Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la Antigua Grecia, cuna de la civilización occidental, los gobernantes y el pueblo creían en los oráculos; y hacían peregrinaciones a Delfos, donde estaba el Templo de Apolo, para consultar su planes de gobierno, sus guerras o las actividades de la vida cotidiana
La Revista National Geographic, ha elaborado un amplio reportaje sobre los Oráculos de la Antigua Grecia, que lo brindamos para su lectura.
National Geographic.- dice : .."«Layo, suplicas una próspera descendencia. Te daré el hijo que deseas, pero está decretado que dejes la vida a sus manos». Así profetizó el oráculo de Delfos al padre de Edipo; el oráculo también advirtió a Edipo de que mataría a su padre y se casaría con su propia madre. Fueron vanos los intentos de padre e hijo por evitar que tales predicciones se cumplieran: Edipo mató a un hombre y se casó con su viuda, sin saber que se trataba de sus progenitores; al conocer lo que había hecho, se sacó los ojos. Pero no todos los oráculos de Delfos fueron tan tremendos. Aparte de los ejemplos míticos o legendarios, de las más de quinientas preguntas y respuestas délficas conservadas sólo se consideran históricas unas cincuenta y cinco, y la mayoría responden a cuestiones políticas, bélicas o religiosas por las que se interesaron las ciudades.."
National Geographic.- añade : "En Delfos, lugar que los griegos consideraban el ombligo de la tierra, existía un templo del dios Apolo ya en el siglo VIII a.C., y desde entonces se estableció una red de peregrinaje que unía toda Grecia con ese lugar. Lo habitual era que las ciudades o polis enviasen delegaciones sagradas (theoría) que debían transmitir al oráculo preguntas sobre los asuntos públicos. Junto a los comisionados oficiales viajaban consultantes privados, cuyas preguntas debían de diferir, lógicamente, de las que formulaba la ciudad: seguramente se referían a la conveniencia de un matrimonio, a los hijos, a los riesgos de negocios y viajes...."
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/delfos_7276/1
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/actualidad/descubren-un-antiguo-oraculo-en-el-centro-de-atenas_9641/1
Ciudades, soberanos y simples particulares acudían al templo de Apolo, esperando que el oráculo del dios les aconsejara a la hora de tomar decisiones de importancia
El templo de la diosa Atenea
Este templo circular o tholos dedicado a Atenea se halla en la terraza de Marmaria, en el exterior del recinto de Apolo. Su nombre, Atenea Pronaia, significa «antes del templo».
Foto: Kurt-Michael Westermann / Corbis / Cordon Press
Un mito inmortal
Este fresco de la casa de los Vetti en Pompeya recrea el episodio de la muerte de la serpiente Pitón a manos del dios Apolo, que aparece representado tocando la lira.
Foto: Oronoz / Album
La vía Sagrada
A lo largo de esta avenida que lleva al templo de Apolo se suceden diversos edificios votivos, como el tesoro de los Atenienses, en la imagen, del siglo V a.C.
Foto: Michael Runkel / Corbis / Cordon Press
La sede del oráculo
Los restos del templo de Apolo en Delfos datan del siglo IV a.C., cuando se levantó de nuevo después de que un terremoto destruyera el templo anterior.
Foto: Superstock / Age Fotostock
Ofrenda votiva
Esfinge de naxos. siglo VI a.C. Museo de Delfos.
Foto: Akg / Album
Procesión sagrada en Delfos
Los atenienses realizaban en Delfos una procesión anual, la Pitaida, para conmemorar la caída de un rayo en el monte Parnaso. Abajo, crátera con procesión. 430 a.C.
