Los estudios de ADN y la posterior reconstrucción facial de los restos humanos encontrados en una cueva situada en la garganta de Cheddar, en el condado de Somerset, en Inglaterra, han revelado que aquel hombre que vivió hace unos diez mil años, al que los científicos han bautizado como el "Hombre de Cheddar", tenía la piel oscura y los ojos azules.
Un técnico ordena el pelo del modelo del Hombre de Cheddar antes de su presentación.
En el año 1903 fue descubierto en la cueva de Gough, situada en la garganta de Cheddar, en el condado de Somerset, en Inglaterra, el esqueleto de un hombre que yacía en solitario en un período en el que los entierros comunales eran la norma. Ahora, más de cien años después de aquel hallazgo, la reconstrucción facial de este individuo que vivió hace unos diez mil años ha revelado que su aspecto distaba bastante del que presentan los oriundos de las islas británicas en la actualidad. De hecho, tenía la piel oscura y los ojos azules. En palabras de Chris Stringer, jefe de investigación del Museo de Ciencias Naturales de Londres, "la combinación de una piel muy oscura con los ojos azules no es lo que típicamente solemos imaginar, pero esa era la apariencia real de aquella gente".
Imagen de la garganta de Cheddar donde fueron encontrados los restos humanos del Hombre de Cheddar.
UNA PIEL OSCURA
De hecho, el análisis del que los científicos han bautizado como el "Hombre de Cheddar" pone en cuestión que los europeos hayan tenido siempre la piel clara. En realidad, el responsable del estudio de los restos encontrados hace 118 años, Yoan Dieckmann, del University College de Londres, afirma que la piel clara asociada a los modernos europeos es "un fenómeno relativamente reciente". Según los estudios realizados hasta la fecha existen dos factores que podrían explicar este cambio en la pigmentación. El primero hace referencia a las migraciones de gentes que llegaron a Europa hace aproximadamente unos 45.000 años. Los estudios genéticos realizados sobre estas poblaciones demuestran que la piel empezó a perder su tonalidad oscura hace unos 25.000 años. Sin embargo, el tono de piel del grupo humano al que perteneció el Hombre de Cheddar, así como el de otros individuos encontrados en España, concretamente en León, no lo haría hasta bastante más tarde.
Según Yoan Dieckmann, del University College de Londres, la piel clara asociada a los modernos europeos es un fenómeno relativamente reciente.
El segundo factor, y quizás el más importante, es que la piel del ser humano empieza a perder su tonalidad oscura cuando alcanza cotas más altas. ¿Y por qué? La respuesta la encontramos en la luz ultravioleta. En el continente africano, la incidencia de los rayos ultravioleta es mucho más intensa que en Europa, lo que ayuda a evitar, en cierta medida, algunas afecciones de la piel como las quemaduras o algunos tipos de cáncer cutáneo. Por lo tanto es lógico pensar que esta protección natural del ser humano en cotas más elevadas y en zonas con mucha menos radiación solar acabó resultando innecesaria. Es decir, un color más claro de la piel en estas regiones permitía al ser humano absorber con más eficacia la luz ultravioleta y la vitamina D, un elemento indispensable para la vida. Así pues, en el norte del continente europeo empezaron a surgir seres humanos con la piel más clara mientras que en el sur el tono podía ser variable, en función de su adaptabilidad al medio.
¿DE DÓNDE VINO EL HOMBRE DE CHEDDAR?
Pero ¿quien era aquel hombre de piel oscura y ojos azules que vivió en Gran Bretaña hace tantos milenios? Los primeros estudios que se hicieron sobre sus restos óseos arrojaron algunas pistas: fue un cazador-recolector que medía aproximadamente 1,65 metros de estatura, pesaba algo más de 63 kg y murió muy joven, con apenas veinte años. Aquel individuo poseía, eso sí, una buena dentadura y se desconoce si el agujero que presentaba en la frente se debió a alguna infección o bien fue causado en el momento de la excavación de los restos. Lo que sí sabemos es que el Hombre de Cheddar emigró a las islas británicas a finales de la última Edad del Hielo, cuando aquella zona estaba densamente poblada de bosques. Cazaba ciervos y conejos, y se cree que también pescaba, complementando su dieta con vegetales y frutos secos.
Un técnico inspecciona y reordena el cabello en un modelo de Cheddar Man antes de su finalización.
El Hombre de Cheddar fue un cazador-recolector que medía aproximadamente 1,65 metros de estatura, pesaba algo más de 63 kg y murió muy joven, con apenas veinte años.
Selina Brace, especialista en ADN antiguo del Museo de Ciencias Naturales de Londres, ha explicado cómo fue el proceso de extracción de ADN del Hombre de Cheddar: "Para extraer ADN antiguo de un humano o animal, lo que buscas es un hueso denso que podría haber protegido el ADN dentro de él tanto como sea posible. Normalmente usábamos huesos de piernas o dientes, ya que los huesos gruesos y el esmalte mantienen el ADN intacto, pero en los últimos dos años hemos pasado a extraer muestras del peñasco, o hueso del oído interno, que es el hueso más denso del cuerpo humano". Así, gracias a los análisis de ADN realizados sobre los restos óseos, el profesor Dieckmann explica que ha sido posible ubicar al Hombre de Cheddar "en el tiempo y en el espacio. Su perfil genético lo sitúa junto a otros europeos del Mesolítico en España, Hungría y Luxemburgo, cuyo ADN ya ha sido analizado. Estos cazadores-recolectores emigraron a Europa al final de la última Edad del Hielo, y el grupo incluyó a los antepasados del hombre de Cheddar", asegura el científico.
¡OJOS AZULES!
Este estudio tan minucioso hubiera sido imposible hace unas décadas, pero los avances tecnológicos y científicos han permitido, además de conocer el tono de la piel del Hombre de Cheddar, saber el color de su cabello y de sus ojos, que sorprendentemente eran azules (lo que indica que los ojos claros aparecieron en Europa antes que la piel más pálida). Las nuevas tecnologías aplicadas a la antropología y a la arqueología han permitido, además, realizar una reconstrucción facial de este individuo, y confirmar que su piel no era tan clara como quienes lo descubrieron y lo estudiaron durante décadas habían pensado. La reconstrucción, que duró tres meses, estuvo a cargo de los artistas holandeses Alfons y Adrie Kennis, conocidos en el mundo científico por sus reconstrucciones de neandertales y de mamíferos ya extintos. Según Alfons Kennis, "es realmente agradable reconstruir a un hombre más agraciado, no siempre al neandertal de ceja espesa. Así que nos hacía ilusión que fuese un tipo de época posterior, la era glacial. Estábamos muy interesados en saber qué tipo de hombre era. Con la nueva información proporcionada por el ADN el resultado fue realmente revolucionario".
La reconstrucción, que duró tres meses, estuvo a cargo de los artistas holandeses Alfons y Adrie Kennis, conocidos en el mundo científico por sus reconstrucciones de neandertales y de mamíferos ya extintos.
Según los investigadores, en la actualidad tan solo el diez por ciento de la población autóctona de las islas británicas desciende de este primitivo grupo de pobladores. Tras los increíbles resultados del estudio, y con la reconstrucción facial del Hombre de Cheddar basada en él ya terminada, el artista Alfons Kennis declaró lo siguiente: "Las personas se definen por el país del que proceden y asumen que sus antepasados eran como ellos, pero, de repente, una nueva investigación muestra que solíamos ser gente totalmente diferente, con unas características genéticas distintas". Este hallazgo "puede ayudar a eliminar la idea de que uno tiene que verse de una forma determinada para ser de un lugar concreto", concluye.
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