Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la agencia de noticias BBC Mundo Noticias, nos entrega un reportaje sobre el aporte científico de tres lationamericanos: el argentino Diego Comerci, la mexicana Susana Lopez y el mexicano Mauricio Terrones; quienes hicieron sus investigaciones para combatir el zika, el dengue y la influenza, que ahora son usados para hacer frente al coronavirus Covid-19.
BBC Mundo Noticias .- narra "............"Ya no nos sorprende. Cada vez oímos que hay más brotes y enfermedades emergentes (en el mundo)", me dice la científica mexicana Susana López."En los últimos años hemos pasado por varios: el del ébola, el del chikungunya, el del zika. Cuando supimos de un brote de coronavirus, la reacción fue: 'Otro'", indica la viróloga. América Latina ha sido sacudida por la propagación de diferentes infecciones virales en lo que va de siglo. Desde el año pasado, la región ha sufrido uno de los brotes epidémicos más grandes de dengue de los últimos 20 años. En 2019, 1.538 personas murieron y se registraron más de tres millones de casos en el continente. En 2016, el virus del Zika tuvo en vilo a buena parte de Latinoamérica, mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró una emergencia global ante su avance. En 2009, México se convirtió en uno de los primeros países en reportar casos de influenza A-H1N1. Ese mismo año, la OMS categorizó de pandemia lo que inicialmente se llamó "gripe porcina”. Estos virus han dejado importantes y dolorosas lecciones para el continente que ahora enfrenta la pandemia del coronavirus..............."
"Ya no nos sorprende. Cada vez oímos que hay más brotes y enfermedades emergentes (en el mundo)", me dice la científica mexicana Susana López.
"En los últimos años hemos pasado por varios: el del ébola, el del chikungunya, el del zika. Cuando supimos de un brote de coronavirus, la reacción fue: 'Otro'", indica la viróloga.
América Latina ha sido sacudida por la propagación de diferentes infecciones virales en lo que va de siglo.
- Desde el año pasado, la región ha sufrido uno de los brotes epidémicos más grandes de dengue de los últimos 20 años. En 2019, 1.538 personas murieron y se registraron más de tres millones de casos en el continente.
- En 2016, el virus del Zika tuvo en vilo a buena parte de Latinoamérica, mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró una emergencia global ante su avance.
- En 2009, México se convirtió en uno de los primeros países en reportar casos de influenza A-H1N1. Ese mismo año, la OMS categorizó de pandemia lo que inicialmente se llamó "gripe porcina”.
Estos virus han dejado importantes y dolorosas lecciones para el continente que ahora enfrenta la pandemia del coronavirus.
BBC Mundo les preguntó a tres científicos que trabajan para frenar el virus SARS Cov-2 que provoca la enfermedad del covid-19 cómo les están ayudando sus experiencias académicas con los virus de la influenza, el zika y el dengue en su nuevo reto.
Susana López y el zika
Susana López es investigadora del Instituto de Biotecnología de la Universidad Autónoma Nacional de México.
En 2012 ganó el prestigioso premio que la Unesco y la Fundación L’Oreal les conceden a destacadas científicas de todo el mundo.
Fue por encabezar “la batalla científica contra un problema universal, un rotavirus que ataca a casi todos los niños menores de cinco años en todo el planeta y que causa severas enfermedades intestinales".
Uno de los aspectos que le preocuparon cuando se desató el brote de zika en la región, en 2016, fue "que hubiera transmisión vertical entre madre e hijo y que esta infección en los fetos tuviera como consecuencia malformaciones tales como la microcefalia", algo no visto con otros virus procedentes de mosquitos.
Ante eso, "nos dimos cuenta de que una de las cosas que teníamos que hacer era aprender a diagnosticarlo y conseguimos fondos para traer a personal del Instituto Pasteur de Senegal para que nos diera un curso de capacitación de diagnóstico”, le cuenta a BBC Mundo.
Junto a colegas del laboratorio en el que trabaja, ubicado en el campus universitario de Morelos, y de la Sociedad Mexicana de Virología, reunió “a un grupo grande de virólogos de diferentes partes del país para que aprendieran a diagnosticar el zika”.
Actualmente, y sin dejar de lado sus investigaciones del rotavirus, López y su equipo trabajan en el desarrollo de análisis serológicos para detectar anticuerpos en la sangre y establecer así quién tuvo zika, incluso si fue asintomático.
