Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., hoy 8 de diciembre lo recuerdo con mucha atención, allá en Ayabaca en 1958, tenía 10 años y asistía todos los domingos a las 3:00 pm. para aprender el Catecismo, que era impartido por jóvenes catequistas, que usualmente eran las alumnas de los últimos años de educación secundaria; se nos preparaban para recibir la Santa Comunión por primera vez este día 8 de diciembre, recuerdo asimismo que el Rvdo, Padre Telmo Vegas, se acercaba a nosotros justamente faltando 8 días y nos dijo:
--- "Hijos de Dios, la Iglesia se siente muy alegre por que ustedes van a entrar en gracia de Dios, al recibir su cuerpo en la Santa Comunión, y también celebraremos con gozo la Purísima Concepción de la Virgen María"
Claro está, a esa edad no entendía mucho sobre la "Purísima Concepción de la Virgen María", como era muy preguntón, dirigiéndome a la señorita catequista le pregunté:
--- Señorita dígame: ¿Qué es Purísima Concepción?
Fue una pregunta muy incomoda para ella, no supo que contestar y e intentó en decirme algo:
--- Cállate muchacho preguntón, la Virgen es virgen y siempre será virgen.
Recién hoy a mis 68 años de edad, entiendo el dogma de la Fe Católica, que la Purísima Concepción, es que nosotros los que practicamos la Fe Católica, aceptamos que la Virgen María no tuvo pecado original y por obra del Espíritu Santo quedó embarazada, y continúo virgen antes, en el parto y después del parto siempre virgen; que dará nacimiento al Hijo de Dios : Jesús.
Vamos a la Santa Biblia y encontramos el Evangelio de San Lucas: Capítulo I . 28-34 : ...."sábete que has de concebir en tu seno, y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús...."
La definición del dogma, contenida en la bula Ineffabilis Deus, de 8 de diciembre de 1854, dice lo siguiente:
(...) Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho
Bula Ineffabilis Deus.[1]Wikipedia.
Aquí observamos la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción, pintada por Bartolomé Esteban Murillo.
Celebración en El Vaticano:
Papa Francisco I.
Antes del rezo del Ángelus el Papa recordó que este martes se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción quien es “nuestra hermana en el sufrimiento, pero no en el mal y ni en el pecado” además indicó que la Inmaculada “se ha convertido en icono sublime de la misericordia divina que ha vencido el pecado” por lo que nosotros, hoy, al inicio del Jubileo de la Misericordia, “queremos mirar a este icono con amor confiado y contemplarla en todo su esplendor, imitándola en la fe”.
Asimismo el Papa explicó que celebrar esta fiesta implica dos cosas: acoger plenamente Dios y su gracia misericordiosa en nuestra vida y transformarse a su vez en artífices de misericordia a través de un auténtico camino evangélico”.
En esta línea, la fiesta de la Inmaculada se transforma en “la fiesta de todos nosotros si, con nuestros “si” cotidianos, conseguimos vencer nuestro egoísmo y hacer más feliz la vida de nuestros hermanos, a donarles esperanza, secando aquellas lágrimas y donando un poco de alegría”.
Texto de las palabras del Papa al dirigir el rezo del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
La fiesta de hoy de la Inmaculada nos hace contemplar a la Virgen, que, por individual privilegio, ha sido preservada del pecado original desde su concepción. Aunque vivía en el mundo marcado por el pecado, no fue tocada: es nuestra hermana en el sufrimiento, pero no en el mal y ni en el pecado. Más bien, el mal en ella ha sido batido antes aún de tocarla, porque Dios la ha llenado de gracia (cfr Lc 1,28). La Inmaculada Concepción significa que María es la primera salvada de la infinita misericordia del Padre, tal primicia de la salvación que Dios quiere donar a cada hombre y mujer, en Cristo. Por esto la Inmaculada se ha convertido en icono sublime de la misericordia divina que ha vencido el pecado. Y nosotros, hoy, al inicio del Jubileo de la Misericordia, queremos mirar a este icono con amor confiado y contemplarla en todo su esplendor, imitándola en la fe.
En la concepción inmaculada de María estamos invitados a reconocer la aurora del mundo nuevo, transformado por la obra salvadora del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. La aurora de la nueva creación actuada por la divina misericordia. Por esto la Virgen María, nunca contagiada por el pecado está siempre llena de Dios, es madre de una humanidad nueva.
Celebrar esta fiesta implica dos cosas: acoger plenamente Dios y su gracia misericordiosa en nuestra vida; transformarse a su vez en artífices de misericordia a través de un auténtico camino evangélico. La fiesta de la Inmaculada se transforma en la fiesta de todos nosotros si, con nuestros “si” cotidianos, conseguimos vencer nuestro egoísmo y hacer más feliz la vida de nuestros hermanos, a donarles esperanza, secando aquellas lágrimas y donando un poco de alegría. A imitación de María, estamos llamados a transformarnos en portadores de Cristo y testigos de su amor, mirando en primer lugar a aquellos que son privilegiados a los ojos de Jesús: «porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver». (Mt 25, 35-36).
La fiesta de hoy de la Inmaculada Concepción tiene un específico mensaje para comunicarnos: nos recuerda que nuestra vida es un don, todo es misericordia. La Virgen Santa, primicia de los salvador, modelo de la Iglesia, esposa santa e inmaculada, amada por el Señor, nos ayude a redescubrir siempre más la misericordia divina como distintivo del cristianos. Esa es la palabra-síntesis del Evangelio. Es el tramo fundamental del rostro de Cristo: aquel rostro que nosotros reconocemos en los diversos aspectos de su existencia: cuando va al encuentro de todos, cuando sana a los enfermos, cuando se sienta en la mesa con los pecadores, y sobre todo cuando, clavado sobre la cruz, perdona; allí nosotros vemos el rostro de la misericordia divina.
Por intercesión de María Inmaculada, la misericordia tome posesión de nuestros corazones y transforme toda nuestra vida.
NEWS VA.
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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12 comentarios:
AMEN !!!
Muchas gracias amigo Guillermo, por este post, buen día en unión de tu hermosa familia.
QUE BELLEZA.
Amen..buen dia
AMÉN !!!!!!
amen .linda querido amigo
Buenos días mi guapo amigo Guillermo
Bellisima gracias Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
Amén,
Amén.
Amén.
Amén !!!!!!!
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