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Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., el Telescopio Espacial Hubble, acabó de batir un record al descubrir la existencia de la estrella Eärendel, como la más lejana, jamás vista antes, que tardó su luz para llegar a la Tierra 12,900 millones de años luz, que nos parece cuando el Universo, sólo tenía el 7% de su edad actual con un crecimiento al rojo 6,2 ... ...siga leyendo la maravillas del Universo.................
Esta vista detallada destaca la posición de la estrella Eärendel a lo largo de una onda en el espacio-tiempo (línea punteada) que la amplía y hace posible que la estrella se detecte a una distancia tan grande: casi 13 000 millones de años luz. También se indica un cúmulo de estrellas que se refleja a ambos lados de la línea de aumento. La distorsión y la ampliación son creadas por la masa de un enorme cúmulo de galaxias ubicado entre Hubble y Eärendel. La masa del cúmulo de galaxias es tan grande que deforma el tejido del espacio, y mirar a través de ese espacio es como mirar a través de una lupa: a lo largo del borde del cristal o lente, la apariencia de las cosas del otro lado se deforma como así como magnificada.
Créditos: Ciencia: NASA, ESA, Brian Welch (JHU), Dan Coe (STScI); Procesamiento de imágenes: NASA, ESA, Alyssa Pagan (STScI)
El Telescopio Espacial Hubble de la NASA ha establecido un nuevo punto de referencia extraordinario: detectar la luz de una estrella que existió dentro de los primeros mil millones de años después del nacimiento del universo en el big bang, la estrella individual más lejana jamás vista hasta la fecha.
El hallazgo es un gran salto en el tiempo desde el anterior poseedor del récord de una sola estrella ; detectada por Hubble en 2018. Esa estrella existía cuando el universo tenía unos 4.000 millones de años, o el 30 por ciento de su edad actual, en un momento al que los astrónomos se refieren como "desplazamiento al rojo 1,5". Los científicos usan la palabra "desplazamiento hacia el rojo" porque a medida que el universo se expande, la luz de los objetos distantes se estira o "desplaza" a longitudes de onda más largas y rojas a medida que viaja hacia nosotros.
La estrella recién detectada está tan lejos que su luz ha tardado 12.900 millones de años en llegar a la Tierra, y se nos aparece como cuando el universo tenía solo el 7 por ciento de su edad actual, con un corrimiento al rojo de 6,2. Los objetos más pequeños vistos anteriormente a una distancia tan grande son cúmulos de estrellas, incrustados dentro de las primeras galaxias.
"Casi no lo creímos al principio, estaba mucho más lejos que la estrella de mayor corrimiento al rojo más distante y anterior", dijo el astrónomo Brian Welch de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, autor principal del artículo que describe el descubrimiento, que se publica en la revista Nature del 30 de marzo . El descubrimiento se realizó a partir de los datos recopilados durante el programa RELICS (Reionization Lensing Cluster Survey) del Hubble , dirigido por el coautor Dan Coe en el Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial (STScI), también en Baltimore.
“Normalmente, a estas distancias, las galaxias enteras se ven como pequeñas manchas, con la luz de millones de estrellas mezclándose”, dijo Welch. “La galaxia que alberga esta estrella ha sido magnificada y distorsionada por lentes gravitacionales en una larga media luna que llamamos Arco del Amanecer”.
Después de estudiar la galaxia en detalle, Welch determinó que una característica es una estrella extremadamente magnificada a la que llamó Earendel, que significa "estrella de la mañana" en inglés antiguo. El descubrimiento promete abrir una era inexplorada de formación estelar muy temprana.
"Earendel existió hace tanto tiempo que es posible que no haya tenido todas las mismas materias primas que las estrellas que nos rodean hoy", explicó Welch. “Estudiar a Eärendel será una ventana a una era del universo con la que no estamos familiarizados, pero que condujo a todo lo que conocemos. Es como si hubiéramos estado leyendo un libro realmente interesante, pero comenzamos con el segundo capítulo y ahora tendremos la oportunidad de ver cómo comenzó todo”, dijo Welch.
