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Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la homosexualidad no está dictada por los genes: "El mayor estudio realizado hasta la fecha
para averiguar el peso de los genes en la conducta sexual hacia personas
del mismo sexo confirma que no existe un gen de la homosexualidad. Las
variaciones genéticas halladas en una muestra de casi medio millón de
participantes explican solo una pequeña parte de este comportamiento
sexual, poniendo de manifiesto la complejidad de la sexualidad humana....Es el primer estudio que proporciona una evidencia completamente
convincente de que los genes influyen pero no determinan la orientación
sexual......."
NATIONAL GEOGRAPHIC .- narra : "Los científicos confían en que, a partir de ahora, se pongan en
marcha estudios con muestras de población más grandes que permitan
comprender mejor la interacción entre el entorno y los genes, para
obtener más información sobre la complejidad de la genética de la
conducta sexual.
“Esperamos que nuestros resultados ayuden a reformular la manera en que se mide el comportamiento sexual y que se haga en colaboración con la comunidad LGTBQ y los grupos de interés”, concluye Ganna...."
El mayor estudio realizado hasta la fecha
para averiguar el peso de los genes en la conducta sexual hacia personas
del mismo sexo confirma que no existe un gen de la homosexualidad. Las
variaciones genéticas halladas en una muestra de casi medio millón de
participantes explican solo una pequeña parte de este comportamiento
sexual, poniendo de manifiesto la complejidad de la sexualidad humana.
Foto: iStock
Laura Chaparro / SINC
En 1993, una investigación publicada en la revista Science
causó revuelo en la comunidad científica al vincular la homosexualidad
con una región del cromosoma X –el cromosoma que heredamos de la madre–.
Los científicos analizaron 40 parejas de hermanos gemelos homosexuales y
descubrieron que 33 tenían los mismos cambios en la parte final de su
cromosoma, en el marcador genético Xq28. El estudio reforzaba así la teoría de que los genes influían en gran medida en la conducta sexual.
Aunque hubo investigaciones posteriores que refutaron estos resultados, el adolescente Fah Sathirapongsasuti buscó
en internet respuestas sobre su sexualidad y dio con ese estudio. “Le
eché la culpa a mi madre por haberme dado el cromosoma X”, bromea. El
joven actualmente es experto en biología computacional en la compañía 23andMe,Inc. y es uno de los autores de una macroinvestigación internacional, publicada en la revista Science, que confirma, con una muestra de casi medio millón de personas, que no existe un gen de la homosexualidad.
La investigación internacional realizada sobre una muestra de casi
500.000 personas demuestra que no existe un gen de la homosexualidad
El estudio, el más amplio realizado hasta el momento en este campo y
para el que han creado una web con la que difundir los resultados,
concluye que las variaciones genéticas explican solo una pequeña parte del comportamiento sexual entre personas del mismo sexo,
poniendo de relieve la complejidad de la sexualidad humana. Por tanto,
no sería posible predecir o identificar la conducta sexual atendiendo
solo a estas variaciones en los genes.
“Nuestro trabajo muestra que las herramientas utilizadas en las
investigaciones que existen sobre este tema no tienen en cuenta la gran
heterogeneidad y complejidad en el comportamiento sexual”, señala a SincAndrea Ganna,
autor principal del estudio, responsable del grupo del Laboratorio de
Biología Molecular Europea en el Instituto de Medicina Molecular en
Finlandia y profesor en el Hospital General de Massachusetts y en la
Escuela de Medicina de Harvard (EEUU).
Casi medio millón de datos
Los investigadores analizaron la información que 477.522 personas
proporcionaron sobre su comportamiento sexual y la compararon con
millones de marcadores de ADN de sus respectivos genomas, recogidos por
el UK Biobank –biobanco del Reino Unido– y la compañía 23andMe,Inc.
Los científicos analizaron la información de 477.522 personas sobre
su comportamiento sexual y la compararon con millones de marcadores de
ADN
En el caso de los participantes de Reino Unido, la pregunta que se les hizo fue: “¿alguna vez ha tenido relaciones sexuales con alguien del mismo sexo?”
En cuanto a los participantes de EE UU, completaron una encuesta que
incluía preguntas sobre identidad sexual, atracción, experiencia sexual y
fantasías. En total, 26.827 personas indicaron haber tenido relaciones
sexuales con gente del mismo sexo (más de un 5 % de la muestra). Los
autores replicaron los análisis con información de tres bases de datos
más pequeñas.
Los científicos descubrieron miles de marcadores genéticos
–fragmentos de ADN que varían de persona a persona– relacionados con
este comportamiento, aunque solo cinco lo estaban más
significativamente. Sin embargo, comprobaron que cada marcador
tenía un efecto muy pequeño por sí solo, es decir, que cada uno
contribuyó muy poco a la conducta sexual (menos del 1%, sumando los cinco marcadores).
“Es importante recordar que estas variantes genéticas por sí solas no
definen el comportamiento sexual de alguien”, recalcan los autores.
Como ocurre con otros rasgos humanos, como podría ser la altura, la
conducta sexual se explica como una compleja suma de varios factores:
cientos o miles de variantes genéticas (cada una con un efecto muy
pequeño), el entorno y las experiencias vividas por una persona.
Como ocurre con otros rasgos como la altura, la conducta sexual se
explica como una compleja suma de varios factores: variantes genéticas
con un efecto muy pequeño, el entorno y las experiencias vividas por una
persona.
“Podemos decir con seguridad que no hay ni un solo
determinante genético, ni un solo gen para el comportamiento o la
orientación sexual hacia el mismo sexo”, zanjan los
científicos. Al analizar todos los marcadores genéticos comunes a lo
largo de todo el genoma, encontraron que explicaban entre el 8% y el 25%
de las diferencias individuales en la conducta sexual entre personas
del mismo sexo.
