Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la caída del Imperio Romano de Occidente, o simplemente la Caída del Imperio Romano, sucedió en el 23 de agosto del 476 a.C, al perder autoridad para ejercer el dominio de sus vastos territorios ya controlados por los "bárbaros", y justamente un "bárbaro rey germano" llamado Odoacro, quien se proclamó rey de Italia destituyendo al Emperador Rómulo Augústulo
Caída del Imperio romano de Occidente
Mapa animado de la República e Imperio romano entre 510 a. C. y 530 d. C., República Imperio Imperio Oriental/Bizantino Imperio de OccidenteCaída del Imperio romano de Occidente
La caída del Imperio romano de Occidente (también conocida como la caída del Imperio romano o la caída de Roma) fue el período de declive del Imperio romano de Occidente en que perdió la autoridad de ejercer su dominio y su vasto territorio fue dividido en numerosas entidades políticas sucesoras.
Este artículo comienza con una explicación de las fuerzas que le habían permitido al Imperio romano
ejercer un control efectivo sobre Occidente; historiadores modernos
mencionan factores que incluyen la efectividad y el tamaño del ejército, la salud y el tamaño de la población romana, la fuerza de la economía,
la capacidad y competencia de los emperadores, las luchas internas por
el poder, los cambios religiosos del período y la eficiencia de la
administración civil. El aumento de la presión de los "bárbaros",
externos a la cultura romana, contribuyó en gran medida al colapso.
A continuación, se da un relato cronológico de los
acontecimientos más importantes de la pérdida de poder, incluidos los
intentos de revertir el declive. Fechas relevantes incluyen el año 117, cuando el Imperio alcanzó su mayor extensión territorial, y el ascenso de Diocleciano en el 284. Las pérdidas territoriales irreversibles, no obstante, comenzaron en el 386 con una invasión en gran escala de godos y otros pueblos. El 395, tras imponerse en dos guerras civiles destructivas, Teodosio I
falleció, dejando un ejército colapsado y al imperio, todavía plagado
por godos, dividido entre sus dos hijos incapaces. Para el año 476, cuando Odoacro depuso al emperador Rómulo,
el emperador romano de Occidente ejercía un insignificante poder
militar, político y financiero, y carecía de control efectivo sobre los
dispersos territorios en Occidente que aún podrían ser descritos como
"romanos". Los invasores "bárbaros" establecieron su propia autoridad en
la mayor parte del área del Imperio de Occidente. Aunque su legitimidad
sobrevivió durante varios siglos más, y su influencia cultural persiste
hasta el día de hoy, el Imperio de Occidente nunca tuvo la fuerza para
levantarse de nuevo.
WIKIPEDIA
Odoacro
Odoacro
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Primer rey bárbaro de Italia
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Nacimiento | fines de 434 o principios de 435 Panonia, actual Austria |
Fallecimiento | 15 de marzo de 493 (58 años) villa de Rávena, península italiana |
Causa de la muerte | asesinato por espada |
Residencia | Rávena |
Nacionalidad | hérulo |
Ciudadanía | romana |
Hijos | Thela (varón) |
Padres | Edico (uno de los lugartenientes de Atila) |
Familiares | Onulfo (hermano) |
Odoacro (Austria, 435 - Rávena, 15 de marzo de 493) fue el primer rey bárbaro de Italia y jefe de los hérulos que luchaban como mercenarios en el ejército romano. Desde su cargo de general, reivindicó para su pueblo un tercio de las tierras de Italia al emperador Rómulo Augústulo, a lo que este se negó. Como reacción Odoacro se hizo proclamar jefe de las milicias y depuso al emperador en el año 476, lo que supuso el fin del Imperio romano de Occidente.
Su nombre, Odoaker u Odoakre, posiblemente proviene de Audauákrs, que en germánico significa ‘el que busca la riqueza’.
