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Juan de la Cierva fue un ingeniero e inventor cuyo nombre estará siempre asociado al invento del autogiro, antecesor del helicóptero actual. Paradójicamente, el inventor murió en el accidente de un avión que no pilotaba él.
Josep Gavaldà
21 de septiembre de 2020 ·
Hijo de un abogado criminalista, político y empresario, Juan de la Cierva Codorníu, nacido el 21 de septiembre de 1895, demostró una gran afición a la aviación desde su más tierna infancia. De la Cierva alcanzó un gran prestigio en el campo de la aeronáutica, y en 1936, cuando estalló la guerra civil, en España; el ejército Nacional solicitó al inventor (que llevaba años viviendo en Londres) su consejo como experto internacional sobre la utilización de un avión (el Dragon Rapide), que iba a servir para trasladar al general Franco desde Gando, en la isla de Gran Canaria, a Tetuán, en el Marruecos español, para que desde allí pudiera tomar el mando del ejército del Norte de África. Si el inventor estaba al corriente o no de los planes de los sublevados y del destino del aparato es algo que sigue suscitando una enorme controversia entre los historiadores a día de hoy.
"El Cangrejo"
Desde que era un niño, Juanito, como era conocido el ámbito familiar, era un voraz lector de cualquier libro sobre inventos que cayera en sus manos. Su infancia la pasó junto a los hermanos Barcala, Tomás y Ricardo de Martín-Barbadillo, con quienes pasaba horas hablando sobre los avances que se producían el campo de la aviación europea; con su colaboración llegó a construir sus propios modelos de avión "valiéndose de papel, ligeras varillas y unas gomas retorcidas que sirven de hélices", tal como explica en una de sus obras el coronel de aviación Adolfo Roldán Villén. Junto a los Barcala y Pablo Díaz, hijo de un carpintero, fundó la sociedad B.C.D. (siglas que se correspondían a las iniciales de sus tres apellidos), que fue pionera en el desarrollo aeronáutico en España. En 1912, y con tan solo 16 años, De la Cierva logró construir y hacer volar un avión biplano al que bautizó como El cangrejo, veinte años después del vuelo de los hermanos Wright, pero, desgraciadamente para él, el aparato acabó estrellándose, lo que provocó que las familias de los jóvenes dejaran de subvencionar aquellos "descabellados" inventos.
El autogiro de Juan De La Cierva volando en1923.Cordon Press
En 1912, y con tan solo 16 años, De la Cierva logró construir y hacer volar un avión biplano al que bautizó como 'El cangrejo', veinte años después del vuelo de los hermanos Wright.
A pesar de que estudió la carrera de Ingeniería, De la Cierva nunca ejerció la profesión. En 1920 construyó en Madrid el aparato que le catapultaría a la fama, el primer autogiro, al que llamó Cierva C1. Para fabricar dicho aparato utilizó fuselaje, ruedas y un estabilizador vertical sobre el que montó dos rotores de cuatro palas. El aparato no llegó a volar, pues el rotor inferior giraba a menos velocidad de la prevista. A este primer autogiro siguieron otros dos que también fallaron, el C2 y el C3, en los que la pala que avanzaba y la que retrocedía giraban a poca velocidad. El problema de la sustentación del rotor no lo resolvería plenamente hasta la construcción del prototipo C4, en el que De la Cierva incluyó su revolucionaria idea de articular las palas del rotor en su raíz.
Aterrizaje en la Casa Blanca
Su cuarto modelo, el C4, con el que realizó exhaustivos ensayos en el túnel de viento del circuito cerrado del aeródromo de Cuatro Vientos, en Madrid, logró volar durante más de tres minutos a una altura superior a los veinticinco metros. A partir de ese momento, De la Cierva, que había financiado con su propio dinero sus experimentos, contó con una ayuda extra: una subvención del gobierno español. Con el modelo C5 consiguió volar hasta Getafe, y su siguiente modelo, el C6, fue exhibido ante el rey Alfonso XIII. Por fin se pudo comprobar todo el potencial de los autogiros, hasta el punto de que en 1926 un grupo financiero británico ofreció su ayuda al inventor murciano. La empresa The Cierva Autogiro Company LTD, con sede en Londres, permitió a De la Cierva poder construir y mejorar sus modelos con la vista puesta en el mercado internacional.
Con el modelo C5, De la Cierva consiguió volar hasta Getafe, y su siguiente modelo, el C6, fue exhibido ante el rey Alfonso XIII.
A través de su compañía, De la Cierva empezó a distribuir sus aparatos por todo el mundo, convirtiéndose en un pionero de la aviación. A partir del año 1928, el propio De la Cierva se lanzó a pilotar sus propios autogiros y a presentarlos ante multitudes. Fue tal el éxito de su invento, que en un vuelo por los Estados Unidos se permitió el lujo de aterrizar en el jardín de la Casa Blanca, donde fue recibido por el entonces presidente Herbert C. Hoover. De la Cierva también promocionó su invento realizando numerosas exhibiciones aéreas y visitas por distintas ciudades españolas, aunque no logró encontrar la financiación necesaria para la construcción de una fábrica de autogiros con sede en España, ni para que sus aparatos pudieran ser comercializados de forma masiva en territorio español.
Muerte en el aire
Juan de la Cierva también se hizo mundialmente famoso por atravesar el Canal de la Mancha por primera vez con uno de sus aparatos. Tras la travesía, ABC informó así de la gesta: "A las dieciséis y dieciséis apareció en el horizonte el aparato. Se veía girar su hélice con precisión. El autogiro dio una gran vuelta por encima del aeródromo, pasando a gran velocidad. Después subió un poco y, a 150 metros de altura, paró el motor. Entonces el aparato comenzó a descender verticalmente, deteniéndose unos momentos en el descenso para reemprenderlo instantes después. Y suavemente, sin ningún incidente, el autogiro se posó en tierra".
Don Juan de la Cierva explicando el funcionamiento del nuevo autogiro en Hamworth, el 27 de abril de 1933.Cordon Press
De la Cierva también se hizo mundialmente famoso por atravesar el Canal de la Mancha por primera vez con uno de sus aparatos. Tras la travesía, el diario ABC informó de la gesta.
Mientras ideaba nuevas mejoras en sus modelos con el objetivo de que su invento tuviera una óptima implantación en su país de origen, De la Cierva obtuvo uno de los muchos premios con los que fue galardonado a lo largo de su corta vida. La Federación Aeronáutica Internacional le premió con la Gran Medalla en el año 1932. Pero paradójicamente Juan de la Cierva falleció el 9 de diciembre de 1936, a los pocos meses de cumplir 41 años, en un accidente de aviación en el aeropuerto londinense de Croydon, cuando, tras el despegue, el aparato en el que viajaba chocó contra el tejado de una casa vacía y se estrelló. La letal explosión en la que se vio envuelto el avión acabó con la vida de todos los pasajeros que iban a bordo, excepto una azafata. El cuerpo de Juan de la Cierva fue enterrado en una capilla católica de Inglaterra, hasta que en 1946 sus restos fueron trasladados a España.
NATIONAL GEOGRAPHIC.
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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