Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., la agencia de noticias BBC Mundo Noticias, nos informa sobre la construcción de una gigantesca torre 90 metros de altura; para lanzamiento de satélites, que servirá para lanzar al cohete Ariane 6 de 62 metros de altura; que está construyendo la Agencia Espacial Europea - ESA-, en el Puerto Espacial Europeo de Kourou, en la Guayana Francesa.
Para tener la mejor vista del vasto puerto espacial europeo en Kourou, en la Guayana Francesa, tienes que subir una colina empinada y atravesar la selva tropical.
Es una escalada agotadora que te deja sudando. Pero eso no es lo peor.
En la cima hay un puesto de observación en cuya entrada alguien garabateó "Casa Araignées" o "Casa de Arañas".
Hay arañas por todas partes y sus redes se extienden a lo largo de la estructura de madera.
Esquívalas y conseguirás avistar algo imponente cuando miras hacia abajo.
El cohete más confiable
En una explanada cubierta antes por la selva se encuentran las torres de lanzamiento de tres tipos de cohetes: Ariane 5, Soyuz y Vega.
El mayor de ellos, Ariane 5, tuvo un comienzo desastroso en su vuelo inaugural en 1996. Pero desde entonces se ha convertido en el cohete más confiable para colocar satélites en órbita.
Fue un cohete Ariane 5 que recientemente transportó al espacio la sonda BepiColombo en la primera etapa de su larga travesía hacia Mercurio.
Ariane 5 también ha lanzado algunos de los mayores satélites meteorológicos y de telecomunicaciones.
Pero lograr un aventón con Ariane no es barato.
Lanzar un satélite con este cohete cuesta cerca de US$100 millones (el costo exacto nunca es revelado).
Ariane 6
El multimillonario estadounidense Elon Musk y su empresa SpaceX prometen ofrecer en el futuro el mismo servicio por una fracción del precio.
Y en respuesta a la competencia, Europa está construyendo Ariane 6, un cohete de 62 metros de altura, capaz de lanzar una gran variedad de satélites medianos o grandes a diferentes órbitas.
El proyecto es financiado por la Agencia Espacial Europea, ESA por sus siglas en inglés, y tiene un costo estimado de US$2.740 millones.
"Nuestra meta es construir un cohete que será muy atractivo para nuestros clientes en términos de precio y servicios", señaló Charlotte Beskow, jefa de ESA en Kourou.
Pero Beskow también reconoció que el costo no es el único factor importante.
"Existe la voluntad de asegurar que Europa tenga un acceso independiente al espacio", afirmó.
"Y si no tenemos nuestra propia plataforma espacial siempre dependeremos de otros".
Torre de 90 metros
Ariane 6 cuenta con motores más modernos y nuevos propulsores de combustible sólido.
También usará una nueva torre de lanzamiento que los ingenieros franceses describen como "una torre Eiffel portátil".
Por el momento, la torre de 90 metros es simplemente un gigantesco armazón de vigas. Pero en los próximos meses el exterior será recubierto con paneles metálicos.
A diferencia de su predecesor, Ariane 6 será ensamblada horizontalmente en un edificio cercano, antes de que el cohete sea levantado verticalmente en la torre para sus últimas pruebas.
Horas antes del primer lanzamiento, toda la estructura de la torre se retirará en rieles para dejar en la plataforma de lanzamiento solamente al cohete.
"Es el sistema que usamos con Ariane 4, con Vega y Soyuz. Es una tecnología probada", señaló Beskow.
"Esta vez lo haremos a escalas mayores, pero la preparación es la misma. Es eficiente, más rápida y permite que la gente trabaje en condiciones seguras y a resguardo de las inclemencias del tiempo".
Rotación terrestre
Una de las grandes ventajas del puerto espacial europeo de Kourou es que aprovecha el efecto que provoca la rápida rotación de la Tierra en el ecuador.