Síntesis biográfica
Era hijo de Edico, uno de los lugartenientes de Atila. Pertenecía a las tribus de los esciros y los rugios. Entró en Italia en 470 y se alistó como voluntario en la guardia personal del emperador. Tras servir al Imperio romano
bajo el mando de varios jefes militares, fue elegido jefe de los
hérulos, quienes junto a los esciros, los rugios y los alanos formaban
la base de las tropas auxiliares del ejército romano. De esta forma,
Odoacro se convirtió en el comandante en jefe de las tropas imperiales.
En 475 se sublevó al
frente de sus soldados contra el caudillo Orestes, verdadero dueño del
Imperio, quien había incumplido su promesa de dar a los líderes tribales
tierras en Italia, como había hecho con los galos.
Reinado
Las tropas bárbaras le proclamaron rey el 23 de agosto de 476.
Cinco días después capturó y ejecutó en Placentia (Piacenza) a Orestes y
depuso al hijo menor de éste, Rómulo Augusto, que ocupaba el cargo de
emperador y que tuvo que exiliarse en Campania. Odoacro asumió de esta
forma la administración de Italia.
Para demostrar su fidelidad al emperador de Bizancio, Zenón, a
quien consideraba su superior, envió a Constantinopla las insignias
imperiales, con lo que quedó restablecida la unidad del Imperio. Como
compensación, el emperador le concedió el título de patricio, pero se
negó a concederle el título de emperador. Odoacro cedió a sus tropas un
tercio de sus dominios de Italia, especialmente los situados en el valle
del Po. Para ganarse el apoyo de los ciudadanos romanos, respetó las
reyes de Roma, conservó las atribuciones del Senado y situó a individuos
de origen romano al frente de los principales puestos de la
administración, en la cual introdujo algunos cambios.
Administración
Mientras que los cuestores continuaron encargándose de la elaboración
de las leyes, los comes sacrarum largitionem se encargaban de la
recaudación de los impuestos. Creó un nuevo puesto financiero que fue
respetado por sus sucesores, el comes patrimonii, generalmente ocupado
por un germano, que se encargaba de recaudar los fondos necesarios para
el mantenimiento de su corte y sus guerreros. Los promocionados a
puestos administrativos eran investidos con los títulos de clarissimus,
spectabile e ilustris, según el cargo que ocupasen. Con el fin de
demostrar que su gobierno era continuador del Imperio de Occidente
siguió nombrando cónsules anuales y promocionando a distintas familias a
la categoría de patricias. El cónsul no era reconocido en Constantinopla, pero por un acuerdo con Zenón era nombrado en los fasti imperiales.
Mantuvo los oficios de prefecto de la ciudad y de prefecto del
pretorio, a los que encargó que mantuviesen los edificios públicos de Roma.
Continuó la distribución gratuita de alimentos entre la población. Con
sus bienes particulares sufragó la celebración de numerosos juegos.
A pesar de ser de religión arriana, respetó al clero católico.
Los puestos militares los reservó a los bárbaros, entre quienes repartió
títulos de duces y comités. A estos últimos les encargó la defensa de
las fronteras, mientras que de la seguridad interior de Italia se
encargaban algunos duces militum. Las guarniciones de algunas ciudades
estaban comandadas por comites civitates. Odoacro creó la figura del
comite gothorum per singulas civitates, el cual tenía la misión de
mediar en los conflictos que surgieran entre romanos y germanos. En 478
tuvo que hacer frente a algunos levantamientos que se produjeron entre
las tribus germanas. Durante varios años consiguió poner freno a las
incursiones de los bárbaros sobre Italia e incluso puso en práctica una política ofensiva.
Política militar
En 480 invadió Dalmacia,
región que conquistó tras dos duros años de lucha. En 484, cuando Illas
(jefe de las tropas del Imperio de Oriente) le pidió ayuda para
derrocar a Zenón, invadió las provincias occidentales que se encontraban
en poder de Constantinopla. El emperador respondió enviando a los rugios contra Italia. Tras rechazarlos, las tropas de Odoacro cruzaron el Danubio durante el invierno de 487 y devastaron el reino de los rugios. Aunque perdió el noroeste de Italia a manos del rey visigodo Eurico, arrebató Sicilia, excepto la ciudad de Lilibeo, a los vándalos. Éstos, a cambio de su compromiso de no atacar las posesiones de Odoacro, recibieron un tributo anual.
