Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la agencia de noticias BBC Mundo Noticias, nos alcanza un amplio reportaje de lo que fue la Primera Guerra Mundial, donde vencida Alemania por las potencias aliadas de Francia, Reino Unido y Los Estados Unidos de América.
Fue una guerra que arruinó gigantescas extensiones de territorios europeos y murieron más de 17'000,000 millones de personas entre militares y civiles. Estalló el 28 de julio de 1,914 y finalizó el 11 de noviembre del 1,918, con la rendición de Alemania, que se le llamó "Armisticio" .... El pretexto fue el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria, en Sarajevo el 28 de junio del 1,914; con declaración de Guerra del Imperio Austro-Húngaro contra Serbia, y movilización rusa contra el Imperio Austro-Húngaro el 29 de julio del 1,914..................
Como fuente de información, hemos recurrido a la Enciclopedia Wikipedia, que nos muestra una detallada información tal como se inició la llamada "Gran Guerra".....
Primera Guerra Mundial | ||||
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De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Soldados austríacos en 1917 durante la tercera batalla de Ypres. El osario de Douaumont, cementerio para soldados caídos enVerdún. Aviones alemanes Albatros D.III en Francia, 1917. Soldados rusos en Petrogrado durante la Revolución de Febrero. Dos soldados británicos con máscaras antigas y una ametralladora Vickers en la batalla del Somme de 1916. Trinchera alemana conquistada por los aliados en el Somme.
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Fecha | ||||
Lugar | Europa, África, Oriente Medio y brevemente en China, las costas de América y las islas del océano Pacífico | |||
Casus belli | Asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo el 28 de junio, declaración de guerra por parte del Imperio austrohúngaro a Serbia, y movilización rusa contra el Imperio austrohúngaro el 29 de julio. | |||
Resultado |
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Beligerantes | ||||
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Figuras políticas | ||||
Comandantes | ||||
Fuerzas en combate | ||||
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Bajas | ||||
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La Primera Guerra Mundial, anteriormente llamada la Gran Guerra,b fue una confrontación bélica centrada en Europa que empezó el 28 de julio de 1914 y finalizó el 11 de noviembre de 1918, cuando Alemania aceptó las condiciones del armisticio.
Recibió el calificativo de mundial porque se vieron involucradas todas las grandes potencias industriales y militares, divididas en dos alianzas.6 Por un lado, la Triple Alianza formada por las Potencias Centrales: el Imperio alemán y Austria-Hungría. Italia, que había sido miembro de la Triple Alianza junto a Alemania y Austria-Hungría, no se unió a las Potencias Centrales, pues Austria, en contra de los términos pactados, fue la nación agresora que desencadenó el conflicto.7 Por otro lado se encontraba la Triple Entente, formada por el Reino Unido, Francia y el Imperio ruso. Ambas alianzas sufrieron cambios y fueron varias las naciones que acabarían ingresando en las filas de uno u otro bando según avanzaba la guerra: Italia, el Imperio del Japón y Estados Unidos se unieron a la Triple Entente, mientras el Imperio otomano y el Reino de Bulgaria se unieron a las Potencias Centrales. Más de 70 millones de militares, de los cuales 60 millones eran europeos, se movilizaron y combatieron en la entonces guerra más grande de la historia.89
Hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, esta guerra era llamada Gran Guerra, o Guerra Mundial,101112 expresión esta última que en Alemania comenzó a utilizarse desde su comienzo (Weltkrieg), aunque solo se generalizó en Francia (Guerre Mondiale) y en el Reino Unido (World War) en la década de 1930, mientras que en Estados Unidos la denominación se impuso a partir de su intervención en 1917,13 ya que allí se la conocía como Guerra Europea.14
Aunque el imperialismo que venían desarrollando desde hacía décadas las potencias involucradas fue la principal causa subyacente, el detonante del conflicto se produjo el 28 de junio de 1914 en Sarajevo con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria,1516 a manos de Gavrilo Princip, un joven nacionalista serbio.1718 Este suceso desató una crisis diplomática cuando Austria-Hungría dio un ultimátum al Reino de Serbia y se invocaron las distintas alianzas internacionales forjadas a lo largo de las décadas anteriores. En pocas semanas, todas las grandes potencias europeas estaban en guerra y el conflicto se extendió a muchas otras áreas geográficas.
El 28 de julio, los austrohúngaros iniciaron las hostilidades con el intento de invasión de Serbia.1920 Mientras Rusia se movilizaba, Alemania invadió Bélgica, que se había declarado neutral, y Luxemburgo en su camino a Francia. La violación de la soberanía belga llevó al Reino Unido a declarar la guerra a Alemania. Los alemanes fueron detenidos por los franceses a pocos kilómetros de París, se inició una guerra de desgaste en las que las líneas de trincheras apenas sufrirían variación alguna hasta 1917. Este frente es conocido como Frente Occidental.