Cuando las estrellas se alinean
El equipo de investigación estima que Eärendel tiene al menos 50 veces la masa de nuestro Sol y millones de veces más brillante, rivalizando con las estrellas más masivas conocidas. Pero incluso una estrella tan brillante y de gran masa sería imposible de ver a una distancia tan grande sin la ayuda del aumento natural de un enorme cúmulo de galaxias, WHL0137-08, que se encuentra entre nosotros y Eärendel. La masa del cúmulo de galaxias deforma el tejido del espacio, creando una poderosa lupa natural que distorsiona y amplifica enormemente la luz de los objetos distantes detrás de él.
Gracias a la rara alineación con el cúmulo de galaxias de aumento, la estrella Eärendel aparece directamente o muy cerca de una onda en el tejido del espacio. Esta ondulación, que se define en óptica como "cáustica", proporciona el máximo aumento y brillo. El efecto es análogo a la superficie ondulada de una piscina que crea patrones de luz brillante en el fondo de la piscina en un día soleado. Las ondas en la superficie actúan como lentes y enfocan la luz del sol al máximo brillo en el fondo de la piscina.
Esta cáustica hace que la estrella Eärendel sobresalga del resplandor general de su galaxia de origen. Su brillo se magnifica mil veces o más. En este punto, los astrónomos no pueden determinar si Eärendel es una estrella binaria, aunque la mayoría de las estrellas masivas tienen al menos una estrella compañera más pequeña.
Confirmación con Webb
Los astrónomos esperan que Eärendel permanezca muy ampliada en los años venideros. Será observado por el telescopio espacial James Webb de la NASA. Se necesita la alta sensibilidad de Webb a la luz infrarroja para aprender más sobre Eärendel, porque su luz se estira (desplazada hacia el rojo) a longitudes de onda infrarrojas más largas debido a la expansión del universo.
“Con Webb, esperamos confirmar que Earendel es una estrella, así como medir su brillo y temperatura”, dijo Coe. Estos detalles reducirán su tipo y etapa en el ciclo de vida estelar. "También esperamos encontrar que la galaxia Sunrise Arc carece de elementos pesados que se forman en las generaciones posteriores de estrellas. Esto sugeriría que Earendel es una estrella rara, masiva y pobre en metales", dijo Coe.
La composición de Eärendel será de gran interés para los astrónomos, porque se formó antes de que el universo se llenara con los elementos pesados producidos por sucesivas generaciones de estrellas masivas. Si los estudios de seguimiento encuentran que Eärendel solo se compone de hidrógeno y helio primordiales, sería la primera evidencia de las legendarias estrellas de Población III, que se supone que son las primeras estrellas nacidas después del Big Bang. Si bien la probabilidad es pequeña, Welch admite que es tentadora de todos modos.
"Con Webb, podemos ver estrellas incluso más lejos que Earendel, lo que sería increíblemente emocionante", dijo Welch. “Iremos tan atrás como podamos. Me encantaría ver a Webb romper el récord de distancia de Eärendel”.
Créditos: Centro de vuelo espacial Goddard de la NASA, Productor principal: Paul Morris
El Telescopio Espacial Hubble es un proyecto de cooperación internacional entre la NASA y la ESA (Agencia Espacial Europea). El Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland, administra el telescopio. El Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial (STScI) en Baltimore, Maryland, lleva a cabo operaciones científicas del Hubble. STScI es operado para la NASA por la Asociación de Universidades para la Investigación en Astronomía en Washington, DC
Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., nuestro Blog, siempre se ha preocupado por el medio ambiente de la flora y la fauna de nuestra querida La Tierra, que lamentablemente por la voracidad del hombre, y sus acciones depredadoras amenazan con la extinción de miles de especies; les entregamos información que gracias a la Revista National Geographic, que nos entrega un reportaje, preparado por su fotógrafo Joel Sartore, quien ha fotografiado miles de paisajes y especies, y ha elaborado un catálogo de las 70 especies que probablemente desaparecerán por la extinción debido a la pérdida de sus hábitats.