Las islas situadas junto a la región de Dalmacia pasaron a ser
consideradas posesiones personales de Odoacro. El aumento de su poder
levantó las suspicacias de Zenón, quien envió contra él a los ostrogodos
de Teodorico en 488. Este invadió la península itálica con un contingente formado por ostrogodos, romanos y otros mercenarios bárbaros.
Fin de su reinado
Odoacro fue derrotado en tres ocasiones: Aquilea (489), Verona (490) y a orillas del río Adda (490), por lo que finalmente se vio obligado a retirarse a Rávena en agosto de 490,
tras catorce años de gobierno que se habían caracterizado por su
energía y prudencia. Allí resistió el asedio durante tres años, pero el 27 de febrero de 493 tuvo que entregar la ciudad, tras llegar a un acuerdo con Teodorico el Grande por el que ambos se comprometían a compartir el gobierno de Italia.
Muerte
Fue asesinado junto a sus seguidores por el propio Teodorico el Grande el 15 de marzo,
a pesar de que éste había prometido respetarle la vida. Los hechos
ocurrieron durante un banquete en el que se celebraba, precisamente, la
recién nacida amistad entre los dos gobernantes. Otras fuentes afirman
que los verdaderos asesinos de Odoacro fueron su hermano Onulfo y su
hijo Thela.
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/atila-la-pesadilla-de-roma_6288
En el año 451 Atila, rey de los hunos, invadió el Imperio romano y avanzó hasta las puertas de la capital. Su propósito era socorrer a la hermana del emperador, Honoria, con la que deseaba casarse
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/el-fin-del-imperio-romano_6821La gloriosa historia del Imperio romano de Occidente llegó a su fin en el año 476, cuando Odoacro, un caudillo bárbaro, destituyó al joven emperador Rómulo Augusto y asumió el gobierno de Italia
Atila y el papa León
SCALA
En el 410 las tropas del visigodo Alarico saquearon Roma, causando una
conmoción general en todo el Imperio. Pero la ilustre historia del
Imperio romano de Occidente vivió su último capítulo en el año 476 en Ravena, ciudad que desde hacía unas décadas era la capital del mismo Imperio. El general bárbaro Odoacro se
hizo con el gobierno de Italia, tras destituir y desterrar a Rómulo
Augusto, el último emperador, un joven que por su debilidad se ganó enseguida el apodo de "Augústulo", el pequeño Augusto.
Tradicionalmente, estos sucesos han sido descritos como los que marcaron el tránsito de la Antigüedad a la Edad Media.
Sin embargo, Augusto no fue el personaje principal de esta debacle,
sino tan sólo una víctima involuntaria de las decisiones de otros: en
primer lugar, Orestes y Odoacro; algo más lejos, en Constantinopla,
Zenón, el emperador de Oriente; en la sombra, condenado a la inacción,
el depuesto emperador de Occidente, Julio Nepote. Orestes, padre de
Rómulo Augusto que estuvo afincado en Panonia (Hungría), llegó a unirse
al séquito del huno Atila.
Flavio Orestes, el padre de Rómulo Augusto, llegó a unirse al séquito del huno Atilia
A la muerte de este, en el año 453, Orestes buscó
fortuna en el Imperio romano de Occidente, donde desarrolló una exitosa
carrera. Se rebeló y marchó contra el emperador Julio Nepote, que huyó
de Ravena en agosto de 475. Dos meses más tarde, el 31 de octubre, su
hijo, Rómulo Augusto, era proclamado en Ravena emperador de la parte
occidental del Imperio romano. Orestes ejerció el poder
en nombre de su hijo durante los escasos diez meses que duró su
mandato: hubo de hacer frente a una rebelión de su ejército, y las
tropas amotinadas escogieron como líder a Odoacro. Comprimida entre
Orestes y Odoacro, la figura de Rómulo Augusto quedó empequeñecida, difuminada; fue una marioneta en manos de uno y otro, un instrumento más de sus juegos de poder.