5 marcadores genéticos
Sobre los cinco marcadores genéticos identificados, uno de ellos está relacionado con la calvicie,
lo que, según los autores, sugiere que la regulación de las hormonas
sexuales (que tienen que ver con la pérdida del cabello) podría estar
involucrada con este tipo de comportamiento sexual. Otro de los
marcadores está vinculado con el olfato, importante para la atracción
pero cuyo papel en la conducta sexual aún se desconoce. Ninguna de estas
variantes genéticas está relacionada con el cromosoma X, refutando de nuevo la controvertida investigación de 1993.
Los autores también encontraron similitudes y diferencias entre hombres y mujeres.
El 40% de las influencias genéticas en la conducta sexual entre
personas del mismo sexo fueron compartidas por hombres y mujeres,
mientras que cerca del 60% fueron únicas para cada sexo.
Colaboración con la comunidad LGTBQ
Michael Bailey,
investigador del departamento de Psicología de la Universidad
Northwestern (EEUU) y experto en la materia, que no ha participado en el estudio, lo califica como “bastante importante”.
“Es el primero en proporcionar una evidencia completamente convincente
de que los genes influyen pero no determinan la orientación sexual”,
indica a Sinc y resalta el gran tamaño de la muestra y su enfoque
empírico.
Es el primer estudio que proporciona una evidencia completamente
convincente de que los genes influyen pero no determinan la orientación
sexual
Los científicos confían en que, a partir de ahora, se pongan en
marcha estudios con muestras de población más grandes que permitan
comprender mejor la interacción entre el entorno y los genes, para
obtener más información sobre la complejidad de la genética de la
conducta sexual.
“Esperamos que nuestros resultados ayuden a reformular la manera en que se mide el comportamiento sexual y que se haga en colaboración con la comunidad LGTBQ y los grupos de interés”, concluye Ganna.
Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la exploración del Universo que lo realizan telescopios espaciales de Los Estados Unidos con la NASA, Europa Occidental con la Agencia Espacial Europea ESA y el Observatorio Austral Europeo ESO, Rusia con la Agencia Espacial Federal Rusa ROSCOSMOS, y China con la Administración Espacial Nacional China CNSA, quienes están empeñados en descubrir un planeta que tenga vida similar a La Tierra.
Destacada actuación es celebrar 16 años del lanzamiento al espacio el 25 de agosto del 2,003; del Telescopio Espacial Spitzer de la NASA, que ha aportado grandes descubrimientos espaciales tales como la presencia de siete planetas rocosos del tamaño de La Tierra en el sistema TRAPPIST-1.
El Telescopio Espacial Spitzer, también aportó y proporcionó mapas meteorológicos de exoplanetas gaseosos y calientes y reveló un anillo oculto alrededor de Saturno. Iluminó colecciones ocultas de polvo en estrellas y galaxias distantes a millones de años luz de La Tierra. Algo muy importante observó el agujero negro de la Vía Láctea.
Hoy celebramos los principales descubrimientos del Telescopio Espacial Spitzer mostrándoles dieciséis imágenes.............
27/08/19
Dieciséis imágenes para Spitzer's 6
La NASA lanzó su Telescopio Espacial Spitzer en órbita alrededor del Sol el 25 de agosto de 2003. Desde entonces, el observatorio ha estado levantando el velo de las maravillas del cosmos, desde nuestro propio sistema solar hasta galaxias lejanas, utilizando luz infrarroja.
Administrado por el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California, Spitzer permitió a los científicos confirmar la presencia de siete planetas rocosos del tamaño de la Tierra en el sistema TRAPPIST-1 . El telescopio también proporcionó mapas meteorológicos de exoplanetas gaseosos y calientes y reveló un anillo oculto alrededor de Saturno. Ha iluminado colecciones ocultas de polvo en una amplia variedad de lugares, incluidas las nebulosas cósmicas (nubes de gas y polvo en el espacio), donde se forman estrellas jóvenes y galaxias arremolinándose. Spitzer también investigó algunas de las galaxias más antiguas del universo y observó el agujero negro en el centro de la Vía Láctea.
La misión principal de Spitzer duró cinco años y medio y terminó cuando se quedó sin el refrigerante de helio líquido necesario para operar dos de sus tres instrumentos. Pero su diseño de enfriamiento pasivo ha permitido que parte de su tercer instrumento continúe funcionando durante más de 10 años adicionales. La misión está programada para finalizar el 30 de enero de 2020 .
En honor a Spitzer's Sweet 16 en el espacio, aquí hay 16 imágenes increíbles de la misión.
La estrella gigante hace olas Esta imagen de Spitzer muestra a la estrella gigante Zeta Ophiuchi y el arco de choque, u onda de choque, frente a ella. Visible solo con luz infrarroja, el arco de choque es creado por los vientos que fluyen de la estrella, haciendo ondas en el polvo circundante. Ubicado aproximadamente a 370 años luz de la Tierra, Zeta Ophiuchi eclipsa a nuestro Sol: es aproximadamente seis veces más caliente, ocho veces más ancho, 20 veces más masivo y aproximadamente 80,000 veces más brillante. Incluso a su gran distancia, sería una de las estrellas más brillantes del cielo si no estuviera en gran medida oscurecida por las nubes de polvo.
Las Siete Hermanas posan para Spitzer El cúmulo estelar de las Pléyades, también conocido como las Siete Hermanas, es un blanco frecuente para los observadores del cielo nocturno. Esta imagen de Spitzer se acerca a algunos miembros de la hermandad. Vistas en el infrarrojo, las estrellas parecen flotar sobre un lecho de plumas. Los filamentos que rodean las estrellas son polvo, y los tres colores representan diferentes longitudes de onda de luz infrarroja. La porción más densa de la nube de polvo aparece en amarillo y rojo, y las afueras más difusas aparecen en tonos verdes.
Estrellas jóvenes en su manta de polvo para bebés Las estrellas recién nacidas se asoman por debajo de su manta de polvo en esta imagen de la nebulosa Rho Ophiuchi. Llamado "Rho Oph" por los astrónomos y ubicado a unos 400 años luz de la Tierra, es una de las regiones de formación estelar más cercanas a nuestro propio sistema solar.