También han recibido la capacitación del Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos de México para procesar pruebas de diagnóstico del SARS CoV-2.
"(Ese organismo es el) encargado de hacer la epidemiología de todas las enfermedades infecciosas del país" y de elegir la prueba diagnóstica sobre cuyo uso entrenarán a especialistas de todo México.
Así, López y otros miembros de su laboratorio esperan empezar a procesar los test -una prueba molecular que se llama PCR, que requiere que se tome una muestra nasofaríngea- que se realizarán entre los miembros de la comunidad universitaria, en el campus de Morelos, en los próximos días, comenzando por personas de alto riesgo.
"Lo que hemos aprendido"
López cuenta que su experiencia con el zika le mostró que "lo más útil que podemos hacer como académicos es apoyar a las instituciones de salud pública que se dedican a la epidemiología".
"A pesar de que somos expertos en biología molecular y tenemos muchas herramientas, tenemos que respetar las reglas de epidemiología. (Los expertos de ese campo) son los que validan las pruebas para que nadie tenga un falso positivo o un falso negativo”.
"Pese a que puedo pensar que las pruebas que yo puedo diseñar serían mejores, tengo que alinearme a sus directrices porque ellos han trabajado en las validaciones y creo que eso es esencial".
“Ahora entiendo muy bien que las autoridades sanitarias y el departamento de epidemiología del país sean rígidos para que se hagan las pruebas que ellos determinan y que se efectúen de la manera correcta”.
"Lo que hemos aprendido es que nuestro papel más útil es poder diseminar la tecnología a instituciones que también la pueden implementar para tener más fuerza de trabajo en ese sentido”.
El olvido
Cuando la viróloga me dijo que ya no sorprendía que hubiese otro brote u otra enfermedad emergente, reflexionó sobre el impacto de la sobrepoblación y la actividad humana en la naturaleza.
"Estamos invadiendo bosques y selvas (…) y eso nos acerca a muchos animales e insectos con los que normalmente la humanidad no tenía contacto. De esa forma, muchos virus que estaban en sus huéspedes naturales (mosquitos, murciélagos y otros animales) infectan a las personas".
"En los casos del ébola, del zika, del coronavirus, lo que ha pasado es que el virus se empieza a adaptar (al organismo humano) y comienza a desencadenarse la transmisión de la infección viral entre personas".
Y, tras conocerse la información de un nuevo brote, la sociedad y las autoridades reaccionan.“Se genera una alarma sanitaria y volteamos de cabeza el laboratorio en el que trabajamos”, señaló.
Pero "después de unos meses pasa la novedad".
"La gente no visualiza cuán importante es la investigación científica hasta que lo tiene (el brote) encima y lo peor es que la memoria es corta porque cuando estamos en medio de esto, las personas se preguntan: '¿Y dónde están los científicos? ¿por qué no tenemos más gente trabajando en esto? ¿por qué no diseñan cosas más rápidas? ¿por qué no hacemos más cosas?'".
Más inversión
"Los gobiernos en general no entienden que la investigación científica no sale de la nada, que necesitamos muchísimos más virólogos en toda Latinoamérica".
López me habla con frustración de la "poca inversión que hay en el ámbito científico".
Sin embargo, de cara al coronavirus, que nunca imaginó que se iba a convertir en un problema global, quiere ser optimista: “Hay que verlo sin temor, pues el 80% de los casos son leves”, dice y hace hincapié en la necesidad de mantener la distancia social y seguir las recomendaciones de los expertos.
El dengue y Diego Comerci
Cuando el microbiólogo argentino Diego Comerci vio la velocidad con la que se estaba propagando el nuevo coronavirus por el mundo, sintió "estupor".
"Jamás imaginé que iba a vivir una situación así"”, le cuenta a BBC Mundo desde Buenos Aires.
"Si bien leí y estudié sobre pandemias, brotes y epidemias, porque fue un tema que siempre me apasionó, (…) me impactó ver lo que un microorganismo estaba generando a nivel mundial".
"Cuando empezamos a ver que aparentemente era una nueva recombinación, un nuevo virus que surgía de este grupo de coronavirus que son tan propensos a emerger y a saltar entre especies, me empecé a preocupar", indica el doctor en biología molecular.
"Me di cuenta de que en Argentina íbamos a tener un problema serio en cuanto a la saturación del sistema médico y su capacidad de respuesta".