Atila, el rey de los hunos, la pesadilla de Roma
En el año 451 Atila, rey de los hunos, invadió el Imperio romano y avanzó hasta las puertas de la capital. Su propósito era socorrer a la hermana del emperador, Honoria, con la que deseaba casarse
Los aliados de Roma
En 451, Atila marcha sobre la Galia,
pero es frenado por una coalición de romanos, francos, burgundios y
visigodos. Arriba, fíbula visigoda. Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
ORONOZ / ALBUM
Atila y el papa León
Este relieve del escultor barroco
Alessandro Algardi, en la basílica de San Pedro de Roma, muestra el
momento en que el papa León I convence a Atila para que no saquee Roma.
SCALA
Arco de Septimio Severo
Los relieves de este arco de triunfo,
erigido en el año 203, conmemoran la victoria de Roma ante los partos.
En el siglo V, las amenazas exteriores eran cada vez más acuciantes.
ALBERTO BISCARO / LATINSTOCK
La capital de Oriente
Atila sitió Constantinopla, la
capital del Imperio de Oriente, en 443, aunque no logró derribar sus
murallas. Arriba, basílica de Santa Sofía, construida por Justiniano en
532.
JEAN-PIERRE LESCOURRE / AGE FOTOSTOCK
El terror de Europa
En este óleo de Delaunay (siglo XIX),
Atila, caudillo de los hunos, un pueblo nómada de Asia central, se
dirige con sus hordas a conquistar París en 450. Panteón, París.
WHITE IMAGES / SCALA
Personificación del mal
La sola mención del nombre de Atila
infundía pavor en territorio del Imperio romano, como muestra este Atila
demonizado en una medalla del siglo V. Museo del Louvre, París.
WHITE IMAGES / SCALA
Bárbaros en el ejército de Roma
En el siglo V, el ejército romano
estaba compuesto cada vez más por soldados procedentes de pueblos
bárbaros, como los hunos. En la imagen, casco romano. Siglo IV.
AKG / ALBUM
21 de febrero de 2017, 11:55
Atila, el rey de los hunos, la pesadilla de Roma
"La locura de un solo hombre provocó con su ataque la destrucción de infinitos pueblos, y el capricho de un rey arrogante destruyó en un instante lo que la Naturaleza había tardado tantos siglos en crear". De esta manera recordaba el historiador Jordanes la invasión de Italia por los hunos en el año 451, al mando de un terrible caudillo, Atila, al que el mismo autor veía como "la vara de la furia de Dios".
A principios del siglo V, el pueblo de los hunos era un viejo conocido de los romanos. De origen oscuro, se les relaciona con los xiongnu de las fuentes chinas, probablemente una agrupación de gentes nómadas, organizadas militarmente y sin una clara filiación étnica, que controlaban las rutas de comercio entre Europa y Asia. Sus enterramientos –algunos sobre antiguos kurganes, los túmulos escitas– han sido localizados en las regiones del Altai y en las repúblicas de Kazajistán, Tuvá y Mongolia; en ellos se han hallado característicos cráneos deformados, calderos de bronce, un rico ajuar de los caballos inmolados y puntas de flecha.
Los hunos fueron considerados por sus contemporáneos como una raza salvaje, voluble, desleal, apasionada del oro y de extrema crueldad
En el siglo IV los hunos dominaban grandes extensiones entre los ríos Don, Volga y Danubio, y los mares Báltico y Negro,
y habían sometido a los germanos, alanos y sármatas que allí vivían.
Por ello, los hunos fueron considerados por sus contemporáneos, según
recogen fuentes como Amiano Marcelino, Claudiano, Zósimo o Jordanes,
como una raza salvaje, voluble, desleal, apasionada por el oro y de
extrema crueldad, que comía raíces y carne cruda, vestía con pieles de
ratón salvaje o de cabra, y carecía de viviendas y de dioses, aunque
eran considerados buenos guerreros.
