Una nueva tecnología puntera, el llamado Radar Interferométrico de Apertura Sintética (SAR), muestra de un modo sin precedentes como están retrocediendo los grandes glaciares de la Antártida Occidental y eleva las alarmas sobre los cambios presentes y futuros en el continente
Vista satelital del glaciar Thwaites
“Gracias a una nueva generación de satélites de radar, hemos podido presenciar en los últimos años tasas de retroceso más rápidas que nunca entre los glaciares del Polo Sur". Con estas rotundas palabra describe el experto en tecnología radar y profesor de ingeniería civil de la Universidad de Houston, Pietro Milillo, la situación de algunos de los glaciares más importantes de la Antártida Occidental. "Se trata de una señal de advertencia de que las cosas no se están asentando, no se están estabilizando en absoluto. Esto podría tener graves implicaciones para el equilibrio de todo el sistema glaciar en este área" añade.
Milillo, autor principal de un artículo que bajo el título Rapid glacier retreat rates observed in West Antarcticase publicaba recientemente en la revista Nature Geosciences, se ha valido de los datos obtenidos mediante una novedosa tecnología de radar conocida como SAR, acrónimo en inglés de Radar Interferométrico de Apertura Sintética, para documentar el estado de tres glaciares en el Polo Sur —Pope, Smith y Kohler, en la ensenada del mar de Amundsen— con niveles de claridad y detalle nunca antes vistos.
Borde de la plataforma de hielo del Glaciar Thwaites, en la Antártida
“El problema aquí es que encontramos una tasa de retroceso tan alta, pero lo que en realidad nos preocupa es que estos tres glaciares más pequeños puedan capturar la cuenca del cercano glaciar Thwaites, lo que haría que este perdiera más masa”, explica Milillo. “En la Antártida, los glaciares no se derriten debido a la interacción con el sol, se derriten porque aceleran e inyectan más hielo en el océano. Ese es uno de los principales mecanismos de pérdida de masa”, añade.
"Ahora podemos observar el retroceso de los glaciares mensualmente y observar su evolución a un nuevo nivel de detalle".
El punto más austral de la Tierra, el Polo Sur, está sumido en la oscuridad la mayor parte del año. Su extremo clima se traduce en que los investigadores tan solo pueden visitarlo durante períodos cortos de tiempo, lo que siempre ha limitado su investigación. De hecho, Milillo destaca que el polo sur es tan remoto que en la mayoría de los casos los humanos más cercanos son astronautas que orbitan la Tierra a bordo de la Estación Espacial Internacional. "Pero el radar es perfecto para esas aplicaciones", prosigue. "La belleza del radar es que puede penetrar las nubes, puede emplearse dada cualquier condición climática, y no depende de la luz del sol”. “En el pasado, teníamos que esperar varios años para acumular suficientes datos útiles. Por esa razón, solo pudimos observar tendencias a largo plazo. Ahora, no obstante, podemos observar el retroceso de los glaciares mensualmente y observar su evolución a un nuevo nivel de detalle que ayudará a mejorar los modelos glaciares y, a su vez, refinar nuestras estimaciones de aumento del nivel del mar”.
Nuevas predicciones sobre el aumento del nivel del mar
Entre esas mediciones mensuales, el equipo pondera los cambios de elevación cada dos semanas para evaluar el retroceso en la línea de conexión a tierra de un glaciar, el límite en la parte inferior de este donde el glaciar pierde el contacto con el continente y el hielo se adentra en el agua, más cálida. En esta línea de conexión a tierra el glaciar se vuelve especialmente vulnerable porque el agua tibia crea una plataforma de hielo que comienza a flotar y fácilmente podría romperse por completo.
“Si todo el hielo sobre la línea de flotación de la Antártida se derritiera, el nivel del mar subiría un promedio de 58 metros”, cuenta el investigador. “Si se confirman las señales que estamos viendo, aumentará la pérdida de masa de hielo en la Antártida, así como en Groenlandia y el nivel del mar aumentará”.
Vista aérea del Iceberg B-31 desprendido en 2014 del Glaciar Pine Island, en la Antártida
“Si todos estos glaciares se derritieran, el agua del mar podría subir rápidamente, y con cerca de 267 millones de personas en todo el mundo viviendo a menos de 2 metros sobre el nivel del mar, podría resultar en una migración abrupta. “Es por eso que la gente debería preocuparse por este tema, incluso si no afecta su vida, afectará la vida de sus hijos y la vida de sus nietos”.
Por ahora, Milillo se concentra en el futuro cercano, incluidos los planes de la NASA para lanzar en 2023 su satélite NISAR, diseñado para proporcionar una cantidad aún mayor y más frecuente de datos que el actual SAR de última generación. También conocido como NASA-ISRO SAR, el satélite medirá los cambios en los ecosistemas, las superficies dinámicas y las masas de hielo, brindando a Milillo y sus colegas una imagen más detallada aún de nuestro planeta cambiante.
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Resumen:
Tasas de rápido retroceso de los glaciares observadas en la Antártida occidental.
Los glaciares Pope, Smith y Kohler, en la ensenada del mar de Amundsen en la Antártida Occidental, han experimentado un mayor derretimiento de la plataforma de hielo inducido por el océano, aceleración de los glaciares, adelgazamiento del hielo y retroceso de la línea de conexión a tierra en los últimos 30 años. Aquí presentamos observaciones del retroceso de la línea de conexión a tierra de estos glaciares desde 2014 utilizando una constelación de satélites de radar interferométrico combinados con datos de precisión de elevación de la superficie. Encontramos que las líneas de conexión a tierra desarrollan zonas de migración inducidas por mareas, espacialmente variables, a escala de kilómetros. Después de la corrección de los efectos de las mareas, detectamos un patrón sostenido de retroceso que coincide con altas tasas de derretimiento del hielo sin poner a tierra, marcado por episodios de retroceso más rápido. En 2017, el glaciar Pope retrocedió 3,5 km en 3,6 meses, o 11,7 km año –1 . En 2016-2018, Smith West se retiró a 2 km por año.–1 y Kohler a 1,3 km año –1 . Si bien la retirada se desaceleró en 2018-2020, estas tasas de retirada son más rápidas de lo previsto por los modelos numéricos en escalas de tiempo anuales. Nuestra hipótesis es que el rápido retroceso es causado por interacciones vigorosas entre el hielo y el océano que no están representadas y que actúan dentro de las cavidades recién formadas en el límite entre el hielo y el océano. https://www.nature.com/articles/s41561-021-00877-z Nature Geoscience.
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