No sólo los hombres han luchado a lo largo de la historia. Aquí os presentamos una selección de algunas mujeres que, en distintas culturas y épocas, lideraron ejércitos y lucharon con tanto arrojo y valentía como cualquier hombre.
Carme Mayans
01 de marzo de 2020 · 13:46 Actualizado a
Quibik/ Creative Commons
Artemisia de Caria
Hija de Lígdamis, rey de Halicarnaso y de una aristócrata cretense, Artemisia apoyó al rey persa Jerjes en su intento de conquista de Grecia durante la segunda guerra médica (480-479 a.C.). Artemisia contribuyó a la flota persa con cinco naves, de las que estuvo al mando como general, y participó en la batalla de Salamina. Su valor como estratega le ganó la admiración del Gran Rey persa, que al menos la consultó en dos ocasiones antes de la crucial batalla. Artemisia tuvo partidarios y detractores, y aunque no sabemos cómo ni cuando murió lo que sí es cierto es que su dinastía perduró varias generaciones. Su hijo Lígdamis gobernó como rey de Halicarnaso entre los años 460-450 a.C.
Charles Antoine Coypel/ Creative CommonsRodoguna de Partia
Rodoguna fue hija del rey parto Mitríades I (171-138 a.C.) y hermana de Fraates II. Se casó con el rey Seléucida Demetrio II Nicátor, que estaba prisionero en Partia, con quien tuvo varios hijos. Parece que en una ocasión, Rodoguna quedó a cargo de una parte del Imperio cuando estalló una rebelión. Según cuenta Polieno, la reina se encontraba en ese momento a punto de tomar un baño y, en vista de la situación, juró no volver a bañarse hasta lograr la victoria. Llamó a los generales y ella misma se puso al frente de las tropas, combatiendo en primera línea y contribuyendo a conseguir una gran victoria. Tras el combate, la primera orden que dio fue que le preparasen un baño.
Febrecht/ Cordon PressBoudica
La reina de los icenos levantó un ejército de más de 60.000 hombres contra las legiones romanas que ocupaban Britania y que la habían sometido a ella y a sus hijas a una terrible humillación tras la muerte de su esposo, el rey Prasutago. Boudica en persona se puso al frente de sus tropas y las de los trinovantes, que se unieron a ella. Atacaron Camulodunum (la actual Colechester), pasaron a cuchillo a todos sus habitantes y demolieron la ciudad hasta los cimientos. Lo mismo pasó con Londinium (Londres) y Veralamium (St. Albans). Al final, Suetonio Paulino logró vencer a los britanos en Watling, causando una terrible mortandad. Boudica sobrevivió a la batalla, pero, no pudiendo esperar clemencia de Roma, según Tácito, se suicidó ingiriendo veneno.
Chris Gyford/Creative CommonsFu Hao
Fu Hao era la esposa favorita del emperador Wu Ding (1250-1192 a.C.), de la mítica dinastía Shang. Actuó como suma sacerdotisa en ritos de adivinación y llegó a comandar un ejército de más de 13.000 hombres, que fue el mayor de China en su época. Combatió contra los bárbaros del otro lado de la frontera y derrotó a los jiang, los principales enemigos de su esposo. También luchó contra los tu y los yi, a los que venció. La historia militar china destaca su victoria ante la tribu de los ba, que destaca como un ejemplo de estrategia. A su muerte, Fu Han fue enterrada en una magnífica tumba, descubierta en 1976, que contenía un completo ajuar funerario, en el que había huesos oraculares, 130 armas y 20 puntas de flechas.
Vmenkov / Creative CommonsTumba de Zhao de Pingyang
Era hija de Li Yuan, el emperador que fundó la dinastía Tang en el siglo VII. Mientras era gobernador, Li Yuan inició una revuelta contra el emperador Yang, de la dinastía Sui. Su hija Pingyang, de apenas veinte años, vendió las propiedades de la familia y reunió un ejército para apoyar la rebelión de su padre. Miles de hombres se unieron a ellos, y la joven llegó a comandar un ejército de hasta 70.000 soldados, logrando numerosas victorias gracias a su valentía y a sus conocimientos de estrategia militar. Ella y su ejército hicieron huir al ejército imperial. Su padre, al convertirse en emperador con el nombre de Gaozu, reconoció los méritos de su hija y celebró un gran desfile militar en su honor, además de otorgarle el título honorífico de zhao y de princesa.