El poeta y obispo Sidonio Apolinar subraya en su Panegírico a Antemio los rasgos físicos de los hunos, como el alargamiento de su cabeza y la estrechez de sus ojos acostumbrados a abarcar con su vista grandes espacios: "De otra parte, para que los dos orificios nasales no sobresalgan de los pómulos, envuelven la nariz, cuando aún es tierna, en un vendaje para que se adapte al casco: hasta ese punto el amor materno deforma a los niños nacidos para guerrear, de modo que la superficie lisa de las mejillas se prolongue al faltar la interrupción de la nariz. El resto del cuerpo es hermoso en los hombres: tienen pecho amplio, fuertes hombros, vientre compacto".
El poeta y obispo Sidonio Apolinar subraya en su Panegírico a Antemio los rasgos físicos de los hunos, como el alargamiento de su cabeza y la estrechez de sus ojos acostumbrados a abarcar con su vista grandes espacios: "De otra parte, para que los dos orificios nasales no sobresalgan de los pómulos, envuelven la nariz, cuando aún es tierna, en un vendaje para que se adapte al casco: hasta ese punto el amor materno deforma a los niños nacidos para guerrear, de modo que la superficie lisa de las mejillas se prolongue al faltar la interrupción de la nariz. El resto del cuerpo es hermoso en los hombres: tienen pecho amplio, fuertes hombros, vientre compacto".
Temibles caballeros
Apolinar se admiraba de sus aptitudes como jinetes: "De estatura
media cuando van a pie, son altos si se les ve a caballo; por eso
parecen con frecuencia altos cuando están sentados. Apenas se tiene en
pie el niño, separado de su madre, cuando ya un caballo le ofrece su
grupa: se podría pensar que los miembros de éste se adaptan a los del hombre, tan unidos se mantienen cabalgadura y jinete.
Otros pueblos se dejan llevar a lomos de caballo; éste vive en ellos.
Llevan en el corazón los arcos curvos y los dardos; su mano es temible y
certera; creen firmemente que sus proyectiles llevan la muerte y su
furia está habituada a hacer el mal por medio de un golpe infalible".
A principios del siglo V se consolidó un imperio huno, de la mano de reyes como Ruga y después su sobrino Atila, quien, hacia 445, al parecer asesinó a su hermano Bleda y se hizo con el poder absoluto sobre su pueblo. La corte de Atila, situada en algún lugar cercano al río Tisza (en la actual Rumanía), estaba muy lejos del salvajismo que algunos romanos le atribuían. Así lo atestigua el historiador Prisco, que acudió como embajador a la corte del caudillo huno. Según su relato, el asentamiento huno disponía de fuertes murallas y bellos edificios de madera, así como un palacio con suelos cubiertos de alfombras.
Allí, el monarca se rodeaba de su harén, de intérpretes de diversas lenguas y de sus fieles,
vestidos con ricos ropajes, que en los banquetes utilizaban vajillas de
oro en contraste con los vestidos modestos y los utensilios de madera
de su rey, un hombre afable y con gran sentido de la hospitalidad. Sin
embargo, el historiador Jordanes, poco amigo de los hunos, describe a Atila como bajo de estatura, de ancho pecho y gruesa cabeza, con ojos minúsculos, escasa barba, cabellera erizada, nariz muy corta y tez oscura. También le atribuye un buen gobierno, generosidad y una gran confianza en sí mismo,
aumentada "con el descubrimiento de la espada de Marte, aquella espada
que habían venerado siempre los reyes de los escitas" y que se convirtió
en el símbolo de su poder.
Traicionado por el Imperio
Intervinieron como mercenarios para reprimir las revueltas internas provocadas por los bagaudas y combatir a otros bárbaros
Los hunos fueron también buenos colaboradores de los emperadores
romanos. Intervinieron como mercenarios para reprimir las revueltas
internas provocadas por los bagaudas y combatir a otros bárbaros, como
los burgundios y los francos. Los más privilegiados formaban parte de la guardia personal de generales como Aecio, que había vivido un tiempo entre los hunos. Incluso Atila fue nombrado general honorífico de la Galia.