Durante muchos años el fotógrafo de National Geographic Joel Sartore trabajó lejos de casa, documentando la asombrosa fauna salvaje del Parque Nacional de Madidi, en Bolivia, escalando los tres picos más altos de Gran Bretaña o acercándose más de lo debido a los grizzlies de Alaska. Mientras tanto, su esposa, Kathy, se quedaba en Lincoln, Nebraska, al cuidado de los hijos.
Pero en 2005, en la víspera de Acción de Gracias, a Kathy le diagnosticaron un cáncer de mama. La enfermedad trajo consigo siete meses de quimioterapia, seis semanas de radioterapia y dos intervenciones quirúrgicas. Así las cosas, Sartore no tuvo opción: con tres niños de 12, 9 y 2 años, no podía emprender los largos viajes que son la base de su profesión. Hablando ahora de aquellos momentos, recuerda: «Tuve un año para pensar». Y pensó en John James Audubon, el ornitólogo. «Pintó varias aves hoy extinguidas –dice Sartore, quien tiene en casa láminas de los dibujos que Audubon hizo de la cotorra de Carolina y del picamaderos picomarfil–. Vislumbró, ya en el siglo XIX, que para algunas especies llegaba el fin.» Pensó en George Catlin, quien se dedicó a pintar a las tribus indias americanas «sabiendo que su modo de vida iba a sufrir profundos cambios» debido a la expansión territorial hacia el oeste. Pensó en Edward Curtis, quien «fotografió y filmó, con las primeras técnicas de audio y vídeo», culturas nativas amenazadas.
«Y luego pensé en mí mismo –dice–. Llevaba casi 20 años fotografiando la naturaleza y no había logrado hacer demasiada mella en la opinión pública.» Había tomado fotos que mostraban en una sola imagen las tribulaciones de una especie determinada –por ejemplo, un ratón viejo de campo de Alabama ante una promoción costera que amenazaba su hábitat–, pero se preguntaba si tendría más éxito adoptando un enfoque diferente, más simple. Con un retrato podría captar la morfología de un animal, sus rasgos, en muchos casos su mirada penetrante. ¿Serviría además para captar la atención del público?
Un día de verano de 2006 Sartore llamó a su amigo John Chapo, director ejecutivo del Zoo Infantil de Lincoln, para preguntarle si podría retratar algunos de sus animales. Aunque Kathy estuviese enferma, podía trabajar un poco cerca de casa, y el zoo estaba a un par de kilómetros. Chapo, algo escéptico, le contestó que adelante.
Al llegar, Sartore pidió dos cosas a Chapo y al conservador Randy Scheer: un fondo blanco y un animal capaz de posar inmóvil. «¿Qué tal una rata topo lampiña?», propuso Randy Scheer. Colocó al roedor calvo y dentón sobre una tabla de cortar de cocina y empezó a tomar fotos.
Puede parecer extraño que una criatura tan humilde pudiese servirle de inspiración para lo que acabaría convirtiéndose en la obra de su vida: fotografiar las especies cautivas y hacer que la gente se preocupe de su destino. Pero emprender una misión de alcance mundial a partir de un roedor minúsculo casa a la perfección con la filosofía de Sartore. «Lo que más me gusta es trabajar con bichos como este, a los que nadie presta la menor atención», dice.
Se calcula que en el planeta existen entre dos y ocho millones de especies animales. Muchas de ellas (entre 1.600 y tres millones) podrían extinguirse antes de que acabe este siglo como consecuencia de la pérdida de hábitat, el cambio climático y el comercio de fauna salvaje. «La gente cree que sus nietos ya no verán algunos animales –dice Jenny Gray, directora ejecutiva de los Zoos Victoria de Australia–, cuando la realidad es que están desapareciendo ya.»
Los zoos son la última esperanza de muchos animales abocados a la extinción, pero apenas acogen una mínima parte de las especies del mundo. Así y todo, Sartore calcula que fotografiar la mayoría de las especies en cautividad le llevará 25 años, si no más.
