Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., el primate Gorila, que la ciencia conoce como Gorilla, que comparte entre el 97 al 98% de genes con el ser humano, está en extinción, tan solo tres países africanos: Uganda, Ruanda y República Democrática del Congo, cobijan el 100% de existencias, que son tan reducidas de apenas 880 ejemplares,
La ciencia ha clasificado como Gorila de Montaña(Gorilla beringei beringei), Gorila de Tierras Bajas (Gorilla beringei graueri), es un primate perseguido por la caza furtiva, aunque parezca contradictorio, la naturaleza también ha sido un enemigo natural del Gorila, ya que el virus del Ébola cuando estaba en su máximo apogeo en el África, mató más de 5,000 gorilas. Lamentablemente el hombre como siempre destruyendo su hábitat, le ha reducido tanto sus áreas naturales, que ya hay choques entre el hombre y el Gorila en las tierras agrícolas.
El Gorila macho adulto; a los 12 años de edad; tiene una característica, le nacen cabellos plateados, solamente en la espalda, que en adelante es llamado "Espalda Plateada", que le dan poder para convertirse en un reproductor del clan que generalmente son de 4 a 9 miembros.
Este artículo ha sido preparado gracias a la Revista National Geographic, que los invito a leer .
http://www.nationalgeographic.com.es/buscador/?q=gorilas
https://es.wikipedia.org/wiki/Gorilla
http://www.nationalgeographic.com.es/animales/gorilas/fotos
http://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/grandes-reportajes/los-ultimos-gorilas-de-ruanda-2_9071
Se calcula que apenas quedan unos pocos cientos de gorilas en todo el mundo. Estos enormes primates –los más grandes del mundo– habitan en reducidas zonas de África central están en grave peligro de extinción. Los machos pueden llegar a medir 1,80 metros y pesar más de 200 kilos. Usan los brazos para caminar, pues son más largos que sus piernas, y cuentan con pulgares oponibles en ambas extremidades.
Son herbívoros y tienen una esperanza de vida de entre 30 y 50 años. La gestación de las hembras dura 8 meses y las crías viven junto a la madre durante los primeros 3 o 4 años. Los ejemplares con la espalda plateada son los machos dominantes y pueden llegar a ser agresivos si se sienten amenazados. Se trata de uno de los primates más cercanos al ser humano y se le considera un animal muy inteligente, capaz de usar diferentes herramientas para conseguir sus objetivos.
La buena vida
Fotografía ganadora en la categoría: Fotógrafo joven del año.
Después de una caminata de tres horas a través del bosque del Parque Nacional Odzala-Kokoua, Daniël finalmente alcanzó a una familia de gorilas. En este convincente retrato de Caco, un joven gorila de nueve años, Daniël capturó la conexión entre estos simios salvajes y el bosque del que dependen. "Espero crear conciencia sobre los gorilas en peligro", dice Daniël.
La deforestación, la caza furtiva y enfermedades como el ébola han reducido drásticamente la población de gorilas occidentales de las tierras bajas durante los últimos 25 años. Ahora están en peligro crítico: al ritmo actual, el 80% de la población se perderá en tres generaciones. Esta imagen muestra cómo debería ser: un gorila relajado que disfruta de una merienda en una densa selva.
Foto: Daniël Nelson / Wildlife Photographer of the Year 2017
Los ojos tristes de Sandra
La tristeza se refleja en los ojos de Sandra, la orangután que podemos observar a través de las rejas de recinto en el que habita.
16 de mayo de 2017.
16 de mayo de 2017.
Foto: AP / Natacha Pisarenko
"Brown-Eyed Beauty"
Categoría: Sustanaible Travel
Esta fotografía fue tomada durante una visita al Parque Nacional del Bosque Impenetrable, en Uganda. Después de aproximadamente hora y media caminando por el bosque, tuvimos la suerte de poder ver estos magníficos animales de cerca. Esta foto es la de una gorila hembra disfrutando de una comida de mediodía. De su especie, el gorila de montaña, quedan menos de 1000 ejemplares en todo el mundo.
