Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la Revista National Geographic, nos envía un amplio reportaje de como se construyó la Torre de Eiffel en París, a cargo del Ing° Gustave Eiffel, fue una larga carrera en que la naciente industrialización de los países más avanzados, los obligaban a exponer mediante exposiciones universales los más grandes adelantos industriales de sus países, y justamente París, después de varias exposiciones anteriores, quiso marcar época y ser diferente, era una carrera por llegar a los 300 metros de altura, algo nunca logrado antes; para la Exposición Universal de París, programada para el 06 de mayo al 31 de octubre de 1889.
National Geographic.- narra : "El primer proyecto de la torre de 300 metros no fue de
Eiffel, sino de dos ingenieros de su despacho, Émile Nouguier y Maurice
Koechlin. En 1884, éstos imaginaron un gran pilono metálico
formado por cuatro pilares que se curvaban en la base y se unían en la
cúspide. Eiffel no mostró inicialmente gran interés, quizá por el escaso
atractivo visual de ese primer esbozo. En cambio, cuando el arquitecto Sauvestre
le añadió una profusa ornamentación, Eiffel comprendió el atractivo del
proyecto y el 18 de septiembre firmó junto con Koechlin y Nouguier una patente denominada Nueva disposición que permite construir pilares y postes metálicos de una altura que pueda superar los trescientos metros.
Posteriormente, Eiffel compraría a sus ingenieros el derecho de
patente a cambio de un porcentaje de los ingresos que produciría la
obra. El diseño final redujo la decoración de Sauvestre, de modo que la
estructura se convirtió en el elemento preponderante de la torre. Fue
este proyecto el que ganó el concurso de 1886....."
National Geographic.- agrega : "La torre se construyó en un tiempo récord: las obras
empezaron el 26 de enero de 1887 y terminaron el 31 de marzo de 1889, a
tiempo para la inauguración de la Exposición Universal dos meses más
tarde. No sólo sorprende la rapidez de ejecución, sino que en
todo el proceso no se emplearan en la obra más de doscientos
trabajadores a la vez, gracias al sistema de prefabricación de
componentes que se ensamblaban progresivamente. La construcción de los
cimientos fue la fase más ardua, sobre todo en los dos pilares más
próximos al Sena, pues hubo que excavar por debajo del cauce del río utilizando un complejo sistema de cajones neumáticos.
El levantamiento de los pilares y su conexión mediante cuatro grandes
vigas se logró por medio de una serie de andamios de madera y grandes
torres de carga. Las secciones posteriores de la torre fueron
construyéndose utilizando un sistema de grúas impulsadas por vapor hasta
llegar a la cúspide."
National Geographic.- finaliza : "La inauguración oficial de la torre Eiffel se hizo el 15 de mayo de
1889. Mientras que Gustave Eiffel y un grupo de personalidades izaban
una bandera de Francia
en lo más alto de la torre, ésta se iluminó con bengalas y se
dispararon veintiún cañonazos desde el primer piso. En un disculpable
alarde de chovinismo, Eiffel diría: «La bandera francesa es la única que posee un mástil de 300 metros».
..."
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/torre-eiffel-construccion-coloso_11345
Gracias a su experiencia en el diseño de grandes obras de hierro, en 1889 Gustave Eiffel logró erigir una torre de más de 300 metros de altura para la Exposición Universal de París
Emblema de París
La Torre Eiffel se alza en mitad del Campo de Marte, donde en 1889 fue erigida para Para la Exposición Universal de Paris.
El director de obras públicas de la capital de Francia afirmaba al
principio de los trabajos de la torre: "esta obra hará resonar París
hasta en Oriente [...] en mundo entero contendrá su aliente al descubrir
esta torre gigantesca"
Gustave Eiffel, empresario genial
Pese a que era un excelente
ingeniero, el éxito de Gustave Eiffel residió aún más en sus dotes de
empresario. En 1887 firmó un contrato por el que el Estado francés y la
ciudad de París aportarían una subvención de 1,5 millones de francos; un
25 por ciento del coste total de construcción. Para obtener los fondos
restantes, Eiffel creó una sociedad anónima con un capital de cinco
millones de francos, la mitad del cual fue aportado por tres bancos y la
otra por el propio Eiffel. Pese a que los gastos se elevaron 2,5
millones más, Eiffel logró recuperar toda la inversión en pocos meses
gracias a los ingresos de la venta de entradas, que recibía en virtud de
una licencia de explotación de 20 años de duración.