Esto da a los cohetes que se lanzan desde esa zona un impulso adicional de 1.650 km/h hacia el este.
De este modo se reduce la cantidad de combustible necesaria para propulsar los cohetes y es posible transportar satélites de mayor peso, según explica la ESA en su sitio.
Pero uno de los desafíos del puerto espacial de Kourou es el clima tropical.
El exterior de los edificios, por ejemplo, se cubre fácilmente de una película verde de algas, musgo y moho, por lo que el interior de la torre debe ser enfriado.
"Simple y elegante"
Preparar un cohete Ariane 5 para un lanzamiento lleva actualmente 35 días.
Los cohetes deben desplazarse en rieles entre diferentes estaciones donde se acoplan los propulsores y el satélite.
La meta es acortar ese plazo a 12 días con Ariane 6.
"El producto final será muy simple, racionalizado, elegante. Así lograremos ahorrar tiempo", afirmó Beskow.
"Habrá menos operaciones y desplazamientos, menos oportunidades de cuellos de botella". dijo.
Bajo tierra
Pero construir una nueva torre es solo parte del desafío. La obra más impresionante de ingeniería está bajo tierra.
En la superficie se verá una plataforma de acero y concreto, pero su base de apoyo tendrá hasta 30 metros de profundidad.
A ambos lados de la plataforma hay túneles de 20 metros de ancho que canalizan gases y llamas del escape, y transportan el agua con que es rociado el cohete antes de su lanzamiento.
"Tiramos mucha agua sobre el cohete para reducir las vibraciones", explicó Beskow.
"El agua también reduce la dispersión de partículas tóxicas, así que es muy importante".
"Ante los ojos del mundo"
Actualmente el complejo es un vasto sitio de construcción donde trabajan 600 operarios en dos turnos.
Siete grúas enormes mueven vigas, cemento y escombros, mientras vuelan chispas en los sitios donde trabajan los soldadores.
Se espera que el primer cohete Ariane 6 esté listo en 2019 y el primer lanzamiento tenga lugar en 2020.
El tiempo se agota, pero el ingeniero jefe Frédéric Munos parece confiado. Después de todo, ésta es su quinta plataforma de lanzamiento.
"Simplemente tenemos que hacer esto bien, correctamente, con buen diseño y sin accidentes", señaló Munos con tono pragmático.
"Estaremos satisfechos cuando el primer lanzamiento tenga lugar ante los ojos del mundo".
"Lanzamiento alucinante"
Este año miles de personas viajaron al Centro Espacial Kennedy en Florida para ver el lanzamiento del cohete Falcon Heavy de la empresa privada SpaceX.
Como Guayana Francesa está relativamente aislada, seguramente acudirá menos público al vuelo inaugural de Ariane 6.
Es algo que Beskow también desea cambiar.
"El problema es que por ser un sitio ideal, también es remoto", señaló la jefa de la ESA en la Guayana Francesa.
"Me encantaría que muchas más personas llegaran hasta Kourou, de la misma forma que viajan a Houston o Florida", dijo.
"Éste es un bien europeo y quienes lleguen hasta aquí asistirán a un lanzamiento alucinante", es su promesa
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El remoto lugar de América del Sur donde se fabrica el combustible para la nueva generación de cohetes espaciales
Nunca he estado en un lugar con tantas señales de advertencia en las paredes. Ordenan el uso de vestidos protectores, guantes y máscara de aire. No llevo ninguno de estos.
También hay, según me informan, un riesgo de explosión. Sin mencionar los avisos de advertencia publicados en el exterior sobre serpientes y arañas venenosas.
En esta sala, en el puerto espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Kourou, Guayana Francesa, los ingenieros mezclan los ingredientes de un combustible sólido para cohetes.
"Es exactamente como hornear un pastel", dice David Quancard, director de operaciones de Ariane Group, que junto a la compañía italiana Avio, opera esta fábrica europea de combustible para cohetes. "Comienza como un líquido y luego lo cocinas".