Foto: Erich lessing / álbum
Mireia Movellán Luis
13 de junio de 2017
Las ruinas del Templo de Apolo en Delfos, que se remontan al siglo IV a. C., pertenecen a un templo dórico periptero. Fue edificado sobre los restos de un templo anterior, fechado en el siglo VI a. C., que a su vez fue erigido en el emplazamiento de otro del siglo VII a. C. Su construcción se atribuye a los arquitectos Trofonio y Agamedes.[1]
En el siglo VI a. C. era conocido como el «Templo de los Alcmeónidas», en tributo a la familia ateniense que financió su reconstrucción después de un incendio que destruyó su estructura original. El nuevo edificio fue un templo de estilo dórico hexástilo de 6 x 15 columnas. Fue destruido en el año 373 a. C. Las esculturas del frontón son atribuidas a Praxias y Andróstenes, atenienses. De una proporción similar, en el segundo templo se mantuvo el patrón 6 x 15 columnas en el estilobato.[1] Dentro estaba el ádyton, el centro del oráculo de Delfos y el asiento de la Pitia. El monumento fue restaurado en parte en 1938.
Sobrevivió hasta el 390, año en el que el emperador cristiano, Teodosio I, silenció el oráculo con la destrucción del templo y la mayoría de las estatuas y obras de arte en nombre de la Cristiandad.[2] El santuario fue completamente destruido por los cristianos celosos de su fe, en su intento de borrar todas las huellas del paganismo
WIKIPEDIA.
Maqueta del santuario de Delfos.
Delfos (en griego Δελφοί, Delfoi, latín Delphi) es un sitio arqueológico — declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987[1]— y una moderna ciudad de Grecia. En épocas antiguas era el lugar del oráculo de Delfos, dentro de un templo dedicado al dios Apolo. Delfos era reverenciado en todo el mundo griego como el lugar del ónfalos o centro del universo.
https://es.wikipedia.org/wiki/DelfosWIKIPEDIA.
Delfos, el oráculo del dios Apolo
«Layo, suplicas una próspera descendencia. Te daré el hijo que deseas, pero está decretado que dejes la vida a sus manos». Así profetizó el oráculo de Delfos al padre de Edipo; el oráculo también advirtió a Edipo de que mataría a su padre y se casaría con su propia madre. Fueron vanos los intentos de padre e hijo por evitar que tales predicciones se cumplieran: Edipo mató a un hombre y se casó con su viuda, sin saber que se trataba de sus progenitores; al conocer lo que había hecho, se sacó los ojos. Pero no todos los oráculos de Delfos fueron tan tremendos. Aparte de los ejemplos míticos o legendarios, de las más de quinientas preguntas y respuestas délficas conservadas sólo se consideran históricas unas cincuenta y cinco, y la mayoría responden a cuestiones políticas, bélicas o religiosas por las que se interesaron las ciudades.
En Delfos, lugar que los griegos consideraban el ombligo de la tierra, existía un templo del dios Apolo ya en el siglo VIII a.C., y desde entonces se estableció una red de peregrinaje que unía toda Grecia con ese lugar. Lo habitual era que las ciudades o polis enviasen delegaciones sagradas (theoría) que debían transmitir al oráculo preguntas sobre los asuntos públicos. Junto a los comisionados oficiales viajaban consultantes privados, cuyas preguntas debían de diferir, lógicamente, de las que formulaba la ciudad: seguramente se referían a la conveniencia de un matrimonio, a los hijos, a los riesgos de negocios y viajes.
El hecho de acompañar a las embajadas permitía a estos consultantes particulares disfrutar de cierta seguridad, ya que la delegación al completo estaba bajo protección divina y era inviolable. Ello resultaba muy conveniente cuando se tenía que realizar un viaje siempre difícil y peligroso, a veces muy largo, expuesto a ataques y al pillaje. Las delegaciones se mandaban coincidiendo con los momentos propicios para la adivinación, que en su origen se limitaban al séptimo día del mes de bysios (a mediados del invierno), en el aniversario del nacimiento de Apolo; posteriormente se ampliaron al día siete de cada mes.
Delfos era considerado por los Griegos el obligo de la Tierra
Además, las ciudades podían mandar delegaciones regularmente, con el beneplácito del santuario; los atenienses, por ejemplo, enviaban las llamadas pytháis a Delfos si se veía un rayo en determinado lugar. El santuario también estaba abierto a preguntas durante las celebraciones de festivales como los de Carila o de Septerion, cada ocho años.