Foto: Bridgeman / ACI
El arquitecto
La torre Eiffel luce con el sistema de iluminación nocturna que se introdujo en la década de 1980.
Foto: Bruce Bi / Age Fotostock
Cambios de última hora
Gustave Eiffel -abajo- en la escalera helicoidal que en un principio unía la segunda planta con la cima de la torre.
Foto: Bnf / RMN - Grand Palais
Los planos de la torre
El arco situado bajo la primera
planta tiene una función meramente decorativa y no figuraba en el primer
proyecto de los ingenieros Koechlin y Nouguier.
Foto: taschen.com
Sobre el papel
Cuadrilátero: la rigidez de esta
estructura reside en la dificultad de que los montantes y las vigas se
acorten o alarguen por efecto de la acción lateral del viento.
En relieve: Esta axonometría muestra el arranque de uno de los
pilares de la torre, formado por cuatro montantes tubulares huecos y
vigas tubulares de celosía en cruz y zigzag.
La cúspide: la tercera planta está a 276 m de altura. Encima se sitúa
un «campanile» provisto de un faro y coronado por una bandera que
ondeaba exactamente a 312,27 metros.
Foto: taschen.com
Obras de cimentación
Este grabado muestra el corte de uno de los pozos excavados para construir los cimientos de la torre Eiffel.
Foto: Patrice Schmidt / Rmn- Grand Palais (Musée d´Orsay)
Bajo el nivel freático
Pueden observarse varios de los cajones metálicos utilizados para excavar bajo el nivel freático.
Foto: Patrice Schmidt / Rmn- Grand Palais (Musée d´Orsay)
Febrero de 1888
El momento más delicado del proceso
de construcción fue la unión de los cuatro pilares para formar la
primera planta de la torre, puesto que las estructuras debían encajar
con una precisión milimétrica. Eiffel sabía que inevitablemente habría
algún desajuste, por lo que se creó en cada uno de los pilares una
cavidad a modo de pistón en la que se inyectó agua a presión hasta
conseguir la nivelación deseada. Superado este estadio, el proceso de
construcción fue más sencillo.
Foto: René Gabriel Ojéda / Rmn - Grand Palais de (Musée d´Orsay)
Trabajos de altura
Los obreros que trabajaron en la
construcción de la torre Eiffel demostraron ser inmunes al vértigo. De
hecho durante las obras tan solo se produjo un accidente mortal que
ocurrió además fuera del horario de trabajo.
Foto: Bnf / Rmn - Grand Palais
Tomando forma
Varios obreros trabajan en la construcción de la torre situado sobre las vigas metálicas que componen el edificio.
Foto: Louis-Emile Durandelle / Museo de Orsay , París
Pieza a pieza
Grabado de 1889. Colocación de un roblón en la torre Eiffel.
Foto: Tallandier / Bridgeman / ACI
Perspectiva desde abajo
Esta fotografía anónima fue tomada desde el suelo, poco después de la construcción de la torre.
Foto: A. Brandt / Rmn - Grand Palais
El gran reclamo de la Exposición
Un cartel anuncia las tarifas de tren
reducidas que propone la compañía ferroviaria Chemins de Fer
París-Lyon-Mediterranée para viajar a la Exposición Universal de París,
en 1889.
Foto: Bridgeman / Aci
París a vista de pájaro
Un grupo de visitantes, armados con
catalejos y prismáticos, observa París desde la plataforma de la segunda
planta de la torre Eiffel, a 115 metros de altura.
Foto: Patrice Schmidt / Rmn - Grand Palais
Los colores de la torre
Para su inauguración en 1889, la
torre Eiffel fue pintada de rojo oscuro, como muestra esta fotografía de
ese año coloreada a mano, que permite ver el palacio del Trocadero al
fondo. Desde 1968 está pintada de color de bronce.
Foto: Culver Pictures / Aurimages
Ascensores
A causa de la curvatura de la torre
se crearon tres sistemas de ascensores, uno para cada nivel. En la
imagen, visitantes de la torre en la cabina del tercer ascensor, que
asciende en vertical hasta la cúspide.