La hélice infrarroja Ubicada a unos 700 años luz de la Tierra, la nebulosa Helix en forma de ojo es una nebulosa planetaria, o los restos de una estrella similar al Sol. Cuando estas estrellas se quedan sin su suministro de combustible interno, sus capas externas se hinchan para crear la nebulosa. La nebulosa se calienta por el núcleo caliente de la estrella muerta, llamada enana blanca, que no es visible en esta imagen, pero se encuentra en el medio del "ojo". Nuestro Sol se convertirá en una nebulosa planetaria cuando muera en unos 5 mil millones de años.
Las nubes torturadas de Eta Carinae La estrella brillante en el centro de esta imagen es Eta Carinae, una de las estrellas más masivas de la galaxia de la Vía Láctea. Con alrededor de 100 veces la masa del Sol y al menos 1 millón de veces el brillo, Eta Carinae libera una tremenda salida de energía que ha erosionado la nebulosa circundante. La visión infrarroja de Spitzer nos permite ver el polvo, que se muestra en rojo, así como las nubes de gas caliente y brillante, que parecen verdes.
Spitzer Spies Spectacular Sombrero Ubicado a 28 años luz de la Tierra, Messier 104, también llamada galaxia Sombrero o M104, es notable por su orientación casi de borde como se ve desde nuestro planeta. Las observaciones de Spitzer fueron las primeras en revelar el suave y brillante anillo de polvo (visto en rojo) que rodea la galaxia. La vista completa de Spitzer también muestra que el disco está deformado, a menudo el resultado de un encuentro gravitacional con otra galaxia, y las áreas agrupadas que se ven en los bordes lejanos del anillo indican regiones jóvenes en formación de estrellas. Los datos del telescopio espacial Hubble que muestran la luz de las estrellas aparecen en azul.
Spiral Galaxy Messier 81 Esta imagen infrarroja de la galaxia Messier 81, o M81, revela carriles de polvo iluminados por la formación activa de estrellas en los brazos espirales de la galaxia. Al mover el control deslizante completamente hacia la izquierda para eliminar la luz blanca azulada de las estrellas, puede ver los carriles de polvo con mayor claridad. Ubicado en la constelación norte de la Osa Mayor (que incluye el Big Dipper), M81 también está a unos 12 millones de años luz de la Tierra.
Spitzer revela Stellar Smoke Messier 82, también conocida como la galaxia Cigar o M82, es un semillero de estrellas jóvenes y masivas. En luz visible, aparece como una barra difusa de luz azul, pero en esta imagen infrarroja, los científicos pueden ver enormes nubes rojas de polvo expulsadas al espacio por los vientos y la radiación de esas estrellas. Messier 82 se encuentra a unos 12 millones de años luz de distancia en la constelación de la Osa Mayor.
A Pinwheel Galaxy Rainbow Esta imagen de Messier 101, también conocida como Pinwheel Galaxy o M101, combina datos en los rayos infrarrojos, visibles, ultravioleta y rayos X de Spitzer y otros tres telescopios espaciales de la NASA: Hubble, el detector ultravioleta lejano del Galaxy Evolution Explorer (GALEX) y el Observatorio de rayos X Chandra. La galaxia es aproximadamente un 70% más grande que nuestra propia Vía Láctea, con un diámetro de aproximadamente 170,000 años luz, y se encuentra a una distancia de 21 millones de años luz de la Tierra.
La galaxia Cartwheel hace olas Hace aproximadamente 100 millones de años, una galaxia más pequeña se hundió en el corazón de la galaxia Cartwheel, creando ondas de breve formación estelar. Al igual que con la galaxia Pinwheel anterior, esta imagen compuesta incluye datos de los observatorios Spitzer, Hubble, GALEX y Chandra de la NASA.
Spitzer y Hubble crean una obra maestra coloridaUbicada a 1.500 años luz de la Tierra, la nebulosa de Orión es el punto más brillante en la espada de la constelación de Orión. Los telescopios espaciales Spitzer y Hubble de la NASA contribuyeron a esta imagen vibrante. Cuatro estrellas masivas, denominadas colectivamente Trapecio, aparecen como una mancha amarilla cerca del centro de la imagen. Los datos visibles y ultravioleta del Hubble aparecen como remolinos de color verde que indican la presencia de gas calentado por la intensa radiación ultravioleta de las estrellas del trapecio. Las estrellas menos incrustadas aparecen como manchas verdes y las estrellas en primer plano como manchas azules. Mientras tanto, la vista infrarroja de Spitzer expone moléculas ricas en carbono llamadas hidrocarburos aromáticos policíclicos, que se muestran aquí como briznas de rojo y naranja. Los puntos de color amarillo anaranjado son estrellas infantiles profundamente incrustadas en capullos de polvo y gas.
Una araña espacial vigila estrellas jóvenes Ubicada a unos 10.000 años luz de la Tierra en la constelación de Auriga, la nebulosa de la araña reside en la parte exterior de la Vía Láctea. Combinando datos de Spitzer y el Two Micron All Sky Survey (2MASS), la imagen muestra nubes verdes de polvo iluminadas por la formación de estrellas en la región. A la derecha del centro, contra el fondo negro del espacio, se encuentra un brillante grupo de estrellas llamado Stock 8. La radiación de este cúmulo forma un cuenco en las nubes de polvo cercanas. En un afluente a la izquierda de Stock 8 hay más estrellas jóvenes que aparecen como fuentes de puntos rojos.
Nebulosa de América del Norte con diferentes luces Esta vista de la nebulosa de América del Norte combina la luz visible recolectada por el Digitized Sky Survey con luz infrarroja del telescopio espacial Spitzer de la NASA. Los tonos azules representan la luz visible, mientras que el infrarrojo se muestra en rojo y verde. Se pueden encontrar grupos de estrellas jóvenes (de aproximadamente 1 millón de años) en toda la imagen. Las estrellas un poco más viejas pero aún muy jóvenes (alrededor de 3 a 5 millones de años) también se encuentran dispersas en todo el complejo.
