinte días no pudimos conseguir alimentos frescos.
Comíamos bizcocho, aunque ya no era bizcocho sino polvo mezclado con gusanos y lo que quedaba apestaba a orines de ratas.
Bebíamos agua amarilla que llevaba podrida muchos días. También comíamos algunas pieles de buey que cubrían la parte superior del patio principal.
Cuando Magallanes se da cuenta del tamaño del Pacífico "le queda claro que las Islas de las Especias no están en la esfera de influencia castellana", explica Vázquez.
Entonces decide tomar otro objetivo: las islas Filipinas.
"Cuando toca tierra en Filipinas y toma contacto con los caciques y los reyes locales, ve que aquella tierra tiene recursos, oro… y decide meterse en la política local de esas islas para sacar partido", cuenta el archivero.
En una "pésima decisión", Magallanes inicia una política de hacer alianzas con ciertos reyes, pero el rey de la isla de Mactán se opone.
El portugués decide entonces invadir la isla junto con otros 40 tripulantes.
"Fue una extralimitación fatal. La gente de Mactán se resistió violentamente y Magallanes y sus marineros se enfrentaron con cientos de guerreros locales", escribió Brotton.
Magallanes fue asesinado y su cuerpo nunca fue recuperado. Para el navegador portugués, la travesía terminó en Mactán, sin completar la vuelta al mundo.
No terminó, sin embargo, la expedición que él planeó y emprendió.
Las ansiadas especias, bajo un nuevo comandante
El capitán español Juan Sebastián Elcano quedó como el nuevo comandante de la expedición, y fue bajo su mando que navegaron hasta el destino que ambicionaba Magallanes: las Islas de las Especias o las islas Molucas, a donde llegaron en noviembre de 1521.
Para entonces ya imaginaban que esas islas no estaban en la parte de influencia castellana que había establecido el Tratado de Tordesillas.
Así que cargaron a toda prisa las especias en las dos únicas naves de las que ya disponían y decidieron poner fin a la odisea y emprender el camino de regreso.
La disyuntiva que se presentaba ahora era qué ruta seguir. La nao Trinidad -que había estado comandada por Magallanes- trató de volver por el Pacífico, pero no lo logró al ser capturada por barcos Portugueses.
La nao Victoria, con Elcano al frente, se dirigió de regreso a España a través del océano Índico y bordeando el cabo de Buena Esperanza.
Pero de nuevo se presentaron problemas.
"Fue una navegación totalmente épica, porque desde la isla de Timor hasta que llegan a las islas de Cabo Verde, en el Atlántico, no toman tierra, y se enfrentan de nuevo a los problemas de hambre, sed, cansancio… la nave en mal estado tras casi tres años de navegación", explica Vázquez.
Aunque no querían atracar en Cabo Verde, bajo dominio portugués, las condiciones los obligan.
Pero, cuenta el archivero, "plantean una estratagema": no pueden decir que vienen de las Islas de las Especias, porque eso conllevaría su apresamiento, así que dicen que es una nave perdida procedente de América.
Aunque en un primer momento les creen, los portugueses acaban por apresar a 13 de los tripulantes y solo 18 consiguen escapar en la nao Victoria.
'Primus circumdedisti me'
El 6 de septiembre de 1522 la Victoria entró en el puerto de Sanlúcar con solo 18 famélicos tripulantes de los 250 que partieron, completando la primera circunnavegación al globo de la que se tiene constancia.
Además de Elcano y Pigafetta, los otros marineros que regresaron fueron: Juan de Acurio, Juan de Arratia, Juan de Zubileta, Juan de Santander, Diego Carmena, Vasco Gómez Gallego, Hernando de Bustamante, Miguel de Rodas, el maestre Hans, Antón Hernández Colmenero, Juan Rodríguez, Francisco Rodríguez, Martín de Yudícibus, Francisco Albo, Nicolás el Griego y Miguel Sánchez.
"Todos llegan en unas condiciones absolutamente penosas", dice el archivero del Archivo General de Indias.
El emperador Carlos V recibió a algunos de los supervivientes y concedió a Elcano una renta anual y un escudo de armas con un globo terráqueo y la leyenda: Primus circumdedisti me (El primero que me circunnavegó).
El capitán regresó más tarde a otra expedición al Pacífico, donde murió en 1526.
Las consecuencias de la expedición de Magallanes y Elcano
La expedición de Magallanes para alcanzar las Islas de las Especias por otra ruta cambió el curso de la historia pero tuvo un enorme costo humano: más de 200 miembros de la tripulación fallecieron, muchos en circunstancias terribles.
Para Vázquez, el mundo cambia principalmente por dos cosas.
