Política de estado, mentiras e intereses entrelazados hicieron que este juego familiar fuera una escaramuza muy peligrosa. En plena Guerra Fría, los secretos se convirtieron en armas muy afiladas para ambos bandos, y estar en medio fue insostenible.
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Ethel y Julius Rosenberg.
En los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, el líder soviético Iósif Stalin estableció una alianza con Adolf Hitler, pero en 1941 el Führer le traicionó e invadió Rusia. Stalin llegó a ver en Alemania un peligro mayor que el capitalismo y alió la Rusia comunista con el capitalista EE. UU., decisión que culminó con la rendición de Alemania en mayo de 1945, forzada por las potencias aliadas.
En todo el mundo, muchos supusieron que la victoria común sobre Alemania traería la paz, pero la continua propagación del comunismo encabezada por la Unión Soviética desembocó en la Guerra Fría. En EE.UU., el fervor anticomunista llegó a su apogeo en la década de 1950, aunque había legiones de simpatizantes comunistas en todo el país. Muchos de estos eran inmigrantes recién llegados que culpaban de su fracaso en hacer realidad el sueño americano a la codicia empresarial y la explotación de los trabajadores.
Julius Rosenberg nació en Nueva York de padres inmigrantes judíos en mayo de 1918. Asistió a la Seward Park High School del Lower East Side de Manhattan y estudió ingeniería eléctrica en el City College. Allí se convirtió en líder de la Liga Juvenil Comunista. Su futura esposa, Ethel Greenglass, nació en septiembre de 1915, también en el seno de una familia judía de Nueva York. Aspiraba a ser actriz o cantante, pero aceptó un empleo de secretaria en una compañía naviera. Tras vivir de cerca varios conflictos laborales, simpatizó con los obreros y se unió a la Liga Juvenil Comunista. En 1936 conoció a Julius. Se casaron tres años después.
Pese a sus inclinaciones comunistas, Julius se alistó en el Cuerpo de Señales de Estados Unidos en 1940. Lo asignaron a un laboratorio en Fort Monmouth (Nueva Jersey), donde llevó a cabo investigaciones cruciales sobre electrónica militar de uso en radares, comunicaciones y misiles.
En 1942 fue reclutado por agentes de espionaje rusos en EE.UU. para que pasara secretos militares a sus controladores soviéticos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el cuñado de Julius, David Greenglass, trabajó en el laboratorio nacional de Los Álamos (Nuevo México) como operario del Proyecto Manhattan, un programa de alto secreto cuyo fin era crear la bomba atómica que puso fin a la guerra.
UN PROYECTO ATÓMICO SECRETO
Al gobierno estadounidense, que se había tomado muchas molestias en mantener oculta la información sobre la bomba, le extrañó que los soviéticos ya tuvieran capacidad atómica a inicios de 1949. Al indagar sobre cómo lo habían logrado, se identificó a David Greenglass como pieza clave de actividades de espionaje. El FBI lo interrogó, y Greenglass confesó que había pasado información secreta a los soviéticos. Dijo que lo había hecho a petición de su ingenua esposa, Ruth Greenglass, que actuaba sin saberlo a instancias de Julius Rosenberg. También contó que el propio Julius transmitió una ingente cantidad de información clasificada a los soviéticos. Al principio afirmó que su hermana Ethel no estaba implicada en la conspiración, pero luego se desdijo.
En agosto de 1950 se convocó a un gran jurado federal. Entre los testigos llamados a declarar se hallaban Ruth Greenglass y Ethel Rosenberg. Ethel se negó a responder y a la salida del juzgado fue objeto de detención sumaria. Luego un fiscal dijo a la prensa que había "amplias pruebas de que la señora Rosenberg y su esposo llevaban mucho tiempo vinculados a actividades comunistas".
El caso contra Julius era grave, pero los cargos contra Ethel eran más leves. No obstante, diez días antes del juicio, David y Ruth Greenglass cambiaron sus declaraciones de forma radical, una decisión que iba a determinar el destino de Julius y Ethel.
Al principio, David admitió haber pasado documentos a Julius en la calle, pero ahora alegaba que esas transferencias habían tenido lugar en el piso de los Rosenberg de Knickerbocker Village, en el Lower East Side. También dijo a los agentes federales que, tras entregárselos a Julius, su hermana Ethel los pasaba a máquina antes de llevárselos al enemigo.
Ruth dijo que había visto a Julius entrar y salir del baño con los documentos y ordenar de inmediato a Ethel mecanografiar los datos pertinentes.
El juicio de los Rosenberg —y de Morton Sobell, otro conspirador que había estudiado con Julius en el City College—, empezó el 6 de marzo de 1951. Aparte del testigo principal de la acusación, David Greenglass, solo había pruebas circunstanciales.
No obstante, veintitrés días después, el 29 de marzo, los Rosenberg fueron condenados por espionaje. El 5 de abril fueron condenados a muerte por el juez Irving Kaufman.
Este, que describió sus delitos como "peores que el asesinato", dijo: "Creo que su conducta, al poner en manos de los rusos la bomba atómica años antes de que nuestros mejores científicos predijeran que Rusia perfeccionaría la bomba, ya ha causado, en mi opinión, la agresión comunista a Corea, cuyas muertes resultantes superan las cincuenta mil, y quién sabe cuántos millones más de inocentes pagarán el precio de su traición".
LA EJECUCIÓN DE LOS ROSENBERG
Los Rosenberg fueron ejecutados el viernes 19 de junio de 1953. En una última carta a sus hijos Robert y Michael, de seis y siete años, escribieron: "Vuestras vidas os enseñarán, también, que el bien no puede florecer entre el mal, que la libertad y todas las cosas que contribuyen a una vida plena y que merezca la pena a veces cuestan muy caro".
Morton Sobell pasó más de dieciocho años en prisión y, tras su liberación en 1969, siguió defendiendo causas socialistas. En una entrevista de 2008 admitió que había sido espía, pero aseguró que la información que él y otros proporcionaron apenas tenía valor estratégico.
David Greenglass, que falleció en julio de 2014, pasó casi diez años en la cárcel por su traición. En la década de 1990 admitió que mintió bajo juramento al decir que Ethel pasaba los datos a máquina y dijo al periodista Sam Roberts que fue su esposa, Ruth, quien lo hizo. Sin embargo, no expresó arrepentimiento alguno por haber mandado a su hermana a la cárcel. "Mi esposa es más importante para mí que mi hermana", dijo. "No iba a sacrificar a mi esposa y mis hijos por mi hermana".
La familia de Robert y Michael Rosenberg se negó a acogerlos.
Los niños acabaron adoptados por el cantante, compositor y activista social Abel Meeropol y su esposa Anne, y tomaron su apellido. Michael es un profesor de económicas jubilado, autor de numerosas obras académicas. Robert es abogado, y entre 1980 y 1982 fue director editorial de la Socialist Review en el Área de la bahía de San Francisco.
*Este artículo pertenece a la recopilación "El crimen en Nueva York: Los casos más famosos de la historia de la ciudad", escrita por Robert Mladinich, Philip Messing y Bernard J. Whalen, editada y publicada por RBA Libros.
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