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martes, 7 de enero de 2014

HISTORIAS PASADAS.- Hilda; "La Niña de Ojos Tristes": Capítulo I.- El rapto

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., les narremos el sufrimiento de La  Niña de  Ojos Tristes, en una calle del pueblo de Cunante, había una casa donde vivían esposos  Alfredo y Amelia y tenían una hija llamada Hilda, ya la niña pisaba a los 4 años de edad y siempre estaba triste por que no tenía con quien jurar y sus padres la adoraban y en su dormitorio lo habían llenado de  juguetes y muchas muñecas, pero nada de eso era suficiente para encontrar la alegría de la niña.


Esta  es una pintura de la imagen de Hilda, La Niña de Ojos Tristes; quien viviendo en la abundancia material, no era feliz. Imagen  de los Archivos del Blog: A vuelo de un quinde.

Ciertamente acongojada por la tristeza de su hija, un día la señora Amelia decide ir a la Ciudad Capital de Jurupe y por su puesto lleva a su hija como su acompañante de viaje, luego de tres horas de viaje llegaron a la Ciudad de Jurupe; aprovechando el camión de Don Telesforo que gentilmente las condujo, pero en el trayecto también subió una señora desconocida que se tapaba el rostro con un rebozo y de vez en cuando miraba a la niña Hilda, pero nadie se preocupó por esa actitud de la desconocida.
Estando en la ciudad, la señora Amelia se interesó en ir  a la tienda de un antiguo proveedor por que siempre encontraba novedades tales como nuevos juguetes que de inmediato adquiría para su hija Hilda, y esta vez estaba allí la supuesta interesada; entonces, Doña Amelia saludó al tendero, así:
--- Buenos Días Don Adriano, ¿ Cómo le va en los negocios y qué novedades hay para comprar para mi hija?
La niña Hilda miró al dueño de la tienda con displicencia y tal vez con mucho disgusto, lo que originó la respuesta de éste, así:
--- Buenos días Doña Amelia, como está usted observando hay muchas cosas nuevas, pero me preocupa la mirada  de ojos tristes de su hijita.
Doñas Amelia, que conocía como madre  ese estado de ánimo de su hija, no pudo ocultar su disconformidad por la observación del dueño del negocio y le contestó:
--- Con todo respeto Don Adriano, no creo que le incumbe la cara de mi hija y por favor sólo atienda mi pedido.
Don Adriano, sonrojó y se sintió ofendido por la respuesta de su cliente, pero calló y no agregó ningún otro comentario que lo estrictamente comercial; pero si le llamaba la atención de la presencia de otra mujer que ocultaba su cara con el manto que cubría sus hombros.
Doña Amelia, adquirió varios productos entre juguetes y otros para llenar sus almacenes vacíos de su casa y solicitó los envasen en cajas para regresar más tarde a recogerlos y salió de la tienda con su hija que prácticamente la jalaba de su brazo izquierdo y se dirigió al templo a orar y dar Gracias a Dios y al entrar vio que el confesonario estaba vacío y con un religioso al costado esperando al cristiano pecador.
Doña Amelia, creyó conveniente hacer una confesión de arrepentimiento de sus pecados y dejó a su hija Hilda sentadas sobre una banca frente al recinto de la confesión.
También entró la mujer del rebozo y estando allí se lo retiró y buscó con mirada profunda a la niña Hilda y esta vez se dirigió con la intención de raptarla y sus planes fueron favorecidos al encontrarla sola, se acercó y en voz baja le dijo:
--- Niña en mi casa tengo varios niños que les gusta jugar y quiero llevarte para que te diviertas jugando con ellos todos los días.
Hilda, miró a su madre que estaba de espaldas arrodillada contándole al Sacerdote sus travesuras y la niña volteó su cara ante la desconocida mujer quien le sonrió con una hipocresía teatral; la inocente niña creyó que era su oportunidad de jugar con muchos niños, se paró y caminó hasta la mujer desconocida, quien le abrió los brazos y la niña se sintió amada que accedió y también abrazó a la desconocida.
La mujer raptora a quien llamaremos Rebeca, poco le faltaba para saltar de tremenda alegría al tener en sus brazos a un ejemplar apto para sus ensayos que hábilmente la había conquistado  y en el interior del templo de Dios, levantó a la niña en sus brazos y rápidamente la cubrió con el rebozo y llevándola marcada salió del templo y se perdieron dentro de la Ciudad.