Foto: Lynda Hanwella / Smithsonian Photo Contest
Gorilla gorilla
Foto: AP/ Ty Wright
El que vemos en esta fotografía tomada el 22 de diciembre de 2016 en el Parque Zoológico de Ohio es Colo. Este gorila occidental, Gorilla gorilla, venido al mundo el 22 de diciembre de 1956 fue el primer ejemplar de la especie nacido en cautividad. En la imagen podemos observarlo con una gorra calada a la cabeza durante la celebración de su sexagésimo cumpleaños. Se trata del gorila más longevo jamás criado en cautividad.
Según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, (IUCN), pese a ser el occidental la especie más numerosa de las dos conocidas de gorilas, en el transcurso de las últimas 3 generaciones, sus poblaciones han disminuido en más de un 80%, encontrándose en la actualidad en peligro crítico de extinción. Entre las causas que propician su declive se encuentran la caza furtiva, la propagación de graves enfermedades como el Ébola, que afectan a estos grandes primates, así como la degradación y fragmentación de su hábitat debido a causas humanas o al cambio climático.
Parque Nacional de los Volcanes de Ruanda
El continente africano esconde este pequeño tesoro paisajístico en cuyos límites se encuentran cinco de los ocho volcanes de las montañas Virunga (Karisimbi, Bisoke, Muhabura, Gahinga y Sabyinyo). El parque es conocido por ser un refugio para el gorila de montaña con más de 300 ejemplares en la actualidad y por ser el lugar donde la conocida naturalista Dian Fossey pasó 20 años viviendo y trabajando con los gorilas y organizando campañas de protección. Limita con el Parque Nacional Virunga de la República Democrática del Congo y el Parque Nacional del Gorila de Mgahinga de Uganda.
Visit Rwanda
Jane Goodall
Jane Goodal ha sido considerada una de las científicas que más impacto ha producido en la ciencia durante el siglo XX. En la imagen podemos verla durante su visita a Budapest en 2008 para supervisar las obras de reconstrucción del zoológico de la ciudad húngara.
Foto: AP
Gorila occidental de llanura, Zoo de Cincinnati
Unas manos humanas alzan esta cría de gorila de cinco semanas, abandonada por su madre en un zoo de Texas. El zoo de Cincinnati utilizó diez madres adoptivas humanas para alimentar, abrazar y acarrear el bebé hasta que fue adoptada por una de las hembras de gorila del zoo.
Gorilla Gorilla
Estado de conservación: en peligro crítico
Estado de conservación: en peligro crítico
Foto: Joel Sartore
UGANDA: Joven gorila de montaña, Parque de la Selva Impenetrable de Bwindi, Uganda
Atento a los visitantes humanos, un joven gorila de montaña se abraza a su madre en el Parque de la Selva Impenetrable de Bwindi. Cuando se inauguró en 1991, los lugareños lamentaron perder acceso al bosque, donde recolectaban miel y madera. Hoy el parque comparte con ellos los ingresos que aportan las visitas guiadas para ver a los gorilas, una pequeña victoria en el interminable conflicto del Rift por el espacio habitable.
3 de noviembre de 2011
Gorilas a dieta
Las enfermedades coronarias no afectan sólo a los humanos. Son también la primera causa de muerte entre los gorilas machos de los zoológicos, y los científicos quieren saber por qué. ¿La obesidad? Tal vez. Elena Hoellein Less, del zoo Metroparks de Cleveland, piensa que la dieta podría ser la causa, y se propone demostrarlo en un estudio realizado en diversos zoos. Less alimenta a sus gorilas Bebac y Mokolo con un menú que imita el que comerían en estado salvaje, prácticamente vegetariano. La nueva dieta, rica en verduras, se inspira en una alimentación humana especialmente indicada para cardiopatías. A juzgar por los 30 kilos que ha perdido cada gorila, no es para tomárselo a la ligera. –Catherine Zuckerman
Foto: Sue Ogrocki/Gtres
Los últimos gorilas de Ruanda
Durante una estancia en Ruanda, el fotoperiodista español Alfons Rodríquez viaja a los montes Virunga tras el rastro de las diezmadas poblaciones de gorila de montaña.