La colaboración militar con Roma, sin embargo, no era gratuita. Atila exigía fuertes tributos en oro a los emperadores en concepto de "compra de la paz" en las fronteras, tributos que no era fácil pagar. Además, los traidores hunos encontraron acogida en la corte romana. Todo ello determinó que el rey huno aumentara cada vez más sus exigencias e intentase desestabilizar a los romanos azuzando contra ellos a godos y vándalos, lo que suponía enfrentarse a la política de su aliado Aecio.
La colaboración militar con Roma, sin embargo, no era gratuita. Atila exigía fuertes tributos en oro a los emperadores en concepto de "compra de la paz" en las fronteras, tributos que no era fácil pagar. Además, los traidores hunos encontraron acogida en la corte romana. Todo ello determinó que el rey huno aumentara cada vez más sus exigencias e intentase desestabilizar a los romanos azuzando contra ellos a godos y vándalos, lo que suponía enfrentarse a la política de su aliado Aecio.
Además, en el año 450 se descubrió un complot para asesinar a Atila en su corte, organizado por Teodosio II, el emperador de Oriente,
y por Edeco, el embajador de los hunos en Constantinopla. Poco después,
el sucesor de Teodosio, el militar tracio Marciano, se negó a seguir
pagando a los hunos los tributos que se les debían. Atila decidió
entonces lanzarse a la conquista de parte de las provincias de
Occidente. Pero lo hizo valiéndose de un pretexto especial: reivindicar
"el derecho de los hijos de un padre a su herencia".
Para entender la reivindicación de Atila hay que remontarse a principios del siglo V. Cuando los godos saquearon Roma en agosto de 410, se llevaron consigo varios rehenes de alto rango, entre ellos a Aelia Gala Placidia, hermana de los emperadores Honorio y Arcadio. Placidia, de fuerte personalidad y educada entre sirvientes de origen bárbaro, se casó en 414 con el godo Ataúlfo, pero éste fue asesinado poco después en Barcelona. Placidia volvió entonces a la corte de Ravena, donde fue obligada a casarse con el general Constancio. De este matrimonio nacieron Justa Gala Honoria y Valentiniano III, emperador de Occidente.
Para entender la reivindicación de Atila hay que remontarse a principios del siglo V. Cuando los godos saquearon Roma en agosto de 410, se llevaron consigo varios rehenes de alto rango, entre ellos a Aelia Gala Placidia, hermana de los emperadores Honorio y Arcadio. Placidia, de fuerte personalidad y educada entre sirvientes de origen bárbaro, se casó en 414 con el godo Ataúlfo, pero éste fue asesinado poco después en Barcelona. Placidia volvió entonces a la corte de Ravena, donde fue obligada a casarse con el general Constancio. De este matrimonio nacieron Justa Gala Honoria y Valentiniano III, emperador de Occidente.
Despojó de su título de Augusta a Honoria, según el cual podría transmitir el Imperio a sus propios hijos varones
Según Procopio, Placidia había criado un hijo débil para poder gobernar ella como regente con la ayuda del general Aecio. Pero en el año 437, Valentiniano apartó de la corte a su madre y obligó a su hermana a entrar en religión. También la despojó de su título de Augusta, que permitía a Honoria transmitir el Imperio a sus propios hijos varones, circunstancia de especial importancia dado que Valentiniano sólo había descendencia femenina.
Precisamente era ésta la razón por la que Aecio, el todopoderoso
general y ministro del emperador, se oponía a que Honoria permaneciera
como Augusta en la corte, puesto que su propio hijo, Gaudencio, estaba
prometido con una de las hijas de Valentiniano y, por ello, podía
aspirar a sucederle.
Los devaneos de Honoria
Honoria inició entonces en secreto una relación amorosa con el procurador Eugenio.
Cuando el emperador se enteró, hizo arrestar y decapitar a Eugenio, a
la vez que obligaba a Honoria, que había quedado embarazada, a casarse
con un viejo senador de Constantinopla, Basso Hercolano, poco sospechoso
de pretender el trono. La historia se complicó aún más cuando Honoria pensó pedir la protección del más poderoso soberano del momento fuera del Imperio.