¡¡¡ Que contradicción y como satanás triunfa en el interior de la Casa de Dios !!!
Doña Amelia, seguía entretenida contándole sus travesuras  al Reverendo Confesor; sin presagiar que su adorada hija había sido raptada sin resistencia, la misma que fue seducida con una sonrisa y brazos abiertos, al terminar la confesión se apartó del recinto y se dirigió al Altar a rezar la penitencia impuesta por el Confesor para la redención de sus pecados. En esos  momentos perdió la ilación y olvidó que había dejado sola a su hija.
Cuando terminó de rezar, regresó a la banca donde dejó a su hija y no estaba, como habían otros niños jugando,  ella creyó que su hija se había unidos a ellos a jugar, y presurosamente se dirigió a buscarla, pero no estaba y nadie la había visto, y la madre muy preocupada regresó al confesonario y preguntó al Sacerdote si había visto algo de su hija y el Prelado le contestó:
--- Hija, mientras tu estabas confesándote, vi a una señora que cariñosamente levantaba en sus brazos a la niña por lo que creí que era tu familia ya que la niña estaba feliz abrazando a esa mujer.
En esos momentos estalló devastada por la pérdida de su hija y comenzó insultando al Reverendo Confesor con estos improperios:
--- Cura desgraciado, alcahuete y chismoso... como es posible que no me haya informado que mi hija era raptada por una desconocida, maldijo este templo lleno  de hipócritas como usted, que seguramente goza escuchando los pecados de tanta gente inocente que cree en sus falsos poses de hijos de Dios.
El sacerdote experto y acostumbrado a escuchar rabietas de muchos fieles, no le llamó tanto la atención de los insultos de su devota, sino que alcanzó a ver su aura llena de figuras en forma de víboras ponzoñosas que envolvían el cuerpo de la piadosa mujer convertida en una fiera satánica y lo primero que hizo es echarle agua bendita, pronunciando estas plegarias:
--- "Espíritus malignos enviados por satanás, salgan del cuerpo de esta mujer, yo lo condeno en nombre de Dios a desaparecer y dejar en Paz al cuerpo que se han  prendido como insectos parásitos, salgan demonios yo los condeno ir al infierno"---
Pero Doña Amelia, no estaba allí para escuchar conjuros y gritó a viva voz:
--- ¡¡¡ Cura desgraciado váyase al mismo infierno !!!
¡¡¡ Una vez más justos pagan por pecadores y vaya que fue descuido de la misma madre.!!!
Doña Amelia salió del templo llorando la pérdida de su hija y se dirigió a la tienda de Don Adriano, al llegar el tendero la vio sola y recién recordó que una mujer  desconocida tapándose la cara miraba con atención a la niña  y le preguntó:
--- ¿ Qué le sucede Doña Amelia, está usted llorando?
Ella tratando de contener y controlar  su dolor le contestó:
--- Acabo de perder a mi hija y no sé como le informaré a mi esposo, alguien se la llevó desde el mismo templo.
Don Adriano, pensó que la mujer desconocida se llevó a la niña y tratando de consolar a su cliente, le dijo:
--- Doña Amelia, es la primera vez que una niña ha desaparecido, le sugiero que vaya a la Delegación de la Policía y asiente la denuncia, ellos son expertos en la investigación de personas desaparecidas, tal vez todavía siga en la ciudad una mujer con un rebozo de color de nogal que entró casi junto con usted  en la mañana, ocultaba su rostro con el manto y no compró nada, la seguía a usted, yo creía que era su pariente.
Doña Amelia, creyó perdida  a su única hija, pero se preguntó:
--- "¿Por qué la niña no opuso resistencia a la mujer desconocida?"
Y agregó:
--- "No tenemos familias y nadie nos ha visitado nunca"
Después de escuchar al tendero se fue a la Comisaría de la Policía a asentar la denuncia de la pérdida de su hija...... continuaremos......
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui

1 comentario:

Rosa Bravo dijo...

Gracias por enviarme la historia, pero el final esta interesante y veré si lo encuentro. Pero si lo tiene , me lo manda

Gracias.

Chao

Rosa Bravo