Durante siglos se ha visto la Edad Media como un periodo de oscura ignorancia. Sin embargo en esos diez siglos se desarrollaron o perfeccionaron muchos inventos que abrieron el camino al esplendor del Renacimiento y que supusieron grandes progresos para la Humanidad.
Instrumentos para la navegación
Durante el Medievo se realizaron grandes avances en los instrumentos de navegación. Los más decisivos fueron el timón de codaste, que hacía las naves más manejables; la vela latina, que permitía navegar a contraviento; la quilla, que servía de contrapeso a la acción del viento y hacía los barcos más estables; y la brújula magnética, para orientarse con mayor precisión. Todo ello hizo más fiable y segura la navegación en alta mar y por consiguiente favoreció el comercio entre lugares muy alejados así como la exploración de nuevas rutas y otros mundos.
La imprenta
Generalmente se considera a Johannes Gutenberg como el padre de la imprenta, aunque esta ya tenía algunos precedentes. El orfebre alemán perfeccionó y desarrolló a mayor escala un sistema de tipos móviles que ya existía desde el siglo VIII en China y Corea, y que algunos europeos ya habían empezado a adaptar unas décadas antes. Las mejoras aplicadas por Gutenberg permitieron reducir drásticamente el tiempo y coste de la imprenta, lo que sumado a la difusión del papel como soporte, puso los documentos escritos al alcance de un público mucho mayor, si bien todavía estaban reservados a la élite.
El reloj mecánico
Antes de este gran invento de la Edad Media el tiempo se medía con una variedad de instrumentos como relojes solares, de arena y de agua, cuyas medidas resultaban difíciles de equiparar. El reloj mecánico, inventado en torno al año 1300, permitió unificar la medición del tiempo, y cambió la manera de cuantificar el trabajo y pagar acorde a las horas trabajadas. Aunque al principio eran poco precisos debido a la fricción de los mecanismos, durante el Renacimiento se mejoraron notablemente hasta el punto de apenas atrasarse un minuto al día.
Las ventanas de cristal
Aunque el cristal no es un invento de la Edad Media, realmente fue en este periodo cuando se popularizó su uso práctico, gracias a la proliferación de talleres por toda Europa. Una de las novedades más importantes fue la aplicación de cristales a las ventanas en vez de materiales opacos, como telas o tapices, lo que permitía la entrada de luz natural y mantener la temperatura en el interior de las casas.
Instrumentos de óptica
La expansión de la industria del cristal llegó acompañada de un desarrollo de las lentes. En la Europa medieval, un monje tuvo la brillante idea de unir un par de lentes convexas a una montura de sujeción, creando así las primeras gafas de la historia. Aunque inicialmente solo estaban al alcance de una pequeña minoría, terminaron popularizándose y facilitando mucho la vida a aquellos con problemas de visión. Durante el Renacimiento, el uso científico de las lentes llevó a la invención de los primeros telescopios.
Útiles para la destilación
Los árabes fueron pioneros en el uso del cristal para la fabricación de lo que hoy llamaríamos utillaje de laboratorio. La creación de alambiques, serpentines y otras piezas especializadas permitió el desarrollo de la química práctica y la obtención de alcoholes, perfumes y otros productos que podían usarse con fines científicos o en la vida cotidiana.
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