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sábado, 5 de febrero de 2022

La Historia del Agente Justiciero Genochi : Capítulo IV .- Antenor Chinchay Quispe, decide vender todos los predios que fueron de su cuñado Eucebio Nonajulca Rivera; se los ofrece al comerciante Aurelio Soto Rivera, pero éste le ofrece un bajo valor.....

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG., continuando con la Historia del Agente Justiciero Genochi; después del sepelio de los esposos Eucebio Nonajulca Rivera y su esposa Oralia Chinchay Quispe, dejando en la orfandad a los hijos: Etelvina, Elida y Gelasio y como fue notificado a la Costa al familiar más cercano; llegó el hermano de la finada Oralia, quien se llamaba Antenor Chinchay Quispe, a quien justamente los finados esposos le enviaron el monto total de la venta de las vacas; este familiar que residía muchos años en la Costa, optó por vender las propiedades que fueron de los finados y llevarse a los niños huérfanos; ya hizo las primeras gestiones, al mismo tiempo en la casa del asesino; Bonifacio "Oreja Mocha", su padre más conocido como "Mano Siniestra" planea la fuga del hijo, pero la autoridad policial no actúa por que nadie efectuó la denuncia de los hechos............ sigamos la historia......................


Aquí en la imagen Observamos al Agente Justiciero Genochi, quien como agente anónimo bregará para capturar a los culpables del asesinato de sus padres en Chilcapampa.
Foto: Archivos del Blog: A Vuelo de un Quinde.


Aquí en la imagen observamos al delincuente Bonifacio "Oreja Mocha"; quien como líder de una banda juvenil, asaltaron a la morada de Eucebio Nonajulca Rivera, residente en el Barrio Alto de Chilcapmpa, a quien asesinó por que no le entregó el dinero de una venta de ganado vacuno.
Foto: Archivos del Blog: A Vuelo de un Quinde.

