Des-extinción, devolviendo a un mamut lanudo a la vida
Durante miles de años, los mamuts recorrieron el gélido territorio de Europa. Neandertales y humanos modernos pusieron en práctica diversas estrategias para cazarlos
Mamut lanudo representado en la cueva francesa de Rouffignac
Estos enormes herbívoros de origen africano colonizaron el continente euroasiático durante casi cuatro millones de años. Sus antepasados eran los elefantes, que se adaptaron al frío de la Edad de Hielo como hicieron más tarde los humanos primitivos con los que convivieron.
La caza del mamut, una visión idealizada de la lucha
Los neandertales fueron grandes consumidores de carne de mamut y rinoceronte lanudo, que llegó a suponer el 80 por ciento de su dieta. Existen pruebas evidentes de su caza, pero no se conocen con certeza las estrategias que se empleaban.
Figura de mamut incisa en un hueso del mismo animal
El declive del mamut comenzó hace unos 21.000 años. Su baja tasa de reproducción no favorecía su supervivencia –el período de gestación alcanzaba los 22 meses– y su desaparición definitiva pudo estar provocada por la caza, el aumento de las temperaturas o alguna enfermedad o mutación; o quizá por una mezcla de todo ello. La pieza de la imagen fue hallada en el Abrigo de la Madeleine, Francia.
Para algunos eran las "bestias de las nieves", que infundían pavor cuando salían en estampida. Para otros, gigantes que garantizaron la supervivencia humana. Y hay quien sueña con "resucitarlos". Son los mamuts, los grandes elefantes lanudos que convivieron con diferentes especies de humanos hasta desaparecer hace apenas 3.800 años.
Estos enormes herbívoros de origen africano colonizaron el continente euroasiático durante casi cuatro millones de años. Sus antepasados eran los elefantes, que se adaptaron al frío de la Edad de Hielo como hicieron más tarde los humanos primitivos con los que convivieron, también originarios de África. La antigua relación entre unos y otros queda patente en los restos fosilizados de un cementerio de mamuts en Orce (Granada) excavado por el paleontólogo Bienvenido Martínez-Navarro. Se sabe que aquellos paquidermos iban a morir allí, lo que al parecer aprovecharon los homínidos hace 1,4 millones de años para conseguir su carne, como sus antepasados ya habían hecho en África con los elefantes. Dadas sus dimensiones –podían pesar ocho toneladas y medir más de cinco metros de alto–, su caza debía de ser complicada, por lo que los humanos aprovecharían la carne de ejemplares muertos, o bien de crías o de individuos débiles o enfermos.
CEMENTERIOS DE MAMUTS
La relación entre homínidos y paquidermos fue tan profunda que algunos investigadores hablan de "etno-elefantología". Joaquín Panera, arqueólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana y codirector en los yacimientos de Torralba y Ambrona, apunta que los proboscídeos tienen conciencia de sí mismos y una gran memoria, elaboran complejos mapas mentales y controlan el territorio. Así, por ejemplo, pueden encontrar agua cuando hay sequía, de manera que es muy probable que los humanos supieran que seguirles les llevaría a lugares interesantes en regiones que desconocían.
Pese a esta aparente alianza, los humanos practicaron la caza del mamut para aprovechar su carne. En Getafe, cerca de Madrid, se han localizado los restos de un banquete neandertal de hace 84.000 años: 82 fósiles de mamut y 754 herramientas con las que trocearon su carne y machacaron los huesos en busca de la médula. Los neandertales fueron grandes consumidores de carne de mamut y rinoceronte lanudo, que llegó a suponer el 80 por ciento de su dieta. En Siberia se halló una punta de lanza musteriense (de hace unos 40.000 años) clavada en una vértebra de mamut, y restos fósiles con heridas mortales, prueba evidente de su caza. No se conocen con certeza las estrategias de caza que se empleaban.
Hace unos años, en la isla de Jersey (hoy frente a la costa de Normandía, pero unida al continente durante el Paleolítico) apareció una gran acumulación de huesos de mamut, lo que hizo pensar que los humanos los acosaban hasta lograr que se despeñasen por un precipicio. Esta tesis se ha repetido hasta la saciedad, pero nuevos estudios indican que tal vez dicha acumulación sea natural. Con la llegada del Homo sapiens, la caza del mamut se extendió, pero tampoco hay evidencias suficientes sobre las técnicas de caza.
El declive del mamut comenzó hace unos 21.000 años. Su baja tasa de reproducción no favorecía su supervivencia –el período de gestación alcanzaba los 22 meses– y su desaparición definitiva pudo estar provocada por la caza, el aumento de las temperaturas o alguna enfermedad o mutación; o quizá por una mezcla de todo ello.
ADORNOS Y PINTURAS
La imagen del mamut ha quedado inmortalizada en numerosas obras de arte que muestran su conexión con los humanos. Se conservan muchas figurillas y adornos elaborados con su marfil –como la talla del Hombre-León de Ulm, de hace 40.000 años–, así como múltiples representaciones parietales, como las de la cueva francesa de Rouffignac, con más de cien mamuts pintados, y, en el Cantábrico, las cuevas de El Pindal o El Castillo. Sus grandes huesos también se utilizaron para construir cabañas durante el Paleolítico Superior, como las halladas en Rusia, Ucrania y Polonia.
En los últimos años, el hallazgo en la tundra siberiana de ADN de mamut bien conservado ha dado pie a hablar de una posible clonación de estos animales mediante técnicas que usan genes de elefante asiático. Pero, de momento, la resurrección de estos gigantes sigue siendo una quimera.
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