En el Frente Oriental, el ejército ruso logró algunas victorias frente a los austro-húngaros, pero fueron detenidos por los alemanes en su intento de invadir Prusia Oriental. En noviembre de 1914, el Imperio otomano entró en la guerra, lo que significó la apertura de distintos frentes en el Cáucaso, Mesopotamia y el Sinaí. Italia y Bulgaria se unieron a la guerra en 1915, Rumania en 1916 y Estados Unidos en 1917.
Tras años de relativo estancamiento, la guerra empezó su desenlace en marzo de 1917 con la caída del gobierno ruso tras la Revolución de Febrero y la firma de un acuerdo de paz entre la Rusia revolucionaria y las Potencias Centrales después de la Revolución de Octubre, en marzo de 1918. El 4 de noviembre de 1918, el Imperio austrohúngaro solicitó un armisticio. Tras una gran ofensiva alemana a principios de 1918 a lo largo de todo el Frente Occidental, los Aliados hicieron retroceder a los alemanes en una serie de exitosas ofensivas. Alemania, en plena revolución, solicitó un armisticio el 11 de noviembre de 1918, poniendo fin a la guerra con la victoria aliada.
Tras el fin de la guerra, cuatro grandes imperios dejaron de existir: el alemán, el ruso, el austrohúngaro y el otomano. Los Estados sucesores de los dos primeros perdieron una parte importante de sus antiguos territorios, mientras que los dos últimos se desmantelaron. El mapa de Europa y sus fronteras cambiaron por completo y varias naciones se independizaron o se crearon. Al calor de la Primera Guerra Mundial se fraguó la Revolución rusa, que concluyó con la creación del primer Estado en la historia autodenominado socialista: la Unión Soviética.
Tras seis meses de negociaciones en la Conferencia de Paz de París, el 28 de junio de 1919 los países aliados firmaron el Tratado de Versalles con Alemania, y otros a lo largo del siguiente año con cada una de las potencias derrotadas. Más de nueve millones de combatientes y siete millones de civiles perdieron la vida (1 % de la población mundial)2122, una cifra extraordinaria, dada la sofisticación tecnológica e industrial de los beligerantes. Fue el quinto conflicto más mortífero de la historia de la Humanidad.c La convulsión que provocó la guerra allanó el camino a grandes cambios políticos, con revoluciones de un carácter nunca visto en varias de las naciones involucradas.23 Se fundó la Sociedad de Naciones, con el objetivo de evitar que un conflicto de tal magnitud se repitiese; sin embargo, dos décadas después estalló la Segunda Guerra Mundial. Entre sus razones se pueden señalar: el alza de los nacionalismos, una cierta debilidad de los Estados democráticos, la humillación sentida por Alemania tras su derrota, las grandes crisis económicas y, sobre todo, el auge del fascismo.
WIKIPEDIA.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46147326
Ninguna guerra en la historia atrae más controversia y genera más mitos que la Primera Guerra Mundial.
Mucho de lo que pensamos que sabemos del conflicto que tuvo lugar entre 1914 y 1918 es errado.
Para los soldados que lucharon fue, en algunos aspectos, mejor que enfrentamientos anteriores y, en otros, peor.
Pero resaltarla como excepcionalmente horrible nos deja ciegos no sólo a la realidad de ese conflicto sino también a la de la guerra en general.
También nos puede llevar a no entender la experiencia de soldados y civiles atrapados en otros innumerables combates de ayer y hoy.
1. Fue la guerra más sangrienta en la historia hasta ese momento
Cincuenta años antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, el sur de China fue destrozado por un conflicto aún más sangriento.
Estimados conservadores del número de muertos en los 14 años de la rebelión de Taiping empiezan entre los 20 y 30 millones de personas.
Unos 17 millones de soldados y civiles perdieron la vida en la Primera Guerra Mundial.
2. Nadie ganó
Grandes extensiones de Europa quedaron en ruinas, millones murieron o fueron heridos. Los sobrevivientes vivieron con severos traumas mentales. Es raro hablar de victorias.
No obstante, en un obtuso sentido militar, Reino Unido y sus aliados lograron una victoria convincente.
Los buques de guerra alemanes fueron contenidos por la Armada Real británica al punto que sus tripulaciones prefirieron amotinarse en vez de lanzar un ataque suicida.
El ejército alemán colapsó tras una serie de poderosos golpes de los aliados que segaron sus supuestamente inexpugnables defensas.
Para finales de septiembre de 1918, el emperador alemán y su asesor militar Erich Ludendorff admitieron que no había ninguna esperanza de ganar y que Alemania debía rogar por paz. El armisticio del 11 de noviembre fue esencialmente una rendición alemana.