Aunque al santuario acudía multitud de peregrinos en busca de alguna orientación sobre decisiones que debían tomar, la función esencial del oráculo no era predecir el futuro, sino proveer de sanción divina a las decisiones políticas de las ciudades: ratificaba leyes e incluso constituciones, aprobaba la fundación de nuevas ciudades y de colonias, aconsejaba empresas bélicas o las censuraba. Aunque Delfos no intervenía directamente en la política de las ciudades, sus oráculos podían ser usados como arma política en caso necesario.
La llegada al santuario
Cuando los peregrinos llegaban al pie del monte Parnaso, donde estaban la ciudad de Delfos y el recinto de Apolo, los recibía el próxenos, el embajador que cada polis tenía en el santuario y que atendía por igual a embajadores y a ciudadanos particulares. Hay que suponer que los días en que el recinto estaba abierto a consultas debía de concentrarse allí mucha gente, y que las colas para entrar eran constantes. Pero no todos tenían que esperar: ciudades como Atenas o Esparta disfrutaban del privilegio de la promanteia, la prioridad de consulta, de la que se beneficiaban tanto sus emisarios como los ciudadanos privados que los acompañaban.
Aunque Delfos no intervenía directamente en la política de las ciudades, sus oráculos podían ser usados como arma política en caso necesario
Lo primero que encontraban los viajeros, a un kilómetro y medio del recinto, era la zona conocida como Marmaria por los mármoles de los edificios allí construidos, entre ellos el templo circular de Atenea Pronaia. Luego los peregrinos pasaban por la fuente Castalia, que brotaba entre las dos piedras Fedríades («brillantes»), y se purificaban con sus aguas. Acto seguido entraban en procesión por la vía Sacra, ya en el interior del santuario propiamente dicho.
Esta calzada ascendía por una pronunciada pendiente y estaba flanqueada por los tesoros de las más prominentes ciudades: Sición, Sifnos, Cnido, Tebas, Atenas, Corinto, Massalia. Los tesoros eran pequeños templos o capillas en los que se conservaban los exvotos y donaciones que los ciudadanos de una polis entregaban al santuario. Después la vía llegaba al templo de Apolo, más arriba del cual se encontraban la palestra, el gimnasio, el estadio y el teatro. Este edificio, con capacidad para unos 5.000 espectadores, acogía los certámenes artísticos de los juegos píticos, que se celebraban en honor de Apolo e incluían competiciones atléticas y celebraciones religiosas.
La consulta al oráculo de Delfos
Frente al templo estaba el altar para los sacrificios. Las consultas al oráculo se «pagaban» en forma de sacrificio o de pastel: el propio templo vendía los animales que debían sacrificarse y las tartas sagradas (pélanos). Aunque no se conocen las tarifas, es de suponer que el precio mínimo por la ofrenda sería asequible para un ciudadano medio. Sin embargo, los más pudientes solían ofrecer, además de un sacrificio, presentes como estatuas, trípodes y otros exvotos. Lógicamente, las tasas en forma de sacrificios o tartas que había que comprar para acceder al oráculo debían de ser mucho más elevadas para las consultas cívicas que para las privadas.
En el interior del templo se encontraba la sacerdotisa pitia, por cuya boca hablaba Apolo
Poco sabemos de la organización en el interior del templo. Allí se encontraban la sacerdotisa pitia, por cuya boca hablaba Apolo, y el cuerpo de sacerdotes que la atendía y que se repartía las diferentes tareas. Aunque no se conocen con certeza las atribuciones de cada grupo, se cree que los hieréis se encargarían de los sacrificios; los prophetai se ocuparían de ayudar a la pitia e interpretar sus palabras, y los hósioi se cuidarían del culto.
