martes, 17 de septiembre de 2024

La Casa de la Loma tiene un Fantasma: Capítulo DCCXLVI.- Silverio y Agapito y sus dos acompañantes, llegaron al Altillo, que era el mirador natural de la casa hacienda, sin oposición; empero, ellos fueron detectados por Florián, quien no los vio, sino a sus caballos, él despertó a Erasmo Huamán y le informó de lo que vio en el Altillo...

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con la historia de La Casa de la Loma tiene un Fantasma, y como informamos en el capítulo anterior; el flamante caporal Erasmo Huamán, era o fue un gran bebedor de licor, cuando comandaba a un grupo de bandoleros, con quienes siempre concurría a pueblos donde se celebraban Fiestas patronales y con insistencia elegía para enamorar a las hermosas huambras, que algunas veces se las disputaba con otros rivales, batiéndose en duelos, que terminaban con la muerte del contendor y se venía obligado a abandonar la fiesta y se levantaba en peso a la mejor doncella; pero, él al ingresar al mundo honesto, hizo un juramento de nunca más beber licor, para evitar justamente, originar conflictos con la muerte de alguien que no era él; sin embargo, ahora como flamante caporal, participa en forma privilegiada en la mesa de la familia de la hacienda. y tuvo que aceptar beber por dos veces jarros llenos de licor, que los compartió con el hacendado Luciano Castillo y con Juan, a quien se le ofrecía la fiesta de despedida; pero, los efectos de ingerir licor los evaporaba bailando con Irma, quien era la hija del hacendado, tanto así, que en una larga pieza musical terminaron agotados, que Irma sufrió un desmayo y él, como un caballero, la condujo en sus brazos al poyo(banco de adobes arrimado a la pared), para su recuperación; mientras tanto, en el pueblo, una banda de asaltantes, quienes ya tienen toda la información sobre la existencia y ubicación de la Hacienda "La Pampa Encanta", se preparaban para "visitarla"..... sigamos la historia...............


Aquí en la imagen observamos una típica casa en la Comunidad Campesina de Socchabamba, Ayabaca, Piura, Perú; es una construcción de adobe con techo de tejas rojas y a dos aguas, sobre el techo distinguimos un fantasma que viene a ser el "El Rey de las Tinieblas" : Satanás, seguido de vampiros y una siniestra sombra negra que rodea al misterioso personaje satánico, para comprender la narrativa de la obra literaria: "LA CASA DE LA LOMA TIENE UN FANTASMA", esta imagen será nuestro símbolo de identificación y el logotipo en creación, impresión y distribución literaria. 
Con reconocimiento de derechos de autor, con Partida Registral Nº 00393-2010, Asiento 01, con fecha 27 de marzo de 2010 por INDECOPI


Este es el símbolo de Marca Perú, que distingue para todos los productos elaborados por peruanos.

