Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la Revista National Geographic, nos engalan con un extenso y documentado reportaje de lo que ellos consideran los 25 viajeros más grandes de la historia, entre los incluye a Marco Polo, Heródoto, Cristobal Colón, Zheng He, también conocido como Simbad El Marino, hasta Alexander Von Humboldt, pasando por Charles Darwin, y otros como : Roald Amundsen descubridor del Polo Sur, y la astronauta Eileen Collins, con sus respectivas historias, libros y/e historias de sus proezas .
https://www.nationalgeographic.com.es/viajes/grandes-reportajes/los-viajeros-mas-grandes-historia_11473/2
Conoce las fabulosas vidas de estas mujeres y hombres que nos siguen inspirando a viajar
El padre de la Historia
Heródoto, el padre de la historiografía, fue un gran viajero. Gracias a sus múltiples viajes logró escribir su Historiae (Los nueve libros de historia),
considerado la primera descripción del mundo antiguo. El griego dejó
escrito: "para que el tiempo no abata el recuerdo de las acciones
humanas y que las grandes empresas acometidas, ya sea por los griegos,
ya por los bárbaros, no caigan en olvido". Y parece que lo logró,
¿verdad? Por lo menos aún estamos hablando de él, y eso que vivió entre
el 484 a. C. y el 425 a. C.
Foto: CC
Las maravillas del mundo
Durante la Edad Media el mundo era
muy difícil de recorrer, y sin embargo fue un periodo de grandes
viajeros. Entre los más conocidos se encuentra Marco Polo. El Veneciano
escribió el Libro de las Maravillas del Mundo que sirvió de
inspiración al mismísimo Cristóbal Colón. Con su relato dio a conocer
las tierras de Asia central y China, y puso en el mapa la mítica Ruta de la Seda. La ilustración aparece en el Atlas catalán, una obra de 1374, y representa una de las caravanas de Marco Polo.
Foto: CC
Simbad el marino
Zheng He (1371 - 1433) fue el más grande de los viajeros chinos. Sus viajes, hasta siete expediciones en barco, le
llevaron a navegar por el Sudeste Asiático, Indonesia, Ceilán,
la India, el golfo Pérsico, la península Arábiga y el este de África.
Algunos lo identifican con el legendario Simbad el marino. En
descripciones de la época describieron sus ojos "tintineantes como la
luz en un río rápido". Seguro que, además, esos ojos vieron auténticas
maravillas, como la jirafa que llegó en una de sus flotas como presente
desde Bengala para el emperador chino.
Foto: CC
El encuentro con un nuevo mundo
Sus cuatro viajes a América cambiaron el mundo para siempre. En realidad, tal como es sabido, Cristóbal Colón buscaba
el lejano oriente con una ruta alternativa que evitara los problemas
que habían encarecido el comercio entre Europa y las regiones
orientales. Su idea era que el extremo oriental estaba mucho más cerca
de lo que en realidad decían los cosmógrafos de la época. Debido a tal
error, durante su navegación se encontró con algo inesperado: América, o
las Indias, como se denominó el continente hasta la publicación
del Planisferio de Martín Waldseemüller, en 1507.
Foto: CC
Buscando un paso
Entre los grandes mitos de la navegación, encontramos a Fernando de Magallanes
(1480-1521). El portugués fue protagonista de grandes gestas en la
época, como el descubrimiento del "estrecho de Todos los Santos" (hoy en
día estrecho de Magallanes) que les permitió rodear el continente
americano al unir los océanos Atlántico y Pacífico. El escorbuto no pudo
con él; pero un enfrentamiento con indígenas acabó con su vida,
quedando muy cerca de un gran logro: ser el primero en dar la vuelta al
mundo, la proeza correspondió a Juan Sebastián Elcano.
Foto: CC
El señor del Pacífico
James Cook (1728-1779) es uno de los
grandes exploradores del Océano Pacífico. Abandonó la granja de sus
padres para convertirse en un gran capitán para la Armada Real
británica. Después de sus tres viajes, entre 1768 y 1779, se acabaron
los espacios vacíos y la indefinición de Oceanía en los mapas. Sus
viajes sirvieron para determinar la posición exacta y
muchas características, tanto antropológicas como botánicas, de Australia, Nueva Zelanda e innumerables islas del Pacífico.