Se calcula que en el planeta existen entre dos y ocho millones de especies animales. Muchas de ellas podrían extinguirse antes de que acabe este siglo como consecuencia de la pérdida de hábitat.
En los últimos diez años ha fotografiado más de 5.600 animales para el proyecto personal que llama Photo Ark («Arca Fotográfica»). Ha retratado animales pequeños (una rana punta de flecha verdinegra o una mosca de Mydas), grandes (un oso polar o un reno norteamericano de montaña), animales marinos (un pez cara de zorro o un calamar hawaiano) y aves (un faisán de Edwards o un turpial de Montserrat). Y mucho más. Dice que no parará hasta que se muera.
Sandra Sneckenberger, bióloga del Servicio de Pesca y Vida Salvaje de Estados Unidos, ha visto de primera mano el efecto que las fotos de Sartore puede tener sobre los demás. Hace unos años la población de chingolos saltamontes de Florida –un ave que, admite Sneckenberger, de lejos parece «marrón y aburrida»– había caído en picado hasta unas 150 parejas que resistían en solo dos localizaciones. Cuando la imagen tomada por Sartore divulgó su situación desesperada, la financiación federal que recibía el Servicio para trabajar por su conservación pasó de 20.000 dólares a más de un millón.
Retratos de animales condenados a desaparecer
Sartore ha retratado animales que podemos salvar, pero también otros que están condenados a muerte. El verano pasado, en el zoo Dvůr Králové de la República Checa, fotografió un rinoceronte blanco norteño, uno de los cinco ejemplares que quedan en el mundo. Una semana después aquella hembra de 31 años sucumbía a una ruptura quística. En otoño de 2015 murió otro rinoceronte blanco norteño; hoy solo sobreviven un macho y dos hembras. «¿Que si me parece triste la desaparición de los rinocerontes? Triste se queda corto. Es trágica», dice Sartore.
La mayoría de los animales del Photo Ark, proyecto apoyado por National Geographic Society, nunca habían sido fotografiados con tanto detalle, haciendo que sus rasgos, su pelaje o su plumaje se aprecie con tanta claridad. Si desaparecen, las fotos servirán para recordarlos. El objetivo de Sartore «no es solamente componer una necrológica gigantesca de lo que hemos echado a perder –afirma–. El objetivo es ver estos animales tal y como eran cuando vivían».
Hoy millones de personas ya han visto todas estas criaturas. Se han encontrado con su mirada en Instagram, en esta revista, en documentales, y también proyectadas en algunos de los monumentos más importantes del mundo: el Empire State Building, la sede de la ONU y, recientemente, la basílica de San Pedro.
Hay tantas maneras de fotografiar un animal como animales hay en el mundo, pero Sartore trabaja dentro de unos parámetros básicos. Toma todos los retratos sobre un fondo negro o blanco. «Es un método de igualación muy democrático –declara–. El oso polar no es más importante que el ratón, ni el tigre que el escarabajo tigre.»
A los animales grandes los fotografía en sus recintos, donde o bien cuelga un telón negro gigante que hace de fondo o bien pinta un muro. A los pequeños los coloca en una caja acolchada, con un orificio lateral por el cual introduce el objetivo. «Algunos se quedan dormidos o se ponen a comer –cuenta–. Y a muchos no les gusta nada.» Nunca prolonga las sesiones, que como mucho duran unos pocos minutos.
La tarea de manipular a los animales compete únicamente al personal de los zoos. Si en algún momento «el animal da señales de estrés –explica el fotógrafo–, la sesión concluye en el acto. Su seguridad y comodidad es primordial». Ningún animal ha sufrido nunca el menor daño.
Algo que no puede decir el propio Sartore. «En una ocasión una grulla intentó picarme los ojos –recuerda–. Fue espantoso.» Un mandril, un primate bastante corpulento, le propinó un puñetazo en plena cara. Un cálao cabeciblanco («el pájaro más malvado y mal nacido que me he encontrado jamás») le arreó un picotazo que lo dejó sangrando. «Pero en cierto modo me lo busqué yo mismo, ¿verdad?», concluye.