Los últimos gorilas de Ruanda
Una hembra adulta de gorila de montaña (Gorilla beringei beringei) del grupo Amahoro descansa entre la vegetación de las laderas del volcán Visoke, en el Parque Nacional de los Volcanes, en Ruanda.
Foto: Alfons Rodríguez
Los últimos gorilas de Ruanda
Ubumwe es el macho alfa del grupo Amahoro. En un solo día, un espalda plateada puede llegar a ingerir hasta 30 kilos de comida. Los grupos llegan a desplazarse decenas de kilómetros en una jornada, en busca de alimento o de un lugar donde pasar la noche.
Foto: Alfons Rodríguez
Los últimos gorilas de Ruanda
Las siluetas cónicas de los volcanes Muhabura, de 4.127 metros de altitud, y Gahinga, de 3.474, recortan el cielo de los montes Virunga, hábitat de los gorilas de montaña.
alfonsrodriguez.com
Foto: Alfons Rodríguez
Los últimos gorilas de Ruanda
El ejército vigila el Parque Nacional de los Volcanes. Los furtivos y los grupos rebeldes del conflicto congoleño siguen siendo una amenaza para los gorilas.
alfonsrodriguez.com
Foto: Alfons Rodríguez
Los últimos gorilas de Ruanda
Unos niños recolectan madera para cocinar y calentar los hogares cerca de la ciudad de Musanze, junto al parque nacional protegido. En un territorio que ha sido compartido desde tiempos ancestrales por gorilas y seres humanos, el equilibrio entre las necesidades básicas de unos y otros no es nada fácil de mantener.
alfonsrodriguez.com
Foto: Alfons Rodríguez
Los últimos gorilas de Ruanda
Una de las hembras adultas del grupo Amahoro sostiene en brazos a su cría, que ha nacido hace apenas 48 horas. Los gorilas tienen a lo largo de su vida un promedio de cinco crías, el 30 % de las cuales no superará los 3,5 años de vida.
alfonsrodriguez.com
Foto: Alfons Rodríguez
Los últimos gorilas de Ruanda
El ejército vigila el Parque Nacional de los Volcanes, frecuentado por turistas e investigadores a la búsqueda del casi extinto gorila de montaña. Los furtivos y los grupos rebeldes del conflicto congolés siguen siendo una amenaza.
Foto: Alfons Rodríguez
Los últimos gorilas de Ruanda
La región aledaña al Parque Nacional de los Volcanes está altamente poblada y cultivada, lo que supone una amenaza grave para el hábitat de los gorilas.
Foto: Alfons Rodríguez
Los últimos gorilas de Ruanda
Los rangers tienen un papel primordial en la conservación y proteción del hábitat de los gorilas. Patrullan la jungla continuamente en busca de trampas y de cazadores furtivos, además de acompañar a los visitantes en sus expediciones.
Foto: Alfons Rodríguez
Los últimos gorilas de Ruanda
Una familia de Gorilas avanza en fila india a través de la espesa vegetación del cráter del volcán Visoke. Los grupos llegan a desplazarse decenas de kilómetros en un solo día, en busca de alimento o de un lugar donde pasar la noche.