Don Antenor Chinchay Quispe, natural de Chilcapampa, quien emigró muy joven a la Costa, se radicó en el distrito de Catacaos, allí formó su hogar y se dedicaba a la Orfebrería, siendo un experto en el acabado de labrar metales finos como el oro y la plata; pero, como bien dice el refrán: Casa de herrero, cuchillo de palo; quien a pesar de ser reconocido por sus depurados trabajos, aún así no ha despejado económicamente; por esa razón tuvo unos apuros económicos pidiendo apoyo al cuñado Eucebio Nonajulca Rivera, quien le envió el dinero, que despertó la codicia del delincuente juvenil Bonifacio "Oreja Mocha", que tal vez si hubiera encontrado el botín, no hubiese asesinado a los dueños de la casa asaltada.
Don Antucho (Antenor), hizo un recorrido por la ciudad y estando en la Plaza de Armas, recordó a un viejo amigo, con quien compartió las aulas  de la  educación primaria y se llamaba Aurelio Soto Rivera; el recién llegado averiguó por la existencia del condiscípulo y alguien le informó que aquel señor vivía en el Barrio Bajo.
En aquellos  instantes, en la misma plaza que estaba ubicada en el Barrio Medio, pasaba el comerciante Soto halando un par de bueyes yendo al Puesto de la Policía y declarar la compra; trámite administrativo que era obligatorio en aquellos tiempos, donde abundaban ladrones de reses.
Justamente, Antenor que estuvo averiguando por él, lo reconoció y desde una distancia le gritó:
--- ¡¡¡ Espera Aurelio, Aurelio, Aurelio....!!!
Lo llamó mencionando su nombre por tres veces, y apurando los pasos para darle alcance; el aludido con la sogas halando a los vacunos, volteó el rostro y vio a alguien que iba a su encuentro, él paró su marcha y lo esperó, que al llegar se reconocieron y fue Antenor, quien lo saludó así:
--- Hola Aurelio, que gusto saludarte, has cambiado, estás más robusto y según veo eres ganadero.
El aludido, le respondió:
--- Hola Antucho (Antenor), hombre estás desconocido, si no fuera por tu estilo de hablar, ya no te hubiese reconocido, desde que te fuiste a la Costa, nunca más supe de tu persona.
Los dos amigos y condiscípulos recordaron sus tiempos juveniles y fue Antenor, quien le dijo:
--- Aurelio, estoy vendiendo las propiedades que fueron de mi cuñado Eucebio Nonajulca Rivera, tal vez si conoces a alguien que esté interesado; los bienes son la casa del Barrio Alto y la chacra con el ganado vacuno.
Para,  Aurelio la noticia de la venta fue una bendición, por que justamente estaba interesado en cambiarse de barrio y le faltaba un potrero cercano a la Ciudad para encerrar las reses del negocio y con una sonrisa le contestó:
--- Por su puesto amigo Antucho, que conozco una persona y ese soy yo, te compro todo lo que tienes; pero hay algo más, ese nombre del que fue dueño, me recuerda a alguien que lo asesinaron días atrás.
Antenor, le respondió:
--- Si amigo, los asaltaron por la noche y los mataron, por que no encontraron el botín que buscaban los delincuentes.
Aurelio, que fue el comerciante que compró las vacas del finado Nonajulca, le dijo:
--- Ahora que recuerdo, fue ese mismo día que le compré 06 vacas, y los delincuentes son unos mozalbetes que viven en mi barrio, todo indicaba que fue Bonifacio "Oreja Mocha", quien es hijo del delincuente conocido como "Mano Siniestra", pero ya no lo veo, seguro fugó.
Entonces, Antenor que no estaba muy interesado en averiguar ¿Quiénes asesinaron a sus familiares?, más bien cambió de conversación y fue al grano, hizo los primeros cálculos del valor de las propiedades y quería sacarle el máximo precio y le puso un valor de Costa y le dijo:
--- Aurelio, te voy a rematar las propiedades, y calculo que el valor de todo es unos 100,000 monedas nacionales.
Aurelio, sorprendido por el altísimo valor que escuchó, le contestó:
--- Antucho, estás en la Sierra, aquí las cosas no cuestan tanto tal como es en la Costa; pero, te hago una propuesta, te pago 45,000 monedas nacionales.
Para Antenor, es propuesta era inaceptable y optó por despedirse del amigo y le contestó:
--- Aurelio, creo que ofreces muy barato, bueno fue un placer de saludarte, y que sigan tus éxitos en el negocio de reses.
Antenor, le dio un abrazo a su amigo, quien continuó halando sus bueyes; para Antucho ese precio era muy barato, él quería salir de pobre y instalar un gran taller y mejorar el negocio y se le ocurrió visitar al Juez de Paz, quien si sabía el valor de los inmuebles en Chilcapampa, por que ante él, legalizan todas las transacciones de compra y venta (no había Notario Público), quien al llegar lo saludó y le dijo:
--- Señor Juez, seguro que usted certificó la muerte de mi cuñado Eucebio Nonajulca Rivera; deseo vender sus propiedades, pero no tengo una idea clara  del valor: ¿Puede ayudarme usted?
El Juez de Paz, quien también actuaba como tasador, le contestó:
--- Por su puesto amigo, pague una tasa y le haré inspección ocular a los bienes que desea vender; no es el valor comercial que hago, sino el valor nominal de impuestos; que sin embargo, le dará una idea clara para que usted calcule el precio que desea vender.
Antenor, pagó el valor de la tasa por derechos de inspección, que le permita al Juez visitar los predios y ambos personajes se fueron a ubicar los predios para la tasación.
Mientras tanto, el comerciante Aurelio Soto Rivera, después de legalizar la compra de los bueyes en el Puesto de la Policía, regresó a su casa y le comentó a su esposa, sobre que están vendiendo los predios del finado Eucebio Nonajulca Rivera y ella que estaba desesperada por salir de ese bario, le contestó:
--- Dime Aurelio, ya propusiste el precio por esos predios, que de comprarlos nos mudaremos de esta inmundicia de barrio lleno de delincuentes y prostitutas.
Aurelio, le contestó:
--- Si, le hice una propuesta a mi antiguo condiscípulo Antucho, pero él quiere muy caro por esos predios.
La señora, sabiendo lo tacaño que era su esposo y regateador en sus compras de reses y casi enfurecida, le replicó:
--- Oye pedazo de miserable (palabra para decir tacaño), por que diablos no ofreciste el valor real, déjate de tus costumbres de comprar vacas que les ofreces el 50% del valor, ahora son propiedades en un barrio decente: ¿Cuánto quieren ellos y cuánto le ofreciste?
Aurelio le narró a su esposa todo lo conversado con Antenor, y más colérica le replicó:
--- Aurelio, si te pidieron 100,000 monedas nacionales, es por que así es el valor, sube a 80,000 y seguro haces negocio.
Aurelio, recién entendió que se había equivocado al ofrecer ese valor, por que así lo hacía comprando vacas, recapacitando salió para encontrarse de nuevo con su amigo Antucho (Antenor) y ofrecerle 60,000 monedas nacionales.
Aurelio, al llegar a la Plaza, vio que llegaba su amigo Antenor acompañado del Juez de Paz, él se dirigió a ellos, ya que era amigo de ambos, saludó y les dijo:
--- Amigos, que gusto de verlos juntos.
El Juez de Paz, se sonrió y como adivinando que Aurelio estaba interesado por los predios, le contestó:
--- Si don Aurelio, su amigo Antenor me pidió hacer una tasación de las propiedades del finado Eucebio Nonajulca Rivera y le sugerí un valor comercial de 140,000 monedas nacionales, claro está, es un valor negociable; usted es un buen comerciante, seguro que comprará estos predios y que no habrá otra oportunidad.
Aurelio, al escuchar 140,000, casi se cae de espaldas y lamentaba no haber aceptado los 100,000 que le pidió temprano Antenor y no pudiendo ofrecer se despidió.
Pero, llegó su esposa en ese mismo instante y viendo a todos allí presentes que si los conocía algunos, pero no eran sus amigos, les preguntó:
--- Señores, no sé quien vende las propiedades que fueron del señor Nonajulca y como mi marido es un tacaño y un miserable; yo ofrezco los 100,000 que le pidió el vendedor.
Aurelio, ofuscado por la intervención de su esposa, sólo atinó a decir:
--- Señores, no le hagan caso, ella no sabe de negocios..............
Continuaremos................
Guillermo Gonzalo Sánchez Achutegui

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