Una rara carroza ceremonial ha sido hallada en una villa de la zona arqueológica de Pompeya, salvándola por muy poco de los saqueadores. Se trata de un pilentum, un carro de lujo utilizado en ceremonias religiosas, de los cuales se han encontrado muy pocos.
La ciudad sepultada por el Vesubio nunca deja de maravillar. Este sábado, el Parque Arqueológico de Pompeya ha anunciado la recuperación de un pilentum romano, un tipo de carroza ceremonial que se utilizaba en raras ocasiones y de las cuales se han encontrado muy pocos ejemplares. El hallazgo ha tenido lugar en la villa de Civita Giuliana, situada extramuros de la ciudad romana y que perteneció a un personaje de alto rango. Las autoridades han podido salvar esta pieza de los saqueadores, que en otras ocasiones se han llevado objetos de esta misma villa.
UNA PIEZA ÚNICA
Massimo Osanna, responsable de la excavación y director saliente del Parque Arqueológico de Pompeya, afirma que este pilentum es “una pieza única en Italia, un descubrimiento de gran importancia para avanzar en el conocimiento del mundo antiguo”. El arqueólogo afirma que “solo se puede comparar con una serie de carros encontrados hace quince años en una tumba de Tracia” -en la frontera entre Grecia y Bulgaria-; entre estos se encuentra uno “muy similar” a este, pero que no está decorado.
El pilentum pudo haber formado parte de una ceremonia religiosa o de una boda
Y es que, en efecto, el pilentum recuperado en Pompeya destaca por su decoración y su buen estado de conservación: presenta una serie de relieves de tema erótico y rastros de los cojines, de las riendas y de espigas de grano que se encontraban en el asiento. Estas son pistas importantes para averiguar qué función tenía la carroza y los expertos apuntan a dos posibilidades: una es que fuera a servir para una ceremonia religiosa, probablemente dedicada al culto de Ceres -la diosa de la tierra y la agricultura, de ahí las espigas de grano- o de Venus -diosa del amor, lo que explicaría las escenas eróticas-. Osanna señala que en Pompeya se oficiaban ritos conjuntos para ambas diosas, que representaban la fertilidad, y que “se puede pensar que en la villa vivía una sacerdotisa de estos cultos”.
La otra posibilidad, que Osanna considera más probable, es que la carroza hubiera sido preparada para “una ceremonia nupcial que se acababa de celebrar o iba a celebrarse” y que, en tal caso, las espigas de grano serían un augurio de fertilidad. Esta hipótesis es sostenida por el hecho de que en los establos de la villa se encontraran los restos de tres caballos, sepultados junto con los habitantes de la casa durante la erupción que destruyó la ciudad; uno de los animales tenía unas bridas colocadas que indican que estaba a punto para salir o bien que acababa de regresar.
LA VILLA DE LOS TESOROS
La villa de Civita Giuliana se ha hecho tristemente famosa en los últimos años por ser el escenario de repetidas excavaciones clandestinas que han terminado muchas veces con el robo de piezas arqueológicas. En esta ocasión han atrapado a los responsables, que han quedado en libertad con cargos; uno de ellos vive en las inmediaciones del lugar de la excavación, lo que ha llevado al equipo arqueológico a acelerar los trabajos para evitar que más objetos fueran robados, ya que para recuperarlos antes hay que liberarlos de los escombros volcánicos que los cubren.
A raíz de los últimos descubrimientos, Osanna sostiene una hipótesis sobre quién fue el propietario de la villa: seguramente un general o funcionario militar del más alto rango, puesto que las bridas del caballo eran de tipo militar. Más concretamente, es probable que perteneciera a la familia Mummii, ya que en uno de los muros de la villa está escrito el nombre Mummia: las mujeres romanas no tenían nombre propio como los hombres, sino que llevaban el nombre en femenino de la familia a la que pertenecían.
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