Foto: Alfons Rodríguez
8 de mayo de 2015
Los rangers del Parque Nacional de los Volcanes, en las montañas Virunga de Ruanda, ya me habían advertido. Tal vez fuese la niebla, el escozor de las ortigas que salpicaban la espesa vegetación o las varias horas que llevaba subiendo y bajando por las laderas enfangadas del volcán Visoke, de 3.711 metros de altitud. Estos factores, junto con la excitación, provocaron el embotamiento de mi mente y el consiguiente olvido del consejo. O quizá fue que aquel resultó ser uno de los encuentros más intensos que haya experimentado en la vida, sin más explicación. Me quedé absorto, sin capacidad de reacción. Me habían prevenido de que si un macho alfa de gorila de montaña (Gorilla beringei beringei) –un espalda plateada– me miraba, no debía sostener el contacto visual bajo ningún concepto. Eso suponía una provocación para el líder del grupo, un desafío que podía acabar con una poderosa carga ofensiva sobre la amenaza, es decir, yo.
Pero lo hice, nuestras miradas se cruzaron y no logré bajar, en actitud sumisa, la mía. En apenas unos instantes vi mi origen y el de toda la especie humana en aquella faz negra y achatada. Contemplé con absoluta claridad el camino recorrido. Nuestra naturaleza más genuina se reflejaba en aquellos expresivos ojos de color ámbar. El enorme gorila se levantó y pasó lentamente a menos de un metro de mí, pero se limitó a mirarme de reojo con indiferencia. No hice ni una sola foto. Estaba paralizado, y además hubiera supuesto una falta de respeto hacia aquel ser inmenso y poderoso, aunque frágil y vulnerable. Aquel era un reino erigido entre volcanes, y Ubumwe –así se llamaba el gorila– era su rey.
Pero lo hice, nuestras miradas se cruzaron y no logré bajar, en actitud sumisa, la mía. En apenas unos instantes vi mi origen y el de toda la especie humana en aquella faz negra y achatada. Contemplé con absoluta claridad el camino recorrido. Nuestra naturaleza más genuina se reflejaba en aquellos expresivos ojos de color ámbar. El enorme gorila se levantó y pasó lentamente a menos de un metro de mí, pero se limitó a mirarme de reojo con indiferencia. No hice ni una sola foto. Estaba paralizado, y además hubiera supuesto una falta de respeto hacia aquel ser inmenso y poderoso, aunque frágil y vulnerable. Aquel era un reino erigido entre volcanes, y Ubumwe –así se llamaba el gorila– era su rey.
Una experiencia vital
Días antes en Musanze, en el norte del país, Jordi Galbany, primatólogo español vinculado a la Universidad George Washington y que actualmente trabaja en la Fundación Dian Fossey (en estas mismas selvas fue donde Fossey desarrolló su trabajo de campo y también donde fue asesinada) me había hablado acerca de la experiencia vital que suponía un encuentro con aquellas criaturas tan cercanas a los humanos. Los estudios que se realizan hoy en la fundación, en los que Galbany trabaja desde 2013, arrojan multitud de datos, no solo sobre esta especie y las medidas que deberían tomarse para garantizar su preservación sino también sobre nuestra propia evolución. La investigación de Galbany consiste, en líneas generales, en la medición de los gorilas para establecer la curva y la tasa de crecimiento en los ejemplares más jóvenes.
Mi trabajo en la zona de los Grandes Lagos para cubrir los conflictos, las crisis humanitarias y otros acontecimientos terribles que han asolado la región, como el genocidio entre hutus y tutsis, había despertado mi interés por saber cómo afectaba todo aquello a los últimos gorilas de montaña. La estancia en Ruanda suponía una buena ocasión para conocer la labor de quienes conviven a diario con el problema de los furtivos: los rangers. La caza ilegal se alimenta de la necesidad de aquellos que lo han perdido todo a causa de tanto conflicto y precariedad. Es una consecuencia directa.
