La contaminación es un problema que ha adquirido desde hace años un carácter global y representa un grave riesgo para la salud pública. Los datos de la OMS indican que durante la presente década se pueden producir cerca de 250.000 muertes a causa del cambio climático, por lo que plantear estrategias que fomenten la transición hacia un modelo de movilidad verde son decisivos para la salud de los colectivos más vulnerables.
Tráfico en Manhattan durante la cuarentena por COVID-19 el pasado octubre.
13 de febrero de 2021, 14:34 | Actualizado a
Si los nueve países que más emisiones generan logran cumplir los objetivos del Acuerdo de París, para 2040 se podrían evitar 1,6 millones de muertes debido a la mejora de la calidad del aire. Esta predicción procede de un estudio recién publicado en The Lancet Planetary Health, donde los autores han analizado los beneficios para la salud que se alcanzarían si dichos estados (Brasil, China, Alemania, India, Indonesia, Nigeria, Sudáfrica, Reino Unido y Estados Unidos) ponen en marcha planes climáticos suficientemente ambiciosos.
Junto con la disminución de la contaminación, la investigación también tiene en cuenta medidas relacionadas con cambios la dieta y la movilidad activa, que prevendrían 6,4 y 2,1 millones de muertes respectivamente.
La contaminación atmosférica es uno de los principales riesgos para la salud pública. Un importante informe, con datos del 2019, la sitúa como una de las causas más importantes de defunciones en el mundo, lo que supone el 12% de las muertes totales. Para hacer el cálculo se tiene en cuenta la exposición a contaminación en ambiente exterior (partículas finas, o PM₂,₅ y ozono) e interior (exposición al humo por uso de combustibles sólidos). Por delante solo están factores tan importantes como la presión arterial alta, los riesgos dietéticos, la glucosa elevada y el tabaquismo.
La contaminación, un problema global
La contaminación del aire ambiental es un problema mundial. Se calcula que en el año 2019, cerca del 90% de la población mundial estuvo expuesta a concentraciones medias anuales de PM₂,₅ por encima de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (10 μg/m³). Estas concentraciones se relacionan de manera clara con el riesgo de enfermar o morir por enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cáncer, entre otras.
A pesar de suponer un problema global, los niveles de contaminación y el impacto que tienen sobre la salud no se distribuyen de manera homogénea en el mundo: son más elevadas en poblaciones de países del Sur y Sudeste de Asia y de África Central, y más bajas en los países ricos.
Pero la contaminación del aire también representa un grave problema de salud pública en Europa. La población europea expuesta a concentraciones medias anuales de partículas finas y ozono por encima de las recomendaciones en 2018 fue del 74 % y del 96 %, respectivamente. De los dos contaminantes, las partículas son las que más impacto en salud causan, tanto en España como a nivel global. Sin embargo, se observan tendencias distintas en las concentraciones: en partículas finas es descendente, mientras que en ozono va en ascenso, coincidiendo con el avance del cambio climático.
Lo niveles de contaminación e impacto en la salud son más elevados en poblaciones de países del Sur y Sudeste de Asia y de África Central, y más bajas en los países ricos
No toda la población es igual de sensible a los efectos de la contaminación. Las personas con patologías crónicas, especialmente cardiorrespiratorias, y los más pequeños son más vulnerables. Las primeras etapas de la vida, incluida la gestación, son periodos de especial vulnerabilidad, en las que una alta exposición puede conducir a un mayor riesgo de enfermedad, invalidez o muerte.
Ambiente y salud infantil
Desde hace 15 años, existe una red de investigación de grupos españoles que ha aportado información relevante sobre cómo afecta la exposición a la contaminación atmosférica durante las primeras etapas de la vida (embarazo y primeros años) en la salud de los niños y niñas: el proyecto INMA (Infancia y Medio Ambiente).
Algunos resultados de este proyecto arrojan luz sobre el impacto que tiene la exposición a la contaminación sobre la salud infantil. Por ejemplo, se ha comprobado que los niños y niñas de madres que estuvieron expuestas a niveles más altos de contaminación durante el embarazo tuvieron más riesgo de retraso en el desarrollo fetal.