"Y conociendo cómo funciona el sistema de diagnóstico nacional, que es centralizado, esto iba a provocar rápidamente un cuello de botella”, dice el profesor de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
Una prueba simple
Fue así como -junto a otros colegas del laboratorio que fundó: Chemtest- elaboró un plan de acción para reenfocar parte de la tecnología que ya han desarrollado en pruebas de diagnóstico de otras enfermedades infecciosas.
Y se pusieron a la disposición de las autoridades sanitarias de su país, quienes les encomendaron generar una prueba que permita descentralizar el diagnóstico y estar preparados para cuando llegue el pico.
El objetivo, indica, es crear un test molecular que sea simple, robusto, económico y rápido y que tenga en cuenta las realidades latinoamericanas, "donde no hay una infraestructura sofisticada para llevar adelante los exámenes moleculares que se usan en otras partes del mundo".
"Una gota de sangre"
Se trata de un reto que ya había asumido junto al grupo de colegas del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la UNSAM con el que fundó Chemtest: fabricar un test rápido para detectar el dengue.
Y lo lograron: diseñaron un dispositivo, "muy similar a los test de embarazo", que con una gota de sangre y en cinco minutos determina si una persona tiene dengue.
En concreto, permite detectar la presencia de un anticuerpo muy temprano: la inmunoglobina M (IgM).
El origen de la prueba del dengue fue una serie de tecnologías y moléculas que habían desarrollado y que "funcionaban muy bien" en el diagnóstico de ciertas infecciones bacterianas.
La hora de enforcase en las virosis les había llegado.
Y es que, explica el investigador, en 2014 recibieron el pedido del Ministerio de la Defensa de Argentina de elaborar un examen de diagnóstico rápido para el dengue con el fin de usarlo entre sus cascos azules desplegados en Haití, donde había un brote de la enfermedad.
De acuerdo con Comerci, el dispositivo ha sido de amplia utilidad por el brote epidémico que actualmente sufre la región.
"La cenicienta"
De acuerdo con Comerci, las tiras reactivas cuentan con la aprobación de las autoridades de salud de su país y ya se están implementando en algunas provincias de Argentina.
"La enseñanza más importante que nos dejó nuestra experiencia con el dengue es que se debe desarrollar la herramienta que el sistema sanitario necesita más allá de lo que los académicos creemos que es lo mejor".
"A veces uno está muy encerrado en el conocimiento del laboratorio, en el mundillo de los especialistas, de los académicos y pierde la perspectiva de lo que realmente demanda el sistema médico para ofrecer soluciones", señala el docente.
Aunque tanto el virus del dengue como el coronavirus son virus cuyo material genético es el ARN (ácido ribonucleico) -explica el microbiólogo- los diagnósticos son "absolutamente distintos".
"El caso del coronavirus es totalmente novedoso. De hecho, es un virus que tiene 90 días de edad. No está claro si los test serológicos o los test inmunológicos tienen valor y si lo tiene, cuál es"
"Por eso nosotros no apuntamos hacía allá, sino a lo que hoy se necesita en esta emergencia, que es detectar a las personas portadoras del virus, ya sea sintomáticas o asintomáticas”, afirma.
"No es extraño que la OMS, que históricamente no le ha dado mucha importancia al tema del diagnóstico, esté diciendo que lo central es la identificación de los positivos, ya sea sintomáticos o asintomáticos".
"Estoy seguro y hay evidencia científica que lo demuestra que, en el caso del coronavirus, lo que estamos viendo es la punta del iceberg y que abajo hay una enorme masa de gente asintomática que transmite el virus".
Por eso, reflexiona el experto, el área del diagnóstico deber dejar de ser "la cenicienta".
La influenza y Mauricio Terrones
Imagina que entras en un bosque y a medida que caminas encuentras más y más árboles.
Tratas de avanzar, pero ya hay tantos árboles que es casi imposible dar un paso.
Tarde o temprano, quedas atrapado y no puedes escapar.
Eso es lo que el premiado científico mexicano Mauricio Terrones está tratando de hacerle a los virus: capturarlos para poder ayudar al desarrollo de vacunas y pruebas rápidas de diagnóstico.
Y para eso diseñó, junto a su equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania, en Estados Unidos, una especie de bosque que es imperceptible al ojo humano.
"Construimos un bosque de nanotubos alineados (los árboles) que están muy pegados entre ellos y atrapan a los virus", le dice a BBC Mundo.