"Primero el tamaño del mundo, es decir, el Pacífico, que ya se sabe el tamaño que tiene y los siguientes viajes lo tendrán muy en cuenta".
"Y, por otra parte, se dan cuenta de que ya no hay, como se decía en las crónicas medievales, seres monstruosos, o mitológicos, sino que en todas partes nos encontramos con lo mismo, todos son seres humanos".
Además, "Europa se percata de la complejidad y las diferencias culturales que hay en el mundo".
Por otro lado, a nivel geopolítico, el viaje de Magallanes exacerbó las tensiones políticas y comerciales entre España y Portugal durante algunos años.
Pero las consecuencias de la travesía emprendida por el explorador portugués hay que verlas a largo plazo, estima Brotton.
Y hace referencia al "florecimiento de las rutas comerciales en la segunda mitad del siglo XVI, ya que los vínculos que Magallanes ayudó a establecer entre Europa y el sudeste asiático permitieron el movimiento de personas y mercancías a través de América del Sur".
"La mentalidad de Magallanes, su imaginación y su determinación de usar globos terrestres, en lugar de mapas planos, para comprender el mundo, abrió una profusión de nuevas oportunidades comerciales", señala.
"Se podría decir que su gran viaje disparó el arma inicial en la carrera hacia la globalización, con todos los riesgos y oportunidades que esto nos presenta hoy".
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https://www.bbc.com/mundo/noticias-49693043
Magallanes: los lugares, animales y plantas que los europeos desconocían antes de la primera vuelta al mundo (y cómo cambiaron su visión del planeta)
El siglo XVI era el pleno apogeo de la llamada por los europeos "era de los descubrimientos".
En un momento de la historia en el que ambas potencias se repartían prácticamente el mundo, España y Portugal competían por expandir sus territorios por un planeta que, a juzgar por travesías como la de Colón en 1492, aún les deparaba grandes sorpresas.
Lo confirmó la primera vuelta al mundo iniciada hace 500 años por el portugués Fernando de Magallanes bajo el patrocinio de la Corona española y que, sin duda, es una de las mayores odiseas de la historia de la humanidad.
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Pasarían casi tres años desde aquel 20 de septiembre de 1519 hasta que una veintena de sobrevivientes de la expedición, capitaneados por el español Juan Sebastián Elcano tras la muerte de Magallanes, concluyó a duras penas su gran hazaña marítima.
Pero antes de llegar al punto del que partieron y demostrar por fin que la Tierra era redonda, aquella tripulación de europeos quedó fascinada con una larga lista de lugares, animales y plantas que jamás pensó que existían.
Con motivo del 500 aniversario de la primera vuelta al mundo, en BBC Mundo repasamos algunos de ellos.
El estrecho de Magallanes y otros territorios
Magallanes estaba convencido de que existía un canal que conectaba el mar del Norte (Atlántico) con el mar del Sur (el Pacífico, cuyo descubrimiento se atribuyó Vasco Núñez de Balboa seis años antes del inicio de la expedición).
Así, al llegar a la costa americana, comenzó a bajar y bajar en busca de esa conexión. No fue fácil, y antes de lograrlo se adentró en decenas de lugares equivocados como el mismo río de la Plata.
Por fin, el 21 de octubre de 1520 avistaron un nuevo canal y comenzaron a surcar sus profundas aguas entre tormentas glaciales y fiordos. Era el estrecho de Magallanes.
"Cuando hoy lo vemos en el mapa o Google Earth, está claro que es un estrecho complicadísimo. Pero imagina en aquella época: un laberinto de galimatías de roca, lleno de corrientes…", describe Adelaida Sagarra, profesora de historia de América en la Universidad de Burgos, España.
Pero antes, Magallanes ya había hecho historia como el primer europeo en llegar a aquella zona del extremo sur de América que bautizarían como Patagonia. Aunque no sería el único lugar que esta expedición del "viejo mundo" vería por primera vez.
Ocurrió después en 1521, ya en el Pacífico, con las islas de los Ladrones. Magallanes las nombró así "en honor" a las trifulcas y abordajes que sufrieron de los chamorros, la población indígena de lo que hoy son las islas Marianas, bajo soberanía estadounidense.
Poco después, la expedición recorrió un desconocido laberíntico archipiélago en el Pacífico: eran las islas Filipinas. En ellas, precisamente, le llegó la muerte a Magallanes en combate.
Los barcos comandados por el portugués surcaron el entonces poco conocido océano Pacífico y a él debe su nombre (al menos, así fue como lo encontró Magallanes tras las penurias que habían pasado en el estrecho) pero no así su descubrimiento, que ya había sido identificado por Núñez de Balboa como mar del Sur.