Spitzer captura el bullicioso centro de nuestra galaxia Este mosaico infrarrojo ofrece una vista impresionante del ajetreado centro de la galaxia de la Vía Láctea. La región representada, ubicada en la constelación de Sagitario, tiene 900 años luz de diámetro y muestra cientos de miles de estrellas en su mayoría viejas en medio de nubes de polvo brillante iluminadas por estrellas más jóvenes y masivas. Nuestro Sol está ubicado a 26,000 años luz de distancia en un vecindario más tranquilo y espacioso, en los suburbios galácticos. El núcleo brillante en el centro de la imagen es un denso grupo de estrellas en el centro de la Vía Láctea, dentro del cual se esconde un agujero negro aproximadamente 4 millones de veces más masivo que nuestro Sol.
La vida eterna del polvo de estrellas La Gran Nube de Magallanes, una galaxia enana ubicada a unos 160,000 años luz de la Tierra, se ve como un mar agitado de polvo en este retrato infrarrojo. El color azul, visto más prominentemente en la barra central, representa la luz de las estrellas más antiguas. Las regiones caóticas y brillantes fuera de este bar están llenas de estrellas masivas y calientes enterradas en gruesas mantas de polvo. El color rojo alrededor de estas regiones brillantes proviene del polvo calentado por las estrellas, mientras que los puntos rojos diseminados por la imagen son estrellas polvorientas y viejas; estrellas jóvenes recién formadas; o galaxias más distantes. Las nubes verdosas contienen gas interestelar más frío y granos de polvo del tamaño de una molécula iluminados por la luz de las estrellas.
Un retrato de la familia estelar En este gran mosaico celestial de Spitzer, hay mucho que ver, incluidos múltiples grupos de estrellas nacidas de los mismos densos grupos de gas y polvo. Algunos de estos grupos son más antiguos que otros y más evolucionados, lo que lo convierte en un retrato estelar generacional.
Noticias Medios Contacto Laboratorio de propulsión a chorro Calla Cofield , Pasadena, California 626-808-2469 calla.e.cofield@jpl.nasa.gov
El 25 de agosto del año 2003 la NASA lanzaba el Telescopio Espacial Spitzer
hacia su órbita alrededor del Sol. Desde entonces, comenzando por
nuestro propio sistema solar, hasta llegar a las galaxias más lejanas, y
a través de una manera diferente de observar el universo, utilizando luz infrarroja, el observatorio ha estado levantando el velo a las maravillas del cosmos.
La misión principal de Spitzer duró cinco años y medio y terminó cuando se quedó sin el refrigerante de helio líquido necesario
para operar dos de sus tres instrumentos. Sin embargo, su diseño de
enfriamiento pasivo ha permitido que parte de su tercer instrumento
continúe funcionando durante más de 10 años adicionales. La misión está programada para finalizar el 30 de enero de 2020.
No obstante, sus objetivos están más que alcanzados y su contribución a
la ciencia y al entendimiento del universo es indudable. Es por ello
que, con motivo de su décimo sexto cumpleaños, la NASA acaba
de recopilar un conjunto de 16 imágenes que nos narran sus mayores
logros. Te las mostramos y explicamos en esta impresionante galería de
fotos:
Estrellas gigantes producen olas
Esta imagen del Spitzer muestra a la
estrella gigante Zeta Ophiuchi y la onda de choque frente a ella.
Visible solo con luz infrarroja, el arco de choque es creado por los
vientos que fluyen desde la estrella generando ondas en el polvo
circundante. Ubicada aproximadamente a 370 años luz de la Tierra, Zeta
Ophiuchi eclipsa a nuestro Sol: es aproximadamente 6 veces más caliente,
8 veces más ancho, 20 veces más masivo y aproximadamente 80.000 veces
más brillante. Incluso a su gran distancia, sería una de las estrellas
más brillantes del cielo si no estuviera en gran medida oscurecida por
las nubes de polvo que la rodean.
Foto: NASA/JPL-Caltech
Las 7 hermanas posan para el Spitzer
El cúmulo estelar de las Pléyades,
también conocido como las Siete Hermanas, es un objetivo frecuente para
los observadores del cielo nocturno. Esta imagen de Spitzer se acerca a
algunos miembros de la hermandad. Vistas en el infrarrojo, las estrellas
parecen flotar sobre un lecho de plumas. Los filamentos que rodean las
estrellas son polvo, y los tres colores representan diferentes
longitudes de onda de luz infrarroja. La porción más densa de la nube de
polvo aparece en amarillo y rojo, y las afueras más difusas aparecen en
tonos verdes.
Foto: NASA/JPL-Caltech
La nebulosa de la Hélice
Localizada a unos 700 años luz de la
Tierra, la nebulosa de la Hélice, con forma de ojo, es una nebulosa
planetaria, o los restos de una estrella similar al Sol. Cuando estas
estrellas se quedan sin su suministro de combustible interno, sus capas
externas se hinchan; la nebulosa se calienta por el núcleo caliente de
la estrella muerta, llamada enana blanca, que no es visible en esta
imagen, pero se encuentra en el medio del "ojo". Nuestro Sol se
convertirá en una nebulosa planetaria cuando muera en unos 5 mil
millones de años. Este espectacular objeto celeste, una estrella
moribunda que se desenmaraña en el espacio, es por igual uno de los
objetos favoritos de astrónomos aficionados y profesionales. Spitzer ha
cartografiado la estructura exterior expansiva de esta nebulosa de seis
años luz de ancho, y ha sondeado la región interior alrededor de la
estrella muerta central para revelar lo que parece ser un sistema
planetario que sobrevivió a la caótica agonía de su estrella anfitriona.
Foto: NASA/JPL-Caltech / J. Hora (Harvard-Smithsonian CfA).
