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domingo, 27 de diciembre de 2020

La Casa de la Loma tiene un Fantasma : Capítulo DLXXXIX.- Rogelio Campos; en la ruta que iba trotando, llegó a la casa de una familia que eran amigos; pero, encontró a doña Lusmila Tomapasca Troncos, que era viuda....

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con la historia de La Casa de la Loma tiene un Fantasma, y como informamos en el capítulo anterior; Ubelinda Cunyarache Jiménez y su amante Tiberio, quienes habían ocupado una casa abandonada, que la usaban como su refugio de descanso en sus trotadas buscando al bandolero Rogelio Campos; pero, llegaron los legítimos dueños Jovial García y su esposa Lindaura Cunyarache, quienes se reconocieron como familias, hubo mucha armonía y se curó la herida  del brazo de Ubelinda; durante la conversación que tuvieron, Lindaura dijo que vio a Rafael quien era hermano de Ubelinda, gastando dinero a raudales, al escuchar esta novedad, Ubelinda, desistió en buscar al bandolero Rogelio Campos, por que comprobó que fue su hermano quien le robó su tesoro, ellos decidieron regresar a casa y dejaron a los dueños disfrutar de su propiedad...............

Aquí en la imagen observamos una típica casa en la Comunidad Campesina de Socchabamba, Ayabaca, Piura, Perú; es una construcción de adobe con techo de tejas rojas y a dos aguas, sobre el techo distinguimos un fantasma que viene a ser el "El Rey de las Tinieblas" : Satanás, seguido de vampiros y una siniestra sombra negra que rodea al misterioso personaje satánico, para comprender la narrativa de la obra literaria: "LA CASA DE LA LOMA TIENE UN FANTASMA", esta imagen será nuestro símbolo de identificación y el logotipo en creación, impresión y distribución literaria. Con reconocimiento de derechos de autor, con Partida Registral Nº 00393-2010, Asiento 01, con fecha 27 de marzo de 2010 por INDECOPI.


Este es el símbolo de Marca Perú, que distingue para todos los productos elaborados por peruanos.