"Lo hicimos con virus de aves y virus humanos de enfermedades respiratorias, de influenza. Creemos que con el virus del covid 19 tiene que funcionar".
El beneficio de capturarlos
El primer paso para detectar un virus es capturarlo, indica el académico. Tenerlo identificado es clave para actuar en caso de un brote.
"Hemos atrapado virus similares al coronavirus pero de animales. Por tamaño, los podemos concentrar (…). El virus de la influenza es de alrededor 100 nanómetros, el coronavirus es de 125 a 150 nanómetros. Estamos en el rango y eso ayudaría a enriquecer muestras del SARS-CoV-2", señala el académico.
El pequeño dispositivo que los científicos de la universidad estadounidense han desarrollado tiene la ventaja de que no depende de la presencia de anticuerpos, lo cual es clave para detectar virus emergentes o desconocidos.
"Lo importante es que el virus que atrapemos sea viable y se pueda replicar, ya que no es modificado y no tiene ningún anticuerpo", explica el físico.
El que "sea viable", aclara el docente, les permitirá ponerlo en contacto con "células para infectarlas y así replicarlo de una forma más eficiente y eso ayudará al desarrollo de vacunas".
Un método de diagnóstico
La tecnología desarrollada por Terrones también hace uso de la espectroscopia Raman (técnica que estudia los modos de baja frecuencia de las moléculas y las proteínas) para ayudar al diagnóstico:
Se recolecta una muestra de un paciente (por ejemplo de saliva), se disuelve en unos líquidos especiales y se pasa por una jeringa que contiene el dispositivo.
Después, el dispositivo se somete al espectrómetro de Raman y "en menos de cinco minutos tenemos una señal (un espectro) que indica si es positivo o negativo".
Y la identificación es posible gracias a que se cuenta con una base de datos de espectros que contienen las "huellas digitales de diferentes virus".
"Las pruebas que hicimos con los virus respiratorios de influenza y parainfluenza (con muestras humanas) resultaron en 90% de exactitud", indica el experto.
De acuerdo con el químico, esa tecnología podría utilizarse en los aeropuertos.
Con el H1N1 en la mira
Si algo ha aprendido Terrones al estudiar virus como los que causan la influenza aviar o la influenza A-H1N1, es que el reto más grande es predecir la evolución de los virus.
Y esa enseñanza cobra especial protagonismo a la luz de la pandemia del covid 19.
"Cuando los virus mutan demasiado provocan que tus anticuerpos y tus vacunas ya no funcionen", indica el doctor.
"Si identificamos ciertos patrones antes de que se produzca la mutación antigénica, de alguna manera, podemos adelantarnos y atacar a los virus".
Y, en ese aspecto, el estudio que el profesor y sus colaboradores están haciendo sobre el H1N1 puede arrojar luces.
"Estamos investigando el H1N1 para ver cómo está mutando porque, por ejemplo, en las vacunas estacionales del año pasado se incluyeron cuatro cepas: dos virus (de influenza) tipo A y dos tipo B. Del tipo A estaba el H1N1".
Conocer cómo muta el H1N1 "nos puede ayudar en nuestros intentos por predecir una mutación del coronavirus, que nos agarró desprevenidos porque es un virus nuevo".
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Coronavirus: las ventajas de América Latina para combatir la pandemia
¿Si sistemas de salud como los de España o Italia están al límite, qué pasaría en América Latina?
Desde que el 26 de febrero se registró el primer caso en Brasil y empezó a propagarse al resto de países, la región enfrenta una fase de contención del coronavirus.
Eso llevó a que Venezuela, Argentina, Perú o El Salvador, entre otros, tomaran medidas drásticas como la cuarentena, la distancia social, el cierre de fronteras y la multiplicación de tests.
Aunque aún estamos lejos de la gravedad de países como China, Corea del Sur o Europa, las autoridades alertan.
"Llegar a una situación como la de Italia o España sería algo muy dramático y catastrófico, y no podemos descartar que vaya a pasar", afirma a BBC Mundo Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles y Determinantes Ambientales de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Hasta el 24 de marzo, Italia registra más de 60.000 casos de coronavirus y más de 6.000 muertos. En América Latina el país con más fallecidos es Brasil con 25 fallecidos.
Coincide Miguel Lago, director del Instituto de Estudios para Políticas de Salud (IEPS), con sede en Río de Janeiro.