Estrellas bebé envueltas en una manta de polvo cósmico
Las estrellas recién nacidas se
asoman desde debajo de su manto de polvo en esta imagen de la nebulosa
Rho Ophiuchi. Llamado "Rho Oph" por los astrónomos y ubicado a unos 400
años luz de la Tierra, es una de las regiones de formación estelar más
cercanas a nuestro propio sistema solar. Las estrellas más jóvenes en
esta imagen están rodeadas de discos polvorientos de material a partir
del cual se están formando las estrellas y sus potenciales sistemas
planetarios. Las estrellas más evolucionadas, que han perdido su
material natal, son azules. La nebulosa blanca extendida a la derecha
del centro es una región de la nube que brilla con luz infrarroja debido
al calentamiento del polvo por estrellas jóvenes brillantes cerca del
borde derecho de la nube.
NASA/JPL-Caltech/Harvard-Smithsonian CfA
El Spitzer espía al espectacular sombrero
Ubicada a 28 millones de años luz de
la Tierra, Messier 104, también llamada la galaxia Sombrero o M104, es
llamativa por su orientación hacia nuestro planeta. Las observaciones
del Spitzer fueron las primeras en revelar el suave y brillante anillo
de polvo -visto en rojo- que rodea a la galaxia. La vista completa de
Spitzer también muestra que el disco está deformado, resultado
probablemente del un encuentro gravitacional con otra galaxia. Las áreas
agrupadas que se ven en los bordes lejanos del anillo indican regiones
de formación de estrellas jóvenes.
Foto: NASA/JPL-Caltech/STScI
Las nubes torturadas de Eta Carinae
La estrella brillante del centro de
esta imagen es Eta Carinae, una de las estrellas más masivas de la Vía
Láctea. Con alrededor de 100 veces la masa del Sol y al menos 1 millón
de veces su brillo, Eta Carinae libera tal cantidad de energía que ha
erosionado la nebulosa circundante. La visión infrarroja del Spitzer nos
permite ver el polvo de la nebulosa, que se muestra en rojo, así como
las nubes de gas caliente y brillante, que parecen verdes.
Foto: NASA/JPL-Caltech
El Spitzer revela humo estelar
Messier 82, también conocida como la
galaxia del cigarro Cigarro o M82, es un semillero de estrellas jóvenes y
masivas. En luz visible, aparece como una barra difusa de luz azul,
pero en esta imagen infrarroja, los científicos pueden ver enormes nubes
rojas de polvo expulsadas al espacio por los vientos y la radiación de
esas estrellas. Messier 82 se encuentra a unos 12 millones de años luz
de distancia en la constelación de la Osa Mayor.
Foto: NASA/JPL-Caltech
La colisión de dos galaxias
Hace aproximadamente 100 millones de
años, una galaxia más pequeña se hundió en el corazón de la galaxia de
la Rueda del Carro, creando breves ondas de formación estelar. La
primera ondulación que aparece como un anillo exterior azul brillante
alrededor del objeto más grande, irradiando luz ultravioleta, fue
visible para el telescopio GALEX. Los grupos de rosa a lo largo del
anillo azul externo son rayos X (observados por Chandra) y radiación
ultravioleta. Una combinación de luz visible e infrarroja captadas por
el Hubble y el Spitzer, representan el anillo interno amarillo-naranja y
el centro de la galaxia, y que conforman la segunda onda de choque,
creada en la colisión. Los tonos verdes pertenecen a la luz visible de
estrellas más antiguas y menos masivas. Aunque los astrónomos no han
identificado qué galaxia colisionó con la galaxias de la Rueda del
Carro, se pueden ver dos de las tres galaxias candidatas en esta imagen
en la parte inferior izquierda del anillo, una como una burbuja de neón y
la otra como una espiral verde
Foto: NASA/JPL-Caltech/STScI/CXC
La galaxia espiral Messier 81
Esta imagen infrarroja de la galaxia
Messier 81, o M81, revela carriles los de polvo iluminados por la
formación estelar activa en los brazos espirales de la galaxia. Ubicado
en la constelación norte de la Osa Mayor (que incluye el Big Dipper),
M81 también está a unos 12 millones de años luz de la Tierra.
Foto: NASA/JPL-Caltech/K. Gordon (University of Arizona) & S. Willner (Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics)
El arcoíris del molinillo
Esta imagen de Messier 101, también
conocida como la galaxía del Molinillo o M101, combina datos en
infrarrojo, visible, ultravioleta y rayos X del Spitzer y otros tres
telescopios espaciales de la NASA. Los colores rojos muestran la luz
infrarroja, como la vio el Spitzer. Estas áreas muestran las zonas en la
galaxia donde se forman las estrellas. El componente amarillo es la luz
visible, observada por Hubble. La mayor parte de esta luz proviene de
las estrellas, y trazan la misma estructura en espiral que las líneas de
polvo que se ven en el infrarrojo. Las áreas azules son luz
ultravioleta, emitida por estrellas jóvenes y calientes que se formaron
hace aproximadamente 1 millón de años y que fueron observadas por GALEX.
Las áreas más calientes se muestran en púrpura, donde Chandra observó
la emisión de rayos X de las estrellas que explotan y mueren. M101 es un
70% más grande que nuestra Vía Láctea, con un diámetro de
aproximadamente 170,000 años luz, y se encuentra a una distancia de 21
millones de años luz de la Tierra.
Foto: NASA/ JPL Caltech
Una araña espacial vigila a estrellas jóvenes
Ubicada a unos 10.000 años luz de la
Tierra en la constelación del Auriga, la nebulosa de la Araña reside en
la parte exterior de la Vía Láctea. Combinando datos del Spitzer y el
Two Micron All Sky Survey (2MASS), la imagen muestra nubes verdes de
polvo iluminadas por la formación de estrellas en la región. A la
derecha, contra el fondo negro del espacio, se encuentra un brillante
grupo de estrellas llamado Stock 8. La radiación de este cúmulo forma un
cuenco en las nubes de polvo cercanas.