En efecto, envió a Atila al eunuco Jacinto, con una fuerte suma de
dinero, a modo de regalo para el caudillo huno, y una carta con su sello
personal en la que Honoria solicitaba su ayuda para defender frente a
su hermano la "herencia" que le correspondía como Augusta.
Además, el embajador llevaba el anillo de Honoria como prueba de la
autenticidad del mensaje, pero Atila lo interpretó como una promesa de
matrimonio por parte de Honoria. Ese "malentendido" justificaba que Atila lanzara una campaña para rescatar a su "prometida" y al mismo tiempo para reivindicar su propio derecho a reinar sobre la herencia de Honora.
Valentiniano rechazó entregar su hermana al caudillo huno, e hizo arrestar, torturar y decapitar al eunuco que había llevado el mensaje a Atila; en cuanto a Honoria, la envió junto a su madre Gala Placidia, que había intercedido por ella. Entonces el rey huno dio inicio a la invasión. Al frente de un gran ejército, atravesó la frontera por Aquicum (Budapest), saqueó ciudades como Maguncia, Tréveris, Worms, Colonia, Reims y Metz y, tras ser rechazado frente a Orleans por mercenarios alanos, se encontró con el ejército de Aecio entre junio y julio del año 451 en un lugar que Hidacio denomina Campus Mauriacus y Jordanes llama Campos Cataláunicos, posiblemente junto a Châlons-sur-Marne o en Troyes.
Valentiniano rechazó entregar su hermana al caudillo huno, e hizo arrestar, torturar y decapitar al eunuco que había llevado el mensaje a Atila; en cuanto a Honoria, la envió junto a su madre Gala Placidia, que había intercedido por ella. Entonces el rey huno dio inicio a la invasión. Al frente de un gran ejército, atravesó la frontera por Aquicum (Budapest), saqueó ciudades como Maguncia, Tréveris, Worms, Colonia, Reims y Metz y, tras ser rechazado frente a Orleans por mercenarios alanos, se encontró con el ejército de Aecio entre junio y julio del año 451 en un lugar que Hidacio denomina Campus Mauriacus y Jordanes llama Campos Cataláunicos, posiblemente junto a Châlons-sur-Marne o en Troyes.
Los bárbaros paganos fueron los protagonistas de la batalla en ambos
bandos. Junto a Aecio estaban los visigodos de Teodorico, los alanos,
los alamanes del Rin y, según Jordanes, auxiliares francos, sármatas,
armoricanos, liticianos, burgundios, sajones, riparios y olibriones,
"así como otros pueblos celtas y germanos" dispuestos a recibir un
suculento botín. Atila contaba con un buen número de habitantes de las
provincias descontentos, así como con los gépidos de Ardarico,
mercenarios skiros, rugios, hérulos y los ostrogodos sometidos de los
reyes Alamiro,Teodomiro y Videmiro.
Una batalla decisiva
Fue el papa León I quien, a orillas del río Mincio, cerca de Mantua, consiguió disuadir al huno de sus intenciones
El resultado de la batalla fue dudoso. Según Hidacio, el rey visigodo "fue encontrado muerto" junto con otros 300.000 hombres, cifra a todas luces exagerada.
Al parecer, los adivinos habían asegurado a Atila que uno de los jefes
enemigos sucumbiría y él creyó que se trataba de Aecio. Pero éste y
Atila salieron indemnes. Jordanes, por su parte, cuenta que Aecio se
atribuyó la victoria al ver que los hunos se habían refugiado en su
campamento. Pero lo cierto es que Atila contó con suficientes
contingentes como para depredar los territorios de Padua, Aquileya y
Verona y para amenazar Roma mientras exigía la entrega de su prometida.
Según Procopio, fue el papa León I quien, a orillas del río Mincio,
cerca de Mantua, consiguió disuadir al huno de sus intenciones.
