martes, 28 de diciembre de 2021

Antropología : DESENTERRANDO EL PASADO: EPISODIO 16: Viaje a la garganta de Olduvai, la cuna de la humanidad

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la Evolución humana, sigue siendo la tarea principal de la arqueología descifrar sus orígenes, en distintos lugares de África se realizan excavaciones en yacimientos que se van sacando a  la luz las distintas etapas que sufrió el Homo Erectus, tal como lo conocemos ahora al hombre moderno.
Justamente en Tanzania, un país conocido con las gigantescas migraciones de al vida salvaje, también tiene un valle conocido como la Garganta de Olduvai, que es una depresión cuyo cañón de 48 kilómetros de extensión está llena de volcanes, donde han descubierto residuos humanos de hace 1,7 millones de años, cuyos pobladores se dedicaron a la industria lítica en fabricar herramientas y armas para cazar y trabajar, por lo que Olduvai, es la cuna de la humanidad....  ....siga leyendo los pasos de la Evolución Humana........



La garganta de Olduvai, en Tanzania, es uno de los yacimientos paleoantropológicos más importantes del mundo.

Foto: iStock

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En este capítulo nos vamos a Tanzania. Una tierra famosa por sus increíbles jirafas, leones o elefantes… Son muchos los que vienen de safari buscando aventuras, pero esta tierra fértil de migraciones animales esconde también la clave paleontológica de la evolución humana. Hoy nos centraremos en esto.

Al norte de este país africano, hay un lugar clave para esta investigación, la Garganta de Olduvai. Un cañón de 48 kilómetros de longitud rodeado de volcanes, dónde se creó una de las primeras industrias líticas del planeta, es decir, dónde se empezó a crear herramientas de piedra.

Nos preguntaremos… ¿De dónde venimos? ¿Quiénes eran nuestros antepasados? ¿Cómo vivían estos homínidos?

Los antiguos pobladores que residieron en la zona en el periodo achelense, es decir, hace 1,7 millones de años, eran unos auténticos artistas en el uso de materiales para fabricar herramientas con las que cazar o trabajar. Puede que fuesen una especie de fabricantes de navajas suizas, entre comillas, por su función multiuso.

Conoceremos el trabajo de un matrimonio el nombre del cual quedará para siempre ligado a estas tierras. Hablamos de Louis y Mary Leakey. ¿Qué descubrió esta pareja que fue tan sumamente importante en el campo de la evolución humana?

A través de su historia y de la de dos investigadores que actualmente están trabajando en el terreno, viajamos a la cuna de la humanidad. Bienvenidos a un nuevo episodio de “Desenterrando el pasado”.

Si se quiere investigar sobre los orígenes de nuestra especie, el país dónde hay que dirigirse es, sin lugar a dudas, Tanzania. Muchos son los investigadores que año tras año viajan al lugar en busca de material que les permita entender mejor quiénes fueron nuestros antepasados. Es el caso de Ignacio de la Torre, doctor en arqueología y actual miembro del CSIC. Desde 2007 dirige un proyecto que busca el origen y evolución del Homo erectus en África oriental. Un proyecto financiado por la fundación Palarq.

En este capítulo nos situamos en Olduvai, al norte del país, a unos 500 km de la capital, Dodoma… o lo que es lo mismo, a 8 horas en coche hacia el sur. Este territorio contiene una de las secuencias paleo antropológicas científicamente más relevantes de todo el viejo mundo.

La garganta de Olduvai es una de los yacimientos más importantes para los orígenes humanos, es una secuencia arqueológica muy conocida y cualquier arqueólogo que esté interesado en la arqueología de los orígenes humanos pues siempre tiene la garganta de Olduvai como un referente”.

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El equipo del proyecto está formado por investigadores de todo el planeta. Trabajan con el objetivo de conocer la zona que dio nombre a la cultura Olduvayense, la primera cultura arqueológica en Olduvai. Una cultura que dura al menos 1 millón de años, comenzando hace 2,6 millones de años. Cómo decíamos este proyecto busca entender mejor esta cultura para compararla con la cultura arqueológica que vino posteriormente y que se conoce como cultura Achelense.

En unos minutos hablaremos de ello… antes, como siempre, toca situarnos.

La Garganta de Olduvai se encuentra en el Valle del Rift, una gran fractura geológica situada en el este de África que cuenta con una extensión de más de 4.800 km.

A este Valle también se lo conoce cómo la cuna de la humanidad, por la importancia de los fósiles de homínidos que se han encontrado, unos fósiles clave para entender la evolución humana.