Foto:
Una obra maestra
Ubicada a 1.500 años luz de la
Tierra, la nebulosa de Orión es el punto más brillante en la espada de
la constelación de Orión. Cuatro estrellas masivas, denominadas
colectivamente el Trapecio, aparecen como una mancha amarilla cerca del
centro de la imagen. Los datos de las luces visible y ultravioleta del
Hubble aparecen como remolinos de color verde que indican la presencia
de gas calentado por la intensa radiación ultravioleta de las estrellas
del trapecio. Estrellas más lejanas aparecen como manchas verdes y las
estrellas en primer plano como manchas azules. Mientras tanto, la vista
infrarroja de Spitzer expone las moléculas ricas en carbono conocidas
hidrocarburos aromáticos policíclicos, que se muestran aquí como briznas
de rojo y naranja. Los puntos de color amarillo anaranjado son
estrellas jóvenes incrustadas en capullos de polvo y gas.
Foto: NASA/JPL-Caltech/STScI
La nebulosa de Norteamerica en diferentes tonos de luz
Esta vista de la nebulosa de América del Norte combina la luz
visible recolectada por el Digitized Sky Survey con luz infrarroja del
telescopio espacial Spitzer de la NASA. Los tonos azules representan la
luz visible, mientras que el infrarrojo se muestra en rojo y verde. Se
pueden encontrar grupos de estrellas jóvenes (de aproximadamente 1
millón de años) en toda la imagen. Las estrellas un poco más viejas pero
aún muy jóvenes (alrededor de 3 a 5 millones de años) también se
encuentran dispersas en toda la imagen.
Foto: NASA/JPL-Caltech
El centro de la Vía Láctea
Este mosaico infrarrojo ofrece una
vista impresionante del ajetreado centro de nuestra Vía Láctea. La región
representada, ubicada en la constelación de Sagitario, tiene 900 años
luz de diámetro y muestra cientos de miles de estrellas, en su mayoría
viejas, entre nubes de polvo brillante iluminadas por estrellas más
jóvenes y masivas. Nuestro Sol está ubicado a 26.000 años luz de
distancia en un vecindario más tranquilo y espacioso, en los suburbios
galácticos. El núcleo brillante en el centro de la imagen es un denso
grupo de estrellas en el centro de la Vía Láctea, dentro del cual se
esconde un agujero negro aproximadamente 4 millones de veces más masivo
que nuestro Sol.
Foto: NASA/JPL-Caltech/STScI
La eterna vida del polvo de estrellas
La Gran Nube de Magallanes, una
galaxia enana ubicada a unos 160.000 años luz de la Tierra, se ve como
un mar agitado de polvo en este retrato infrarrojo. El color azul, mejor
apreciado en la barra central, representa la luz de las estrellas más
antiguas. Las regiones caóticas y brillantes fuera de esta barra están
llenas de estrellas masivas y calientes enterradas en gruesas mantas de
polvo. El color rojo alrededor de estas regiones brillantes proviene del
polvo calentado por las estrellas, mientras que los puntos rojos
diseminados por la imagen son estrellas polvorientas y viejas; estrellas
jóvenes recién formadas; o galaxias más distantes. Las nubes verdosas
contienen gas interestelar más frío y granos de polvo iluminados por la
luz de las estrellas.
Foto:NASA/JPL-Caltech
Un retrato de familia estelar
En este gran mosaico celestial hay
mucho que ver, incluidos múltiples cúmulos de estrellas nacidos de los
mismos densos grupos de gas y polvo. Algunos de estos grupos son más
antiguos que otros y más evolucionados, lo que lo convierte en un
retrato estelar generacional. El gran delta verde y naranja que llena la
mayor parte de la imagen es una nebulosa lejana. La región blanca
brillante en su punta está iluminada por estrellas masivas, y el polvo
que ha sido calentado por la radiación de las estrellas crea el
resplandor rojo circundante.
Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., nuestro Universo, es una enigma que nunca acabaremos por descubrir misterios de su composición, que desubica a los científicos, que siguen sus investigaciones con sus observatorios y telescopios, justamente el descubrimiento de la Supernova SN2016iet, por el telescopio GAIA de la Agencia Espacial Europea ESA, han comprobado que: "
ElObservatorio Geminiconsta de dostelescopiosgemelos ópticos/infrarrojosde 8,1 metros ubicados en ambos hemisferios de laTierraque se encuentran operativos científicamente desde el1983.
Figure 1. Artist’s concept of the SN 2016iet pair-instability
supernova. Credit: Gemini Observatory/NSF/AURA/ illustration by Joy
Pollard download JPG 890 KB | TIFF 7.5 MB
Figure 2. Image of SN 2016iet and its most likely host galaxy taken
with the Low Dispersion Survey Spectrograph on the Magellan Clay 6.5-m
telescope at Las Campanas Observatory in i-band on July 9, 2018.
A renegade star exploding in a distant galaxy has forced astronomers
to set aside decades of research and focus on a new breed of supernova
that can utterly annihilate its parent star — leaving no remnant behind.
The signature event, something astronomers had never witnessed before,
may represent the way in which the most massive stars in the Universe,
including the first stars, die.
The European Space Agency’s (ESA) Gaia satellite first noticed
the supernova, known as SN 2016iet, on November 14, 2016. Three years
of intensive follow-up observations with a variety of telescopes,
including the Gemini North telescope and its Multi-Object Spectrograph
on Maunakea in Hawaiʻi, the CfA | Harvard & Smithsonian's MMT
Observatory located at the Fred Lawrence Whipple Observatory in Amado,
AZ, and the Magellan Telescopes at the Las Campanas Observatory in
Chile, provided crucial perspectives on the object’s distance and
composition.
“The Gemini data provided a deeper look at the supernova than any of
our other observations,” said Edo Berger of the Harvard-Smithsonian
Center for Astrophysics and a member of the investigation’s team. “This
allowed us to study SN 2016iet more than 800 days after its discovery,
when it had dimmed to one-hundredth of its peak brightness.”