A diferencia de Adolf Hitler en 1945, el gobierno alemán no insistió en mantener una lucha inútil y sin sentido hasta que los aliados llegaran a Berlín, una decisión que salvó innumerables vidas pero que sirvió luego para alegar que Alemania nunca perdió realmente.
3. El tratado de Versalles fue extremadamente duro
El tratado de Versalles confiscó 10% del territorio de Alemania pero la dejó como la nación más grande y rica de Europa central.
No había casi fuerzas de ocupación, las reparaciones financieras fueron vinculadas a su habilidad de pagar y, en todo caso, en su mayoría no fueron reclamadas.
El tratado era marcadamente menos duro que los que le pusieron punto final a la Guerra franco-prusiana de 1870-71 y la Segunda Guerra Mundial.
Los alemanes victoriosos en el conflicto franco-prusiano anexaron grandes trozos de dos ricas provincias francesas, en las que se producía el hierro francés. Además, le pasaron a París una enorme cuenta de cobro para pagar inmediatamente.
Respecto al final de la II Guerra Mundial, Alemania fue ocupada, dividida, las maquinarias de sus fábricas destrozadas o robadas y millones de prisioneros fueron forzados a quedarse con sus captores y trabajar como esclavos.
Alemania perdió todo el territorio que había ganado en la Primera Guerra Mundial y otro pedazo gigante.
Versalles no fue un tratado duro pero fue presentado como tal por Hitler, que buscaba crear una ola de sentimiento en contra del acuerdo que le impulsara hacia el poder.
4. Las tácticas en el Frente Occidental no cambiaron a pesar de repetidos fracasos
Nunca han cambiado las tácticas y tecnología tan radicalmente en cuatro años de lucha.
Fue un momento de innovación extraordinaria.
En 1914, los generales galopaban a caballo a través de los campos de batalla mientras que hombres con prendas de paño se abalanzaban contra el enemigo sin las defensas necesarias. Ambas partes estaban armadas más que todo con rifles.
Cuatro años más tarde, equipos de combate con cascos de acero avanzaban protegidos por cortinas de proyectiles de artillería.
Estaban armados con lanzallamas, metralletas portátiles y granadas que se disparaban con rifles.
Arriba, aviones, que en 1914 habrían sido inimaginablemente sofisticados, surcaban el cielo, algunos cargando radios experimentales y reportando en vivo.
Enormes piezas de artillería disparaban con precisión, pues usando tan sólo fotos aéreas y matemáticas lograban dar en el blanco con un sólo tiro.
Los tanques habían pasado de la mesa de diseño al campo de batalla en sólo dos años, cambiando la guerra para siempre.
5. Todo el mundo la odió
Como con cualquier guerra, depende de la suerte.
Puede ser que uno sea víctima de horrores inimaginables que lo dejan mental y físicamente incapacitado de por vida, o que no le pase nada.
Los soldados que tuvieron suerte en la Primera Guerra Mundial, no participaron en ninguna gran ofensiva y la mayor parte del tiempo estaban en mejores condiciones que en casa.
Los británicos, por ejemplo, comían carne todos los días -un lujo que no se repetía mucho en la vida civil-, tenían cigarrillos, té y ron, y una dieta diaria de más de 4.000 calorías.
Los índices de absentismo debido a enfermedades, un barómetro importante de la moral de las unidades, se mantuvieron -notablemente- casi iguales que en tiempos de paz.
Muchos jóvenes disfrutaron de los salarios garantizados, la intensa camaradería, la responsabilidad y una libertad sexual más grande que en tiempos de paz.
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Las cartas que pusieron fin a la Primera Guerra Mundial
Después de cuatro años de un conflicto sangriento, el armisticio se firmó el 11 de noviembre de 1918. La llegada de las tropas estadounidenses, a principios de ese año, debilitó progresivamente a los alemanes y sus oficiales, en privado, concedieron que no tenían ninguna esperanza de victoria.
Una serie de cartas, la forma de comunicación más confiable en una época en la que los métodos electrónicos estaban en su infancia, marcó el camino hacia la paz.
Las negociaciones formales empezaron el 8 de noviembre de 1918 en un lujoso vagón de tren que había sido instalado en un bosque cerca de París.
La delegación alemana, liderada por el civil Matthias Erzberger, no tuvo otra opción que aceptar los duros términos de Reino Unido, Francia y Estados Unidos.
Al final de un día trascendental, el contraalmirante Sir George Hope, miembro de la delegación británica, escribió a su esposa Arabella.
"Erzberger estaba muy nervioso al principio y hablaba con cierta dificultad, el general muy triste, el diplomático muy alerta y el oficial naval malhumorado".