La garganta de Olduvai se encuentra en el gran Valle del Rift, que es una falla tectónica que abarca desde el Mar Rojo hasta Mozambique. Es decir, desde Etiopía hasta Mozambique, y es un accidente geográfico que divide África en dos partes. Lo que llamamos África oriental y el resto de África.

Bien, por un lado, hay que destacar el Valle del Rift y, por otro, el Parque Nacional del Serengeti, una zona que a todos nos sonará por los documentales de la 2. Pero lo más importante, a garganta de Olduvai está rodeada por volcanes.

Este sonido nos es, desde hace unos meses, familiar. Poco sabíamos de lava, coladas o colapsos, hasta que el 19 de septiembre de 2021 el volcán de la Palma entró en erupción. Luego hablaremos de ello.

Estas estructuras geológicas, los volcanes, tienen una relevante importancia en las investigaciones. Nos lo cuenta el geólogo Alfonso Benito, miembro del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), que lleva años vinculado al proyecto.

“Es una cuenca digamos sedimentaria, una gran depresión que se ha ido rellenando con sedimentos a lo largo del tiempo. Y esta depresión está rodeada por volcanes, que han tenido una actividad notoria durante todo el registro sedimentario y han ido proporcionando pues distintas capas de lava y de cenizas que se han ido intercalando entre los distintos sedimentos y que ahora están ahí y nos permiten datar todos los yacimientos y también son erupciones volcánicas que han afectado a todos los ecosistemas que estaban allí donde habitaban los homínidos”.

Bien, os proponemos un juego…Vamos a hacer el ejercicio de cerrar los ojos y a escuchar a Alfonso que nos ayuda a imaginarnos el paisaje.

“Te tienes que imaginar que es lo que llamaríamos un altiplano, una zona que está muy elevada, a 1.400 metros y es una cuenca que tiene ahora un clima semiárido, hay zonas que tienen más vegetación, con mucha zona de pasto y en este altiplano con este clima y vegetación ha habido una erosión muy grande en un momento determinando que formó una garganta, como un cañón, y esta garganta es la que erosionó todos los sedimentos y dejó expuesto pues todos los niveles estratigráficos donde vemos ahora los yacimientos”.

Antes hemos comentado que el hecho de que la zona esté llena de volcanes influye en los materiales arqueológicos encontrados.

Ignacio destaca este hecho cómo muy positivo y nos da 2 razones.

“En primer lugar, los volcanes cuando hay una erupción emiten lavas, cenizas y esas se pueden datar. Es decir puedes saber la edad exacta cuando se emitieron esos materiales volcánicos. Si tienes un yacimiento arqueológico que está depositado entre sedimentos volcánicos, si datas esos materiales volcánicos puedes saber la edad del yacimiento”

Ya sabemos que los volcanes ayudan a la datación, permiten tener un mejor control cronológico de los restos encontrados, y además…

“Las características geoquímicas de las cenizas volcánicas interactúan con los huesos para que haya una buena preservación del material óseo, que se conserva a lo largo del tiempo gracias a las características geoquímicas del sedimento”.

Y además permiten mejor la conservación de los materiales.

Lo que nos hace pensar que si nos fijamos en el volcán de La Palma, dentro de miles y miles de años, cuando quieran investigar la zona lo tendrán más fácil para estudiar quienes vivieron allí y cómo era el ecosistema. Por cierto, le preguntamos al geólogo del proyecto, a Alfonso, qué piensa de las impactantes imágenes que cada día copan los telediarios.

“Si, a mí también me sorprende Y me quedo boquiabierto cuando veo las imágenes. Porque yo normalmente lo veo en rocas y sedimentos y lo interpreto, pero no es lo mismo que luego verlo funcionando directamente. Me impresiona muchísimo y te parece entre una belleza y una tragedia que afecta a la civilización moderna. Y te imaginas en los momentos de la evolución humana, como nosotros estudiamos, pues claro al ecosistema les ha afectado”.

Pero claro está, una cosa es verlo en la roca millones de años más tarde y la otra es verlo en vivo y en directo.

Antes de adentrarnos en los descubrimientos recientes que ha llevado a cabo el equipo del proyecto, vamos a conocer quiénes fueron los primeros investigadores que decidieron invertir su tiempo en explorar la zona. Y aquí hay que introducir un apellido que para siempre quedará ligado al territorio. Hablamos de la familia Leakey.

El paleontólogo Louis Leakey fue el primero en pisar estas tierras en busca de yacimientos. Corría el año 1931 y desde entonces la investigación del lugar ha sido ininterrumpida. Fue el primero en reconocer la importancia de Olduvai en el campo de la arqueología. Unos años más tarde se incorporó a sus investigaciones Mary Leakey, la que más adelante se convirtió en su esposa. Una mujer con un gran afán por desenterrar el pasado y con quien compartió un gran amor y largas jornadas de trabajo.