Chris Davis, program director at the National Science Foundation
(NSF), one of Gemini’s sponsoring agencies, added, “These remarkable
Gemini observations demonstrate the importance of studying the
ever-changing Universe. Searching the skies for sudden explosive events,
quickly observing them and, just as importantly, being able to monitor
them over days, weeks, months, and sometimes even years is critical to
getting the whole picture. In just a few years, NSF’s Large Synoptic
Survey Telescope will uncover thousands of these events, and Gemini is
well positioned to do the crucial follow-up work.”
In this case, this deep look revealed only weak hydrogen emission at
the location of the supernova, evidence that the progenitor star of SN
2016iet lived in an isolated region with very little star formation.
This is an unusual environment for such a massive star. “Despite looking
for decades at thousands of supernovae,” Berger resumed, “this one
looks different than anything we have ever seen before. We sometimes see
supernovae that are unusual in one respect, but otherwise are normal;
this one is unique in every possible way.”
SN 2016iet has a multitude of oddities, including its incredibly long
duration, large energy, unusual chemical fingerprints, and environment
poor in heavier elements — for which no obvious analogues exist in the
astronomical literature.
“When we first realized how thoroughly unusual SN 2016iet is, my
reaction was ‘Whoa – did something go horribly wrong with our data?’”
said Sebastian Gomez, also of the Center for Astrophysics and lead
author of the investigation. The research is published in the August
15th issue of The Astrophysical Journal.
The unusual nature of SN 2016iet, as revealed by Gemini and other
data, suggest that it began its life as a star with about 200 times the
mass of our Sun — making it one of the most massive and powerful single
star explosions ever observed. Growing evidence suggests the first stars
born in the Universe may have been just as massive. Astronomers
predicted that if such behemoths retain their mass throughout their
brief life (a few million years), they will die as pair-instability supernovae, which gets its name from matter-antimatter pairs formed in the explosion.
Most massive stars end their lives in an explosive event that spews
matter rich in heavy metals into space, while their core collapses into a
neutron star or black hole. But pair-instability supernovae are a
different breed. The collapsing core produces copious gamma-ray
radiation, leading to a runaway production of particle and antiparticle
pairs that eventually trigger a catastrophic thermonuclear explosion
that annihilates the entire star, including the core.
Models of pair-instability supernovae predict they will occur in
environments poor in metals (astronomer’s term for elements heavier than
hydrogen and helium), such as dwarf galaxies and the early Universe —
and the team’s investigation found just that. The event occurred at a
distance of one billion light years in a previously uncatalogued dwarf
galaxy poor in metals. “This is the first supernova in which the mass
and metal content of the exploding star are in the range predicted by
theoretical models,” Gomez said.
Another surprising feature is SN 2016iet’s stark location. Most
massive stars are born in dense clusters of stars, but SN 2016iet formed
in isolation some 54,000 light years away from the center of its dwarf
host galaxy.
“How such a massive star can form in complete isolation is still a
mystery,” said Gomez. “In our local cosmic neighborhood, we only know of
a few stars that approach the mass of the star that exploded in SN
2016iet, but all of those live in massive clusters with thousands of
other stars.” To explain the event’s long duration and slow brightness
evolution, the team advances the idea that the progenitor star ejected
matter into its surrounding environment at a rate of about three times
the mass of the Sun per year for a decade before the star blew itself
into oblivion. When the star ultimately exploded, the supernova debris
collided with this material powering SN 2016iet’s emission.
“Most supernovae fade away and become invisible against the glare of
their host galaxies within a few months. But because SN 2016iet is so
bright and so isolated we can study its evolution for years to come,”
said Gomez. “The idea of pair-instability supernovae has been around for
decades,” said Berger. “But finally having the first observational
example that puts a dying star in the right regime of mass, with the
right behavior, and in a metal-poor dwarf galaxy is an incredible step
forward.”
Not long ago, it was not known if such supermassive stars could
actually exist. The discovery and follow-up observations of SN 2016iet
have provided clear evidence for their existence and potential for
affecting the development of the early Universe. “Gemini’s role in this
amazing discovery is significant,” said Gomez, “as it helps us to better
understand how the early Universe developed after its ‘dark ages’ —
when no star formation occurred — to form the splendor of the Universe
we see today.”
Science Contacts:
Edo Berger
Harvard University
Email: eberger"at"cfa.harvard.edu
Cell: (617) 335-7963
Sebastian Gomez
Harvard University
Email: sebastian.gomez"at"cfa.harvard.edu
Phone: (617) 495-4142
Media Contacts:
Peter Michaud
Public Information and Outreach Manager
Gemini Observatory, Hilo, HI
Email: pmichaud"at"gemini.edu
Desk: (808) 974-2510
Cell: (808) 936-6643
Alyssa Grace
Public Information and Outreach Assistant
Gemini Observatory, Hilo, HI
Email: agrace"at"gemini.edu
Desk: (808) 974-2531
Amy Oliver
Public Affairs Officer
Fred Lawrence Whipple Observatory
Center for Astrophysics | Harvard & Smithsonian
Email: amy.oliver"at"cfa.harvard.edu
Desk: (520) 879-4406
Astrónomos descubren un nuevo tipo de
supernova jamás antes observada, capaz de arrasar por completo con su
estrella madre, y que puede representar la forma en la que mueren las
estrella más masivas del universo, incluidas las primeras estrellas.
Supernova SN2016iet
Foto: Gemini Observatory/NSF/AURA/ Ilustración: Joy Pollard
El satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea -ESA- detectó por primera vez la supernova conocida como SN 2016iet
el 14 de noviembre de 2016. Desde este momento se sucedieron tres años
de intensas observaciones de seguimiento con una gran variedad de
telescopios, entre los que se incluyo el telescopio Gemini North situado en Maunakea, Hawai, y el cual proporcionó los datos cruciales sobre la distancia y composición del objeto.
"Los datos de Gemini nos permitieron estudiar SN 2016iet más de 800
días después de su descubrimiento, cuando ya se había atenuado a la
centésima parte de su brillo máximo", explica Edo Berger del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica.