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"Rango subordinado"
El contraalmirante Hope juzgó el alojamiento "muy cómodo".
"Los británicos tenemos un vagón para nosotros con todas las comodidades posibles", escribió.
La delegación alemana estaba en un tren similar, a unos 100 metros.
Esperaban convertirlo "principalmente un asunto civil", señala el contraalmirante Hope.
"Los franceses y nosotros estamos muy enojados con ellos por enviar solo oficiales militares y navales de un rango subordinado".
La parte alemana se acercó y se metió en el carruaje, donde "los recibimos con rigidez pero con cortesía".
Ambas partes intercambiaron saludos y se pusieron a ambos lados de la mesa, destaca Hope.
"Luego se les leyeron los términos y evidentemente se retorcieron, pero probablemente estaban preparados para la mayoría de ellos, ya que debían conocer la posición militar actual y el motín en la flota".
La carta privada del contraalmirante Hope fue publicada por primera vez en 1979 por el historiador Peter Liddle, de la Universidad de Leeds, en su libro, Testimony of War (Testimonio de guerra).
Es una de las cinco cartas, escritas por actores clave en momentos clave en las semanas previas al armisticio, seleccionadas por el historiador de Cambridge Sir Richard J Evans y el Royal Mail (el correo británico), para resaltar el papel crucial de la comunicación escrita y los servicios postales en la Gran Guerra.
"Cada nación combatiente tenía un servicio postal", dice el profesor Evans.
"En Reino Unido, personal de la oficina de correos recibió rangos militares y algo de entrenamiento, pero básicamente organizó un servicio postal mundial en todo el imperio". anotó.
"Y los alemanes y los austriacos, etc., tenían algo similar, porque era muy importante llevar cartas a las tropas y sus respuestas, mantener la moral y, por supuesto, comunicar a un nivel muy alto".
Estados Unidos se involucró en 1917 y, al siguiente año, la llegada de las tropas estadounidenses reforzó a Francia y Gran Bretaña, dejando al ejército alemán incapaz de soportar los continuos ataques.
Alemania quedó cada vez más aislada, a medida que sus aliados abandonaron la guerra, entre ellos, Bulgaria, donde el gobierno colapsó.
En un telegrama del 1 de octubre, el secretario de Estado para Asuntos Exteriores de Alemania, Paul von Hintze, escribió a los representantes en el Gran Cuartel General del Ejército: "Según los informes más recientes de Bulgaria, debemos abandonar el juego allí".
"Desde un punto de vista político, no tiene sentido mantener a nuestras tropas allí, y mucho menos reforzarlas".
En pocos días, los alemanes solicitaron una tregua.
El príncipe Maximiliano de Baden, canciller imperial de un reciente, y más democrático, gobierno alemán, le escribió al presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, ofreciéndole aceptar sus términos.
"Para evitar un mayor derramamiento de sangre, el gobierno alemán solicita la conclusión inmediata de un armisticio general en tierra, agua y aire", escribió.
Según el profesor Evans, los generales alemanes "pensaron que podrían mantener a raya a los aliados en el Frente Occidental por un poco más de tiempo, pero en esta etapa no tenían ninguna ilusión sobre su victoria y pensaron que lo mejor era pedir la paz".
Agrega que el nuevo gobierno democrático esperaba unas condiciones decentes por parte de los estadounidenses, que ahora estaban tomando las riendas en el campo de batalla.
Pero el 27 de octubre, Alemania se debilitó aún más, cuando Austria-Hungría abandonó la guerra.
En una carta al káiser alemán Guillermo II, el emperador austro-húngaro, Carlos I, escribió: "Es mi deber, me incumbe a mí, informarle que mi pueblo no puede ni está dispuesta a continuar la guerra".
"No tengo derecho a oponerme a este deseo, ya que ya no espero un resultado favorable", se puede leer a continuación.
"Faltan las condiciones morales y técnicas para ello, y la inútil sangría sería un crimen que mi conciencia me prohíbe cometer", concluye la misiva.
Esto permitió a los británicos y franceses presionar al presidente estadounidense, Woodrow Wilson, para imponer unos términos más duros, dice el profesor Evans.
"Pensaban que era un poco vago e idealista. Así que endurecieron los términos del armisticio".
Los alemanes tuvieron que aceptar los términos ofrecidos y los estadounidenses dijeron que solo negociarían con un gobierno democrático, lo que obligó a la abdicación del káiser el 9 de noviembre.
La quinta carta muestra cómo las noticias del armisticio tardaron en extenderse a las partes más distantes de la guerra.
En el este de África, los británicos querían enviar un telegrama al coronel alemán Paul von Lettow-Vorbeck, que había librado una guerra de guerrillas contra los británicos durante cuatro años.