Continuando con la historia, la banda de asaltantes, del pueblo cercano, se preparaban para conocer sobre la posibilidad de la saca de 150 reses; para lo cual, encargaron a los bandoleros Silverio y Agapito y dos más para que visiten la Hacienda "La Pampa Encantada", disfrazados de perneadores (denominación usada a los comerciantes de compra y venta de ganado), montados sobre caballos finos y briosos; siendo las 20:00 horas de la noche, de aquel día; eran caminos desconocidos para ellos, quienes siguiendo las instrucciones del jefe, trotarán despacio  y así lo hicieron conversando entre ellos y lo hacían en voz alta de sus "negocios" de compra y venta de ganado.
Todo era un montaje, para hacer creer, que ellos eran comerciantes, y era bueno comentar de las ganancias que atesoraban y los viajeros como supuestos comerciantes ya  llegaron en la madrugada.
Probablemente, ya eran las 03:00 horas de la madrugada, cuando repentinamente pasaron por encima de sus cabezas una bandada de lechuzas, que revoleteaban en fugaz vuelo, que inquietó a los briosos caballos, por lo que el viajero Silverio, quien era un creyente en los presagios de la naturaleza, ya que las aves nocturnas coincidieron con el recorrido de los viajeros y dijo:
--- Esas lechuzas nos están avisando que algo malo se nos viene...
Agapito, quien si era un corajudo viajero, le respondió:
--- No, amigo las aves nocturnas iluminan nuestro viaje.
Aún así, con esas entusiastas palabras, los cuatro jinetes pararon por unos instantes, dos de ellos se apearon para hacer sus necesidades fisiológicas y después del descanso continuaron su trotada, que por cierto era algo incierto viajando en caminos completamente desconocidos, sólo guiados en la información que lograron y recibieron en el pueblo.
Era la vida errante de los bandoleros, quienes usaban las noches oscuras como sus aliadas naturales en los rumbos hacia sus objetivos; pero, ahora sus mentes no estaban del todo seguras, que es lo que encontrarían; tal vez, como viajeros nocturnos podrían ser confundidos como asaltantes(que si lo eran) y por su puesto no serían bien recibidos.
El tiempo avanza y ya amaneció, ellos no pegaron una pestañada, siendo las 06:00 horas del nuevo día, ellos llegaron a un lugar que no conocían; sin embargo, ya eran los límites de la Hacienda "La Pampa Encantada", era la continuación del camino real que conducía al  Altillo.
Los guardianes de la hacienda, ya se habían ido a sus domicilios, abandonando sus lugares de vigilancia, quienes con la creencia que no hubo ninguna novedad tenían derecho a descansar; que por esas cosas del destino, justamente llegaban un grupo de jinetes, quienes si hubiesen sido asaltantes, tenían a su disposición todas las condiciones favorables para el asalto.
Los jinetes, sin saberlo llegaron al Altillo y desde allí observaron a la casa hacienda y que todo estaba en completo silencio, desde ese lugar ellos no podían percibir el olor a fiesta, que la totalidad de los moradores dormían por haber ingerido licor; un caso muy curioso, que ni el más precavido y cuidadoso Irenio Campos estaba vigilando; pues, todo era paz absoluta.
Entonces, Silverio se acercó a Agapito y en voz muy baja le dijo:
--- Amigo, allí tenemos la casa hacienda, no encontramos vigilantes, seguro que no tuvieron "visitas"; ya es era que caminen los peones; pero, no hay nadie por aquí, no estoy muy seguro que presumo que nos hayan tendido una trampa, tenemos que vigilar a esa casa.
Agapito, quien tomó el mando del grupo de jinetes, igualmente en voz baja, le contestó:
--- Silverio, aquí nadie vigila, por que nunca han sido asaltados; pero, si me llama la atención, que no haya caminando ningún peón, estoy de acuerdo contigo la vigilaremos.
Pues, que iban a caminar si la fiesta terminó hasta las primeras horas de la madrugada, era la última noche que se bebió hasta que terminen la última gota de licor y todos estaban agotados y rendidos; unos tirados y tumbados sobre el suelo roncaban plácidamente por la ingesta que bebieron.
Hasta, Erasmo Huamán se embriagó bebiendo con la familia de la hacienda; pero, esta última noche, fue el otro caporal Florián, quien si se cuidó y no bebió casi una gota de licor; por que si tuvo un presentimiento, que la casa hacienda estaba siendo observada no por los guardianes, sino por gente extraña, su premonición no la comunicó a nadie, por que no tomarían en serio por estar ebrios, y viendo que Erasmo Huamán bebía y bailaba; él, sin abandonar a la mesa, permaneció en alerta y vaya que tuvo razón por ya la "visita" se encontraba trotando en dirección  a la hacienda.
Entonces, Florián, quien dormía en el interior de la casa hacienda, se levantó, escuchó que todos dormían y roncaban tan fuerte que le aturdieron sus oídos, abrió la puerta del corredor y salió y alcanzó a ver que todo el corredor estaba lleno de cuerpos dormidos, en los poyos descansan los músicos y recién llegaron las cocineras ingresando a la cocina.
Florián se dijo asimismo: 
"Que vulnerables estamos, si llegasen asaltantes  nos masacrarían sin piedad.."
Con esos pensamientos en su mente, levantó la mirada y observó arriba al Altillo y detectó la cabeza de un caballo, él se sobre saltó limpiándose las legañas de sus ojos, pensando que estaba viendo visiones y observó de nuevo; pero, ya no estaba la cabeza del equino, él se tranquilizó y se sonrió y mirando a los peones que seguían roncando tumbados sobre el suelo puro; avanzó por todo el patio y no había nadie más en pie.
Él, se acercó a las piezas (cuartos contiguos a la casa hacienda), donde estaban los dormitorios de Erasmo Huamán e Irenio Campos, llegó hasta la puerta y escuchó que roncaban, dio media vuelta y llegó al "atrio" (un tabladillo de madera en medio del patio donde subía el hacendado y desde allí parado daba las instrucciones a sus peones); pues, él subió y desde allí fijó su mirada hacia el Altillo.
Florián, con mejor visión, quien al levantar la mirada en esa dirección, esta vez se horrorizó al detectar no únicamente un caballo, sino que eran más; sin hacer ruido, pensando que él era observado en todos sus movimientos y no podía contar con nadie más, se bajó disimulando que todo era normal y se fue a la pieza  donde descansaban Erasmo Huamán, le dio unos golpes suaves a la puerta para intentar que se despierte.
Ya, Erasmo Huamán había superado los efectos de la ingesta del licor y se había levantado y descansaba sentado sobre su cama, que al escuchar que alguien le tocaba la puerta, se levantó y abrió la puerta, rápidamente ingresó Florián y le dijo:
--- Erasmo, tenemos visita, hay caballos aperados en el Altillo, pero no observé hombres, seguro nos están vigilando.
Erasmo Huamán, sobresaltado escuchando a Florián, reaccionó y le contestó:
--- Pero: ¿Dónde están los guardianes?
El mismo se contestó el mismo que al observar en la cama siguiente, donde dormía plácidamente Irenio Campos; pues, todos se habían ido a descansar y rápidamente pensó que no podía contar con nadie más, solo eran los dos y en voz baja y al oído de Florián, le dijo:
--- Tenemos, que prepararnos a enfrentarlos o tal vez son visitantes; ya que los asaltantes nunca atacan de día claro.
Con esas dudas en su mente, se despertó Irenio Campos, quien tan sólo había descansado un poco más de una hora y como un sonámbulo, preguntó:
--- ¿Qué pasó con ustedes, ya que los veo muy preocupados? 
Florián, le contestó que descubrió visitantes en el Altillo, por que observó caballos aperados, pero no llegó a detectar hombres.
Irenio Campos, se levantó como un resorte dando un salto y dijo:
--- No puede ser, nosotros vigilamos toda la noche, incluso hicimos rondas por el camino real y nadie se apareció, y como los muchachos estaban agotados, por que ya amanecía les ordené que se vayan a sus chozas a descansar y yo hice lo mismo.
Erasmo Huamán, sumando que ya eran tres defensores, no eran suficientes en caso de asalto; pero, pensó y les dijo:
--- Vamos al Altillo, cada uno llevará su machete desenvainado; pero, no atacaremos, sigo pensando que son jinetes viajeros y no nos atacarían.....
Continuaremos.....................
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui

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