Mi trabajo en la zona de los Grandes Lagos para cubrir los conflictos, las crisis humanitarias y otros acontecimientos terribles que han asolado la región, como el genocidio entre hutus y tutsis, había despertado mi interés por saber cómo afectaba todo aquello a los últimos gorilas de montaña. La estancia en Ruanda suponía una buena ocasión para conocer la labor de quienes conviven a diario con el problema de los furtivos: los rangers. La caza ilegal se alimenta de la necesidad de aquellos que lo han perdido todo a causa de tanto conflicto y precariedad. Es una consecuencia directa.
El censo de gorilas está en un punto de no retorno. Su hábitat es cada día más reducido
Hoy solo unos 880 gorilas de montaña sobreviven en este reducto repartido entre tres países: Ruanda, República Democrática del Congo y Uganda. Otro de los graves problemas que están llevando a la extinción a esta especie es la alta densidad de población de la región y la consiguiente sobreexplotación agrícola. El censo de gorilas está en un punto de no retorno. Su hábitat es cada día más reducido y su desaparición, casi segura. Solo queda luchar a contracorriente y utilizar métodos desesperados, como, por ejemplo, las visitas de los turistas. Los visitantes, en grupos reducidos y controlados, aportan dólares que podrían preservar el ecosistema de la expansión agrícola y la caza furtiva. Pero también traen enfermedades que afectan a los primates. Ya existen lugares (en Ruanda aún no) donde se obliga a los visitantes a llevar mascarillas cuando entran en su entorno.
Dian Fossey vislumbró el porvenir incierto de los gorilas hace más de tres décadas. «Cuando te das cuenta del valor de la vida –dejó escrito en la última página de su diario–, te preocupas menos por discutir sobre el pasado y te centras más en la conservación para el futuro.» Sus últimas palabras están más llenas de vida que nunca.
Tras el rastro de los gorilas
Cuando se hace un recuento de gorilas de montaña, hay que intentar evitar a los propios animales. Con esta premisa en mente, la primatóloga Martha Robbins y otros 71 científicos emprendieron el último censo de esta especie amenazada. «No queremos encontrarnos con gorilas no habituados porque para ellos resulta muy estresante», explica Robbins. En lugar de localizar a los individuos, el equipo se basó
en indicios tales como excrementos, nidos y rastros para calcular el número de gorilas existentes en los montes Virunga, en el corazón del África ecuatorial, uno de los dos únicos territorios donde habitan estos grandes simios.
Un censo efectuado en 2006 concluyó que quedaban 680 ejemplares, distribuidos entre esta área y el Parque Nacional Impenetrable de Bwindi. El censo de 2010 en Virunga, al que se añadirá un estudio en Bwindi el próximo año, permitirá establecer cuántos gorilas sobreviven tras años de caza furtiva, deforestación y conflictos políticos. También se espera que el análisis de las muestras fecales ofrezca nuevos datos sobre la diversidad genética y el estado de salud de estos esquivos animales. —Catherine Barker
en indicios tales como excrementos, nidos y rastros para calcular el número de gorilas existentes en los montes Virunga, en el corazón del África ecuatorial, uno de los dos únicos territorios donde habitan estos grandes simios.
Un censo efectuado en 2006 concluyó que quedaban 680 ejemplares, distribuidos entre esta área y el Parque Nacional Impenetrable de Bwindi. El censo de 2010 en Virunga, al que se añadirá un estudio en Bwindi el próximo año, permitirá establecer cuántos gorilas sobreviven tras años de caza furtiva, deforestación y conflictos políticos. También se espera que el análisis de las muestras fecales ofrezca nuevos datos sobre la diversidad genética y el estado de salud de estos esquivos animales. —Catherine Barker
Foto: Imagebroker / Konrad Wothe
RÍO CONGO. fondo09marzo2013
El vasto río Congo, que comprende numerosos canales grandes y pequeños, ha sido una barrera infranqueable para los bonobos y sus parientes más cercanos. Los chimpancés y los gorilas viven únicamente en la orilla derecha, y los bonobos, solo en la izquierda.
Publicado en marzo de 2013
2 de abril de 2013
National GeographicGuillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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