"Bajo bandera blanca"
Pero los británicos no pudieron encontrarlo y solo pudo saber sobre el armisticio cuando sus tropas capturaron al mensajero que llevaba el telegrama en motocicleta, que se entregaría "bajo bandera blanca".
"El problema era... que no podía creer que el kaiser hubiera abdicado, y se puso en contacto con el Alto Comisionado británico para pedirle confirmación", dice el profesor Evans.
"Finalmente, se le proporcionaron pruebas creíbles de que no se trataba de un truco diseñado para engañarlo y que abandonara la lucha y firmó un cese formal de hostilidades el 25 de noviembre de 1918.
"Ese es realmente el último jadeo de la guerra... y fue la Oficina General de Correos la que desempeña un papel para lograrlo".
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El telegrama a México que definió la suerte de la Primera Guerra Mundial
"¿Qué viene a hacer acá?", me preguntó bruscamente un soldado de guardia en la terminal de llegadas del aeropuerto de Hermosillo, la capital del estado mexicano de Sonora.
Mi respuesta, que venía con tres colegas de la BBC a filmar allí un documental sobre la Primera Guerra Mundial, le debió sonar a mal chiste o a pésima excusa.
Al fin y al cabo, ¿qué tiene que ver esta región del norte de México con aquella guerra, peleada hace un siglo en las trincheras de Europa?
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No me extrañó la desconfianza del militar ante mis intentos de explicación.
Casi todo el mundo sabe que este año se conmemora el 100 aniversario del fin de la Primera Guerra Mundial. Lo que es menos conocido en nuestra región es el papel crucial que jugó México en uno de los episodios definitivos del conflicto.
Nada menos que el que motivó la entrada de Estados Unidos en la guerra.
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Una propuesta escandalosa
Todo comenzó con un telegrama.
El 16 de enero de 1917, cuando la Primera Guerra Mundial se acercaba a su tercer año, la sede londinense de los servicios secretos británicos detecto una comunicación telegráfica cifrada.
En ella, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Arthur Zimmermann, le daba instrucciones a su embajador en México para presentarle a ese país una propuesta tan seductora como escandalosa.
Berlín le ofrecía respaldo a México para que entrara en conflicto con Estados Unidos, que hasta ese momento se había mantenido neutral en la Primera Guerra Mundial.
De esa manera México podría recuperar los territorios de Texas, Arizona y Nuevo México, conquistados en el siglo XIX por su poderoso vecino del norte.
"Como México perdió la mitad de su territorio en una guerra injusta, siempre hubo un resentimiento enorme contra los Estados Unidos", le dijo a BBC Mundo Josefina Zoraida Vásquez, profesora de historia en el Colegio de México.
"Cuando hubo la oferta del telegrama Zimmermann, había muchas personas que hubieran pensado que era muy atractivo recuperar el territorio", explicó.
La ayuda del Káiser, por supuesto, no era desinteresada. Berlín esperaba que una guerra fronteriza con México distrajera a Washington de lo que ocurría en Europa.
Todos sabían que si Estados Unidos y sus enormes recursos económicos entraban a la Primera Guerra Mundial, la suerte estaría sellada contra Alemania.
Las huellas
Buscar las huellas físicas de este episodio en la Ciudad de México no es tarea sencilla.
Ya no existe el edificio donde funcionaba la sucursal de la empresa telegráfica estadounidense, la Western Union, en el centro histórico de la Ciudad de México, donde debió llegar en primera instancia la comunicación. Tampoco está en pie la casa que albergaba al destinatario del mensaje, la embajada alemana.
Está, por supuesto, el castillo de Chapultepec, la impresionante fortaleza que por muchos años fue residencia presidencial.
Por esos años la ocupaba Venustiano Carranza, un hombre de pocas palabras que había adoptado una posición ambigua en el conflicto mundial, sin terminar de matricularse del todo en un bando o en el otro.
Debieron haber sido muchas las reuniones en los palacios gubernamentales y los recintos diplomáticos de la capital mexicana, en los que los enviados de las distintas naciones europeas intentaban adivinar el siguiente paso que daría Carranza.
Nadie sabe muy bien los detalles de cómo se tomó la decisión, pero el hecho es que el mandatario mexicano desechó la propuesta de Zimmermann.
Primó la prudencia para evitar un conflicto con Estados Unidos que, incluso con la ayuda alemana, habría podido resultar catastrófico para México, como aseguró a BBC Mundo la profesora Josefina Zoraida Vásquez.
El tiro por la culata
Pero el problema no terminó ahí.