Rogelio Campos, quien se había distraído pernoctando en la casa de Elvira Yanayaco Morocho - "Viuda de los 12 Apóstoles", y cuando ella intentó matarlo, él huyó; en el camino se cruzó sin saberlo con Ubelinda Cunyarache Jiménez, quien lo buscaba por que supuestamente le robó un tesoro, siendo inocente; él continuó su camino hacia la frontera con el Ecuador, él iba en visita de asalto a la propiedad del adinerado agricultor Eriberto López Mija que aún estaba a 02 días de camino.
Rogelio Campos, quien tenía comunicación telepática con su caballo, que siempre le prevenía de los peligros que lo perseguían con facilidad, debido que él era un temible bandolero; que no temblaba las manos, haciéndose justicia cuando alguien se le cruzaba en el camino; pero, tenía una debilidad, él nunca era capaz de levantar la mano a una mujer, y eran justamente ellas quienes pretendieron asesinarlo, sobre todo Elvira Yanayaco Morocho, que lamentaba que se le escapó de las manos.
Rogelio Campos, quien trotaba a toda marcha para aprovechar la noche que era su aliada, y tomarse un descanso durante el día y esta vez, él estaba obligado a buscar una casa donde pernoctar, ya que no tuvo tiempo de cargar fiambre, para su largo viaje, debido a que la anfitriona Elvira Yanayaco Morocho, tenía planes para asesinarlo; él trataba de recordar la ubicación de una casa que haya tenido amistad suya, pero no había nada, siguió avanzando y llegamos a las 05:00 horas de la madrugada, el día se venía a toda luz, ya que el horizonte se notaba el reflejo del alba con la pronta presencia del astro rey.
Rogelio Campos, ya muy sereno, que olvidó por completo la imagen de Elvira que con machete en mano trató de asesinarlo, y vaya que recordó a una antigua familia, quienes vivían a poca distancia, sólo había que superar los desniveles del terreno, ellos eran un matrimonio, que regresaba después de unos 15 a 18 años, sólo recordaba el nombre de la esposa Lusmila Tomapasca Troncos y con esos pensamientos, cabalgó la ladera, subió una cuesta y llegó a la loma, donde se percibía al otro lado un extenso valle, y justo estaba la casa a comienzos del valle, él había trotado unos 50 minutos, ya el día estaba en su apogeo, solo tuvo que bajar una cuesta abajo, llegando a la zona plana.
Rogelio Campos, ubicó a la vivienda, llegó al patio, le salieron al encuentro un par de perros bravos, ladrando y con intenciones de rechazo a los visitantes; él detuvo s su caballo, aún así los perros acosaban dando vuelta al jinete, hasta que salió la dueña de casa en paños menores, solo llevaba puesta una combinación (enague), parece que ella no tuvo tiempo de vestirse y gritó a los perros a sosegarse, que le hicieron caso y se ausentaron y mirando a una distancia de unos 100 metros y levantando la voz le dijo:
--- Buenos días, pase señor, ya los perros se calmaron..
El jinete apuró a su caballo, con un ligero pique de espuelas y trotó hasta donde estaba la señora, quien al verla muy hermosa, ella ya frisaba con unos años bien entrados (algo más de 50 años de edad), quienes al reconocerse mutuamente y fue ella, quien le dijo:
--- Don Rogelio, que sorpresa verlo después de un largo tiempo ¿Qué le trae visitar a esta humilde Choza?
La anfitriona pecaba de modestia; por que la casa era de adobe y grande, muy bien construida y elegante techo a dos aguas, con un amplio corredor en medio de dos cuartos a los costados y descansaba el techo  en 06 pilares de madera, había una puerta central y a los costados poyos de descanso y le contestó:
--- Doña Lusmila, estaba pasando por esta ruta y recordé a ustedes, sobre todo a su esposo con quien nos bebimos una botella de aguardiente y usted también nos acompañó y al final entonó una linda canción.
Lusmila, se emocionó al recordarle a su querido esposo, quien murió asesinado por bandoleros y casi sollozando, le contestó:
--- Don Rogelio, me hace llorar recordar a mi querido Repe (esposo), él murió hace más de 05 años, lo mataron abajo en la huerta, unos bandoleros que pasaban buscando tesoros y como no encontraron nada, ellos los acuchillaron, para que declare donde había guardado(escondido) el entierro (tesoro), del que nosotros nunca tuvimos ni en sueños.
Rogelio Campos, quien era un temible bandolero; pero, él no asesinaba a la víctima, salvo que haya una fuerte oposición y ataque, que sintiéndose aludido, le contestó:
--- Cuanto lo siento doña Lusmila, siempre hay hombres brutos que masacran al dueño de casa y que piensan levantar el entierro (tesoro) que en muchas casas no existe, que pena no encontrarlo; estando usted le pido una posada hasta el anochecer.
Lusmila, viuda y sola, quien al ver a un hombre fuerte que llegó a su casa, lo consideró como una bendición y le contestó:
--- Don Rogelio, apéese, esta chosita está a su disposición...
Rogelio, desmontó de su caballo, le bajó la soga y lo haló hasta uno de los pilares y lo amarró, y estando en pie se acercó  a la viuda y le abrazó en signo de saludo y amistad y ella correspondió apegando su cuerpo con los senos sueltos (tapados con el enague), ellos se abrazaron efusivamente, luego se soltaron y ella le dijo:
--- Don Rogelio, desensille su caballo y lo lleva al huerto, allí hay una picota, lo amarra y le corta tarallas(tallos sin mazorca) de maíz, que están frescas, por que recién coseché el maíz gualo (choclo secando), yo iré a la cocina a preparar el desayuno.
El huésped acogido en la posada, desensilló el caballo y lo llevó al huerto, efectivamente había pasto que cortar, que justamente encontró el machete; pero, observó que un poco más allá pasaba una acequia llena de agua, llevó al caballo para que beba, lo trajo y lo amarró en  la picota, luego cortó las tarallas que las cargó y las amontonó junto al equino.
Rogelio Campos, sintió en su pecho los senos de la viuda, y le pareció tal como ella lo abrazó que habría alguna posibilidad de acostarse con ella; pero, él recordó a Amalia "Ojos verdes", que lo esperaba siéndole fiel y con esos pensamientos regresó a la casa, allí encontró una jerga limpia tendida sobre el poyo, se sentó y desde allí escuchaba los trajines en la cocina de la dueña de casa.
Lusmila había asado carne seca de res y la majaba con piedra sobre el batán para desmenuzarla, al mismo tiempo preparaba los aliños (aderezos) en la sartén para guisar mote de maíz sancochado con frejoles, así mismo la olleta pasaba tintura de café.
Rogelio, sentado sobre el poyo, esperaba que salga la dueña de casa con el desayuno, y efectivamente después de unos 20 minutos, salió doña Lusmila, con un mate lleno de comida, consistía en mote con frejoles guisados (aliñados) montado con un trozo de carne majada y en la otra mano un jarro lleno de humeante café de olleta y le dijo:
--- Don Rogelio, sírvase esta pobreza (una expresión de modestia).
Doña Lusmila, ya se había vestido con un traje largo que le llegaba casi a los tobillos abierto por la parte delantera que lo aseguraban botones, ella se había puesto el mejor vestido para impresionar al huésped.
Rogelio, quien tenía hambre y el aroma que se expandía el desayuno, le hizo agua la boca, recibiendo la comida, le contestó:
--- Muchas gracias doña Lusmila, no peque de modestia, ya que esta comida solo la tienen los ricos hacendados.. jajajajajaja
La anfitriona también se sonrió y sin contestar se fue a la cocina, el huésped, puso el jarro de café sobre el poyo que le sirvió como mesa y con el mate en mano comenzó a desayunar.
En aquellos tiempos en la mayoría de las casas campesinas no se acostumbraba acompañar al huésped cuando se le ofrecía comida; pero, a doña Lusmila no le faltaba ganas, al mismo tiempo se detuvo pensando que ella estaba ofreciéndose al recién llegado, que si lo quería así, pero se tenía que ser recatada.
Pasaron unos 40 minutos, ya Rogelio había terminado de desayunar y bebía el último sorbo de café y salió desde el interior doña Lusmila y le dijo:
--- Don Rogelio, si pudo pasar mi sazón, por que por aquí nos servimos mote, por la abundancia del maíz y de vez en cuando matamos un torete y secamos la carne para guardar y la vamos comiendo poco a poco.
Rogelio, muy contento y con el estómago lleno, le contestó:
--- Doña Lusmila, yo pocas veces estoy acostumbrado a comer esta rica comida...................
Continuaremos...................
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui

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