Foto: CC
EL viajero espía
Para ser un gran viajero hace falta
también ser un gran aventurero. Y Domingo Francisco Jorge Badía y
Leblich, lo sabía. Sólo así puede un catalán pasar a la historia como
Alí Bey. Su carrera es de novela: arabista, viajero, militar, y
espía. Sus aventuras lo llevaron a Marruecos, Argelia, Libia y otras regiones del Imperio otomano como Egipto, Arabia, Siria, Turquía y Grecia. Un viaje por el mundo árabe con
el que visitó regiones en las que nunca antes había estado un
occidental. De ello escribió un libro que se hizo famoso en toda Europa:
Viajes de Alí Bey.
Foto: CC
El geógrafo moderno
Si hay algún viajero que ejemplifique bien la idea de que "el viaje es conocimiento", ese es el barón Alexander von Humboldt (1769-1859), al menos con permiso de Charles Darwin.
En la pintura (Metropolitan Museum of Art, Nueva York) se le puede ver a
los pies del volcán Chimborazo, en Ecuador, el punto más lejano del
centro de la Tierra, o lo que es lo mismo, el punto más cercano al Sol
sin dejar la Tierra. El naturalista alemán exploró todo América del Sur, parte de Asia Central y Europa.
Foto: CC
Foto: CC
Un viaje revelador
Cuando tenía 22 años, Charles Darwin, embarcó en el Beagle para
iniciar una vuelta al mundo que duró cinco años, y cuyo principal
resultado fue una teoría revolucionaria: el origen de las especies y la teoría de la evolución. De aquel viaje, publicó en 1839, el libro Diario y Observaciones (también conocido como Diario de Investigaciones).
Algunos de los lugares que visitó y estudió fueron las Islas Canarias,
Río de Janeiro, la Patagonia, los Andes, las Islas Galápagos, Nueva
Zelanda, hasta llegar de nuevo a Inglaterra.
Foto: Gtres
Un héroe perdido en África
Las aventuras del doctor Livingstone,
quizá el explorador más famoso de todos los tiempos, son legendarias.
Las aventuras en África del doctor Livingstone son legendarias. No
obstante, fue considerado héroe nacional por los británicos. Entre sus
logros están sus exploraciones por las regiones centrales de África que
le llevaron a descubrir las cataratas Victoria. Tras algunas desventuras y la muerte de su mujer por disentería, David Livingstone, desapareció por un largo tiempo, por lo que el periódico New York Herald, organizó una exitosa y popular expedición en su búsqueda.
Foto: CC
Un periodista viajero
Henry Morton Stanley es el hombre que
se hizo famoso por una frase: "Doctor Livingstone, supongo". Y bueno,
claro, también por encontrar al gran David Livingstone a orillas del
lago Tanganica, en una época en la que la geolocalización ni siquiera
había sido imaginada. El periodista y explorador nacionalizado
estadounidense aceptó el encargo del editor del New York Herald
para ir de viaje a África a buscar al doctor Livingstone. Su expedición
fue un éxito y se convirtió en una referencia de los viajes.
Foto: CC
El lugar donde nace el Nilo
John Speke, junto a Richard Francis
Burton, ambos oficiales del ejército británico, son representantes de la
casta de exploradores de la segunda mitad del siglo XIX que hicieron de
África el espacio de innumerables aventuras. La búsqueda de las fuentes
del río Nilo, que se resistían a toda expedición, constituyó la asombrosa historia de estos dos hombres
Foto: CC
Una carrera helada
Las exploraciones en la Antártida dieron con una nueva edad heroica de las exploraciones. El británico Robert Falcon Scott y el noruego Roald Amundsen protagonizaron la carrera por conquistar el Polo Sur.
Scott fue un explorador y oficial de la Marina Real Británica que
dirigió dos expediciones a la Antártida. El 17 de enero de 1912 alcanzó
el Polo Sur junto a cinco hombres que le acompañaron; pero lo hicieron
unos días después que su otro competidor, el noruego Amundsen. Scott y
sus hombres nunca volvieron: murieron desfallecidos y de extremo frío en
su retorno. En Inglaterra fueron considerados héroes nacionales. En la
imagen se observa el barco de la británica Expedición Terra Nova.
Foto: CC
El noruego que llegó más lejos
El noruego Roald Amundsen lideró la primera expedición que llegó al Polo Sur.
Su expedición, en la imagen se le puede ver en el Fram, llegó el 14 de
diciembre de 1911, cinco semanas antes que la del grupo liderado por el
británico Robert Falcon Scott. El noruego también fue el primero en
surcar el Paso del Noroeste y formó parte de la primera expedición aérea
que sobrevoló el Polo Norte. Un misterio envuelve la muerte de
Amundsen: desapareció a bordo del hidroavión Latham en una expedición de rescate de otro aventurero, el ingeniero italiano Umberto Nobile. Nunca se encontraron los restos.