Debió de ofrecerle un cuantioso botín a cambio de retirarse y también debió de convencerlo de que Honoria había muerto
–al menos Gala Placidia había fallecido en Roma un año antes, según
Hidacio–, con lo que dejaba de tener justificación su presencia en las
provincias. A ello se sumaron los estragos que la peste comenzaba a causar en el ejército huno.
El supersticioso Atila, además, temía que si asaltaba Roma encontraría
una rápida muerte, como le sucedió a Alarico tras saquear la capital
imperial en 410. De esta forma se disipó la tormenta que había amenazado
al Imperio, al menos por unos años.
Casi todos los protagonistas de la invasión de los hunos sufrieron un destino trágico. Atila murió en el año 453, en su palacio, de una hemorragia que sufrió durante la noche de bodas con la germana Ildico; según los romanos era el justo castigo por tanto daño causado. Las luchas entre sus hijos disolvieron su imperio en unos pocos años. El futuro de Aecio no fue mejor; víctima de las intrigas del eunuco Heraclio, murió asesinado por el emperador Valentiniano, con su propia espada en 454, una extraña manera de agradecer a su general el éxito en la batalla.
La muerte de Aecio, "el último de los romanos", fue llorada universalmente, sobre todo por los bárbaros a su servicio. Dos de ellos la vengaron poco después, traspasando con sus espadas al emperador cuando se encontraba en el Campo de Marte. Más tarde, los vándalos entraron en Roma y se llevaron un importante botín, incluidas la esposa y las hijas de Valentiniano. El Imperio estaba dando sus últimas boqueadas.
PARA SABER MÁS
Atila. Por Marco Bussagli. Alianza, Madrid, 1988.
Gala Placidia. Por Rosa Sanz Serrano.Orto, Madrid, 2006.
La caída del Imperio romano. Por Peter Heather. Crítica, Barcelona, 2006.
Casi todos los protagonistas de la invasión de los hunos sufrieron un destino trágico. Atila murió en el año 453, en su palacio, de una hemorragia que sufrió durante la noche de bodas con la germana Ildico; según los romanos era el justo castigo por tanto daño causado. Las luchas entre sus hijos disolvieron su imperio en unos pocos años. El futuro de Aecio no fue mejor; víctima de las intrigas del eunuco Heraclio, murió asesinado por el emperador Valentiniano, con su propia espada en 454, una extraña manera de agradecer a su general el éxito en la batalla.
La muerte de Aecio, "el último de los romanos", fue llorada universalmente, sobre todo por los bárbaros a su servicio. Dos de ellos la vengaron poco después, traspasando con sus espadas al emperador cuando se encontraba en el Campo de Marte. Más tarde, los vándalos entraron en Roma y se llevaron un importante botín, incluidas la esposa y las hijas de Valentiniano. El Imperio estaba dando sus últimas boqueadas.
PARA SABER MÁS
Atila. Por Marco Bussagli. Alianza, Madrid, 1988.
Gala Placidia. Por Rosa Sanz Serrano.Orto, Madrid, 2006.
La caída del Imperio romano. Por Peter Heather. Crítica, Barcelona, 2006.
NATIONAL GEGORAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
ayabaca@gmail.com
ayabaca@hotmail.com
ayabaca@yahoo.com
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
ayabaca@gmail.com
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Hola Don Guillermo mi incomparable amigo permítame saludarlo y presentarle mis respetos por hacernos recordar los conocimientos de la historia universal del imperio romano caramba lo felicito y al mismo tiempo le deseo éxitos en su labor cultural que contribuye a que los niños jóvenes y adultos no olvidemos la lectura que es higiene mental su amigo JGSA
ResponderEliminarHola querido amigo, gracias por compartir.
ResponderEliminarDeseo disfrutes, de un maravilloso domingo, en compañía de familiares o amistades, un Fuerte Abrazo.
Excelente ! Felicidades y bendiciones Bello compartir! Gracias ! Feliz Domingo familiar!
ResponderEliminarAmigo Guillermo, muchas gracias por compartir temas de gran importancia, bendiciones caballero.
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