Al tiempo que Carranza recibía el telegrama, supuestamente secreto, de los alemanes, los espías británicos leían su contenido. Tenían interceptado el cable submarino por el que los mensajes eran enviados a través del Atlántico. Y gracias a un libro de códigos rescatado del naufragio de un navío de guerra alemán, sabían cómo descifrar lo que decía.
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El gobierno británico no perdió mucho tiempo en avisar a Estados Unidos de su descubrimiento. Días después se filtró a la prensa. Y la opinión pública estadounidense, que por los primeros tres años del conflicto había apoyado la neutralidad, volcó su furia contra Alemania.
El 2 de abril de 1917 Estados Unidos le declaró la guerra al imperio alemán, precisamente lo que Zimmermann había intentado evitar al atizar un conflicto entre Washington y México.
Seguridad fronteriza
La frontera entre Estados Unidos y México no era un lugar muy armonioso. Y los hechos en torno al telegrama de Zimmermann agitaron más las tensiones fronterizas.
Voces alarmistas hablaron de supuestas actividades clandestinas de agitadores alemanes.
La guerra europea se sintió en sitios como Nogales, una población fronteriza en el estado de Sonora, a un par de horas por carretera desde la capital, Hermosillo.
El historiador oficial de la ciudad, Alberto Suarez-Barnett, le dijo a BBC Mundo que antes de 1917 había pocas barreras separando a la población mexicana de Nogales de su gemela al otro lado de la frontera, Nogales, Arizona. Las familias cruzaban de un lado a otro sin pensarlo mucho.
Pero la ansiedad estadounidense acerca de una supuesta infiltración alemana ayudó a que se levantaran las primeras alambradas en este rincón de la frontera.
Y el 27 de agosto de 1918, esa creciente tensión, entre otros factores, propició un tiroteo entre tropas estadounidenses y mexicanas, la Batalla de Ambos Nogales. "Nadie sabe cuántos murieron ahí", asegura Suárez-Barnett a BBC Mundo.
En pleno centro de Nogales hay un sencillo obelisco que recuerda a las víctimas del episodio. Apenas unos metros más allá están las barreras metálicas, sensores electrónicos, puestos policiales y demás parafernalia que caracterizan a la frontera hoy en día.
Es un monumento a la desconfianza entre las dos naciones, la misma que hace algo más de un siglo se vio alimentada por las repercusiones del primer conflicto global de la humanidad.
*Esta nota se publicó originalmente en noviembre de 2014 y se republicó con motivo del centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, este 11 de noviembre de 2018.
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10 inventos revolucionarios que dejó la Primera Guerra Mundial
La Primera Guerra Mundial dejó desolación y destrucción pero, durante el conflicto que asoló Europa entre 1914 y 1918, se crearon también algunos ingenios que sobrevivieron a la contienda y que aún utilizamos hoy a diario.
BBC News Mundo selecciona los 10 inventos más exitosos de la Gran Guerra.
1. Toallas sanitarias
Un material llamado 'celucotton' ya había sido inventado por la pequeña empresa estadounidense Kimberly-Clark (C-K) antes de que la guerra estallara.
El responsable de investigaciones de esa firma, Ernst Mahler, y su vicepresidente, James C. Kimberly, habían hecho un recorrido por las plantas de pasta de papel en Alemania, Austria y Escandinavia en 1914.
Allí descubrieron un material cinco veces más absorbente que el algodón y que, producido en grandes cantidades, se podía fabricar por la mitad de precio.
Por eso se lo llevaron de vuelta a Estados Unidos para comercializarlo.
Cuando Estados Unidos entró en la guerra en 1917 comenzaron a producir el forro de algodón para la vestimenta de los profesionales sanitarios, a un ritmo de unos 150 metros por minuto.
Pero las enfermeras de la Cruz Roja en el campo de batalla se dieron cuenta de que ese material tenía otro posible uso durante su menstruación.
Este uso no oficial fue lo que, finalmente, forjó la fortuna de aquella compañía.
"El final de la guerra en 1918 trajo como consecuencia una suspensión temporal del negocio de algodón de K-C porque sus principales clientes -el ejército y la Cruz Roja- ya no necesitaban sus productos", asegura la compañía, que aún existe.
Por eso recompró el excedente al ejército para crear un nuevo mercado.
"Después de dos años de estudio intensivo, experimentos y pruebas de mercado, el equipo K-C creó una toallita sanitaria hecha de 'celucotton' y gasas finas.
"En 1920 dentro de una pequeña estructura de madera en la ciudad de Neenah, Wisconsin, las empleadas de la empresa comenzaron a producir las toallas sanitarias a mano", según informa la empresa.
El nuevo producto, llamado Kotex (la abreviatura de "cotton texture", textura de algodón en inglés), se vendió por primera vez al público en octubre de 1920, menos de dos años después del armisticio.