El peregrino entraba en el templo a través del chresmographeion, donde se guardaba el archivo del santuario con la lista de consultantes, sus preguntas y respuestas, así como la lista de vencedores en los juegos píticos; probablemente allí formulaba su pregunta. Según la tradición, en la parte más recóndita del templo de Apolo había un lugar subterráneo, el ádyton, al que la pitia descendía, con una corona y un bastón de laurel, cuando le llegaba el momento de entrar en éxtasis y comunicarse con la divinidad.
Se cuenta que ahí masticaba laurel, bebía agua de la fuente Casotis y se sentaba en un gran trípode situado sobre una grieta natural del suelo de la que salían vapores. Al inhalarlos, la sacerdotisa entraba en un frenesí o delirio gracias al cual pronunciaba las palabras, quizás incomprensibles, que los sacerdotes del templo escuchaban y escribían, y que luego se entregaban al consultante. Pero el ritual de la consulta tal como se ha descrito aquí presenta un problema: es tardío y se trata más bien de una elaboración esotérica de la realidad. Los relatos de diferentes historiadores griegos ofrecen una imagen muy distinta de cómo se desarrollaba.
¿Cuál era la verdad?
Plutarco, que además de historiador y biógrafo fue sacerdote de Apolo en Delfos, no sólo ignora el procedimiento descrito, sino que su narración es incompatible con el mismo. Este autor, que vivió a caballo de los siglos I y II d.C., explica que el ádyton estaba abierto a los consultantes y no era una habitación secreta; y no dice nada sobre el frenesí o trance de la pitia, ni sobre lo incoherente de sus palabras. Sólo en una ocasión refiere que la sacerdotisa se retira a un lugar subterráneo, pero ello sucede en un momento en el que se siente indispuesta y no logra profetizar, cosa que la lleva a la locura.
Por su parte, el historiador Heródoto, que vivió en el siglo V a.C., relata la entrada del dirigente espartano Licurgo en el recinto de la sacerdotisa y afirma que ella le habla directamente, sin esperar siquiera a su pregunta y, de hecho, le dicta la constitución espartana. También Jenofonte parece tener una relación directa con la pitia cuando, a finales del siglo V a.C., le pregunta a qué dioses debe encomendarse para tener éxito en el viaje que luego narrará en su Anábasis, el épico itinerario de un ejército de mercenarios griegos a través del Imperio persa.
Es más, algunos ejemplos de consultas históricas que conservamos presuponen no sólo que la pitia estaba presente ante los consultantes, sino que se dirigía directamente a ellos, como cuando los atenienses le solicitaron que escogiera los nombres de las diez tribus de su ciudad, o cuando los tesalios le pidieron que eligiera a un rey. Al parecer, en ambos casos se ofreció a la sacerdotisa una urna con distintos nombres para que ella eligiese. En definitiva, lo que ocurría dentro del templo y la manera en que actuaba la profetisa constituye un misterio. En cuanto al origen de su inspiración, se ha intentado explicar por el uso de sustancias psicoactivas que podían estar presentes en el agua o el laurel, o por algún vapor que actuara sobre su conducta (parece que está confirmada la existencia de etileno en el subsuelo de Delfos). Incluso hay quien afirma que pudo recurrir al hipnotismo o algún tipo de sugestión.
La decadencia
Después de la consulta, el peregrino regresaba al chresmographeion, donde los prophetai le entregaban por escrito un informe oficial y la respuesta del oráculo interpretada y formulada solemnemente, a menudo en verso. Tras esto emprendía el viaje de regreso a casa, tan peligroso como el itinerario de ida. De hecho, la gran cantidad de problemas y obstáculos a los que se enfrentaron los peregrinos entre el estallido de la guerra del Peloponeso (431 a.C.) y el advenimiento de Alejandro Magno contribuyó a la pérdida de importancia del oráculo y al desuso de las rutas de peregrinaje.
