Los gansos que salvaron Roma de los galos
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*** Blog Fundado el 03 de Enero del 2008 ***
Periodista especializado en el ámbito de la historia y los viajes.
Diferentes representaciones de Jano. Imagen de L'antiquité expliquée et représentée en figures por Bernard de Montfaucon.
https://es.wikipedia.org/wiki/Jano
https://mitologia.guru/dioses-mitologicos/jano/
Júpiter, Marte, Venus, Mercurio… la mayoría de las deidades más conocidas de Roma pasaron por un proceso más o menos marcado de sincretismo con otros panteones, especialmente el griego. Pero en los tiempos de la fundación de la ciudad los romanos veneraban a un número de divinidades ligadas sobre todo al paso del tiempo y a las estaciones, como es propio de un pueblo que, antes de convertirse en un gran imperio, era una comunidad de agricultores y ganaderos como otras tantas en la península itálica.
Entre estas deidades, una de las más antiguas e importantes era Jano (en latín, Ianus). Este dios presidía todo aquello relacionado con el cambio y es fácilmente reconocible por su atributo más característico: las dos caras que miran en direcciones opuestas, por lo que su epíteto más común es “bifronte”, el de los dos rostros. Entre otras cosas, a él se debe el nombre del primer mes del año, Ianuarius o enero.
Como otros dioses primitivos de Roma, los orígenes de Jano son oscuros y la literatura romana da explicaciones dispares. Podría haber sido un dios originario del Lacio o bien importado en tiempos anteriores a la fundación de la ciudad, pero el mito sitúa el inicio de su culto en tiempos de Numa Pompilio, el segundo de los siete reyes legendarios de la monarquía romana. En el saqueo de la ciudad a manos de los galos, a principios del siglo IV a.C., resultaron destruidos todos los documentos anteriores a esa época, por lo que la tradición es la única fuente restante.
Jano era la deidad que estaba “en medio” de todas las cosas; presidía el inicio de todas las actividades y custodiaba los umbrales.
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En sus orígenes parece haber sido un dios asociado a una gran variedad de aspectos: el paso del tiempo y de las estaciones, las puertas y los caminos, los principios y los finales; y en general, a toda acción para la que existiera un momento de inicio y de final, como la siembra, la navegación o la guerra. A medida que otras divinidades encarnaban algunos de estos aspectos concretos, Jano quedó definido por su aspecto básico: un dios de transición, que con una cara mira al pasado o inicio y con la otra mira al futuro o al final, representadas respectivamente con los rostros de un joven y de un anciano. Es, fundamentalmente, la deidad que está “en medio” de todas las cosas.
Como tal, Jano está relacionado estrechamente con las puertas, los umbrales y en general los elementos arquitectónicos que suponen la transición de un espacio a otro. Dos de sus epítetos son “el que abre las puertas” y “el que cierra las puertas”. En este tipo de lugares que marcan el límite entre lo que está “dentro” y lo que está “fuera”, se colocaban estatuas del dios para que abriera y cerrara el paso; no físicamente sino en el aspecto sagrado.
Este arco está situado en el Velabro, una zona que antiguamente marcaba la entrada al Foro Boario. Se erigió en un lugar con gran valor simbólico ya que, según la tradición, aquí se alzaba un árbol en el que quedó atrapada la cesta que transportaba a los gemelos Rómulo y Remo.
Los romanos creían que, más allá de los elementos físicos de separación como murallas y puertas, existía un límite invisible y sagrado que otorgaba una naturaleza distinta a los espacios situados en su interior. Esta idea del límite sagrado está estrechamente relacionada con otra divinidad, Terminus, que en cierto modo es su opuesto: Terminus es el dios que vela por los confines, mientras que Jano es el que permite el paso por ellos. Una de las puertas de Roma llevaba su nombre y según la tradición impidió la entrada de los sabinos cuando los romanos secuestraron a sus esposas. También dio nombre al Janículo, una colina situada actualmente en el barrio del Trastevere pero que en época romana se encontraba fuera de las murallas de la ciudad.
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A pesar de su naturaleza dual, el papel de Jano en las creencias de los romanos era presidir los inicios más que los finales. Por ello, el primer mes del año fue nombrado Ianuarius —para nosotros, enero— en su honor, el primer día del mismo se invocaba su nombre para que trajera buena fortuna y los romanos se intercambiaban pequeños obsequios. Esta costumbre puede entenderse como el origen más remoto de la tradición de hacer regalos por Navidad, ya que los romanos concedían gran importancia al 25 de diciembre al creer —con un error de pocos días— que esa era la fecha del solsticio de invierno.
El culto a Jano, más que asociado a un aspecto en concreto, debe entenderse como un modo de auspiciar un buen porvenir al comenzar todas las actividades, puesto que con el rostro que miraba hacia el futuro podía ver todo el recorrido de aquello que estaba por iniciar. Era la primera deidad a la que el pater familias, que se ocupaba del culto doméstico, dedicaba sus oraciones por la mañana antes de empezar ninguna actividad. También se pedía su favor en el inicio de un trabajo, al abrir un negocio o antes de proceder un rito social como el matrimonio o la mayoría de edad de los varones.
Incluso cuando se rendía culto a otra deidad, se empezaba por invocar el nombre de Jano puesto que este “abría” el camino para que los mortales pudieran comunicarse con los dioses. Por ese motivo se le considera en algunas fuentes romanas como el primer dios en haber existido. Especialmente marcada era su asociación con Marte: cuando Roma declaraba la guerra se abrían las puertas del templo de este dios y no se cerraban hasta el final del conflicto, pero también permanecían abiertas las Puertas de Jano, una estructura en el Foro Romano que habitualmente se ha considerado un templo dedicado al dios, aunque no está claro si allí se celebraban cultos o solo marcaba una entrada simbólica, de forma similar al pomerium, el límite sagrado de la ciudad.