Foto: Patrice Schmidt / Rmn - Grand Palais
El teatro
Para atraer al público, en la primera
planta de la torre Eiffel se instalaron tiendas de regalos,
restaurantes e incluso un teatro. Gran parte de estas estructuras se
eliminaron unas décadas más tarde.
Foto: Patrice Schmidt / Rmn - Grand Palais
Edison
De visita en París, el célebre
inventor subió varias veces a la torre en 1889. Aquí aparece junto a
Adolphe Salles, yerno de Eiffel.
Foto: Patrice Schmidt / Rmn - Grand Palais
El faro
Eiffel colocó en la cúspide una serie de faros que iluminaban los monumentos de la ciudad.
Foto: René Gabriel Ojéda / Rmn - Grand Palais
1940
En el inicio de la ocupación alemana
de Francia, Hitler visitó París y quiso subir a la torre Eiffel, pero
los trabajadores sabotearon los ascensores y sólo pudo fotografiarse en
la explanada del Campo de Marte.
Foto: Bpk / Scala / Firenze
Doctor Arquitecto. Universidad de La Coruña
La torre Eiffel: la construcción de un coloso
La segunda mitad del siglo XIX fue la gran época de las exposiciones universales. Eran
los años de máximo desarrollo de la moderna civilización industrial, y
los países más avanzados sentían la necesidad de exponer sus últimos
logros tecnológicos y científicos a través de reuniones que atraían a
miles de visitantes. Para los países organizadores, las
exposiciones eran también una oportunidad de demostrar su poder
económico y político, y nada conseguía mejor ese efecto que un nuevo
gran edificio construido con las técnicas más modernas, como el palacio de Cristal de la Exposición Universal de Londres en 1851.
Por ello, en 1886, cuando las autoridades francesas, para conmemorar el primer centenario de la Revolución Francesa de 1789, decidieron organizar una nueva exposición universal en París –la cuarta tras las de 1855, 1867 y 1878–, convocaron un concurso para que arquitectos e ingenieros presentaran proyectos de todo tipo destinados a la Exposición. Pero sería un punto del concurso el que atraería la máxima atención, aquel que ofrecía «estudiar
la posibilidad de erigir en el Campo de Marte una torre de base
cuadrada con 125 metros de lado en la base y 300 metros de altura». El
objetivo era erigir el edificio más alto de la historia. Justo el
proyecto que acababa de elaborar el ingeniero y empresario Gustave
Eiffel.
El ansia del hombre por construir un edificio que supere en altura a
cualquier otro ha sido recurrente a lo largo de la historia, desde el
mito bíblico de la torre de Babel hasta las pirámides, obeliscos, columnas o basílicas que han jalonado la historia de las grandes civilizaciones.
Sin embargo, la Revolución Industrial de los siglos XVIII y XIX abriría
posibilidades de construcción en altura que resultaban inimaginables en
períodos anteriores, y ello gracias a la difusión del hierro como nuevo
material estructural.
El objetivo era erigir el edificio más alto de la historia
Aunque en el pasado el hierro ya se utilizaba en funciones
secundarias, como la conexión entre sillares de piedra, en el siglo XIX
se convirtió en el armazón visible de los nuevos edificios típicos de la
modernidad: estaciones ferroviarias, fábricas, mercados,
calles cubiertas o galerías, jardines de invierno... Gracias a su
ligereza y su resistencia, el hierro permitía construir, en mucho menos
tiempo que anteriormente, edificios más amplios sin el sistema de muros,
pilastras y columnas que requerían los edificios en piedra, y también
más elevados. Fue esta última posibilidad la que alimentó la fantasía de
crear el edificio más alto del mundo, más que los 146 metros de la Gran
Pirámide de Keops o los 136 de la cúpula de la basílica de San Pedro en
Roma. Un edificio, para dar una cifra redonda, de 300 metros de altura.
La carrera de los 300 metros
Desde la década de 1830, hubo varios proyectos para construir una
torre de 300 metros o, según la medida usual en los países anglosajones,
de mil pies (304,8 metros). El primero fue el de un ingeniero inglés, Richard Trevithick, el constructor de la primera locomotora, que en 1832 proyectó la Columna de la Reforma,
una torre de fundición de mil pies de altura con un diámetro de treinta
metros en su base y formada por mil quinientas planchas caladas de
fundición.