Foto: Gtres
Un Indiana Jones real
Dicen que Steven Spielberg se inspiró
en este militar y explorador británico para crear a Indiana Jones.
La vida de Percival Harrison Fawcett no fue para menos: participó en
primera línea de batalla de la I Guerra Mundial y realizó algunas
expediciones arriesgadas por la selva. Se adentró en zonas sin
cartografiar, auténticos huecos vacíos, con poco más que un machete y su
brújula. Su obsesión fue La Ciudad Perdida de Z, la que consideraba fue
El Dorado. Su determinación le llevó a adentrarse a los peligros hasta
siete veces. De la última no volvió: junto con su hijo Jack desapareció
en 1925. Ninguna de las expediciones de rescate les encontró jamás.
Foto: CC
La primera viajera
A finales de siglo IV, con los días previos a la caída del Imperio romano, una joven gallega, tal vez, abadesa, comenzó un viaje asombroso. Así fue como Egeria
se convirtió en la primera gran viajera de la que tenemos noticias. Su
tema fueron las tierras bíblicas: durante tres años, viajó por
Constantinopla, Mesopotamia, Sinaí, Jerusalén e incluso llegó hasta
Egipto. Su historia de peregrina cristiana es asombrosa y se convirtió
en algo así como una celebridad en vida. Lo narró todo en su Itinerarium ad Loca Sancta, sin
apenas referencias bibliográficas. En las últimas líneas hace planes
para seguir con nuevas expediciones por Asia Menor. Lo cierto es que no
conocemos si alguna vez regresó a su patria. Sin duda, toda una
adelantada del moderno espíritu viajero.
Foto: CC
La viajera romántica
Mary Wortley Montagu es la mujer que
estuvo en un harén y lo contó. La que parecía una vida de aristócrata al
uso en Londres dio un giro radical en 1716, cuando su marido fue
nombrado embajador ante el Imperio otomano de Constantinopla. Ese viaje
fue el revulsivo para afrontar una depresión de la que Mary no lograba
deshacerse del todo. Desde el primer momento no se limitó a ejercer de
embajadora consorte y se lanzó a descubrir todo lo que le rodeaba con
una determinación absoluta que la llevó incluso a disfrazarse de hombre para entrar en lugares prohibidos para las mujeres,
como en Santa Sofía. Ella fue el primer occidental en entrar en los
harenes del sultán. Todas sus experiencias las relataba, con exactas y
bellas descripciones, en cartas que enviaba a amigos. Al morir fueron
publicadas y alimentaron la imaginación de los viajeros románticos que
soñaban con conocer Turquía.
Foto: CC
La vida errante por elección
Hester Stanhope nació en 1776 y dejó la vida victoriana por el desierto,
que convirtió en su único hogar. Invirtió la pensión que recibió como
herencia para darse el único lujo que realmente le apetecía: viajar. Su
vida estuvo llena de aventuras. Tras un naufragio en Rodas en 1812 en el
que casi pierde la vida, huyó a Siria y el Líbano junto a un joven
amante que conoció en Malta. Viajaron juntos por Grecia, Egipto, Palmira y Jerusalén antes de separarse.
Las tribus nómadas de Siria la conocían y era aclamada casi como una
reina allá donde llegaba. El mismo Alí Bey quiso conocerla. Pero lo
cierto es que sus amigos y siervos la fueron abandonando poco a poco,
perdió su fortuna y su delicada salud mental y murió sola y en la
miseria; pero donde eligió en vida, en el desierto, frente a las murallas de Palmira. Antes le dio tiempo de dejar un libro, Viaje a Oriente.
Foto: CC
La reina blanca del Kilimanjaro
Que una sea exploradora y aventurera
no significa necesariamente que renuncie a ciertas comodidades. Es el
caso de May French Sheldon (1847–1936), editora estadounidense,
escritora, y exploradora. Consiguió encabezar una expedición al Kilimanjaro
para demostrar que las mujeres también podían ser grandes exploradoras,
algo que actualmente nadie duda, pero que en su época muchos dudaban. Y
sus expediciones fueron el contrapunto pacífico a las dirigidas por muchos hombres en África.
Viajaba con lo imprescindible y un poco más... Comodidades extras como
el palanquín que hizo famoso y que aparece en la ilustración, también incluyó una bañera en su equipaje. Su legado: se podía entrar en contacto con las tribus africanas sin necesidad de usar la violencia.
Foto: CC
La maharaní malagueña
Anita Delgado Briones nació en Málaga en 1890; pero el destino le reservaba una vida de película lejos de su lugar de nacimiento.