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2. Pañuelos de papel
Poner en el mercado las toallas sanitarias era una tarea complicada, en parte porque las mujeres eran reticentes a comprar el producto de manos de los hombres que atendían en los comercios.
La empresa propuso a esos negocios que les permitieran comprarlas, sencillamente, poniendo el dinero en una caja. Las ventas de Kotex se elevaron después de esta iniciativa, pero no tanto como Kimberly-Clark pretendía.
Así que la empresa buscó un nuevo uso para el mismo material.
A principios de 1920, C.A "Bert" Fourness tuvo la idea de planchar el material de la celulosa para hacer un pañuelo suave y fino. Tras mucha experimentación, el famoso "Kleenex" nació en 1924.
3. Lámparas solares
En el invierno de 1918 se estimaba que la mitad de los niños en Berlín sufrían de raquitismo, una enfermedad en la que los huesos se reblandecen y se deforman. Por entonces, la causa exacta era desconocida aunque se asociaba a la pobreza.
Un doctor de la ciudad, Kurt Huldschinsky, notó que sus pacientes estaban muy pálidos.
Decidió llevar a cabo un experimento en cuatro de ellos. Les aplicó lámparas de cuarzo y mercurio que emitían luz ultravioleta.
Con el paso del tiempo Hudschinsky notó que los huesos de sus jóvenes pacientes se hacían más fuertes. En mayo de 1919, cuando llegó el sol del verano, les puso también a tomar el sol en la terraza.
Cuando fueron publicados, los resultados de su experimento se acogieron con gran entusiasmo.
Muchos niños de toda Alemania fueron tratados con luz. En Dresden, los servicios sanitarios infantiles lograron incluso desmantelar las luces de la calle para que reciclaran en lámparas para el tratamiento de los niños.
Más tarde la ciencia conoció que la vitamina D es necesaria para la creación del hueso con calcio y este proceso se estimula con la luz ultravioleta.
4. Cambio de hora
La idea de atrasar los relojes en primavera y adelantarlos en otoño no era nueva cuando comenzó la Primera Guerra Mundial. Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, lo había sugerido en una carta al diario Journal de París en 1784.
Se desperdiciaban muchas velas en las noches de verano porque el sol se ponía antes de que las personas se fueran a dormir, explicaba en la misiva. Además, la luz del sol no se aprovechaba en las primeras horas de la mañana porque la gente aún dormía.
Ideas similares fueron expuestas en Nueva Zelanda en 1895 y en Reino Unido en 1909, pero no dieron resultados concretos.
La Primera Guerra Mundial fue un acicate para ese cambio.
Al enfrentar una severa escasez de carbón, las autoridades alemanas decretaron que el 30 de abril de 1916 todos los relojes que marcaban las 23:00 deberían de dar las 24:00. Así se aseguraba una hora más de luz a la mañana siguiente.
Lo que comenzó en Alemania como una idea para ahorrar carbón para calefacción y luz se extendió rápidamente a otros países.
En Reino Unido la idea se puso en pie solo tres semanas más tarde, el 21 de mayo de 1916. El 19 de marzo de 1918 el Congreso de Estados Unidos estableció distintos husos horarios.
Una vez la guerra hubo terminado, la iniciativa fue abandonada pero sus beneficios ya eran conocidos y en los años posteriores se volvió a implantar.
5. Bolsas o "bombas" de té
Las bolsas de té no se inventaron para resolver ningún problema derivado de la guerra. Fue un comerciante de té estadounidense quien, en 1908, comenzó a mandar té en pequeñas bolsas a sus clientes.
Fueron ellos quienes, sea por accidente o por el diseño, decidieron introducir las bolsas en el agua… y el resto es historia. Esa es la explicación que da la industria.
Una compañía francesa, Teekanne, copió aquella idea en tiempo de guerra. La desarrolló para proporcionar a las tropas té en pequeñas bolsas de algodón. Las llamaban "bombas de té".
6. El reloj de pulsera
No es cierto que los relojes de pulsera fueran inventados específicamente para la Primera Guerra Mundial, sin embargo, su uso creció exponencialmente durante este periodo histórico. Después de la guerra era la manera más común de dar la hora.
Hasta finales del siglo XIX y principios del XX los hombres que necesitaban saber la hora y los que tenían el dinero suficiente para poder comprar un reloj, lo utilizaban de bolsillo. Por algún motivo fueron las mujeres las pioneras. La reina Isabel I de Inglaterra tenía un pequeño reloj que se adhería a su brazo.
El tiempo adquirió mayor importancia en la guerra, por ejemplo para sincronizar la hora de los bombardeos. Así, los fabricantes desarrollaron relojes que dejaran las manos libres a las tropas en el calor de la batalla.