A pesar de no ser uno de los dioses “clásicos” del panteón romano, el culto a Jano es uno de los más longevos y constantes de la historia romana, tanto como para que su recuerdo perdurara incluso cuando el cristianismo se convirtió en religión oficial: Procopio, historiador romano del siglo VI, narra que cuando Roma se encontraba asediada por los ostrogodos en el año 537, alguien abrió por la noche las Puertas de Jano que habían permanecido cerradas desde el 390, cuando el emperador Teodosio había prohibido los cultos paganos. Los godos no consiguieron entrar en la ciudad, defendida por el general Belisario: a la imaginación de cada cual quedaba decidir si el antiguo dios quiso realizar un último servicio a la ciudad que lo había honrado durante más de mil años.
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Editor y periodista especializado en ciencia y naturaleza
20 de enero de 2022, 14:21 | Actualizado a
http://www.achus.info/Albums/ver.php?d=espana/Faunia/Cria-de-+pinguino-Papua.jpg
Homo sapiens, eso es lo que somos. Pero si lo miramos con perspectiva, en última instancia podemos decir que nuestra especie, o nuestra supervivencia, es el resultado de una guerra interespecífica en la que nos impusimos a otras especies de homínidos. Una guerra, concretamente entre homos, de cuyos vencidos, como el homo Homo neanderthalensis o el Homo heidelbergensis, sabemos por los restos arqueológicos hallados en distintas partes del mundo.
Aquella guerra quizá no se libró con armas convencionales, o quizá sí. Pero aunque palos y piedras talladas con filos mortales pudieron formar parte de las armas con las que aquellos primeros hombres cazaron y posiblemente se enfrentaron unos a otros, lo que al final decantaría la balanza hacia nuestra especie sería sin duda la mayor capacidad de adaptación a un medio ambiente cambiante. Puede que no se tratara de una guerra fratricida como a las que estamos acostumbrados. Esa guerra fue, como sucede en la naturaleza y en la evolución, una guerra individual de cada especie con la propia naturaleza.
Se trata de la guerra eterna en la que, desde que el mundo es mundo, la supervivencia de las distintas especies depende de sus aptitudes para combatir el frío o el calor, encontrar alimento, o desplazar a otras especies en la lucha por un recurso. Como decimos, no existe descanso, la pugna se libra todos los días ante nuestros ojos, y si bien sabemos de guerras pasadas que afectaron a nuestra especie, hoy le parece que le ha llegado el turno a los pingüinos, o al menos eso es lo que parece indicar los hallazgos en la Antártida de nuevas colonias de pingüinos desconocidas previamente por la ciencia.
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Así, los investigadores de la Universidad de Stony Brook de Nueva York de la expedición antártica de Greenpeace a bordo del buque rompehielos Artic Sunrise, han encontrado colonias de pingüinos juanito -Pygoscelis papua- nunca antes registradas en la isla Andersson, al este de la Península Antártica, así como los primeros hallazgos registrados de estos pingüinos en un archipiélago inexplorado justo en al extremo norte de la misma península. Se trata de algunos de los registros más meridionales de los pingüinos juanito que se reproducen en el lado oriental de la Península Antártica, donde hasta hace poco el clima era demasiado gélido para que el pingüino juanito, adaptado a ambientes más templados criara polluelos con éxito.
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De hecho, antes de este descubrimiento únicamente se había encontrado un nido aislado de estos pingüino tan al sur. Sin embargo con lo que ahora se han topado los investigadores es una colonia de 75 polluelos y sus progenitores en la isla Andersson.
Los científicos encontraron nuevas pruebas de que los pingüinos juanito, una especie más abundante en la región subantártica, más cálida, continúan desplazándose hacia el sur a medida que el cambio climático afecta al continente.
Louisa Casson, responsable de la campaña Protect the Oceans de Greenpeace a bordo del Arctic Sunrise, declara que: "esta es la crisis climática que está ocurriendo justo frente a nuestros ojos. En la Antártida, uno de los lugares más remotos de la Tierra, estamos viendo un proceso en el que esta especie de pingüino se está extendiendo a un nuevo hábitat y reproduciéndose más al sur: una manifestación biológica de la pérdida de hielo marino".
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A lo que Heather J. Lynch, profesora de Ecología y Evolución en la Universidad de Stony Brook y una de las líderes de la expedición, añade que; "en esta expedición, estamos inspeccionando partes de la Península Antártica donde las colonias de pingüinos han sido vistas desde satélites, pero nunca se han explorado a pie. El censo de estos archipiélagos remotos nos dará una mejor comprensión de cómo los pingüinos de la región están respondiendo al rápido cambio climático. Como era de esperar, estamos encontrando pingüinos juanito en casi todas partes, una evidencia de que el cambio climático está cambiando drásticamente la mezcla de especies aquí en la península Antártica".
"Se trata un fenómeno muy relevante por que la alteración en la distribución y el comportamiento de las especies debido al calentamiento global también está ocurriendo en otras partes del planeta, por ejemplo en mamíferos, reptiles y peces, nos cuenta por su parte Roberto García-Roa, investigador de la Universidad de Valencia. El fenómeno puede dar lugar a lo comúnmente conocido como cul de sac, una expresión que hace referencia al callejón sin salida al que algunas especies se encuentran empujadas debido a la ocupación de los nichos ecológicos que explotan por parte de especies con una ventaja evolutiva, como en este caso pueden ser la mayor tolerancia a mayores temperaturas de los pingüinos juanito.