La pareja, ampliamente conocida en el mundo de la arqueología, lideró durante más de 80 años el estudio de la evolución humana en este territorio. Corría el año 1959 y en una zona recóndita de Tanzania (hoy día muy conocida, estamos hablando de Olduvai), la mujer, Mary, encontró el cráneo de un homínido que supuso el primer resto humano perteneciente a un miembro de la especie homo que habría vivido 1,7 millones de años atrás.

Otro de los grandes descubrimientos de la pareja son las conocidas como huellas de Laetoli. Un rastro de pisadas de hace 3,5 millones de años que corrobora que nuestros antepasados ya caminaban erguidos.

Ah! Por cierto, el matrimonio Leakey trabajó para esta casa, para National Geographic, dónde publicó algunos de sus descubrimientos.

Volvamos a la actualidad… al proyecto capitaneado desde sus inicios por el arqueólogo Ignacio de la Torre, que trabaja junto a un equipo multidisciplinar de profesionales de distintas partes del planeta.

Bien, adentrémonos en la cultura achelense, objeto de investigación del proyecto. Recordemos, la primera cultura humana en difundirse ampliamente por el Viejo Mundo y que perduró durante 1,5 millones de años. ¿Por qué se caracteriza esta cultura?

“Esta cultura arqueológica se caracteriza por la presencia de lo que llamamos hachas de mano. Son útiles de gran tamaño, mayores de 10 centímetros, con forma apuntada, con bordes cortantes y que se usarían para actividades de cualquier tipo, desde cortar carne, hasta cualquier tipo de actividades que fueran necesarias en la vida cotidiana de los homínidos”.

Los yacimientos achelenses más antiguos se encuentran en África, concretamente en África oriental. Esta cultura arqueológica es, según cuentan los investigadores, la más duradera que ha habido en la historia de la humanidad.

“Los yacimientos más antiguos tienen en torno a 1,7 millones de años, pero es que encontramos yacimientos achelenses hace solo 200 mil años. Es decir que esta cultura duró en nuestro planeta más de 1,5 millones de años, es decir, es un intervalo temporal enormemente dilatado. En el cual los humanos estaban desarrollando un comportamiento tecnológico más o menos similar a lo largo de miles de kilómetros a lo largo de cientos de miles de años”

Y, le preguntamos a Ignacio, ¿cómo se explica que el achelense se extendiera tanto en el tiempo?

“En primer lugar, que existe poca tendencia a la evolución de la cultura entre estos primeros homínidos, no existe una aceleración de las innovaciones tecnológicas algo que sí que se ve en periodos posteriores, en los que las culturas arqueológicas cada vez duran menos porque existen innovaciones tecnológicas que hacen que constantemente cambie la cultura. Si eso se debe a causas cognitivas, es decir, que estos homínidos no eran capaces de desarrollar nuevas innovaciones o simplemente se debe a que era una tecnología extremadamente eficiente esto es otra cuestión”.

Para el director del proyecto, la opción que parece más probable es la segunda. El desarrollo de una tecnología eficiente les hizo perdurar.

Parece pues que la tecnología achelense era lo suficientemente eficaz para que los homínidos la estuvieran desarrollando durante 1,5 millones de años sin prácticamente ningún cambio.

¿Cómo era esa tecnología? ¿Cómo eran las herramientas que usaban nuestros antepasados? ¿Con qué materiales las fabricaban? El que más se conserva, cómo es fácil de imaginar, es la piedra.

“Es la piedra la que mejor se conserva. Es muy probable, prácticamente con toda seguridad, los homínidos estaban usando otras materias primas para la elaboración de herramientas, pero simplemente no se conservan, no hay una visibilidad arqueológica de esas herramientas porque no se han conservado, porque son herramientas de materiales perecederos. Sabemos que nuestros parientes más cercanos, los chimpancés, utilizan herramientas de materiales perecederos, hojas, maderas, palos.. pero no se han conservado. La cultura achelense… ¿de qué están hechas sus herramientas? De piedras, porque es lo que se ha conservado en el registro”.

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Y, ¿para qué usaban estas herramientas?

“Sabemos que muchas de estas herramientas líticas se usaban para procesar las carcasas animales, es decir, las presas, los animales que los homínidos consumían. Entonces se usarían en actividades de corte, de desmembramiento de las carcasas o en actividades de quitarles la piel y demás. Y también se estarían utilizando herramientas líticas para procesar otros materiales orgánicos que quizá daban lugar a herramientas en otras materias primas. Por ejemplo para desbastar ramas de árboles, descortezar vegetales y luego usarlo en otras actividades. Podemos decir que era como las navajas suizas del paleolítico, que se usaban para todo tipo de actividades”.