Lo que sí se puede atribuir a esta expedición es la suma de miles de kilómetros a la circunferencia de nuestro planeta y que hasta entonces no aparecían representados en los mapas.
"El cálculo de agua no estaba realmente mal hecho, sino que durante muchos siglos las medidas no eran homogéneas", explica Sagarra en conversación con BBC Mundo.
"El cálculo que hizo Magallanes fue el mismo que hizo Colón, que acortaba el perímetro de la Tierra en 10.000 km y que, tras esta expedición, se comprobó que eran de agua que pertenece al Pacífico".
También se le atribuye haberle puesto nombre a la "Tierra de los Humos" que estaba al sur del estrecho por las numerosas fogatas que encendían los indígenas, y cuyo nombre acabó derivando en lo que se conoce como Tierra del Fuego.
Su gran extensión dio lugar tras el viaje de Magallanes a que exploradores creyeran durante años que lo que se extendía hacia el polo sur no era realmente una isla sino un continente distinto.
Los "patagones" y otras poblaciones aborígenes
Sagarra recuerda cómo, antes de la expedición de Magallanes, al menos en dos ocasiones se había navegado hasta la desembocadura actual del río de la Plata, entre Argentina y Uruguay.
Por lo tanto, fue rumbo al sur de ese punto donde se empezó a explorar un territorio que ya estaba poblado por civilizaciones, pero que entonces eran totalmente desconocidas para los europeos.
En mayo de 1520, la expedición llegó a la bahía de San Julián, en la costa atlántica argentina. Aquella parada le sirvió a la tripulación para tener su primer encuentro con población aborigen de aquel "nuevo mundo": los tehuelches.
"Un día en que menos lo esperábamos se nos presentó un hombre de estatura gigantesca (…). Este hombre era tan alto que con la cabeza apenas le llegábamos a la cintura", relató el cronista de la expedición, Antonio Pigafetta.
Los europeos quedaron tan sorprendidos por el enorme tamaño de los pies y las huellas de aquellos nativos, que durante muchos siglos se creyó que a eso se debía el nombre con el que decidieron llamarlos: patagones.
De hecho, según Sagarra, en las crónicas se cuenta que encontraron un fémur tan grande que lo recogieron como regalo para el emperador español Carlos I aunque nunca llegó a su destino.
Sin embargo, pese a lo extendido de la teoría que vincula a los patagones con el tamaño de sus pies, lo cierto es que el origen de la palabra pudo estar realmente en un libro español titulado "Primaleón".
"Magallanes, como muchos personajes de la época que sabían leer o escribir, era aficionado a novelas de caballerías. En una de ellas, el personaje principal era un gigante llamado Patagón, que fue quien le vino a la cabeza en aquel encuentro", explica Marcelo Mayorga, historiador de la universidad de Magallanes en Chile.
Sea como fuere, de lo que nadie duda es que este inédito encuentro entre poblaciones fue el que bautizó como Patagonia a aquella región.
Aunque hay otro hecho que pasa más inadvertido y que fue igualmente histórico, le dice Mayorga a BBC Mundo: tras este encuentro se produjo "la primera retención forzosa o secuestro por parte de una expedición europea sobre aborígenes de esta parte del continente".
Los pingüinos magallánicos y otros animales
Aquel encuentro con los patagones sirvió también a los expedicionarios para ver una especie animal por primera vez.
En su diario, Pigafetta describe un animal "que abunda en el país" y cuya piel es utilizada por la población para fabricarse capas y calzado.
"Este animal tiene la cabeza y las orejas de mula, el cuerpo de camello, las piernas de ciervo y la cola de caballo, cuyo relincho imita", escribió.
El cronista se refería a los guanacos, un mamífero de la familia de los camélidos similar a la llama que solo se encuentra en Sudamérica.
Cinco meses después, en su llegada al estrecho, la tripulación avistó asombrada cuatro islas repletas de lo que describieron como "extraños gansos".
"Después de un viaje tan largo desde Europa, los tripulantes vieron ahí una forma de llenar su despensa con algo nuevo. No solo de carne de ave, sino también de huevos", relata Mayorga.
Hoy, esos animales son conocidos como "pingüinos de Magallanes" y dos de aquellas islas chilenas (Magdalena y Marta) forman el área silvestre del Monumento Natural Los Pingüinos.
Otros animales que ayudaron a la tripulación a variar su menú fueron las especies que encontraron en lo que llamaron "puerto de las sardinas", que correspondería a la actual bahía Fortescue en Chile.
También quedaron asombrados por los peces voladores, aquellos animales que se lanzaban contra sus naves y que tampoco dudaron a la hora de aprovechar como sabroso alimento en el cabo El Deseado, en la Antártica chilena.