Se ha relacionado la contaminación con un menor peso o talla al nacimiento, mayor riesgo de parto prematuro y un retraso del crecimiento físico en los primeros años de vida
De la misma manera, la exposición temprana a niveles altos de contaminación se ha asociado con un mayor riesgo de padecer problemas de salud, tanto respiratorios, como del neurodesarrollo durante la infancia.
Emisiones y cambio climático
El cambio climático es considerado como una de las principales amenazas para la salud pública en el siglo XXI. Según la OMS, en la presente década se pueden dar 250.000 defunciones relacionadas con el cambio climático. Y este número se irá incrementando de forma exponencial a lo largo del siglo si no se toman medidas decididas para variar su progresión.
Los cambios en el clima son debidos a las emisiones de gases de efecto invernadero, fruto de la actividad humana. El sur de Europa y el Mediterráneo son zonas consideradas como “puntos calientes”, tanto por un mayor calentamiento como por la reducción de precipitaciones.
Las agencias internacionales, lideradas por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), desarrollan una estrategia para evitar que la temperatura media mundial supere en 1,5 ℃ la temperatura de la época preindustrial. Para conseguirlo se debe reducir sensiblemente las emisiones de los GEI clásicos (CO₂, metano, N₂O) y también de otros contaminantes que afectan al clima, como el ozono y el carbono negro.
El sur de Europa y el Mediterráneo son zonas consideradas como “puntos calientes”, tanto por un mayor calentamiento como por la reducción de precipitaciones
Beneficios para la salud de las acciones contra el cambio climático
Las estrategias de mitigación del cambio climático que se han propuesto pueden traducirse en otros logros para la salud, conocidos como “cobeneficios”. Estas acciones promueven la reducción de la contaminación atmosférica, el aumento de la actividad física, la reducción de consumo de carne o un mayor acceso a espacios verdes.
Estudios recientes han ilustrado los beneficios potenciales derivados de dichas acciones: la reducción en los niveles de contaminación del aire que se derivaría de la eliminación�� de las emisiones de combustibles fósiles podría reducir en 3,61 millones de defunciones prematuras. El incremento de la movilidad activa (caminar, ir en bicicleta) vendría asociado a un aumento de la actividad física, y a una reducción de contaminación atmosférica y acústica. Todo ello se traduciría en una reducción de algunas de las principales causas de enfermedad y muerte (por ejemplo, enfermedad isquémica, accidente cerebrovascular, diabetes y cáncer).
Además, los cambios en la dieta que irían asociados a una reducción de emisiones se pueden traducir en un descenso de alrededor de 11 millones de muertes prematuras al año. También disminuiría la pérdida de biodiversidad y uso de agua y suelo, factores que reducen la estabilidad de los sistemas de la Tierra.
Covid-19 y medio ambiente: crisis y oportunidad
La pandemia de la COVID-19 está causando daños profundos a la humanidad y está demostrando la importancia de la salud pública en la protección de la salud y la calidad de vida de las personas. Además, tal como indicó el director general de la OMS Tedros Adhanom “es un aviso de la estrecha e íntima relación entre las personas y el planeta”.
El cielo de Madrid libre de contaminación durante el confinamiento, el pasado 8 de abril.
En relación con la contaminación del aire, un estudio reciente ha estimado que, durante el primer semestre de 2020, en España se redujeron las emisiones de CO₂ en un 18,8 % respecto al mismo periodo de 2019.
Dichas mejoras demuestran que, con acciones decididas, es posible conseguir mejoras sustanciales en la calidad del aire que se derivan en beneficios importantes para la salud de la población. Esto brinda una oportunidad única para conseguir un aire más limpio, mitigar el cambio climático, y poder avanzar en un planeta saludable y sostenible para los más jóvenes y para las generaciones futuras.
*Raquel Soler es Investigadora predoctoral en Salud Ambiental en Fisabio. Ana Esplugues es Profesora de Salud Pública en la Universitat de València. Ferrán Ballester es Profesor de Enfermería e Investigador en Salud Pública en Fisabio. Marisa Estarlich es Profesora en la Universidad de València y Pablo Ángel López es estudiante predoctoral en la Universitat de València. Esta nota apareció originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons.
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