Durante la guerra, por ejemplo, los atenienses se acostumbraron a visitar el oráculo de Dodona porque Delfos había caído en manos espartanas. El prestigio de Delfos comenzó su declive tras la muerte de Alejandro, en 323 a.C., aunque continuó siendo un centro de atracción durante la época helenística y el período romano. Por fin, en 391 d.C., el emperador romano Teodosio decretó el cierre de todos los oráculos y la prohibición de la adivinación de cualquier tipo. El cristianismo había silenciado la voz de los antiguos dioses.
Para saber más
Oráculos griegos. David Hernández de la Fuente. Alianza, 2008.
Obras morales y de costumbres VI. Plutarco. Madrid, Gredos, 1995.
Descubren un antiguo oráculo en el centro de Atenas
Un pozo situado en el antiguo barrio de los alfareros fue utilizado en algún tipo de ritual de hidromancia, un método de adivinación por medio del agua
Oráculo de Atenas
El ónfalo, situado en el centro de un recinto rectangular y junto a una exedra, en una fotografía de 2012.
© JUTTA STROSZECK / GERMAN ARCHAEOLOGICAL INSTITUTE AT ATHENS
Oráculo de Atenas
El pozo circular, recubierto en su interior por cilindros de arcilla.
© JUTTA STROSZECK / GERMAN ARCHAEOLOGICAL INSTITUTE AT ATHENS
Oráculo de Atenas
Exploración del pozo tras su hallazgo.
© JUTTA STROSZECK / GERMAN ARCHAEOLOGICAL INSTITUTE AT ATHENS
8 de septiembre de 2015
Descubren un antiguo oráculo en el centro de Atenas
El Kerameikos o Cerámico, situado al noroeste de la Acrópolis, en pleno centro de Atenas, fue el barrio de los alfareros en la Antigua Grecia, regado por el riachuelo Erídanos, que aún corre por las entrañas de la ciudad. El antiguo barrio de los ceramistas también es conocido por su extensa necrópolis, repleta de estelas y monumentos funerarios de diferentes épocas. En las cercanías se conservan los restos de un gran santuario atribuido primero a Hécate, protectora de la descendencia pero también poseedora de las llaves del infierno, y posteriormente a Ártemis Soteira, la que cura y alivia el sufrimiento de los mortales. Las excavaciones emprendidas por Kyriakos Mylonas a finales del siglo XIX sacaron a la luz un ónfalo de mármol en el centro de un recinto rectangular, entre un altar y la base de una estatua.
El ónfalo era una piedra cónica que representaba el ombligo del mundo, desde donde se había iniciado la creación del cosmos. "En 2012, unas labores de limpieza revelaron que el ónfalo estaba perfectamente montado sobre una losa de mármol que cubría una abertura", revela Jutta Stroszeck, directora de las excavaciones en Kerameikos, a Historia National Geographic. "Esto motivó una investigación posterior, que se ha desarrollado este año. El ónfalo fue levantado de forma segura con la ayuda de una grúa. Y entonces empezaron las emociones...", añade Stroszeck, del Instituto Arqueológico Alemán de Atenas.
Bajo el ónfalo apareció un pozo circular que dejó estupefactos a los arqueólogos. Estaba construido con cilindros de arcilla y cubierto con más de veinte inscripciones en griego, todas repitiendo la misma frase: "Ven a mí, oh Peán, trae el oráculo verdadero". El término "Peán" es uno de los epítetos con que se designaba al dios Apolo, el hijo de Zeus. Hasta ahora se conocía el oráculo de Delfos, dedicado a Apolo, pero ninguno en Atenas. El pozo fue utilizado en algún tipo de ritual de hidromancia, un método de adivinación por medio del agua. "El hallazgo es importante porque por primera vez se ha descubierto un antiguo oráculo que estaba justo en el centro de Atenas", afirma Stroszeck. "Los trabajos de restauración continúan. La presentación de los hallazgos se realizará durante la segunda mitad de este año", concluye.
NATIONAL GEPGRAPHICGuillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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3 comentarios:
Muchas gracias por compartir PARABÉNS Graças
Interesante
Muy Interesante...........
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