Un equipo de arqueólogos ha encontrado evidencias de la presencia humana en Stonehenge en épocas muy anteriores a su construcción, que se remontan hasta 7.000 años atrás, unos dos milenios antes de que se colocaran las primeras piedras del conjunto prehistórico. Los dos hallazgos principales son una serie de tumbas con esqueletos enterrados junto a piezas de diversos materiales y un recinto que los investigadores consideran un taller de producción de herramientas.
La mayoría de los enterramientos datan de la llamada “tercera fase” del conjunto, alrededor del 2500 a.C., cuando se empezaron a colocar los grandes megalitos. Los esqueletos han aparecido junto a objetos de diversas formas y materiales, como cerámicas, herramientas de pedernal y pequeñas tazas; entre estas últimas destaca una fabricada con una roca conocida como esquisto bituminoso, que en contacto con el fuego puede liberar petróleo y que ha llamado la atención de los arqueólogos, que afirman que es “un objeto único” y que nunca habían visto uno similar.
En cuanto al presunto taller, se trata de un espacio en forma de C que los investigadores datan a finales de la Edad del Bronce. La afirmación de que se trata de un taller para la producción de herramientas se basa en la densidad de objetos de pedernal quemado que han encontrado allí.
La taza de esquisto betuminoso que ha llamado la atención de los arqueólogos.
UN PROYECTO CONTROVERTIDO
Las excavaciones forman parte de las evaluaciones preliminares del subsuelo para un polémico proyecto: la construcción de un túnel subterráneo para hacer pasar por debajo de Stonehenge la carretera A303, desde la cual se accede al conjunto megalítico. Los arqueólogos que han realizado el descubrimiento trabajan para Wessex Archeology, la compañía de conservación de patrimonio que se encarga de realizar las prospecciones del terreno a través del cual debe pasar el túnel.
El proyecto de desviar la autopista por debajo del monumento ha causado gran controversia en el Reino Unido, puesto que muchos expertos han afirmado que “un trabajo de construcción tan intrusivo causaría daños desastrosos a uno de los paisajes antiguos más valiosos y la pérdida de cientos de miles de objetos”. La UNESCO también manifestó su oposición al proyecto en 2017 y el inicio de las prospecciones en 2020 llegó acompañada de una manifestación y de una demanda legal.
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