"Es muy posible que ocurra lo de Italia en América Latina o tal vez peor, porque Italia invierte casi el 7% del PIB (Producto Interno Bruto) en salud pública y tiene un sistema más fuerte que nuestros países", dice a BBC Mundo el experto, que compara el país europeo, por ejemplo, con México, que invierte apenas el 3% del PIB.
"Podemos tener un escenario más terrorífico que el de Italia", alerta.
Pero más allá de las carencias de los sistemas de salud y de las inequidades, América Latina cuenta también con ventajas para afrontar la crisis y hacer que el impacto sea menor que en otras partes del mundo.
Tiempo y distancia
América Latina y África fueron las regiones a las que más tarde llegó el coronavirus, que se originó en China y de ahí se extendió por Asia y más tarde a Europa y Estados Unidos, las zonas más afectadas por el brote en este momento.
La distancia de América Latina respecto a Asia y Europa, de las que la separan sendos océanos, permitió ganar tiempo.
Las experiencias de contención tomadas por China y por Europa sirvieron para tomar mucho antes medidas de precaución que tardaron en llegar a Italia y España, países que se vieron más sorprendidos por el aumento exponencial de casos.
"Una ventaja es el tiempo que ha tenido (la región) para prepararse y tomar medidas de contención y de mitigación", destaca el doctor Espinal.
Venezuela, por ejemplo, decretó la cuarentena total del país con menos de 20 casos; y Argentina, antes de que su cifra de fallecidos fuera de cuatro.
En España, los positivos se dispararon a partir del 25 de febrero, pero no fue hasta el 15 de marzo cuando se decretó la cuarentena en todo su territorio. El país europeo suma más de 33.000 casos y más de 2.000 muertes.
"Nos va a afectar (el coronavirus). Lo importante es minimizar la posibilidad de brotes masivos y que implementemos medidas que nos ayuden a controlar al máximo la posibilidad de que pase lo que está pasando en Estados Unidos, Italia, China o Irán", afirma el experto de la OPS.
América Latina "está a tiempo de prepararse", dice Espinal.
Esa es su gran ventaja: frenar ahora al máximo la expansión.
Porque una vez se propague el virus de forma local, los sistemas de salud se verán tensionados y ahí quedarán más patentes las carencias de recursos: se requerirán unidades de cuidados intensivos adecuadas, ventiladores para la respiración asistida, camas y equipos de protección para el personal sanitario.
Experiencia con enfermedades infecciosas
A diferencia de Europa, América Latina sí está habituada a tratar con enfermedades infecciosas.
La región "tiene una gran experiencia en el manejo de brotes y pandemias, como el H1N1 en 2009 y el zika hace 4-5 años", recuerda Espinal.
"Latinoamérica ha aprendido de esas lecciones y los países están un poco mejor preparados que antes de esas epidemias", agrega.
Por ejemplo, a la hora de controlar puntos de entrada a los países, como los aeropuertos, y tener preparadas unidades de aislamiento y laboratorios.
"Tenemos un panorama epidemiológico complejo, con sistemas acostumbrados a esa complejidad, a atender a pacientes con enfermedades no transmisibles (cáncer, cardiovasculares, diabetes…) e infecciosas", apunta como fortaleza Lago, director del Instituto de Estudios para Políticas de Salud.
Como ejemplo cita el dengue, que está registrando cifras récord, pero también el zika, el chikunguña, la malaria, la fiebre amarilla…
"Es una región resiliente que enfrentó el zika muy exitosamente", refuerza Espinal en referencia a la crisis por la enfermedad transmitida por mosquitos que afectó especialmente a Brasil.
"Las enfermedades emergentes o reemergentes están ahí y son parte de nuestro vivir diario", asegura Espinal que, sin embargo, avisa de que la epidemia del coronavirus es mucho más grave y de consecuencias aún imprevistas.
Entonces con el zika como ahora con el coronavirus la sociedad se movilizó y se unificó ante un brote que superó fronteras. Y fue primordial, como ocurre en estos momentos, la información.
"Entonces la gente tuvo que aprender qué hacer con los criaderos de mosquitos, y ahora hay que enseñar a cómo manejar la distancia social o las medidas de higiene personal", dice Espinal.
"Tenemos la capacidad técnica pero no los recursos e insumos, así que habrá que ver la dimensión de la epidemia acá", alerta Lago.
"Si poca gente es infectada, tenemos toda la capacidad de controlar eso bien, pero sí se infecta el 20% de la población, que no es nada imposible, tenemos un gran lío", agrega.
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Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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