Antes, en Puerto Deseado, Magallanes vio lobos marinos por primera vez. También avistaron manatíes, orcas, ballenas o tiburones.
"Estos peces poseen varias hiladas de dientes formidables, y si desgraciadamente cae un hombre al mar, lo devoran en el acto", describió Pigafetta sobre estos últimos.
Ya en el Pacífico, en las islas de las Especias (hoy islas Molucas de Indonesia) a las que ansiaban llegar, la tripulación descubrió en 1521 unas aves de vivos colores que los nativos llamaban bolon dinata (pájaros divinos). Hoy en día, las conocemos como aves del paraíso.
Apio y otras plantas y especias
La expedición quería abrir una ruta comercial por Occidente con aquellas islas para conseguir estas exóticas plantas aromáticas que entonces eran casi tan preciadas como el oro.
Tras su llegada a las Molucas, la tripulación cargó los barcos con especias como clavo, canela, nuez moscada, canela o jengibre.
"Allí van a contactar directamente, que era el sueño que se perseguía desde 1492 y que estaba pendiente, con la producción de las especias a pie de puerto, a pie de factoría", destaca Sagarra.
Pero antes, la expedición ya había hallado otras plantas cuyas valiosas propiedades ni siquiera conocían.
Por ejemplo, poco podía imaginar que cuando recogieron apio dulce en la zona de cabo El Deseado en 1520 les ayudaría a enfrentar el escorbuto, una enfermedad muy común entre marineros.
Según Mayorga, "estos hombres, sin saberlo, estaban consumiendo un alimento que seguro les ayudó a mitigar los efectos del escorbuto, que tiene que ver con la carencia de vitamina C".
En el estrecho también les llamó la atención la corteza aromática del ciprés de los canales, a la que se dice que le prendían fuego para obtener un agradable olor.
Ese árbol pasó después a ser muy conocido por sus propiedades de soportar la humedad sin pudrirse y comenzó a utilizarse, por ejemplo, para fabricar postes de separación de campos ganaderos.
También durante el viaje conocieron otros productos como la resina del árbol de la laca que crece en el este de Asia y que hoy sirve como ornamento de muebles y delicados objetos.
¿Descubrimientos?
Nadie pone en duda que esta hazaña marítima trajo consigo un cambio drástico en la manera en que el mundo en general, y los europeos en particular, pasaron a ver el planeta a su alrededor.
"No hay nada comparable a esta expedición en envergadura de impacto de cambio de visión hasta que ocurre la primera vuelta al mundo por el espacio de Yuri Gagarin", afirma Sagarra.
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Mayorga cree que "se genera una nueva conciencia de mundo. El paso interoceánico conecta Atlántico y Pacífico, pero también aquel viejo mundo con esta otra parte que no se conocía, y que vino a completar la imagen del planeta".
Una duda habitual en torno a estas realidades que los europeos se encontraron por primera vez en su viaje es si es adecuado denominarlas "descubrimientos".
"Esa duda generó mucho pensamiento, ya que las pruebas arqueológicas dan cuenta de que aquí hay presencia del ser humano muchos años atrás", reconoce Mayorga.
Por ello, el historiador chileno cree que hablar de descubrimiento "es casi como borrar de un plumazo lo que existía antes", por lo que en sus exposiciones evita usar esa palabra o el término "hallazgo".
Desde el otro lado del charco, sin embargo, la española Sagarra asegura que si se utiliza el término "descubrimiento" con naturalidad, es porque es el concepto que existe en todos los documentos históricos.
"No es porque pensemos que no había ya gente. Pero para alguien que nunca estuvo allí, es un descubrimiento, no supone otro tipo de valoración", afirma.
"La idea que recoge el descubrimiento es que era algo que nadie podía imaginar que existía, viendo las cosas sobre lo que nosotros sabíamos de esas regiones. Pero la propiedad de miras es de cada uno de los mundos, tú no te haces cargo de lo que puede suponer el otro", explica.
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De cualquier modo, Mayorga cree que "al final, lo importante es que un grupo de personas de una parte del mundo conoció la existencia de otra y quedaron conectadas".
"En efecto, Magallanes demuestra que la Tierra es redonda, que se puede comerciar por otras vías y que, de algún modo, todos estamos involucrados con todos", coincide Sagarra sobre una de las aventuras más apasionantes de la historia.
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BBC Mundo Noticias
https://www.bbc.com/mundo/noticias-49698849
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
Asombrosa expedición de Fernando de Magallanes, que hizo posible el descubrimiento del Estrecho que cruzaba al sur de América del Sur, que después de llamó Estrecho de Magallanes, estableciéndose contacto entre el Océano Atlántico y Océano Pacífico. Sólo los hombres decidido hicieron posible este hazaña marítima....
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