Ella tenía poco más de 16 años y era una bailarina algo mediocre cuando
el maharajá de Kapurthala, uno de los hombres más ricos del mundo, se
enamoró de ella en Madrid. Tal fue el enamoramiento, que el príncipe
indio convenció a su familia para trasladar a Anita a París, con el fin
de que recibiera la educación necesaria para convertirse en su futura
esposa. Estudió protocolo, baile, inglés, tenis, piano, billar, y todo
lo que una princesa debía saber. Le construyeron un palacio para ella, réplica de Versalles.
Su boda fue un lujo; pero su vida no fue de cuento de hadas. Si
pretendían de ella a una mujer sumisa, Anita se reveló como una mujer de
carácter e independiente y criticó el feudalismo y machismo de la
sociedad india. Llegó a escribir diferentes libros de viajes,
colaboraciones para revistas y periódicos y colaboró con la Cruz Roja y
la causa francesa durante la Primera Guerra Mundial. Logró conocer a
Gandhi antes de caer enferma en 1927. Una vez separada de su marido,
vivió una vida plena y bohemia en Europa. Murió en Madrid en 1962.
Foto: CC
Una exploradora con alas
Otra viajera que prefirió dejar las
comodidades familiares por las aventuras del camino. Aunque en este
caso, es más acertado hablar de cielos, porque Amelia Earhart
destacó como una gran aviadora, famosa en un mundo tradicionalmente
dominado por hombres gracias a sus marcas de vuelo y por el primer
intento de viaje aéreo alrededor del mundo sobre la línea ecuatorial. Su
primera experiencia de vuelo fue en 1920. Logró que la subieran en un
biplano en el que voló durante diez minutos y ya jamás quiso bajarse de
un avión: "Tan pronto como despegamos sabía que tendría que volar de
ahora en adelante", dijo más tarde. Junto a su avión Electra, y acompañada por el navegante Fred Noonan, Amelia Earhart
inició la aventura de la primera travesía alrededor del mundo. La
última noticia que se recibió de ellos fue el 2 de julio de 1937, cuando
volaban hacia la isla Howland, en el océano Pacífico. Los restos nunca
fueron encontrados.
Foto: CC
Casada con la aventura
Osa Johnson tenía 22 años cuando
junto a su esposo Martin, inició su primer viaje a África. Un matrimonio
nómada poco convencional, a la caza de imágenes, que decidió montar su
hogar allá donde pudieran vivir con aventuras. Nada les detuvo, ni las
tribus de Borneo, ni los animales de la sabana, con el fin de realizar
documentales espectaculares. La joven y exótica pareja se convirtió en
un filón para un Hollywood todavía mudo en el que triunfaba Chaplin.
Pioneros en narrar los viajes; dijo Osa que "toda nuestra vida quisimos
retener lo que todavía había de belleza, la naturaleza, los animales
salvajes, nuestras imágenes serán un testimonio para cuando toda esa
grandeza desaparezca". El título de su libro la define bien: Casada con la aventura
Foto: CC
La reportera de guerra que dejó atrás a Hemingway
Martha Gellhorn fue una escritora, periodista y aventurera americana. Está considerada como una de las corresponsales de guerra más importantes del siglo XX.
Cuando se marchó al frente de Madrid durante la Guerra Civil, le dijo a
una amiga: "¡Me marcho a España con los chicos!". Y se fue porque "tenía la teoría de que una puede ser en la vida lo que quiera, siempre que esté dispuesta a pagar un precio por ello".
Entre aquellos chicos se encontraba el escritor Hemingway, y
también Robert Capa o John Dos Passos. Se casó con el primero, pero lo
abandonó algo harta a los cinco años de matrimonio. Siempre sintió la
necesidad de moverse, siempre a los puntos más peligrosos del planeta.
En Cinco viajes al infierno dejó recogidas algunas de sus aventuras.
Foto: CC
Una vida dedicada a los chimpancés
Jane Goodall
es pionera entre las heroínas del siglo XX. Junto a Dian Fossey y
Biruté Galdikas han roto prejuicios en cuanto al duro trabajo de campo
que podía realizar una mujer. Desde que llegó a Kenia en 1957 no ha
dejado su activismo en defensa y protección de los chimpancés. Toda una vida de safari continuo por África en pos de la conservación de las especies. Antes que ella nadie había permanecido tanto tiempo estudiado a los animales salvajes en su hábitat.
