Los expertos ya califican el problema de las superbacterias y la creciente resistencia de algunas enfermedades a los fármacos que empleamos para combatirlas como la mayor amenaza para la salud humana de los próximos años.
Cultivo de bacterias en dos placas con antibióticos
El cultivo de la izquierda no es resistente a los antibióticos de los discos, por lo que no puede crecer cerca de ellos. En el de la derecha se produce el caso contrario.
Es la crónica de un desastre anunciado: una calamidad en ciernes que se viene cocinando a fuego lento pero a la que tarde o temprano nos llegará el momento de enfrentarnos. El problema de las infecciones resistentes a antibióticos existe desde hace décadas, sin embargo no ha sido hasta hace algunos años que ha empezado a tomar protagonismo por tratarse de una amenaza cada vez más acuciante.
En 1928 un trozo de moho contaminó fortuitamente una placa de Petri en el Laboratorio de Alexander Fleming. Fue así que se produjo el descubrimiento de una sustancia, la penicilina, que mataba a la bacteria que el científico estaba examinando. 12 años después Fleming y sus colegas ya habían convertido el fruto de la casualidad en el fármaco más maravilloso de su tiempo y en uno de los que más vidas ha salvado en la historia de la humanidad: un fármaco que podría curar a los pacientes con infecciones bacterianas.
A partir de este momento se han descubierto miles de antibióticos que han revolucionado la medicina, convirtiéndose en la base de muchos de los mayores avances médicos del siglo XX y permitiendo tratar de forma efectiva enfermedades como la neumonía o la tuberculosis: afecciones que a principios del siglo pasado eran comunes y frecuentemente mortales. Sin duda una batalla vencida, pero la guerra se seguiría librando: una carrera armamentística a nivel microbiológico acababa de comenzar.
¿Qué es una superbacteria y cómo se produce la resistencia a los antibióticos?
Las bacterias y otros patógenos siempre han evolucionado para poder resistir a los nuevos fármacos que la medicina ha empleado para combatirlos, y esta resistencia se ha convertido cada vez más en un problema en los últimos años por varias razones. Una de ella es que el uso de antibióticos está aumentando de forma cuantitativa y que estos se emplean cada vez más de una forma menos selectiva. Otra, no menos importante, es que el ritmo al que estamos descubriendo nuevos antibióticos se ha ralentizado drásticamente en los últimos años. No se trata tan solo un problema acotado a las bacterias, sino a todos los microbios que tienen el potencial de mutar y hacer que nuestros medicamentos se vuelvan ineficaces, algo que con el tiempo podría traducirse en el resurgir de enfermedades que ya estaban bajo nuestro control o en el aumento de los costes tanto económicos como en vidas humanas a los que nos tendremos que enfrentar en el futuro.
Pero para entender por qué se generan bacterias resistentes a prácticamente todos los antibióticos es importante considerar algunos aspectos del estilo de vida bacteriano. Así, se trata de organismos muy pequeños, numerosos y que se reproducen con una velocidad extremadamente rápida: de hecho, algunas especies de bacterias pueden llegar a duplicar su población en tan solo 10 minutos.
También es importante considerar el origen de los genes bacterianos. Cuando una célula se divide transmite sus genes a la descendencia, no obstante, las bacterias también tienen otra forma de adquirir genes: por contacto al azar entre dos de ellas. Es lo que se conoce como transferencia genética lateral u horizontal, un fenómeno que también ha sido observado en algunos seres superiores como las plantas. Así una bacteria puede pasar a otra diferentes genes que confieren nuevas propiedades a la receptora, y entre los genes que las bacterias se transfieren por contacto celular se encuentran muchos de los que confieren resistencia a diferentes antibióticos.
Una bacteria puede pasar a otra diferentes genes, algunos de los cuales confieren a la receptora resistencia a diferentes antibióticos.