Joel y Kathy Sartore están sentados a la mesa de la cocina de su casa de Lincoln, a media luz. Él regresó anoche de Madagascar (en 2007 retomó sus viajes) y quiere que su mujer le ayude a elegir las fotos de lémures y patos buceadores que va a colgar en Instagram. «Lo que atrae a la gente es el elemento humano», dice Kathy, que muchas veces le hace de editora gráfica.
Joel Sartore se crió cerca de Lincoln, en Ralston, Nebraska. Sus padres amaban la naturaleza. El padre lo llevaba a recoger setas en primavera, a pescar en verano y a cazar en otoño; la madre, que falleció el verano pasado, le regaló un especial sobre pájaros cuando tenía unos ocho años, un libro que quizá le cambió la vida. Hacia el final, en un capítulo sobre extinciones, había una foto de Martha, la última paloma migratoria del mundo. Él recuerda volver a aquella página una y otra vez: «Me asombraba que de una población de miles de millones de individuos solo quedase uno».
Joel y Kathy se conocieron cuando estudiaban en la Universidad de Nebraska, en un local llamado el Zoo Bar. «Quedábamos para pescar y cazar ranas», recuerda Kathy. Tiene su explicación, aclara Sartore: «Eran ranas toro, que en Lincoln son una especie invasora».
Kathy sufrió una recaída del cáncer en 2012; se sometió a una mastectomía doble. Ese mismo año a su hijo Cole, de 18 años, le diagnosticaron un linfoma. Ambos superaron sus enfermedades, pero no sin consecuencias. «Ahora lo relativizamos todo mucho más», dice Sartore.
El proyecto Photo Ark también lo ha cambiado a él: «Me ha hecho consciente de mi propia mortalidad. Sé cuánto tiempo me llevará completarlo». Si no consigue fotografiar las miles de especies que le quedan, lo relevará Cole. «Quiero que las fotos sigan cumpliendo su misión mucho después de mi muerte», dice Sartore.
Pingüino barbijo
Foto: Joel Sartore
Puercoespín arborícola
Foto: Joel Sartore
Rana dorada de Panamá
Foto: Joel Sartore
Rinoceronte blanco norteño
Foto: Joel Sartore
Cercopiteco de cola roja de de Schmidt
Foto: Joel Sartore
Gato de las arenas
Foto: Joel Sartore
Cocodrilo filipino
Foto: Joel Sartore
Cetonia polifemo de la subespecie "confluens"
Foto: Joel Sartore
Erizo de vientre blanco
Foto: Joel Sartore
Mantis gigante de Taiwan
Foto: Joel Sartore
Lirón asiático de jardín
Foto: Joel Sartore
Pez payaso de cola amarilla
Foto: Joel Sartore
Rata cambalachera de garganta blanca
Foto: Joel Sartore
Panda gigante
Foto: Joel Sartore
Flamenco del Caribe
Foto: Joel Sartore
Pangolín arborícola africano
Foto: Joel Sartore
Mandril
Foto: Joel Sartore
Mandril en Las Aguilas en el Parque de la selva ( Mandrill at Las Aguilas Jungle Park)
Mariposa de la pasionaria de la subespecie incarnata
Foto: Joel Sartore
Pez león
Foto: Joel Sartore
Lobo del Himalaya
Foto: Joel Sartore
Cría de pantera nebulosa
Tras una sesión de fotos en el Zoo de Columbus, Ohio, una cría de pantera nebulosa juega con Sartore. Estos felinos de la selva tropical de Asia son muy buscados por los furtivos, ávidos de sus pieles moteadas.
Foto: Grahm S. Jones, Zoo y Acuario de Columbus
La pantera nebulosa, leopardo nebuloso, pantera del himalaya o leopardo longibando (Neofelis nebulosa), es un precioso felino que sólo comparte género con la pantera nebulosa de Borneo (Neofelis diardi), que hasta el 2006 se pensaba que era subespecie de la nebulosa.