Foto: Gtres
La viajera de las estrellas
El 20 de julio de 1999, Eileen Collins, se convertía en la primera mujer al mando de un transbordador espacial. Era el logro a toda una carrera rompiendo límites: la única mujer de su promoción, en 1979. Militante del grupo Ninety-Nines, pioneras en la reivindicación de los derechos de las aviadoras: "Nosotras sentimos la misma fascinación que los hombres por el espacio, y cada vez será más fácil porque por fin están cayendo los prejuicios y las barreras".
Foto: CC
Los 25 viajeros más grandes de la historia
Hubo una época en la que había espacios vacíos en los mapas. Eran
extensiones geográficas por conocer y conquistar: el espacio ignoto. El
camino para alcanzarlo estaba lleno de riesgos y aventuras. El éxito no
estaba asegurado, pero la recompensa era el descubrimiento.
Dice Rafael Argullol en “El deseo de geografía” que “los espacios vacíos se incrustan en la mente como lugares deseables y, por tanto, idealmente posibles”. El deseo de alcanzar un nuevo horizonte
ha acompañado tanto a hombres como a mujeres de todas las épocas. Se
trata del deseo de libertad, de la curiosidad por conocer que empuja a
ciertas personas a imaginar la partida y preferir la aventura del camino
a la rutina de lo cotidiano.
Hoy el mundo se nos representa sin espacios vacíos y el mapamundi es
abarcable casi por completo. De hecho, la tecnología abre ventanas al
planeta para que lo observemos sin necesidad de salir de casa. Aun así, la aventura nos sigue seduciendo
como lo ha hecho a lo largo de toda la historia de la humanidad.
Necesitamos conocer el mundo en directo, continuamos teniendo las mismas
inquietudes de los que fueron pioneros en el viaje. Es por ello que sus
vidas nos siguen inspirando y seguimos recordándoles como unos héroes.
Los grandes viajeros de la historia
Hay que remontarse a la antigüedad clásica para encontrar a los
primeros que partieron hacia lo desconocido. Ahí está Heródoto de
Halicarnaso, el padre de la historia
que describió el mundo conocido por los griegos o Pitéas, el marino
griego que fue el primero en cruzar el estrecho de Gibraltar y que llegó
hasta Finlandia.
Está también Benjamín de Tudela que dejó plasmada la aventura de su
viaje en el siglo XII. Muchos de aquellos primeros viajes tenían que ver
con el comercio y con la religión, peregrinaciones como la de Ibn Battuta, el primer gran viajero musulmán, o viajes comerciales como el famoso viaje de Marco Polo.
Más tarde, fue el ansia por descubrir y estudiar el mundo, lo que lanzó a viajeros como Charles Darwin o Alexander von Humboldt
a recorrer el mundo. El colonialismo del siglo XIX fue el contexto
político de muchos exploradores y aventureros, sobre todo en África,
como fue el caso de David Livingstone con su descubrimiento de las Cataratas Victoria
y su famoso encuentro con Stanley: "Doctor Livingstone, supongo". Las
exploraciones polares fueron un gran incentivo para viajes, con
capítulos memorables en la carrera por alcanzar el Polo Sur de las expediciones enfrentadas de Amundsen y Scott.
Las grandes viajeras de la historia
Por supuesto, también han existido pioneras en el mundo de los
viajes. Hay una gran cantidad de mujeres que rompieron los estrictos
moldes sociales de su época y se lanzaron a viajar. Aunque siempre se
les ha prestado menos atención que a los hombres. Tal vez porque la
historia la escribieron ellos, o tal vez porque ellas no tenían la
necesidad de batir plusmarcas ni de buscar la fama, sino que su éxito se basaba en ampliar las esferas de libertades personales. Afortunadamente,
cada vez hay una mayor bibliografía que recoge la vida de muchas de
ellas, como por ejemplo el imprescindible Viajeras intrépidas y
aventureras, de Cristina Morató.
Ahí están grandes viajeras como la gallega Egeria, una monja que se adelantó mil años a los relatos de Marco Polo con el primer libro español de viajes. O
en Inglaterra, en el siglo VIII, la abadesa de Heidenhein con su viaje a
Oriente Próximo. Hubo mujeres piratas, mujeres que se convirtieron en
leyenda, mujeres viajeras que sintieron pasión por Oriente como Lady
Montagu, o por África, como May Sheldon, la exploradora feminista.
Algunas viajaron con lo mínimo y otras no dudaron en llevarse la
porcelana con ellas para cenar en mitad del desierto como Gertrude Bell.
Sea como fuere, todas coincidieron en meter en su equipaje la pasión
por los viajes y la exploración.
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