Fotos: UE005 Naylamp
Fotos: UE005 Naylamp
2 de noviembre de 2021 - 2:30 p. m.
Un estudio reciente del pigmento que recubre esta joya de oro ha revelado que el cinabrio, sulfuro y mercurio que lo componen fueron mezclados con hemoglobina por sus propiedades mágicas, y huevo para que se adhiriera a la superficie metálica.
El pigmento rojo era para la cultura Sicán una manera de asegurar la resurección de sus almas tras la muerte.
En 1991 el arqueólogo Izumi Shimada descubrió en el pueblo de Batán Grande (Perú) una espectacular tumba que contenía los restos de un hombre ricamente ataviado, enterrado junto con dos mujeres y un niño. En su magnífico ajuar destacaba una máscara de oro que cubría su rostro y había sido cubierta -al igual que el resto del cuerpo- con un pintura roja.
DEL MUSEO AL LABORATORIO
Shimada descubrió que al contrario que el resto de tumbas de la zona el color rojo se había obtenido a partir de cinabrio, un mineral importado mucho más caro que el óxido de hierro habitual la zona. Tras datar los restos con carbono 14 se determinó que el noble había sido enterrado en algún momento de la etapa media de la cultura Lambayeque o Sicán (900-1100).
Láminas de oro como estas decoraban los lados de algunos ornamentos y estandartes encontrados en la tumba.
Ahora un equipo de la Universidad de Oxford encabezado por el propio Izumi Shimada ha vuelto a analizar la pieza, para comprender mejor la composición de su pigmento gracias a los últimos avances tecnológicos. Así se ha extraído una pequeña muestra de pintura que ha sido analizada mediante espectroscopia de infrarrojos y espectrometría de masas, para identificar de esta manera los elementos químicos que la forman.
Los resultados han sido sorprendentes, se han encontrado proteínas de clara de huevo (seguramente de parto criollo), usado como amalgamente de la pintura en vez de la resina de ceratonia empleada en las otras tumbas. Asimismo se ha descubierto la presencia de mercurio y sulfuro, dos tonos rojizos que se añaden al cinabrio.
Entre los hallazgos más impresionantes se encuentra este estandarte que se llevaba delante de la nobleza en las procesiones.
PINTURA MÁGICA
Otro detalle inesperado han sido seis proteínas que solo se encuentran en la sangre humana, entre ellas la hemoglobina, que fueron mezcladas entre el pigmento con parte del ritual funerario. Esta sangre procedía de los esclavos sacrificados en el yacimiento, como demuestran las marcas de corte en muñecas y cuello que se corresponden con su desangramiento.
Según Shimada el pigmento con el que se recubrió al difunto y las mujeres tenía la función mágica de devolverles la vida, asegurando su resurrección al reemplazar la sangre que habían perdido. Además el noble fue enterrado en una postura excepcional: con el cuerpo boca abajo doblado hacia atrás 180 grados y la cabeza cortada y puesta del revés, posición que podría ser un intento de revertir su muerte para asegurar su paso a la otra vida.
Las joyas y objetos de oro eran para los gobernantes sicán una manera de equipararse con el dios sol.
A partir de los elementos identificados en la pintura de la máscara se podrá determinar si otras piezas cuya procedencia se desconoce fueron fabricadas en Batán grande, con lo que se podrán incorporar nuevos artefactos a la cultura de Sicán.
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