Los aviadores también necesitaban ambas manos libres… y así, ellos también tuvieron que tirar por la borda el reloj de bolsillo.
La empresa H. Williamson, que hacía relojes en Coventry, Inglaterra, anotó en su informe anual de 1916: "Se dice que uno de cada cuatro soldados utiliza reloj de pulsera y los otros tres quieren adquirir uno lo antes posible".
7. Salchichas vegetarianas... o "salchichas de la paz"
Uno podría pensar que las salchichas de soja fueron inventadas por algún hippy, probablemente en los años 60 en California.
Pero no. Las salchichas de soja fueron idea del primer canciller de la República Federal Alemana después de la Segunda Guerra Mundial.
Durante la Primera Guerra Mundial Adenauer era alcalde de Colonia y cuando el bloqueo británico se impuso sobre Alemania el hambre comenzó a pesar en la ciudad.
Adenauer tenía una mente ingeniosa e investigó maneras de sustituir los productos que faltaban, como carne, por otros de los que no había tanta escasez.
Comenzó utilizando una mezcla de harina de arroz, cebada y harina de maíz para hacer pan y así sustituir al trigo.
Después de su pan experimental continuó en búsqueda de una nueva salchicha sin carne. Así se logró la de soja, que fue conocida como "la salchicha de la paz".
Adenauer solicitó obtener una patente de su nuevo alimento en la Oficina Imperial de Patentes en Alemania pero le fue denegada.
Al parecer el contenido de la salchicha era contrario a la regulación alemana para este producto, o sea, si no contenía carne no se le podía considerar salchicha.
Tuvo más suerte al intentarlo en Reino Unido, enemigo de Alemania en aquel tiempo. El Rey Jorge V le dio la patente de la salchicha de soja el 26 de junio de 1918.
8. Cremalleras
Desde mediados del siglo XIX varias personas habían estado trabajando en varias combinaciones de ganchos, broches y hebillas para lograr un cierre rápido y fluido de las prendas de ropa que aislara del frío.
Fue Gideon Sundback, un sueco que emigró a Estados Unidos, quien dio con la actual fórmula de la cremallera.
Se convirtió en el diseñador jefe de la compañía Universal Fastener Company y concibió el "cierre sin anclaje".
El ejército estadounidense los incorporó a sus uniformes y botas, especialmente para las de la marina. Después de la guerra fueron los civiles quienes tomaron este testigo y lo generalizaron en su vestimenta.
9. Acero inoxidable
Harry Bearley, de Sheffield, Inglaterra, es el responsable de la invención del acero que no se corrompe.
Según aparece en los archivos de esa ciudad "en 1913, Harry Brearley desarrolló lo que es considerado el primer acero sin óxido, un producto que revolucionó la industria metalúrgica y se convirtió en uno de los mayores componentes del mundo moderno.
El ejército británico estaba intentando encontrar un metal mejor para sus armas. El problema era que los cañones de esas armas se deformaban después de varios disparos por la fricción y el calor de las balas.
El ejército le pidió Brearley, que era metalúrgico en una empresa local, que encontrara una solución a este problema y con aleaciones más duras.
La leyenda dice que después de probar a añadir cromo al acero Bearley desechó algunos de sus experimentos por considerarlos fracasos. Los echó, literalmente, al montón de la chatarra.
El metalúrgico notó que después de un tiempo esos experimentos no se habían oxidado.
Había descubierto el secreto del acero inoxidable. Durante la Primera Guerra Mundial fue utilizado en algunos de los nuevos motores aéreos. Luego se generalizó en el uso de cubertería y material quirúrgico del que muchos hospitales dependen.
10. Comunicación con los pilotos
Antes de la Primera Guerra Mundial los pilotos no tenían modo de comunicarse entre ellos o con tierra.
Al comenzar la Gran Guerra los ejércitos aún necesitaban de cables para hablar entre sí, pero estos eran a menudo cortados por la artillería o los tanques.
Modos alternativos de comunicación como corredores, banderas y palomas mensajeras fueron utilizadas pero no resultaron ser útiles.
Los aviadores tenían que confiar en gestos y gritos...era necesario encontrar una solución. La comunicación sin cables era la respuesta.
La tecnología por radio estaba ya en funcionamiento pero tenía que ser desarrollada y esto sucedió durante la Primera Guerra Mundial.
Para finales de 1916 se tomaron pasos decisivos. Los primeros intentos para incluir teléfonos en los aviones tuvieron que ser descartados por el ruido de fondo.
Este problema fue resuelto inventando un casco en el que se instalaron los auriculares con un micrófono, que bloquea la mayoría del ruido.
*Este artículo se publicó originalmente en abril de 2014 y se republicó para conmemorar el centenario del final de la I Guerra Mundial, este 11 de noviembre de 2018.
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Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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