En el siglo XIV, la Inquisición dio muerte al último cátaro. Quinientos años más tarde, este movimiento herético despertó el interés de escritores y adeptos al esoterismo
Parsifal y el Santo Grial. Óleo por Seymour Millais Stone (1877-1957).
Los cruzados de Simón de Montfort tomaron Carcasona en agosto de 1209. La ciudad, que había sido un baluarte del catarismo, pasó a la Corona francesa con las tierras circundantes.
El castillo se asienta sobre un imponente peñasco de Montsegur que alcanza los 1.207 metros de altitud. Tras su conquista por los cruzados pasó a manos de Guy de Lévis, quien levantó el recinto que aún hoy está en pie.
EL TESORO DE LOS CÁTAROS
Protegido por la nobleza occitana el catarismo fue destruido por una cruzada que empezó en 1209, y tuvo su hito más significativo en la toma del castillo de Montsegur en 1244 y la quema de los cátaros allí refugiados. Éste fue el origen de una de las leyendas más famosas: la del «tesoro de los cátaros», surgida de las declaraciones inquisitoriales realizadas tras la caída del castillo. En una de ellas, el hereje Arnaut Rotger de Mirepoix afirmaba que «cuando los perfectos salían del castillo de Montsegur para ser entregados a la Iglesia y al rey, Pèire Rotger de Mirepoix retuvo en el castillo a Amiel Aicart y su compañero Hug, y de noche, después de que el resto de perfectos hubieran sido quemados en masa, Pèire Rotger los escondió y se evadieron; y esto se hizo para que la Iglesia de los herejes no perdiera su tesoro que había sido escondido en los bosques». Otra declaración, de Imbert de Salles, afirmaba que «sacaron el oro y la plata e infinidad de monedas».
Estas palabras ponen de relieve que existía un tesoro cátaro y que fue evacuado del castillo antes de la conquista cruzada. Posiblemente debió de estar formado por el dinero con el que se sufragaban los gastos del castillo y los objetos de valor que conservaban los asediados. Por otras declaraciones sabemos que los perfectos lo pusieron a salvo dos veces: la primera, durante la Navidad de 1243, en pleno asedio y para esconderlo en los alrededores; la segunda, durante la noche anterior a la rendición, para llevarlo a otro escondite. Como los relatos no ofrecen más información, se han planteado muchas hipótesis sobre este nuevo emplazamiento. Lo más plausible es que fuera ocultado en alguna de las cuevas o grutas de las montañas del Sabarthez, donde se solían esconder los fugitivos de la justicia.
EN BUSCA DEL GRIAL
El Grial es un producto literario de las novelas de caballería, un símbolo de perfección espiritual cristiana
¿Escondieron los cátaros el Grial? En realidad, el Grial es un producto literario de las novelas de caballería, un símbolo de perfección espiritual cristiana. Y no hay que olvidar que el motivo central del Grial es el oficio religioso, la misa, que los cátaros repudiaban: sólo aceptaban el ritual del consolament.
El franciscano Bernard Délicieux, enfrentado a la Inquisición, libera a los presos cátaros de Carcasona. Óleo de inspiración romántica por Jean-Paul Laurens. 1879.
UN TEMPLO SOLAR
Después de la Segunda Guerra Mundial aparecieron nuevas leyendas sobre Montsegur. Una de las más importantes fue la idea de que el castillo era un templo cátaro. Fernand Niel, ingeniero e historiador de Béziers, fue uno de los impulsores de esta hipótesis durante la década de 1950, cuando presentó una serie de trabajos con detalladas mediciones y cálculos para concluir que Montsegur era en realidad un templo solar y zodiacal meticulosamente preparado durante el período de los cátaros, capaz de detectar los solsticios y los equinoccios con la alineación de los muros. Sin embargo, los trabajos arqueológicos posteriores demostraron que la fortaleza fue derruida tras la conquista cruzada y que no se conservan trazas del recinto que en su día albergó a los cátaros. La estructura que aún hoy sigue en pie fue obra de los nuevos señores católicos, que remodelaron la fortaleza anterior.
Durante la década de 1960, la televisión contribuyó a la difusión de mitos cátaros y a consolidar los lugares de culto de su memoria. En tal sentido cabe recordar un documental emitido en marzo de 1966 por la televisión francesa que dio a conocer al gran público la tragedia de los cátaros de Montsegur, convirtiéndolo en el lugar más importante de la historia de los cátaros.
Desde entonces se ha desarrollado una imagen de los cátaros que poco tiene que ver con su historia y que en el sur de ha dado lugar a una pujante actividad turística en base a la ruta de los «castillos cátaros». En realidad, no existen tales: excepto en los casos de Montsegur y, en parte, de Quéribus, que acogieron a comunidades heréticas, el resto son, como mucho, fortalezas donde puede que, en algún momento, vivieran cátaros.
Tampoco existen las llamadas
». No es de extrañar, porque, como se preguntaba
, el último cátaro, ¿acaso algún cristiano puede adorar la cruz cuando fue el lugar del martirio del hijo de Dios?
La frontera entre leyenda y realidad es tan ambigua como frágil, y, como nos recuerdan los mitos sobre el catarismo, la leyenda se ha impuesto muchas veces a una realidad demasiado prosaica.
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