Torstein Barnhardt / CCNakano Takeko
Nacida en Edo (Tokio) en 1847, Nakano Takeko era hija del oficial Nakano Genai. La joven aprendió arte, literatura y artes marciales con el maestro Akaoka Daizuke. Nakano se convirtió en una gran guerrera samurái, en una onna bugeisha. Cuando estalló la guerra civil entre el shogunato Tokugawa, al que ella servía, y las tropas imperiales, se puso al frente de un grupo de mujeres samuráis a las que ella había entrando personalmente. Tomó parte en la batalla de Aizu, donde luchó con gran arrojo. Pero un impacto de bala en el pecho la dejó herida de muerte. Nakano entonces decidió llevar a cabo un seppuku o suicidio ritual asistida por su hermana, que le cortó la cabeza para enterrarla a los pies de un árbol en el templo Hokaiji, donde aún hoy es venerada.
Vincent Steenberg/ Creative CommonsJuana de Arco
Conocida como la "doncella de Orleans", esta joven francesa se sintió escogida por Dios para liderar a los ejércitos franceses contra Inglaterra durante la guerra de los Cien Años. En 1429, el rey de Francia Carlos VII aceptó que liderara un ejército de cinco mil hombres durante el asedio de Orleans, que se saldó con una gran victoria sobre los ingleses. Tras varios triunfos más, Juana fue hecha prisionera en Compiegne el 24 de mayo de 1430 por el duque de Borgoña. Llevada a Ruán, fue acusada de brujería por un tribunal eclesiástico y condenada a morir en la hoguera el 30 de mayo de 1431, con tan sólo 19 años.
SantiagoLlanta / Creative CommonsMaría Pita
En 1581, una mujer coruñesa, María Pita, se enfrentó a las tropas británicas que querían conquistar la ciudad. María mató a un alférez inglés con una lanza, un arcabuz o un cuchillo, según las versiones, y le arrebató su bandera. Tras presenciar la muerte de su marido en el asedio, llena de rabia, y al grito de "quien tenga honra que me siga", lideró el contraataque hasta que los ingleses, al mando del corsario sir Francis Drake, se retiraron de la ciudad y pusieron rumbo a Lisboa. Felipe II reconoció el valor de María, le concedió una pensión y le dio el título de "soldado aventajado".
Piletes/Creative CommonsAnne Bonny
Nacida en Irlanda en 1698, Anne Bonny, nacida Cormac, fue fruto del adulterio de su padre con una criada. La familia marchó a Charleston, en Carolina del Sur, para huir de las habladurías. Anne era una joven a la que le gustaban las armas y los caballos. Se enamoró de James Bonny, un expirata con el que se casó y la pareja fue a vivir a las Bahamas. Allí Anne conoció a Jack Rackham, un famoso pirata, con quien se fugó a bordo del buque Revenge. Junto a Rackham, Anne participó en numerosos abordajes piratas y se distinguió en la lucha como cualquier otro miembro masculino de la tripulación. Al final, fueron hechos prisioneros. Jack Rackham fue ahorcado, pero Anne eludió varias veces la condena a muerte, y se cree que vivió hasta los 84 años en Carolina del Sur.
Torana/ Creative Commons.Hannah Snell
Nació en 1723 en Worcester (Inglaterra) y en 1744 se casó con James Summs. Su marido la abandonó cuando estaba embarazada y, tras dar a luz a una niña que murió poco después, Hannah se vistió de hombre, adoptó el nombre de James Gray y fue en busca de su esposo. Tras enterarse de que había sido ejecutado acusado de asesinato, Hannah siguió haciéndose pasar por hombre y se enroló en la Marina británica como cocinero. En la India, participó junto con sus compañeros en los combates contra los franceses, siendo herida en numerosas ocasiones, aunque no de gravedad. Tras cuatro años fue ascendida a teniente. Al llegar a Londres, reveló su secreto a sus compañeros, quienes alabaron su valentía. Recibió una pensión anual como reconocimiento a sus logros militares.
Creative CommonsAgustina de Aragón
El 15 de junio de 1808, durante el primer sitio de Zaragoza, en el transcurso de la invasión napoleónica, Agustina, una joven nacida en Reus, pero que había acompañado a su marido, cabo de artillería, a Zaragoza, llevó a cabo la acción que la hizo célebre. Tras haber caído los defensores de la puerta del Portillo, las tropas francesas se prepararon para tomarla al asalto. Entonces Agustina tomó la mecha de manos de un artillero herido y logró disparar un cañón sobre los franceses, que se batieron en retirada. La leyenda cuenta que, enterado el general Palafox de tal hazaña, concedió a la joven el distintivo de subteniente. Al parecer, Palafox, en efecto, admitió a Agustina en el cuerpo de artilleros, pero como artillero raso.
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