A diferencia de un pastel común, aquí el proceso de mezclado es tan peligroso que tiene lugar detrás de gruesas paredes de concreto, en un edificio aislado rodeado de jungla tropical.
Las operaciones se controlan remotamente desde un fortín a varios cientos de metros de distancia, y toda el área está rodeada por vallas de seguridad, alambre de púas y atalayas.
Los cohetes de combustible sólido se usan normalmente en misiles, como el Trident ICBM o el Exocet francés, y como impulsores para lanzadores más grandes, como los que están sujetos a un transbordador espacial.
El combustible fabricado aquí en el puerto espacial de Kourou impulsará cohetes diferentes.
Unos son los impulsores para el lanzador gigante Ariane 5, diseñado para grandes naves espaciales como satélites de comunicaciones y misiones en el espacio profundo.
Los otros son las primeras tres etapas del Cohete Vega: utilizado para elevar cargas más pequeñas hacia la órbita baja de la Tierra.
"Sólido pero suave"
"Los combustibles de cohetes sólidos se parecen un poco al caucho, sólido pero suave", dice Quancard. "Tienes una gran torta de propulsor que se quema desde el núcleo interno hacia el exterior para producir impulso".
Sin válvulas internas, tubos ni piezas móviles, la tecnología funciona bajo el mismo principio que un fuego artificial: lo enciendes y vuela.
Una vez que está encendido, no puedes detenerlo. Esa es una de las razones por las que el combustible debe fabricarse aquí en el sitio de lanzamiento. Se considera demasiado peligroso enviar los combustibles sólidos a través del Atlántico desde Europa continental.
El mezclador utilizado para combinar los ingredientes del combustible es uno de los más grandes del mundo, y se parece al tipo de máquina que puede encontrarse en una panadería industrial. Sus múltiples cuchillas, que giran entre 500 y 1000 veces por minuto pero nunca tocan los lados para evitar el riesgo de chispas, mezclan lotes de 12 toneladas de propulsor a la vez.
Los recipientes donde se prepara el combustible, conocidos como ollas, llegan llenos de una mezcla inerte y viscosa de aluminio, óxido de hierro y productos químicos que facilitan la mezcla. Luego, con la olla calentada a 75°C y las cuchillas girando, se le vierte polvo de perclorato amónico. La mezcla exacta es un secreto de la compañía.
Después de mezclar, el combustible se lleva a otro edificio para ser cocido dentro de la estructura del cohete.
Los revestimientos para el lanzador Vega se fabrican en Italia y consisten en tubos huecos hechos de fibra de carbono hilada, recubiertos con material aislante. Estas secciones del cohete se sumergen en pozos de colado y en el centro se les coloca un molde que se asemeja a un palo largo (conocido como mandril).
Al igual que se vierte la mezcla para un pastel, las ollas se vacían gradualmente en los revestimientos del cohete y todo el pozo se calienta a 50°C.
"Después de cocinarlo, se vuelve sólido", dice Quancard. "Luego quitas el mandril y tienes la forma interna perfecta".
El combustible, ahora sólido, se prueba exhaustivamente para detectar defectos y se almacena durante un mes para estabilizar la unión entre el combustible y la carcasa. Con la adición del sistema de encendido y la boquilla, el cohete está listo para funcionar.
En este punto se considera seguro. Eso espero, porque me encuentro en un almacén mirando tres segmentos de cohetes gigantes con combustible. Me quitaron el móvil, es como las advertencias sobre el uso de teléfonos en las estaciones de gasolina, pero con consecuencias mucho más serias.
Historial
Ariane 5 ha estado en servicio desde 1996. Con 98 lanzamientos y solo dos fallas (ninguna relacionada con problemas con cohetes sólidos), se considera uno de los cohetes más confiables del mundo.
Por su parte Vega, que comenzó a funcionar en 2012, ha tenido 11 lanzamientos, todos exitosos.