Trevithick imaginó incluso un ascensor impulsado por un
sistema de aire comprimido a través de un tubo interior, pero murió sin
que nada de esto se llevara a la práctica. En 1852, Charles Burton propuso
una torre de hierro con la que pretendía reciclar los elementos
estructurales del palacio de Cristal de la Exposición de Londres de
1851, pero dado que empleaba los mismos componentes y criterios que esta
última construcción es de suponer que hubiera sido igual de inestable
frente al viento. Otro proyecto frustrado de torre metálica de mil pies
de altura fue el propuesto por la empresa estadounidense Clarke Reeves & Company para la Exposición Universal de Filadelfia en 1876, rechazado debido a cuestiones económicas y lo incierto de sus resultados.
En los años siguientes, paralelamente a Eiffel, los ingenieros franceses Sébillot y Bourdais
propusieron una torre de granito de mil pies de altura para la
exposición parisina de 1889, que hubiera resultado totalmente inviable
debido a la escasa capacidad de la sillería para resistir las flexiones
provocadas por el viento.
Junto a estos proyectos que nunca se llevaron a cabo, cabe recordar
otras construcciones que, al margen de la carrera por los 300 metros,
fueron alcanzando cotas cada vez más elevadas. Un primer ensayo, todavía
precario tecnológicamente, fueron las torres de fundición del americano
James Bogardus, como la torre para alarma de incendio en la calle 33 de Nueva York (1851). Pero el antecedente más significativo de la Torre Eiffel fue, sin duda, el Monumento a Washington, diseñado por el arquitecto norteamericano Robert Mills.
Compuesto por varias hojas exteriores de piedra y un núcleo central de
escaleras de hierro conectado a la piedra, este obelisco debía alcanzar
los 183 metros, pero desde el inicio de la construcción en 1848 sufrió
numerosas dificultades, incluido un importante desplome al llegar a los
46 metros, que obligó a reforzar las cimentaciones. Finalmente se detuvo
en 1884, al alcanzar los 169 metros.
Puentes y viaductos
El desafío de levantar una torre de 300 metros de altura sólo estaba
al alcance de un ingeniero con una sólida experiencia previa en la
construcción de obras metálicas de gran complejidad técnica. En la década de 1880, nadie poseía más experiencia de este tipo que Gustave Eiffel y sus colaboradores.
En los pasados treinta años, Eiffel había realizado una serie de
grandes puentes espectaculares –160 y 166 metros de luz
respectivamente–, fueron montados en voladizos sucesivos, lo que exigía
una enorme precisión para conseguir que los agujeros de las dos mitades
del arco coincidieran y así poder unirlas, como se haría también en la
torre de 1889. Para unir todos los componentes del viaducto de Garabit
se utilizaron 500.000 roblones, una especie de remaches que los
operarios debían introducir al rojo vivo. Por otra parte, Eiffel contaba
desde 1865 con una factoría propia, los talleres de Levallois-Perret,
donde diseñaba y fabricaba sus estructuras de hierro, lo que le daba
total autonomía y control sobre el proceso de prefabricación.
Historia de un proyecto
El primer proyecto de la torre de 300 metros no fue de
Eiffel, sino de dos ingenieros de su despacho, Émile Nouguier y Maurice
Koechlin. En 1884, éstos imaginaron un gran pilono metálico
formado por cuatro pilares que se curvaban en la base y se unían en la
cúspide. Eiffel no mostró inicialmente gran interés, quizá por el escaso
atractivo visual de ese primer esbozo. En cambio, cuando el arquitecto Sauvestre
le añadió una profusa ornamentación, Eiffel comprendió el atractivo del
proyecto y el 18 de septiembre firmó junto con Koechlin y Nouguier una patente denominada Nueva disposición que permite construir pilares y postes metálicos de una altura que pueda superar los trescientos metros.
Posteriormente, Eiffel compraría a sus ingenieros el derecho de
patente a cambio de un porcentaje de los ingresos que produciría la
obra. El diseño final redujo la decoración de Sauvestre, de modo que la
estructura se convirtió en el elemento preponderante de la torre. Fue
este proyecto el que ganó el concurso de 1886.