Un nuevo tipo de supernova que puede aniquilar por completo a su estrella madre sin dejar ningún remanente
Chris Davis, director del programa de la National Science Foundation -NSF-
añade: “estas observaciones de Gemini demuestran la importancia de
estudiar el universo en constante cambio. Buscar en el cielo eventos
explosivos repentinos, observarlos rápidamente y, lo que es más
importante, poder monitorearlos durante días, semanas, meses y, a veces,
incluso años es fundamental para obtener una visión global de este tipo
de fenómenos".
Una supernova única
En este caso, la mirada profunda de Gemini reveló una débil emisión
de hidrógeno en la ubicación de la supernova, evidencia de que la estrella
progenitora de SN 2016iet vivía en una región aislada con muy poca
formación de estrellas; un ambiente inusual para una estrella tan
masiva. "A pesar de buscar durante décadas entre miles de
supernovas, esta es diferente a cualquier cosa que hayamos visto antes. A
veces vemos supernovas que son inusuales en un aspecto, pero que por lo
demás son normales; esta es única en todos los sentidos posibles"
explica Davis. 7
"Esta supernova es única en todos los sentidos posibles"
Así, SN 2016iet tiene multitud de rarezas, incluida su
increíblemente larga duración, una gran energía, huellas químicas
inusuales y un entorno pobre en elementos más pesados, para lo cual no
existen análogos obvios en la literatura astronómica. "Cuando
nos dimos cuenta por primera vez de lo inusual que es SN 2016iet, mi
reacción fue: ´¿Algo ha salido terriblemente mal con nuestros datos?´,
declara Sebastián Gómez, también
del Centro de Astrofísica de la Universidad de Harvard y autor
principal de la investigación publicada en la revista especializada The Astrophysical Journal.
Estrellas supermasivas, estrellas primordiales y las supernovas de inestabilidad de pares
La naturaleza inusual de SN 2016iet, según lo revelado por Gemini y
los datos de otros satélites, sugiere que comenzó su vida como una
estrella con aproximadamente 200 veces la masa de nuestro Sol, por lo
que es una de las explosiones de estrellas individuales más masivas y poderosas jamás observadas. La
creciente evidencia sugiere que las primeras estrellas nacidas en el
universo pueden haber sido igual de masivas. Los astrónomos predijeron
que si tales gigantes conservan su masa durante su breve vida -unos
pocos millones de años- morirán como supernovas de inestabilidad de pares, las cuales reciben su nombre de los pares de materia-antimateria formados en la explosión.
Las supernovas de inestabilidad de pares reciben su nombre de los pares de materia-antimateria formados en la explosión
La mayoría de las estrellas masivas terminan sus vidas en una supernova que arroja materia rica en metales pesados al espacio, mientras que su núcleo se convierte en una estrella de neutrones o un agujero negro.
No obstante, las supernovas de inestabilidad de pares actúan de manera
diferente. En ellas el núcleo al colapsar produce abundante radiación de
rayos gamma, lo que conduce a una producción desbocada de pares de
partículas y antipartículas que desencadenan una explosión termonuclear
catastrófica que aniquila a toda la estrella, incluido el núcleo.
Los modelos de supernovas de inestabilidad de pares predicen que estas ocurrirán en entornos pobres en metales -término astronómico empleado para los elementos más pesados que el hidrógeno y el helio- como galaxias enanas o el universo temprano
que es exactamente lo que el equipo de Gómez encontró en su
investigación. . El fenómeno ocurrió a una distancia de aproximadamente
mil millones de años luz de distancia en una galaxia enana previamente
no catalogada pobre en metales. "Esta es la primera supernova en la que
el contenido de masa y metal de la estrella en explosión está en el
rango predicho por los modelos teóricos", afirma el investigador.
En la soledad del cosmos
Otra característica sorprendente es la ubicación austera de SN
2016iet. La mayoría de las estrellas masivas nacen en densos cúmulos de
estrellas, pero SN 2016iet se formó de forma aislada a unos 54.000 años luz de distancia del centro de su galaxia enana.
"Cómo se puede formar una estrella tan masiva en completo aislamiento
sigue siendo un misterio", explica Gómez. "En nuestro vecindario cósmico
local, solo conocemos algunas estrellas que se acercan a la masa de la
estrella que explotó en SN 2016iet, pero todas ellas viven en cúmulos
masivos con miles de otras estrellas", añade.
"Cómo se puede formar una estrella tan masiva en completo aislamiento sigue siendo un misterio"
Para explicar la larga duración de la supernova y la lenta evolución su brillo, el equipo postula que la
estrella progenitora expulsó su propia materia al entorno circundante a
una tasa de aproximadamente tres veces la masa del Sol por año durante
una década antes de que esta se volviera inestable. Cuando la
estrella finalmente explotó, los escombros de la supernova chocaron con
este material que alimentaba la emisión de SN 2016iet.
“La mayoría de las supernovas se desvanecen y se vuelven invisibles
contra el resplandor de sus galaxias anfitrionas en unos pocos meses.
Pero debido a que SN 2016iet era tan brillante y tan aislada, pudimos
estudiar su evolución en los años venideros ”, continúa el astrónomo.
"La idea de las supernovas de inestabilidad de pares ha existido
durante décadas", afirma Berger por su parte, "pero finalmente tener el
primer ejemplo de observación que coloca a una estrella moribunda en el
régimen de masa correcto, con el comportamiento correcto y en una
galaxia enana pobre en metales, es un increíble paso adelante".
Hasta hace muy poco tiempo, no se sabía si tales estrellas supermasivas podrían existir realmente.
El descubrimiento y las observaciones de seguimiento de SN 2016iet han
proporcionado pruebas claras de su existencia y de su potencial para
afectar el desarrollo del universo temprano. "El papel de Gémini en este
sorprendente descubrimiento es muy significativo", afirma Gómez, "ya
que nos ayuda a comprender mejor cómo se desarrolló el universo
primitivo después de sus 'edades oscuras', -cuando todavía no existían
estrellas en el firmamento- hasta convertirse en el esplendoroso
universo que podemos observar hoy", concluye.