Pero a ambos cohetes se les debe una actualización, tanto en rendimiento como en eficiencia, para reducir los costos y hacerlos más competitivos.
En este momento, en el puerto espacial se prepara el primero de una nueva generación de cohetes sólidos de fibra de carbono. Con 140 toneladas de propulsor, es el lanzador sólido más grande que se haya fabricado en una sola estructura. Desarrollado con fondos de la ESA, el P120C se utilizará tanto para los propulsores del nuevo Ariane 6 como para la etapa inicial de un Vega C. mejorado.
"Es emocionante", dice Quancard. "Por primera vez en la historia estamos utilizando el mismo escenario para dos vehículos de lanzamiento diferentes".
En el Edificio de Integración de Propulsores de Kourou, Quancard me muestra una maqueta de tamaño completo del lanzador P120C, que mide unos cuatro pisos. Se usa para probar cómo mover los cohetes alrededor del puerto y los preparativos para el lanzamiento. En lugar de combustible de cohete, se llena con una mezcla de azúcar horneada. Literalmente es una torta gigante.
"Tiene la misma viscosidad que el propulsor", explica Quancard. "Es una forma de probar de la manera más segura todos los procesos de fabricación y montaje de esta nueva máquina".
Fuegos artificiales
Una vez construidos y probados, todos los cohetes sólidos eventualmente terminan a unos pocos kilómetros de distancia en la plataforma de lanzamiento. En la plataforma de Vega, el ingeniero a cargo, Marco Calcabrini, está ocupado preparándose para su más reciente misión: el lanzamiento de Aeolus, un satélite de Esa para medir los vientos globales.
Dentro de la estructura de 12 pisos del pórtico de lanzamiento, el equipo de Calcabrini ensamblará las secciones de cohetes de Vega y luego montará el satélite sobre un cohete de propulsor líquido en la parte superior. Esta etapa final líquida se utiliza en lugar de un cohete sólido porque permite a los controladores de vuelo colocar satélites en órbitas precisas.
Tres horas antes del lanzamiento, toda la estructura del pórtico se retirará mediante rieles, dejando el cohete en la plataforma expuesto debajo, por razones obvias, de pararrayos.
Le pregunto a Calcabrini si le pone nervioso trabajar tan cerca de los cohetes de combustible sólido. "Le digo a mis sobrinos que preparo grandes fuegos artificiales", dice. "Nunca es un trabajo estándar: tenemos riesgos todos los días y tenemos que gestionarlos".
Calcabrini solo tiene 31 días entre la llegada del cohete a la plataforma y el lanzamiento. Dentro de ese tiempo, solo tiene ocho días para instalar el satélite en el lugar y verificar que todo funcione.
"Siempre hay presión, pero a mí y a mis colegas nos encanta este trabajo; lo hacemos por la presión, nos ayuda a trabajar mejor", me dice. "Es un equipo. Todos están comprometidos con la campaña de lanzamiento; no nos lo podemos perder".
Los cohetes sólidos son relativamente simples, económicos y confiables. Y, con su fábrica de combustible para cohetes, Europa es un líder mundial en su desarrollo.
Pero una vez que el Vega se enciende y se lanza, el cohete seguirá ardiendo hasta que se quede sin combustible. Entonces, los restos del cuerpo de fibra de carbono caerán en el océano, demasiado desfigurados para ser reutilizados.
Si todo sale bien, el satélite de monitoreo del viento alcanzará la órbita. Pero el cohete que lo llevó ahí, con todo el cuidado y la inversión que implicó su fabricación, mezcla y cocción, se habrá ido para siempre.
"Este es el momento para el que trabajamos", dice Calcabrini. "Miles de personas trabajan en una misión que dura unos pocos minutos en el lanzamiento, trabajamos para eso".
Puedes leer el artículo original en inglés en BBC Future.
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Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui
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