Por cierto, se sabe que los homínidos del periodo achelense no estaban interesados en mamíferos pequeños. Buscaban alimentarse de mamíferos de talla mediana como, por ejemplo, gacelas o cebras y de talla grande, como podrían ser hipopótamos o, elefantes. Animales que, sin duda, encontraban en su entorno más inmediato.

Uno de los muchos descubrimientos que ha hecho el equipo del proyecto es que los homínidos que ocuparon estas tierras hace millones de años, no buscaban los materiales con los que hacer herramientas muy lejos del lugar dónde se encontraban. De hecho, la captación de materiales líticos con los que trabajaban era siempre local.

Aun así, el equipo defiende que los homínidos seleccionaban a conciencia los materiales con los que trabajar.

“Sí que parece que existe cierta selección de algunas materias primas en función de la tecnología que quieren desarrollar. Por ejemplo para los yunques, objetos que se encuentran de manera muy habitual en los yacimientos, son necesarios como elementos pasivos, sobre estos yunques se trabajan otras materias primas, como huesos que quieres partir para obtener la médula. Pues estos yunques normalmente se realizan sobre un tipo de materia prima muy concreta, unas cuarcitas que tienen una morfología muy proclive a que se puedan apoyar objetos sobre ellos. SI que están eligiendo materiales concretos para este tipo de actividad. O los percutores que usan para golpear los núcleos suelen buscar percutores que sean muy densos, materias primas duras y pesadas y que tengan una morfología que pueden cogerse con la mano de forma cómoda, de manera ergonómica”.

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Sabemos, entonces, que los homínidos seleccionaban bien las características físicas y ergonómicas de las materias primas, pero siempre dentro de un límite territorial.

Como os podéis imaginar, para llegar a rastrear todo el material encontrado, los investigadores pasan horas y horas pateando el terreno. Es un trabajo duro que requiere estar físicamente bien. Nos lo cuenta Alfonso Benito.

“Digamos que complicadísimo no es, pero desde luego tienes que estar un poco en forma. Tienes que estar subiendo y bajando en el terreno, trabajando en fuertes pendientes y si no estás muy en forma lo puedes pasar mal. Aparte están las condiciones climáticas, es un medio semiárido en el trópico y allí sobre todo al mediodía, el calor es bastante fuerte”.

Aunque, el cansancio físico que conlleva invertir tanto tiempo en investigar, es compensado por la importante flora y fauna del lugar.

“Pues si ya te digo es impresionante estar trabajando al lado de jirafas, de cebras… je je todos estos animales son impresionantes y la propia garganta también. Moverse por allí subir y bajar barrancos, estar al lado de escarpes… es una cosa bonita”.

La aparición del Achelense se ha vinculado tradicionalmente a los orígenes de una nueva especie humana, el Homo erectus. Se habla que antes, con la cultura Olduvayense, la especie dominante era el Homo Habilis.

Vamos a conocer los rasgos de esta nueva especie que llega con la cultura achelense. El Homo Erectus. ¿Cómo eran, Ignacio?

“Son homínidos mucho más altos que homo habilis. Homo habilis es el homínido del que desciende homo erectus, la altura del homo habilis no superaba el metro y 20 centímetros, eran muy bajitos. Mientras que el homo erectus africano, tenemos individuos que superan el metro setenta. Es decir, tenían ya una altura muy parecida a la que tenemos nosotros, eran muchísimo más robustos que nosotros. Sabemos eso por la cortical de los huesos. Sabemos que cuando tienes unos huesos tan gruesos es porque necesitas sostener unos músculos más grandes y potentes”.

Físicamente, se sabe que eran altos y fuertes, pero además, destacaban por ser más inteligentes.

“También tienen una capacidad craneal muy superior a la de homo habilis que indica una expansión del cerebro muy significativa respecto a homínidos anteriores y que, por tanto, indica que el desarrollo del cerebro y de la inteligencia es fundamental en esta especie. Y explica también los significativos cambios tecnológicos que implica la tecnología achelense respecto a la Olduvayense”.

La mayor parte de los restos de estos homínidos han sido encontrados en Tanzania, en la Garganta de Olduvai.

El proyecto liderado por Ignacio de la Torre lleva, desde 2007 que empezó, 16 campañas arqueológicas en la que se conoce como la cuna de la humanidad. Aún queda mucho por explorar en la Garganta de Olduvai pero estamos seguros que en los próximos años conoceremos más sobre los homínidos que habitaron en la zona.

Cómo siempre decimos, a fin de cuentas conocer nuestro pasado es conocernos mejor en el presente.

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NATIONAL GEOGRAPHIC
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui

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