La torre se construyó en un tiempo récord
La torre se construyó en un tiempo récord: las obras
empezaron el 26 de enero de 1887 y terminaron el 31 de marzo de 1889, a
tiempo para la inauguración de la Exposición Universal dos meses más
tarde. No sólo sorprende la rapidez de ejecución, sino que en
todo el proceso no se emplearan en la obra más de doscientos
trabajadores a la vez, gracias al sistema de prefabricación de
componentes que se ensamblaban progresivamente. La construcción de los
cimientos fue la fase más ardua, sobre todo en los dos pilares más
próximos al Sena, pues hubo que excavar por debajo del cauce del río utilizando un complejo sistema de cajones neumáticos.
El levantamiento de los pilares y su conexión mediante cuatro grandes
vigas se logró por medio de una serie de andamios de madera y grandes
torres de carga. Las secciones posteriores de la torre fueron
construyéndose utilizando un sistema de grúas impulsadas por vapor hasta
llegar a la cúspide.
El mástil más alto del mundo
La inauguración oficial de la torre Eiffel se hizo el 15 de mayo de
1889. Mientras que Gustave Eiffel y un grupo de personalidades izaban
una bandera de Francia
en lo más alto de la torre, ésta se iluminó con bengalas y se
dispararon veintiún cañonazos desde el primer piso. En un disculpable
alarde de chovinismo, Eiffel diría: «La bandera francesa es la única que posee un mástil de 300 metros».
Durante la construcción se habían alzado algunas voces, particularmente
de artistas y literatos, que denunciaban las dimensiones «monstruosas» de la torre y su fealdad. El novelista Maupassant, por ejemplo, la consideraba un «esqueleto feo y gigante», y otro escritor, Huysmans, hablaba de «ese repugnante poste de rejas». Pero el avance de la obra había creado gran expectación y cuando estuvo acabada el público reaccionó de forma entusiasta. Durante
la Exposición Universal hubo un auténtico aluvión de visitantes –se
calcula que dos millones–, que podían subir los tres niveles de la torre
mediante un moderno sistema de ascensores.
Famoso, cargado de honores oficiales y multimillonario, Gustave
Eiffel murió en 1923. Pocos años después, su torre perdió la condición
de edificio más alto del planeta en favor de dos rascacielos
norteamericanos acabados respectivamente en 1930 y 1931: el Chrysler Building del arquitecto William van Allen, de 319 metros, y el Empire State Building, de 381 metros, diseñado por William F. Band.
Los planos originales de la torre
El diseño de la torre Eiffel fue fruto de pormenorizados
análisis a cargo de unos 40 ingenieros y delineantes, quienes realizaron
700 planos de conjunto y 3.600 dibujos de taller. La primera
preocupación de los ingenieros era impedir que la torre volcara, lo que
se logró mediante el trazado campaniforme de sus cuatro pilares, que le
proporcionan la estabilidad suficiente. Las 7.341 toneladas de peso de
la torre quedaron así firmemente asentadas. La segunda preocupación era
evitar que la torre se deformara (o balancera) en exceso a causa de la
acción del viento, por lo que debía ser una estructura de elevada
rigidez. Esto se consiguió mediante dos recursos: la conexión de los
cuatro grandes pilares de la torre mediante una gran viga de celosía a
la altura de la primera planta y el sistema de la triangulación.
La unidad estructural básica de la torre Eiffel es el cuadrilátero
triangulado. Cada uno de los cuatro pilares de la torre está formado por
28 de estos cuadriláteros o paneles, de entre 6 y 11 metros de lado; en
el tramo hasta la primera planta, a 57,63 metros de altura, se
contabilizan cuatro. Gracias a este sistema se logra la casi total
rigidización de la torre frente al viento. La oscilación horizontal
máxima en la cúspide es de 7 centímetros, lo que supone una relación de
1/4285 respecto a la altura, muy inferior a la habitual en edificios en
altura, que está generalmente por encima de 1/1000.
Los cimientos y las fases de construcción
Durante los cinco primeros meses de las obras se ejecutó la
cimentación. Ésta consistía en un lecho de grava compacta a varios
metros de profundidad sobre el que se dispusieron pesados bloques de
hormigón. Sobre dichos bloques se construyeron grandes zapatas de piedra
en las que quedaron anclados los cuatro pilares de la torre. La
construcción de los cimientos de los pilares norte y oeste, los más
próximos al Sena, fue especialmente compleja debido a que era una zona
pantanosa e inestable, por lo que fue necesario excavar cinco metros por
debajo del nivel freático hasta alcanzar terreno firme.