Para ejemplificar como funciona esta resistencia pongamos el siguiente ejemplo: imagine una población diversa de bacterias con diferentes características genéticas y en la cual encontraremos diferentes individuos resistentes a distintos antibióticos. Luego añadiremos consecutivamente estos diferentes antibióticos para ir mermando la población de bacterias. Tras repetir este proceso podría darse, y se da, la posibilidad de que algunas bacterias resistan todos los tratamientos aplicados: en ese momento estaremos enfrente de una superbacteria, motivo por el cual debemos reducir al máximo el uso innecesario de antibióticos, ya que estas bacterias superresistentes serán las que se acaben reproduciendo y generando nuevas infecciones cada vez más más difíciles de combatir.
Superbacterias en la actualidad: un problema global
Los efectos dañinos de la resistencia a los antibióticos se están manifestando en todo el planeta. Ya en 2014 se calculaba que las bacterias multirresistentes se cobraban anualmente en Europa y Estados Unidos las vidas de unas 50.000 personas. Años más tarde la cifra aumentaba hasta más de un millón de personas si teníamos en cuenta los datos globales. Así, algunos de estos estudios habían planteado que para el año 2050 las muertes relacionadas con la resistencia a los antibióticos podría situarse en torno a los 10 millones de personas.
Pero más allá de modelos y previsiones, un estudio publicado este mismo año en la revista The Lancet bajo el título Global burden of bacterial antimicrobial resistance in 2019: a systematic analysis sitúa en 1,27 millones de muertes las causadas directamente en 2019 por la infecciones multirresistentes y eleva hasta los casi 5 millones los fallecimientos relacionados indirectamente con la resistencia a los antibióticos.
En 2019 1,27 millones de personas fallecieron debido a infecciones multirresistentes. La cifra se eleva a casi 5 si se tienen en cuenta las muertes relacionadas indirectamente.
La variación en los problemas de resistencia a los antibióticos en los distintos países está relacionada con las enormes diferencias en la cantidad de uso de medicamentos antimicrobianos. Pese a las desigualdades entre países, algunos de los cuales han visto incrementado el uso de antibióticos y otros disminuido en los últimos años, en términos globales el consumo mundial de antibióticos en la medicina humana aumentó casi un 40 % entre 2000 y 2010. En cuanto al consumo anual de antibióticos por persona, los datos registran que ese varió en más de un factor de 10 en todos los países de ingresos medios y altos.
Cualquier uso de antimicrobianos, por apropiado y conservador que se presente, contribuye a el desarrollo de resistencia, no obstante, su uso excesivo e innecesario de forma generalizada empeora notablemente la situación. Este abuso indiscriminado de antibióticos también se ve facilitado en muchos lugares por su disponibilidad sin receta o prescripción médica. Pero incluso cuando este no es el caso, se tiene constancia de que las prácticas de prescripción varían enormemente entre países y también, a menudo, dentro de ellos contribuyendo al agravamiento del problema.
Por otro lado, al igual que sucede con el resto de enfermedades infecciosas, la velocidad y el volumen de los viajes intercontinentales actuales crean nuevas oportunidades para que los patógenos resistentes a los antimicrobianos se propaguen a nivel mundial. Tal mezcla de diferentes microbios, particularmente bacterias, les brindan oportunidades para compartir su material genético entre sí, creando nuevas cepas resistentes a un ritmo sin precedentes. Por lo tanto, ningún país podrá abordar con éxito ante la resistencia a los antibióticos actuando de forma aislada.
Como combatir la resistencia a los antibióticos
Por todo lo mencionado, la lucha contra la resistencia contra los antibióticos se presenta como una de los grandes retos de la medicina en los años venideros. Para ello, algunas medidas a tener en cuenta pasan por mejorar al máximo las medidas de higiene en la población en aras de evitar infecciones, o reducir y especificar al máximo, siempre bajo supervisión médica, el uso de antibióticos, tanto en el ámbito humano como en el veterinario.
La otra gran medida corresponde al ámbito de la investigación, y pasaría por el desarrollo de nuevas moléculas, fármacos, principios activos y vacunas que permitan hacer frente a la escalada armamentístico-biológica que se viene desarrollando en los últimos años a escala microscópica.
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