El avance de las obras fue regular: unos diez metros al mes
Para realizar la excavación, Eiffel empleó un sistema de cajones neumáticos que se había introducido en Inglaterra en 1830, pero que nunca se había aplicado a una obra de las dimensiones de la torre Eiffel.
Para el montaje de la primera planta se utilizaron andamios de madera
de forma piramidal a fin de apuntalar los pilares. A continuación, se
construyeron cuatro grandes torres de carga sobre las que se montaron
las cuatro grandes vigas de la primera planta. Al conectar estas cuatro
vigas a los pilares inclinados, éstos quedaron estabilizados. A partir
de la primera planta se montaron sobre cada uno de los cuatro pilares
grúas trepantes impulsadas por vapor que iban deslizándose por los
pilares e izando las secciones de la Torre.
El avance de las obras fue regular: unos diez metros al mes.
En septiembre de 1888 se alcanzó la segunda planta, a 115 metros de
altura. Desde aquí, la torre toma la forma de un pilono propiamente
dicho y el proceso de construcción se hizo más sencillo. La última fase
fue la instalación de los ascensores, otro logro técnico sin
precedentes; las empresas Edoux, Otis y Combaluzier instalaron tres
tipos de ascensores, superando el reto de ascender 276 metros.
Los hombres que hicieron la torre
En la torre trabajaron a la vez entre 150 y 300 obreros. Su labor consistía en ensamblar las piezas que otro centenar de trabajadores fabricaban y premontaban en los talleres de Levallois-Perret, a
las afueras de París, de donde llegaban por vía férrea. Por ello, la
principal tarea era la de unir las distintas piezas mediante roblones,
un precedente del tornillo.
Para colocar los roblones se formaron equipos de cuatro hombres:
el grumete accionaba la fragua, calentando el roblón al rojo; el
sostenedor lo introducía en el orificio, que ya venía realizado del
taller, y lo sujetaba por la cabeza; el remachador golpeaba el vástago
para formar la cabeza opuesta, y finalmente el golpeador la remataba con
una maza. En la primera fase operaban 40 equipos que colocaban unos
4.200 roblones al día. En total, la torre Eiffel tiene 2,5 millones de roblones.
En la torre trabajaron a la vez entre 150 y 300 obreros
Los obreros fueron contratados entre carpinteros de París acostumbrados a trabajar a cierta altura y que demostraron ser inmunes al vértigo. De
hecho, se produjo un único accidente mortal, que ocurrió además fuera
del horario de trabajo. Más que la altura, el mayor problema de los
obreros fue el frío, sobre todo durante el gélido invierno de 1888-1889. La jornada de trabajo era de nueve horas que llegaban a doce en verano. Ante las exigencias de los obreros, que a finales de 1888 llegaron a declararse en huelga en dos ocasiones por considerarse insuficientemente pagados,
Eiffel les ofreció primas por resultados y mejoras en sus condiciones
de trabajo, como una cantina en la primera planta, donde podían calentar
la comida que se traían de casa.
Entre el horror y la admiración
Mientras se estaba construyendo, la torre Eiffel suscitó algunas
reacciones de rechazo, entre ellas una célebre Protesta de los artistas
contra la torre del señor Eiffel en la que, en nombre del «gusto francés», se rechazaba la erección de una torre «inútil y monstruosa », de «esta odiosa columna de chapa repleta de pernos». Sin
embargo, para entonces la estética de la arquitectura en hierro ya no
resultaba totalmente nueva y la propia torre incorporaba elementos
puramente decorativos, como los arcos en la base, que buscaban
armonizarla con los gustos de la época.
Lo que realmente impresionó fue la escala del edificio, sus
dimensiones colosales, y eso tanto si se lo miraba desde abajo como por
las perspectivas que se obtenían desde la cúspide. En la prensa
aparecieron opiniones extasiadas: «La torre Eiffel se impone a la
imaginación, tiene algo de inesperado, de fantástico, que deleita
nuestra pequeñez». «Sólida, enorme, monstruosa, brutal, se diría que,
despreciando silbidos y aplausos, trata de buscar y desafiar al cielo».
NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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